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Santoral del mes de diciembre

Páginas relacionadas

 

DICIEMBRE

01: SAN EDMUNDO CAMPION, S.J. y compañeros, mártires

02: CARLOS DE FOUCAULD, sacerdote misionero, 1858-1916

03: SAN FRANCISCO JAVIER, S.J. 1506-1552

04: SAN JUAN DAMASCENO, Doctor de la Iglesia,

06: SAN NICOLÁS, llamado de Bari, obispo de Mira. Siglo IV

07: SAN AMBROSIO, obispo de Milán y Doctor de la Iglesia, 339-397

07: FRAY JULIÁN GARCÉS, de la orden de predicadores 1452-1542

08: INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.

11: SAN DÁMASO I, papa, 305-384

12: SANTA MARÍA DE GUADALUPE

12: JUAN DIEGO, l474 - l548

13: SANTA LUC͍A, virgen y mártir, 304

14: SAN JUAN DE LA CRUZ, Doctor de la Iglesia, 1542-1591

21: SAN PEDRO CANISIO, Doctor de la Iglesia, 1521-1597

23: SAN JUAN DE KANTY, sacerdote, 1397-1473

26: SAN ESTEBAN, primer mártir

27: SAN JUAN, apóstol y evangelista, 100

28: LOS SANTOS INOCENTES

29: SANTO TOMAS BECKET, arzobispo de Canterbury, mártir, 1118 - 1170

31: SAN SILVESTRE I, papa + 335

DOMINGO DENTRO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD LA SAGRADA FAMILIA

 

 

 




01: SAN EDMUNDO CAMPION, S.J. y compañeros, mártires

"Si nos condenan ahora, condenarán al mismo tiempo a todos sus antepasados, así como a todos sus sacerdotes, obispos y reyes, pues, ¿qué enseñamos nosotros que no hubieran creído y predicado ellos?" Así conjuró, el 20 de noviembre de 1581, un joven jesuita a sus acusadores, invocando el espíritu de la antigua Inglaterra católica que, a pesar de todas las persecuciones, aún no estaba muerta y que él trataba de salvar con el sacrificio de su vida.
Habla nacido en Londres y concluido sus estudios con mención honorífica en Oxford. El honor de ser recibido y favorecido por la reina Isabel I, lo tenía tan confundido que había prestado el juramento supremo contra la Iglesia católica y aceptado que lo consagraran diácono anglicano.
SAN EDMUNDO CAMPION, S.J. y compañeros, mártiresLos sufrimientos de los católicos de Irlanda, el sacrificio del mártir Storey y el estudio de los Padres de la Iglesia católica, le abrieron los ojos. En Douai (Bélgica) se dedicó al estudio de las bases de la teología. Peregrino penitente, recorrió a pie el camino de Roma, en donde ingresó a la Compañía de Jesús.
Los superiores enviaron al novicio Edmundo a Brünn y a Praga, donde en 1579 celebró su primera misa y, con el poder de su elocuencia hizo proezas. Aunque el emperador permanecía sentado a los pies de su púlpito y la corte aplaudía sus sermones en latín, Edmundo Campión anhelaba regresar a Inglaterra, donde la Iglesia sangraba por millares de heridas.
Al fin recibió la orden de prepararse para una misión secreta en su patria. Eso significaba una muerte segura y ni él ni sus hermanos de la orden lo ignoraban. Sin perder un solo día, disfrazados y con pasaportes falsos, cruzaron el canal de la Mancha. Caminaban de dos en dos, de aldea en aldea; vestidos de comerciantes o de artesanos, visitaban a los pocos católicos, bautizaban a los niños y administraban los sacramentos a los adultos. Era preciso mantenerse tranquilos, pero Edmundo Campion no se conformaba con fortalecer a los fieles en la fe.
SAN EDMUNDO CAMPION, S.J. y compañeros, mártiresCon audacia increíble escribió y distribuyó volantes y aun se atrevió a enfrentarse a los catedráticos anglicanos en un debate público.
Pronto apareció un traidor. Edmundo fue detenido y conducido a la Torre de Londres.
El conde de Leicester trató de convencerlo personalmente, y al no lograrlo, la misma reina Isabel hizo el intento de presionar al que había favorecido para que apostatara, pues había cometido el doble crimen de ser "papista" y jesuita; pero Edmundo Campion era un joven al que no se compraba con engañosos ofrecimientos. No obstante su gran respeto por la reina, claramente dijo: "no".
SAN EDMUNDO CAMPION, S.J. y compañeros, mártiresEn el calabozo fue tan cruelmente martirizado que no sólo su vigor físico quedó aniquilado, sino también su entereza espiritual.
Urgía callar a aquel hombre atrevido, quien el primero de diciembre de 1581, acompañado por dos compañeros, terminó su vida en la horca. Ya con la soga al cuello, gritó a las multitudes su última profesión de fe: "¡Muero fiel a la Iglesia católica!"

ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y eterno, que suscitaste en Inglaterra y Gales a los santos mártires Ed-mundo, Roberto y sus compañeros, y quisiste configurarlos con Cristo, muerto por la salvación del mundo; concédenos, por su intercesión, que tu pueblo se goce siempre en la unidad, for-talecido con la misma fe y el mismo amor. Por nuestro Señor Jesucristo … Amén.

"También hoy, después de dos mil años, Cristo aparece a nosotros como aquel que trae al hombre la libertad basada sobre la verdad, como aquel que libera al hombre de lo que imita, disminuye y casi destruye esta libertad en sus mismas raíces, en el alma del hombre, en su corazón, en su conciencia. ¡Qué confirmación tan estupenda de lo que han dado y no cesan de dar aquellos que, gracias a Cristo y en Cristo, han alcanzado la verdadera libertad y la han manifestado hasta en condiciones de constricción exterior!". Juan Pablo II, "Redemptor Hominis", n. 72.


02: CARLOS DE FOUCAULD, sacerdote misionero, 1858-1916

Una bala de la primera guerra mundial extinguió su vida terrenal y, en medio de los horro-res del gran asesinato de los pueblos, nadie tuvo tiempo de pensar en un destino singular, aun-que hubiera sido tan diferente del camino de vida de tantos que se desangraron en tierra extraña. Moría un militar noble, un librepensador y aventurero, transformado por el favor de Cristo en sacerdote y apóstol.
Desde que el niño Carlos recibió la primera comunión, dejó de practicar. Era el fin aparente de su vida religiosa.
El joven estudiante de Nancy y de París, se solía encontrar más bien en los lugares de placer que en aquellos de la ciencia seria. A los veinte años, como oficial en Argelia, no tenía suficiente auto-disciplina para soportar el reglamento militar.
Tomó la decisión rápida de cambiar el uniforme por un disfraz de judío argelino y, caminando, atravesó la cordillera del Atlas para investigar de cerca las costumbres de las tribus esquivas del desierto, enemigas de los europeos. Tuvo suerte en su juego temerario con la muerte y su obra sobre Marruecos cosechó grandes elogios.
CARLOS DE FOUCAULD, sacerdote misionero, 1858-1916Sólo uno quedó insatisfecho con el resultado del viaje aventurero, precisamente el mismo Carlos de Foucauld. La fe apasionada y el celo de los mahometanos al rezar, habían despertado su conciencia. No encontró paz sino hasta que fue a hincarse ante un sacerdote para confesarle sus pecados y recibir, por segunda vez en su vida, la santa Eucaristía. Al levantarse, se había convertido en otro hombre, tan decidido a hacer penitencia como antes lo había estado para pecar. En peregrinación, como penitente, fue a los santos lugares de Palestina; como religioso trapense se encerró en una abadía siria y vivió por algunos años como ermitaño en Nazaret. Su pobreza y la santa paz que irradiaba su semblante, consoló a los peregrinos, aunque no conocieran su historia agitada.
Alguien le aconsejó y lo convenció de que como sacerdote podría hacer mucho más para gloria de Dios y para bien de la humanidad. Inmediatamente regresó a Francia donde se de-dicó a los estudios teológicos y se ordenó el 9 de junio de 1901. Una nueva decisión había madurado en él; quería ir al África para llevar la buena nueva a los hijos salvajes del desierto, que, hasta entonces se habían opuesto tenazmente a toda conversión. El investigador de antaño confiaba en la gracia de Dios y en sus conocimientos de las costumbres autóctonas. En el oasis argelino Beni-Abbes construyó una capilla y en ella impartía los sacramentos a la tropa colonial francesa y trataba de ganarse los corazones de los árabes.
De buen grado le traían sus enfermos, pues tenían confianza ilimitada en sus artes médicas, pero rara vez le llevaban niños para bautizar. ¿Era posible ser cura árabe bajo las bayonetas de soldados europeos?
El padre Carlos de Jesús, como se llamaba ahora, se decidió a avanzar otros 500 kilómetros hacia el sur. En el oasis de Tamanrasset, quedó más alejado de toda civilización; pero, en cambio, más cerca de la tribu de los tuareg. Ya se iniciaba una amistad que hubiera podido llevar a los éxitos más formidables, cuando la guerra mundial irrumpió en la celda del orador solitario en pleno Sahara. Los senussi declararon la "guerra santa contra todo perro cristiano". El primero de diciembre de 1916, un destacamento de jinetes mahometanos se presentó ante aquel que sólo había tenido bondades para sus familias y lo asesinaron, disparándole a quemarropa.
Habiendo enmudecido los cañones, su asesinato, aparentemente tan sin sentido, fue el inicio de una misión planeada del Sahara, visiblemente bendecida por Dios, para bien de los habitantes del desierto. Los discípulos de Carlos de Foucauld trabajan como "pequeños hermanos y hermanas de Jesús" en casi todas las partes pobres del mundo.

"Este testimonio silencioso de pobreza y de desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono en la obediencia puede ser una interpelación al mundo y a la Iglesia misma y también una predicación elocuente, capaz de tocar incluso a los no cristianos de buena voluntad, sensibles a ciertos valores". Pablo VI, "Evangelii Nuntiandi", n. 69.

Charles de Foucauld




03: SAN FRANCISCO JAVIER, S.J. 1506-1552

En este santo, la Iglesia no sólo honra al fundador de todas las misiones de la Compañía de Jesús, sino también al "patrono de todas las misiones católicas en el mundo", como fue declarado por el papa Pío XI. Podemos preguntarnos por qué a este joven vasco, nacido el 7 de abril de 1506 en el castillo de Javier y dotado de. las mismas inquietudes de Ignacio de Loyola, se le concedió tan alta distinción.
Una falsa concepción de la vida monástica, dentro y fuera de la Iglesia, ha llegado a formar el siguiente prejuicio: La santidad de una persona consagrada depende del cumplimiento heroico de ciertas reglas o constituciones, suprimiendo totalmente las inclinaciones de la propia personalidad e incluso de la naturaleza humana.
La vida de Francisco Javier nos enseña, en cambio, que, desde san Pablo, el desarrollo de todos los dones recibidos por Dios, es el que forma a los grandes misioneros de la Iglesia.
Planes ambiciosos llevaron a Francisco Javier a París, en donde recibió, en 1530, el título de "maestro". Ahí se encontró con un compatriota suyo, ya convertido, Ignacio de Loyola, y aceptó su consejo de participar en los "ejercicios espirituales de un mes".
Probablemente durante este tiempo, el Señor comunicó a Francisco la gracia de una conversión profunda y la decisión de aceptar los consejos evangélicos con el voto misionero de viajar a Tierra Santa. Ordenado sacerdote en 1537, en Venecia, Francisco se presentó con Ignacio, en 1538 ante el papa Pablo III para ponerse a sus órdenes, ya que por entonces las tropas islámicas ocupaban Tierra Santa.
SAN FRANCISCO JAVIER, S.J. 1506-1552El Papa lo mandó a las Indias portuguesas, nombrándolo "Delegado Papal" para toda Asia. En 1542, Francisco Javier llegó a Goa y empezó su trabajo misional, primeramente entre los cristianos ya bautizados, pero muy mal instruidos, de esa Ciudad colonial portuguesa. En cabo Comorín encontró unos 20,000 indígenas bautizados con las mismas deficiencias.
Más de un año quiso Francisco vivir entre esta gente pobre y sencilla. Su fervor lo llevó a catequizar a los leprosos y a proteger a los indígenas contra la avaricia de los portugueses y contra los ataques de los musulmanes fanáticos que residían en las islas vecinas.
Francisco Javier se sentía impulsado por el mandato de Cristo de llevar la buena nueva hasta los últimos rincones de la tierra. Nunca descansó. Viajó por las islas de Oceanía, evangelizando hasta el Japón, a donde llegó el 15 de Agosto de 1549. Se relacionó con personas influyentes y, sin embargo, después de 2 anos no había bautizado a más de 2,000 japoneses.
En sus famosas "Cartas de las Misiones", impresas 3 años después de su muerte y leídas en todos los centros europeos de la Compañía de Jesús, el gran misionero explicaba las razones de su fracaso y, a la vez, daba preciosos consejos. Había que saber bien la lengua del pueblo, conocer su cultura, adaptarse a sus costumbres y ritos. Sólo los misioneros cultos y de gran capacidad de adaptación eran bienvenidos en el Japón. Por último, Francisco Javier estaba convencido de que el camino al corazón del Japón pasa por China. Así entendemos el ardiente deseo del misionero de embarcarse a las costas de China cuanto antes.
Los propios compatriotas portugueses, por temor de ver disminuido el volumen de sus ganancias comerciales, lo dejaron abandonado en la pequeña isla de Sancián, cerca de Cantón. Su cuerpo, fatigado no resistió los ataques de la fiebre. Ofreció su agonía, como una participación en la soledad de Cristo en el huerto de los Olivos.
El intrépido misionero murió abandonado, sin los auxilios de la Iglesia, el 3 de diciembre de 1552.
Durante 10 años recorrió el Asia inmensa y bautizó aproximadamente a 30,000 personas.
Así cayó en la tierra misionera de Cristo una semilla de las que producen el ciento por uno de buen fruto en pro de las vocaciones misioneras. Su vida recuerda las palabras del Señor: "He venido a traer fuego a la tierra y cuanto deseo que ya esté encendido" (Lc 12, 49).

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio de la predicación de san Francisco Javier quisiste iluminar con tu Evangelio a los pueblos de Oriente, concédenos a todos los cristianos un gran entusiasmo por darte a conocer, a fin de que tu iglesia pueda llevar a todos los hombres tu mensaje de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Por esta misión que Cristo dio a la Iglesia para evangelizar a los pobres, una misión que continúa y se desarrolla a lo largo de la historia, la Iglesia debe caminar, por moción del Espíritu Santo, por el camino que Cristo llevó, es decir, por el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio y de la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que salió victorioso por su resurrección". Concilio Vaticano II, "Ad. Gentes" n. 5.

San Francisco Javier




04: SAN JUAN DAMASCENO, Doctor de la Iglesia,

En el siglo VIII surgió en la Iglesia de oriente una enconada disputa debido al culto de las imágenes sagradas en los templos. En esa controversia quedó demostrado el influjo fatal de lo que se ha llamado "césaro-papismo", o sea la influencia del cesar o el emperador sobre la Iglesia, como si tuviera las prerrogativas del papa.
El emperador León III fue un dictador militar, sin formación cultural ni teológica. En el año 726 dio una orden desde Constantinopla para destruir todas las imágenes religiosas en su imperio. Tal vez con esta orden el emperador quiso congraciarse con sus vecinos, los musulmanes, quienes después de la destrucción de muchas poblaciones cristianas y de la ocupación de la Tierra Santa, eran ya vecinos del Imperio de oriente.
SAN JUAN DAMASCENO, Doctor de la IglesiaComo es sabido, la religión del Islam prohíbe el culto a las imágenes religiosas, debido a que no hacen distinción entre los conceptos teológicos de adoración y veneración.
San Juan, cuyo padre era ministro de finanzas del califato de Damasco, había aprendido bien el árabe y la mentalidad del mundo islámico y se convirtió en el gran defensor de la devoción cristiana a las imágenes, enfatizando su valor devocional y pedagógico para la gente sencilla y de poca cultura religiosa.
Hacia el año 700, Juan tuvo que abandonar Damasco debido a las dificultades políticas que surgieron entre el emperador y el califa.
A los 50 años de edad san Juan Damasceno se hizo fraile en el convento de Mar-Sabá, cerca de Jerusalén. Allí se dedicó de lleno a sus escritos teológicos para defender la verdadera cristología de los concilios ecuménicos contra la herejía del monofisismo, es decir contra el error teológico que disminuye y hasta destruye el papel de la humanidad verdadera de Cristo.
En su lucha contra el emperador, san Juan Damasceno fue secundado por el patriarca de Constantinopla, Germán, quien declaró lo siguiente: "La Iglesia siempre ha rechazado la adoración de las imágenes; pero si el Hijo de Dios se hizo hombre para redimimos, ¿por qué no podemos representar su verdadera naturaleza humana por medio de imágenes? ¿Por qué no podemos hacer una imagen de la Virgen María que es la verdadera madre de Cristo? ¿Por qué no podemos hacer también imágenes de los apóstoles y de los mártires, como ayuda para nuestra fidelidad en la fe a ejemplo de ellos?".
El papa Gregorio II, apoyando al patriarca, escribió dos cartas al emperador, afirmando que el asunto de las imágenes religiosas no concernía al emperador, sino al patriarca y a los obispos.
En esta lucha, el representante más importante de la Iglesia Griega-Ortodoxa fue san Juan Damasceno. Debido a la influencia del emperador sobre el Papa, tanto el patriarca Germán como san Juan Damasceno fueron condenados el año de 754.
Treinta y tres años después, en el séptimo concilio de Nicea, los dos héroes de Cristo y de la Iglesia católica fueron rehabilitados y, la veneración de las imágenes fue solemnemente aprobada. Para los griegos y eslavos, San Juan Damasceno fue inmediatamente nombrado "Doctor de la Iglesia".
La Iglesia romana, por decreto del papa León XIII lo elevó a la misma dignidad.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, por intercesión de san Juan Damasceno, que las verdades de la fe, tan sabiamente expuestas por él, sean siempre nuestra luz y nuestra fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Tú, Señor, me sacaste de la sangre de mi padre; tú me formaste en el seno de mi madre; tú me hiciste salir a la luz, desnudo como todos los niños, ya que las leyes naturales que rigen nuestra vida obedecen constantemente a tu voluntad. Tú, por la bendición del Espíritu Santo, preparaste mi creación y mi existencia, no por la voluntad del hombre ni por el deseo carnal, sino por tu gracia inefable. Preparaste mi nacimiento con una preparación que supera las leyes naturales, me sacaste a la luz adoptándome como hijo y me alistaste entre los discípulos de tu Iglesia santa e inmaculada". S. Juan Damasceno, declaración de la Fe, Cap. 1, PC 95, 417-419.


06: SAN NICOLÁS, llamado de Bari, obispo de Mira. Siglo IV

Bendiciendo, regalando y distribuyendo felicidad a los corazones infantiles, san Nicolás camina todos los años, al anochecer del 5 de diciembre, a través de los países católicos.
Nada tiene que ver con la figura paganizada de "Santa Claus", fruto de negociantes americanos. El santo obispo sale de la oscuridad de la noche invernal a la luz de nuestras casas; entra y vuelve a desaparecer en la oscuridad de la noche. Así también apareció en la historia.
Su nombre resplandece brevemente en el siglo IV. Su firma aparece en los documentos del Concilio de Nicea, en el 325. Y se vuelve a extinguir sin que los escritos lo mencionen.
SAN NICOLÁS, llamado de Bari, obispo de Mira. Siglo IVNicolás era obispo de Mira, en el Asia Menor y destacó por sus buenas obras. Es todo lo que sabemos de su vida. Pero, aunque los sabios y escritores de su siglo callen, el pueblo no olvida al que le mostró amor y misericordia. El recuerdo del bondadoso obispo sigue viviendo de generación en generación y las leyendas florecen a su alrededor como testimonios de agradecimiento
Centro de estas leyendas son los milagros. Incluso desde lejos salvaba a los inocentes sentenciados de la espada del verdugo; protegió a tres doncellas pobres que no se podían casar por falta de dote; libró de la muerte a unos marineros víctimas de un naufragio; hizo que un joven secuestrado regresara a la casa paterna y resucitó a tres estudiantes asesinados. Durante una terrible época de hambre, condujo los barcos cargados de trigo a Mira. Siempre y en todas partes fue el auxilio amable y solícito de toda persona que se hallaba en apuros.
¡Cómo se abría el alma del pueblo a la amabilidad del santo! La emperatriz Teofania se encargó de propagar su devoción en todo el imperio de oriente. Por su parte los comerciantes, al salvar sus reliquias durante las guerras contra los turcos y trasladarlos a Bari, el año 1087, acrecentaron su culto en occidente. Llegó a ser patrono de la navegación y de los comerciantes en viaje, protector de los hospitales, de los pobres y patrono del matrimonio.
Todos los caminos y las rutas de navegación de la edad media, estaban rodeadas de iglesias y capillas dedicadas a san Nicolás.
La liga hanseática llevó su veneración hasta los Países Bálticos, en el extremo norte. En la remota Islandia existen 40 santuarios dedicados a san Nicolás. En todas partes de la Europa oriental, donde los campesinos y colonos alemanes labraban la tierra, también se erigieron capillas en honor de este gran santo. La Rusia ortodoxa lo venera como patrono.
La fe que profesaba el pueblo a san Nicolás quedó plasmada y perpetuada en una multitud incontable de manifestaciones artísticas, tanto en oriente como en occidente.
Los mosaicos, las miniaturas y los iconos del oriente, nos presentan a san Nicolás con la cabeza descubierta, revestido de obispo, con su blanca mitra, un listón ancho, parecido a la estola, adornado con cruces. En su mano izquierda sostiene el libro de los Evangelios, mientras bendice con la diestra.
El arte occidental también lo representa como obispo, a cuyos pies están acurrucados los tres estudiantes resucitados. En sus brazos lleva un libro con tres esferas de oro.

ORACIÓN COLECTA
Mira, Señor, con bondad a tu pueblo y, por intercesión de san Nicolás, obispo, sálvanos de todo peligro en el camino que nos conduce a la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Ojalá que el mundo actual …pueda así recibir la buena nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo". Pablo VI, "Evangelii Nuntiandi", n. 80..


07: SAN AMBROSIO, obispo de Milán y Doctor de la Iglesia, 339-397

El joven Ambrosio creció junto con su hermano en la "Puerta Negra" (Tréveris), testimonio orgulloso del Imperio Romano a orillas del río Mosela, en Alemania, ya que su padre era administrador del emperador en las provincias romanas del norte y del oeste. Estudió derecho y el arte de la oratoria.
Ambrosio se destacó tanto como miembro de un juzgado romano, que el emperador Va-lentino I lo nombró administrador de toda Liguria y Emilia, en el año de 373, cuando contaba 40 años de edad. La ciudad de Milán fue su residencia oficial. Ambrosio se encontró en Milán en una situación embarazosa. La enemistad entre arrianos y católicos perturbaba toda la vida pública. Ambos partidos querían obtener su favor, pero él desempeñó su función de tal forma, que practicaba la más estricta justicia contra cualquiera. Así sucedió una cosa muy singular. Al transcurrir un año tanto los católicos como los arrianos lo veneraban y lo admiraban en la mis-ma medida a él el seglar que se habla mantenido alejado de toda rencilla religiosa que ni siquiera estaba bautizado, aunque vivía y obraba como cristiano.
SAN AMBROSIO, obispo de Milán y Doctor de la Iglesia, 339-397Sin embargo, la muerte del obispo Auxencio a fines del año 374, rompió con la tregua instituida. En la elección del sucesor se llegó a un escándalo y a amenazas abiertas entre los obispos, a tal grado que Ambrosio tuvo que llamar a una compañía militar para separar a los disputantes. Dentro del repentino silencio se oyó una vocecita clara que decía: "Ambrosio deberá ser nuestro obispo".
Se produjo un alboroto de felicidad y miles de personas repetían la misma solución. Tanto los católicos como los arrianos olvidaron sus odios al sonido de este nombre y de nada le sirvió al elegido rechazar esta elección ni de hacer el repetido intento de escapar. El pueblo sitió su palacio hasta que les dio el "sí". El 30 de noviembre de 374 un obispo católico lo bautizó; poco tiempo después fue ordenado de sacerdote y de obispo.
Su primera acción como obispo caracterizó el desempeño de su cargo: regaló su gran fortuna a la iglesia para beneficio de los pobres y llevó una vida de pobreza apostólica y de continuo ayuno. Fiel a sus obligaciones hasta lo último, dividía el día y gran parte de la noche entre trabajo, estudio y oración.
Los conocimientos teológicos que aún le faltaban cuando recibió la ordenación, los adquirió rápidamente con aplicación y dedicación incansables. Todos los domingos subía al púlpito y se dirigía a la multitud, que seguía con mucha atención y casi sin respirar el torrente de palabras del obispo. Cierto día se encontraba también entre los oyentes Agustín. Al lograr la conversión de aquel africano Ambrosio hizo un gran servicio a la Iglesia
En cuanto cruzaba la calle los mendigos los pobres y los inválidos lo rodeaban como sus guardianes. Tenían el primer derecho sobre su protector. Se le partió el corazón al enterarse de que un emperador cristiano, Teodosio, al enfurecerse mando sacrificar en el circo de Tesalónica a 7,000 personas de todo sexo y edad. En una carta manuscrita invitó al emperador a un arrepentimiento público y no mantuvo relaciones eclesiásticas con él hasta que Teodosio re-conoció su pecado y se arrepintió públicamente de su infame acción.
Como pastor de todos, Ambrosio acompañó al emperador Teodosio en su lecho de muerte y rezó una oración fúnebre ante su tumba.
Dos años más tarde, el sábado santo del año 397, entregó Ambrosio su alma al Señor. Su cuerpo fue expuesto en su basílica y los catecúmenos recibieron el sacramento del bautismo en presencia del cuerpo del obispo difunto.
Ambrosio consiguió que el culto oficial a los dioses romanos fuera finalmente abolido, que el altar de Victoria desapareciera del salón del Senado en Roma y que el emperador reinante reconociera por una ley, en 380, el Credo ecuménico de Nicea.
La Iglesia lo conmemora el 7 de diciembre, porque en este día recibió su ordenación de obispo.

ORACIÓN COLECTA
Señor, tu que hiciste del obispo San Ambrosio un insigne maestro de la fe católica y un valeroso sucesor de los apóstoles, haz surgir en tu Iglesia pastores según tu corazón, que conduzcan a tu pueblo con valor y sabiduría. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si 'merecido tener tan grande Redentor', si 'Dios ha dado a su Hijo', a fin de que él, el hombre, 'no muera sino tenga la vida eterna' ". Juan Pablo II, "Redemptor Hominis"; n.. 10.

San Ambrosio - En el XVI centenario de su muerte (JUAN PABLO II) 



07: FRAY JULIÁN GARCÉS, de la orden de predicadores 1452-1542

Nació en Munébrega o Borja, del reino de Aragón, en 1452. Ingresó en la orden de predicadores en el convento de San Esteban, de Salamanca y completó sus estudios en París. En 1502 fue trasladado al convento de Zaragoza, en donde enseñó teología y obtuvo el titulo de maestro.
Fue elegido para el obispado Carolense, erigido por León X en 1519, en tierras de Yucatán. Este obispado, en virtud de la autorización de Clemente VII (1525), fue delimitado posteriormente por Carlos V (1526) a las regiones de la provincia indígena de Tlaxcala y las vecinas, hacia la costa del Golfo de México.
FRAY JULIÁN GARCÉS, de la orden de predicadores 1452-1542Emprendió, pues, el viaje Fr. Julián Garcés en 1527 y se quedó una corta temporada en la isla de la Española, donde tuvo la oportunidad de conocer a Fr. Antonio Montesinos, Fr. Bartolomé de las Casas y Fr. Tomás Berlanga, entre otros, y gracias a ellos pudo darse cuenta, de manera más exacta, de los problemas de la evangelización en América.
A principios de 1528 pasó a la ciudad de México, donde residió hasta 1531. Fue en este tiempo un apoyo valiosísimo para el obispo electo de México, Fr. Juan de Zumárraga, en su lucha contra los desmanes de los oidores Matienzo y Delgadillo.
Junto con el obispo Zumárraga, Garcés escribió a un consejero del emperador para señalarle algunas medidas que, en su concepto, eran necesarias para el buen estado de la cristiandad en las nuevas tierras: que se tuviera especial cuidado de que los que pasen a la Nueva España sean personas de vida honesta y cristiana; que los frailes de la orden de santo Domingo fueran impulsados a una vida más evangélica y, sobre todo que se proveyera al bien de los indígenas, que sufrían un grave maltrato debido a la avaricia y codicia de los que en aquellas comarcas gobernaban.
Es precisamente en este punto de la protección a los indígenas en el que el nombre del primer obispo de Tlaxcala se granjeó la estimación universal de la Iglesia.
Ya desde 1528, Carlos V le había conferido el título y cargo de "protector de los Indios", con poderes e instrucciones bien definidas. Su labor, sin embargo, fue sumamente ardua puesto que le ponían obstáculos aquellos mismos que debían ayudarle.
En 1537 escribió una carta a Pablo III en la que relataba con clemencia paternal la buena disposición de los indígenas para recibir la doctrina cristiana, las buenas cualidades de su cultura y educación, su habilidad e ingenio para aprender cuanto se les enseñaba y al mismo tiempo, denunciaba, con palabras de fuego, la falsa y satánica opinión de los opresores sin escrúpulos que trataban de igualarlos a los brutos animales.
Este hermoso testimonio de confianza en las dotes naturales del indígena, así como de una esperanza firme en la acción de Dios, movió profundamente la conciencia del sumo pontífice y, a lo que parece, fue una de las principales causas que motivaron la bula de Pablo III, "Sublimis Deus" (2 de junio de 1537), en la que condena la esclavitud de los indígenas y su mal trato y denuncia el falso pretexto en que se apoya. El indígena, en conclusión, era una persona humana y como tal debía ser tratada.
Además, el obispo de Tlaxcala fundó hospitales para aliviar la necesidad de los pobres que debían transitar por los duros caminos que unían a México con Veracruz. Particular fama tuvo el de Perote (1535). A instancias del virrey D. Antonio de Mendoza y de los canónigos, trasladó la sede de su diócesis, de Tlaxcala a la ciudad de Puebla (1539).
Lleno de méritos, entregó su alma a Dios el 7 de diciembre de 1542.

"La exigencia evangélica de la pobreza, como solidaridad con el pobre y como rechazo de la situación en que vive la mayoría del continente, libera al pobre de ser individualista en su vida y de ser atraído y seducido por los falsos ideales de una sociedad de consumo. De la misma manera, el testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo". Documento de Puebla, n. 1156.



08: INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.

En la segunda lectura de esta fiesta, san Pablo explica a los Efesios, que Dios nos eligió en Cristo, antes de crear al mundo. Esta amorosa elección se refiere, de manera especial, a la mu-jer que iba a ser la Madre del Verbo divino.
Desde el primer momento de su existencia, en el seno de su madre, Ana, ya estaba desig-nada por Dios como la "segunda Eva", que, por los méritos de su propio Hijo debía vencer to-talmente a la serpiente y, junto con Cristo, el "segundo Adán", preparar la victoria definitiva sobre todas las fuerzas que habían pervertido y manchado la creación de Dios. Lo que se pre-anunció en el "Protoevangelio" (Gén 3, 15) como una victoria de María sobre la mancha original , el ángel lo señala en el Nuevo Testamento con un sentido totalmente positivo, con las palabras: "María, llena de gracia".
NMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍADurante los primeros Concilios de la Iglesia, la teología católica definió claramente la relación existente entre la divinidad y humanidad de Cristo y de ahí, lógicamente, se derivó la importancia de la mujer que participó en la encarnación del Hijo de Dios.
Desde aquel tiempo, la Iglesia ortodoxa canta en su liturgia, aun sin haber definido un dogma: "Dios te salve María, fuerte inexpugnable del cual nunca tomó posesión el pecado".
Los teólogos del occidente, en un principio, opinaron que María recibió a la hora del anuncio del ángel la plenitud de los dones del Espíritu Santo. En el año 1439, el Concilio de Basilea publicó una resolución unánime en favor de la Inmaculada Concepción. Sin embargo, hasta el año de 1854 el papa Pío IX formuló como "dogma católico" lo que la Iglesia siempre había adivinado como disposición divina: María tiene la belleza fundamental de la imagen de Dios que nunca se manchó. María es la primera creatura redimida por su divino Hijo.
Esta gracia especial le fue concedida en previsión de los infinitos méritos de Cristo, de su pasión y de su muerte. Dios preparó en forma digna y adecuada a su majestad y santidad, la habitación inmaculada para el desarrollo humano de Cristo, regalando a María como gracia todas las especiales prerrogativas que ella misma alaba, humildemente, en su cántico del "Magníficat".
"Concepción Inmaculada" es infinitamente más que un proceso y una disposición biológica y orgánica. Es el concepto divino y eterno de una humanidad nueva, que en la persona de María ofrece a Dios el "Sí" nupcial de absoluta fidelidad.
Toda gracia y prerrogativa, también tiene en el plan divino una misión. El saludo: "El Señor está contigo", no sólo se refiere a la dignidad de María como Madre de Dios, sino también a su futura misión como "Madre de la Iglesia" y "signo celestial" en la lucha con la serpiente. En el siglo XIX, los falsos profetas del materialismo, de la masonería, del capitalismo ateo, y más tarde del comunismo y nazismo, quisieron crear "un nuevo hombre" "y una nueva sociedad" sin Dios. En este mundo sin Dios el ser humano ha sido esclavizado y degradado en una forma inaudita En señal de "autonomía", el hombre levanta el puño y organiza la construcción de una nueva torre de Babel.
María es la verdadera imagen del "hombre nuevo" que levanta las manos en actitud humil-de de adoración. El hombre nuevo "mariano" considera como esencial en su vida abrirse a la voz de Dios en el silencio, concebir la vida de Cristo en su alma y ayudar a los hermanos para que la vida de Cristo se desarrolle en ellos.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen María preparaste una morada digna para tu Hijo y, en atención a los méritos de la muerte redentora de Cristo, la preservaste de toda mancha de pecado, concédenos, por su maternal intercesión, vivir en tu presencia sin pecado. Por nuestro Señor Jesucristo. .. Amén.

"Bendita entre todas las mujeres, la Inmaculada Concepción nos ofrece en María el rostro del hombre nuevo redimido por Cristo en el cual Dios recrea 'más maravillosamente aún' (Colecta de la Natividad de Jesús) el proyecto del paraíso". Documento de Puebla, n. 298.



11: SAN DÁMASO I, papa, 305-384

En la Roma de nuestros días existen dos documentos que recuerdan al papa Dámaso, a quien probablemente debemos, junto con el obispo San Ambrosio, el canon romano de la santa Misa.
El primer monumento es la iglesia de san Lorenzo construida por san Dámaso, donde se encuentra la tumba del Papa (dentro del palacio de la cancillería). El segundo, más conocido, es el patio de san Dámaso dentro del Vaticano.
SAN DÁMASO I, papa, 305-384Nuestro santo logró, como diácono mucha experiencia al servir fielmente al papa Liberio (352-366), a quien acompañó hasta su destierro.
Después de la muerte del papa Liberio, una gran mayoría votó por Dámaso como nuevo Papa, pero hubo una minoría, que escogió como antipapa a Ursino.
Aclaradas las falsedades de las acusaciones maliciosas contra Dámaso, pronto pudo llegar éste al papado. Desde entonces el titulo "Pontifex Maximus" que habían llevado los emperadores paganos, se atribuyó al Papa de la Iglesia universal.
Uno de los méritos más sobresalientes - junto con los grandes doctores de la Iglesia de este siglo -, fue haber aclarado el dogma trinitario y haber formulado el Credo de la Misa. Respaldado por el papa Dámaso, el Concilio de Constantinopla en 381, formuló la doctrina católica contra la herejía de los arrianos.
En Roma, el cristianismo fue declarado religión oficial y el latín, lengua litúrgica de la Iglesia. El Papa nombró a san Jerónimo su secretario y le encargó la revisión de la Biblia y su traducción del griego y arameo al latín. Esta traducción oficial se llama "Vulgata". Fue formulado también el "Canon" de los libros de la Biblia, es decir una declaración sobre cuáles libros son auténticamente parte de las Sagradas Escrituras y cuáles no.
Famosos fueron los epitafios o epigramas damasianos, inscripciones transcritas genera-mente sobre placas de mármol, en honor de los mártires romanos.
San Dámaso tiene el gran mérito de haber excavado e investigado las catacumbas y las tumbas de los mártires. Hizo abrir las fosas subterráneas, en gran parte ya hundidas y tapadas.
Sobre las tumbas más famosas mandó construir iglesias en memoria de estos mártires. Para su propia tumba el Papa, tan culto y respetuoso, compuso el siguiente epitafio: "El que caminando sobre el lago pudo calmar las olas; el que infundió vida a la semilla, muriéndose en la tierra; el que pudo romper la cadena de la muerte y después de tres días de tinieblas, llevó otra vez a la luz del mundo al hermano para su hermana Marta; éste mismo levantará del polvo a la vida eterna también a Dámaso".


ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, que siguiendo el ejemplo del papa san Dámaso, que tanto se distinguió en promover el culto de los mártires, también nosotros veneremos el glorioso testimonio de quienes entregaron su vida por la fe y estemos dispuestos a imitarlos. Por nuestro Señor Jesucristo … Amén.

"La Iglesia introdujo el recuerdo de los mártires y de los demás santos que, llegados a la perfección por la multiforme gracia de Dios y habiendo ya alcanzado la salvación eterna, can-tan la perfecta alabanza a Dios en el cielo e interceden por nosotros. Porque al celebrar el tránsito de los santos de este mundo al cielo, la Iglesia proclama el misterio pascual cumplido en ellos, que sufrieron y fueron glorificados con Cristo; propone a los fieles sus ejemplos, que atraen a todos por Cristo al Padre, y por los méritos de los mismos implora los beneficios di-vinos". Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Litúrgica, n. 104.


12: SANTA MARÍA DE GUADALUPE

Exhortación del Episcopado Mexicano: "La presencia de santa María de Guadalupe y el compromiso evangelizador de nuestra fe" (Síntesis)

… El "hecho guadalupano" de acuerdo a las tradiciones y testimonios que han llegado hasta nosotros, significa las apariciones de la Virgen al indígena Juan Diego, el mensaje que envió a todos los habitantes de esta tierra y la imagen que nos dejó como signo y testimonio. En esto se apoya la fervorosa devoción de México a santa María de Guadalupe; devoción que venera a la Virgen en su imagen del Tepeyac, como a la siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, y Madre nuestra también.

PRESENTACIÓN
SANTA MARÍA DE GUADALUPEComo en las narraciones bíblicas, aquí también la "Señora" hace su presentación: "Yo soy la siempre Virgen santa María Madre del verdadero Dios …" Esto es lo que María declaró sobre su persona para darse a conocer. Cada una de estas palabras tenía un gran sentido para Juan Diego que, con los datos y verdades de la fe cristiana que habla recibido en la "doctrina" de los misioneros, podía entender sin dificultad quién era la Señora que le hablaba.

OBJETIVO
Enterado Juan Diego por esta presentación y convencido de que se trataba de la Virgen Santísima, prestó toda su atención al mensaje que le comunicaba: "Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en el mostrar y dar todo mi amor... pues yo soy vuestra piadosa Madre".

"SOY VUESTRA PIADOSA MADRE"
Tanto las palabras de María, como su actitud y sus acciones en todo el relato, destacan este hecho o verdad, el cual pone la Virgen como centro de su mensaje y base de la benéfica intervención que va a desarrollar en su acción evangelizadora.
Necesitábamos un templo, no para que María se acercara a nosotros, sino para acercarnos nosotros a ella, a fin de mantener viva nuestra fe, esencialmente comunitaria; para tener un lugar de reunión con Dios y con la comunidad; para rezar y alabar juntos al Señor; para recogemos en nuestro interior y sentir su acción providente; para formar una comunidad viva por la Palabra y la Eucaristía.


TEMPLO ESPIRITUAL
La Virgen, sin duda alguna, no quería solamente mostrarse como piadosa Madre remediando las miserias materiales y los dolores del cuerpo; ni quería tan sólo un templo material donde se conservara su imagen. Era Madre en el orden de la gracia y, ante todo, su intención era la de aliviar las miserias espirituales y las penas del alma; era la de borrar de nuestro corazón el culto a las pasiones y la esclavitud del egoísmo y la ambición, con sus verdaderos y crudelísimos sacrificios humanos; que se acabaran las luchas, el dominio y la explotación entre los hombres. Quería un templo espiritual en el corazón de cada uno de los habitantes de esta tierra; quería que, animados por la fe y el amor, todos, indígenas y españoles, vencedores y vencidos, vivieran en paz y en justicia y, uniendo sus vidas, culturas y esfuerzos, construyeran una verdadera comunidad humana, eclesial y nacional...

SIGNO PERMANENTE
Toda la intención y el sentido de las palabras y del proceder de María quedaron expresadas en su bendita imagen, signo especialísimo del mensaje y de la acción evangelizadora de María.
En la presencia de la imagen que perdura a pesar de los obstáculos y agentes destructores, se simboliza su continua intervención que evangeliza al pueblo, robustece su fe y anima su piedad. En la apariencia mestiza, la Virgen expresa su intención de unir las dos razas y culturas. María ha presidido los acontecimientos históricos y remediado las grandes calamidades. La Virgen congrega en tomo suyo a los "moradores de esta tierra y a los demás amadores" suyos, que, olvidándose de odios y venganzas, y superadas las miserias y opresiones, se sienten uni-dos en mutua e íntima comprensión.
Sin embargo, todos tenemos un pequeño círculo en el que nos movemos, nuestro pequeño mundo de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, un mundo en el que, aunque no lo pretendemos, damos continuamente testimonio bueno o malo con el ejemplo de nuestra conducta, con nuestras palabras y decisiones. En este pequeño mundo sí podemos influir de tal manera que desaparezcan de él el egoísmo y la injusticia y reinen la paz y la hermandad cristianas.
Transformar y cristianizar nuestro pequeño mundo con nuestra influencia personal, no sólo cae dentro de nuestras posibilidades, sino que es parte del compromiso ineludible de nuestra fe, que todos los cristianos contrajimos en el bautismo. "No digas: no puedo influir en los de-más, porque si eres cristiano es imposible que eso suceda: es más fácil que el sol no brille ni caliente, que el cristiano no brille" (San Juan Crisóstomo).

ORACIÓN COLECTA
Padre de misericordia, que has puesto a este pueblo tuyo bajo la especial protección de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, profundizar en nuestra fe y buscar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.


"Madre de misericordia, maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa". Juan Pablo II, México, enero 1979.



12: JUAN DIEGO, l474 - l548

Juan Diego, el indígena neófito a quien la Virgen se le apareció en el Tepeyac, es la figura más relevante en la historia de la naciente comunidad cristiana indígena y de las más queridas y populares en el catolicismo mexicano de nuestros días.
Cuauhflatóhuac (tal era su nombre antes del bautismo), nació alrededor del año 1474 en Cuautitlán. Vivió sus primeros anos en el barrio, después llamado de San José Milla y luego pasó a Tlacpac (Santa Cruz el Alto).
Poco después de 1524, cuando llegaron los doce primeros misioneros franciscanos a México y empezaron a predicar la fe cristiana por los rumbos de Cuautitlán, Cuauhtlatóhuac se convirtió, con todo el ardor y la sencillez de los pobres, a la doctrina de Cristo y recibió el san-to bautismo y el nuevo nombre de Juan Diego.
La unánime tradición cuenta que, oyendo predicar a Fr. Toribio de Benavente (Motolinía), uno de los doce, sobre la excelencia de la virtud de la virginidad cristiana, y de cómo Dios y su santísima Madre tenían una gran predilección por todos aquellos que la guardaban por amor al Reino de los cielos, Juan Diego y su esposa Lucía hicieron el propósito de guardarla íntegra-mente.
Lucía murió en 1529 y Juan Diego pasó a vivir como piadoso hijo, con un tío suyo llamado Juan Bernardino. Es probable que hayan vivido primeramente en el barrio de Santa María Tlayácac y posteriormente en Tulpetlac, siempre en la vecindad de Cuautitlán.
JUAN DIEGO, l474 - l548Juan Diego tenía devoción por escuchar la palabra de Dios y se sentía atraído por el culto divino, que los frailes franciscanos celebraban en el barrio indígena de Tlatelolco. Profunda impresión debe haber causado a aquellos neófitos la diferencia entre el santo sacrificio de la Misa y los crueles sacrificios humanos que la tétrica religión azteca les imponía.
Pasaba pues, Juan Diego junto al cerro del Tepeyac, una fría mañana de diciembre del 1531. Era el sábado 9. En un ambiente como de encanto escuchó las dulces palabras de la señora del cielo, que lo llamaba, y que, manifestándosele como la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, en quien está todo, Señor del cielo y de la tierra. Lo en-vió al obispo para que le dijera cómo desea ella que en el llano se le edifique un templo en el cual manifestaría todo su amor, compasión, auxilio y defensa, como verdadera y piadosa madre.
Con la presteza del mensajero obediente fue Juan Diego sin dilación a ver al obispo, que por entonces era Fr. Juan de Zumárraga, quien si bien lo escuchó con paciencia no le creyó. Triste regresó por la tarde Juan Diego y, en una segunda aparición, la Virgen lo animó a cumplir su encargo. Por tanto, volvió el indígena al día siguiente a la casa del prelado y éste, muy admirado de la seguridad y de la sencillez de Juan Diego, le pidió una señal para poderle creer.
Por la tarde, en una tercera aparición, la bondadosa Madre de Dios accedió a darle la señal y le pidió a Juan Diego que pasara al día siguiente para llevársela al obispo. Pero el mensajero no pudo acudir a la cita: su tío había enfermado de gravedad, y, desahuciado, le rogó a Juan Diego que fuera por un sacerdote para que lo ayudara a bien morir.
Así, el martes 12, salió de mañana Juan Diego a cumplir su piadosa tarea, pero al llegar al cerro quiso ingenuamente dar un rodeo para no encontrarse con la señora del cielo. Pero la que estaba mirando a todas partes le salió al encuentro. El pobre hombre se disculpó como pudo. Más la señora, toda bondad y ternura, le infundió confianza, le dijo que su tío ya estaba curado y lo despachó al obispo para que le diera la señal. La mandó que subiera a la cumbre del cerro, que cortara allí unas flores (que no se daban ahí ni entonces) y que bajara luego a su presencia. Obedeció Juan Diego y las trajo. La Virgen las tomó en sus manos y las volvió a echar en la manta del indígena y lo envió al obispo, diciéndole: "Tu eres mi embajador muy digno de confianza".
Ya en presencia del prelado, Juan Diego abrió su manta y al esparcirse las rosas por el suelo, apareció de repente la preciosa imagen de la siempre Virgen María, tal como hoy se venera en la basílica del Tepeyac.
Cumplida la voluntad de la Virgen, se levantó una ermita, y la tradición probada nos cuenta que Juan Diego pasó a vivir junto a ella una vida de oración y recogimiento, dedicado a cuidarla y siendo un ejemplo de piadosa vida cristiana para los indígenas, sus paisanos, que mucho lo quisieron y apreciaron. Cuando bendecían a sus hijos les decían: "Que Dios te haga como Juan Diego".
Lleno de méritos y agradecido siempre por los favores recibidos por la reina del cielo, entregó su piadosa alma hacia el año 1548.

"De hecho los primeros misioneros llegados a América, provenientes de tierras de eminente tradición mariana, junto con los rudimentos de la fe cristiana van enseñando el amor a ti, Madre de Jesús y de todos los hombres. Y desde que el indígena Juan Diego hablara de la dulce señora del Tepeyac, tú, Madre de Guadalupe, entras de modo determinante en la vida cristiana del pueblo de México". Homilía del papa Juan Pablo II, en la basílica de Guadalupe, 27 de enero, 1979.


13: SANTA LUCÍA, virgen y mártir, 304

Este nombre significa "la que luce". Representa para nosotros un recuerdo de luz a través de los siglos, a pesar de los escasos datos históricos que de ella poseemos. Las noticias sobre su vida nos han llegado mezcladas con piadosas leyendas. Pero en este caso, como también en el de otras vidas de santos y mártires de los primeros siglos, la leyenda encierra un elemento de heroísmo ejemplar, que debe lucir en todas las épocas de la historia del Reino de Cristo, hasta la gloriosa venida del Señor al fin de los siglos, acompañado por sus ángeles y santos.
Es digno de mención el hecho de que santa Lucía es particularmente honrada en Suecia, país totalmente protestante. Allí, doce días antes de la Navidad, se adornan las jovencitas con la "corona de santa Lucía", corona formada por 13 velitas.
SANTA LUCÍA, virgen y mártir, 304Desde la edad media es invocada como la patrona de la vista, sea para males de los ojos, sea para curar la ceguera espiritual.
La existencia de la santa es evidentemente histórica. Su fiesta. como mártir, se menciona ya en una inscripción de las catacumbas de san Juan, en Siracusa, que se remonta aproximadamente al año 400. También se encuentra una iglesia en su honor en Siracusa, lugar donde, según la tradición, sufrió el martirio durante la persecución de Diocleciano.
En el canon romano figura su nombre entre las mujeres mártires más veneradas de la Iglesia primitiva. Sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla y de allí fueron llevadas, en parte, por los caballeros de las cruzadas en el siglo XI a Venecia, en donde son bien conocidos los cánticos populares en honor de santa Lucía.
La leyenda presenta a nuestra santa peregrinando en compañía de su madre Eutiquia, a la tumba de santa Águeda en Catania, provincia de Sicilia. Obtenida la curación de su madre, Lucía hizo voto de pobreza y virginidad, en honor de la santa.
Despechado su prometido por esta promesa de Lucía, la acusó ante el tribunal de ser cristiana. El juez decidió, antes de mandarla matar, que su cuerpo fuera mancillado en un prostíbulo. Como no fue posible arrastrarla al prostíbulo, se ejecutó la sentencia en el mismo lugar y Lucía murió decapitada.
Es menester observar que, aunque no se puede probar esta clase de martirio en santa Lucía. sí está bien comprobado que en repetidas ocasiones las mujeres cristianas eran llevadas, por orden de los jueces a los lupanares para ser violadas y humilladas y para poder vencer su heroica resistencia.
Una vez más, la vida y muerte de estas eximias mujeres arrojan rayos de luz sobre las ti-nieblas de un paganismo decadente; es la luz de Cristo resucitado, vencedor de las miserias humanas.

ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, por intercesión de santa Lucía, virgen y mártir, que llenes de luz y de gozo nuestros corazones, y ya que celebramos su martirio en la tierra, lleguemos a contemplar con nuestros propios ojos tu gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Es necesario que los jóvenes, bien formados en la fe y arraigados en la oración, se con-viertan cada vez más en los apóstoles de la juventud. La Iglesia espera mucho de ellos". Pablo VI, "Evangelii Nuntiandi" n. 72


14: SAN JUAN DE LA CRUZ, Doctor de la Iglesia, 1542-1591

En vano se esforzaba el pequeño Juan Yepes, un huérfano de Fontivera, en Castilla, por aprender un oficio. Donde metía la mano se malograba el asunto. Dios tenía otros planes para él y le mostró el camino cuando entró a servir como ayudante de enfermero en el hospital de Medina. El administrador mandó al muchacho, piadoso y de buen corazón, a que estudiara, esperando que posteriormente pudiese ser su hábil capellán. Pero a los 18 años Juan Yepes entró con los carmelitas y recibió el nombré de Juan de la Cruz.
En la soledad de su celda y en oración constante, logró tener conocimientos tan profundos de la vida interior, que en su primer encuentro con Teresa de Ávila, ella reconoció la espiritualidad evangélica de Juan y se lo ganó para su gran causa reformadora.
Del sufrimiento y la persecución, brotó en santa Teresa y en san Juan de la Cruz la flor inmarcesible de la mística, que espiritualizó la devoción española del siglo XVI.
SAN JUAN DE LA CRUZ, Doctor de la Iglesia, 1542-1591El primer convento de los Carmelitas Descalzos fue una casa campestre, destartalada y en mal estado, en Durvelo; las celdas de Juan de la Cruz y de su compañero de lucha, el padre Antonio, eran tan bajas, que sólo podían estar en ellas sentados o acostados. En los días de invierno, la nieve, de treinta y cinco centímetros de altura, cubría a veces sus hábitos. Descalzos iban a las aldeas vecinas para predicar y dar instrucción religiosa.
Algunos no pudieron olvidar el ejemplo y las palabras de los dos monjes y pidieron ser admitidos en la vida religiosa.
Juan de la Cruz los aceptó con alegría, como novicios. Tanto en Durvelo como en Pastrana y en Mancera, los instruía en la práctica de las oraciones y en el retiro.
En su celda solitaria a menudo tuvo muchos éxtasis, cuidadosamente ocultados de los hombres. En el más profundo arrobamiento escuchó la voz del Espíritu Santo en su alma. Así surgieron sus obras "La Subida al Monte Carmelo", "La Noche Oscura del Alma", "El cántico espiritual entre el alma y Cristo" y la "Llama de amor vivo".
Pero mientras lo veneraban en los conventos nuevos de los descalzos, considerándolo como su fundador y su guía, en las casas de la Orden antigua, abandonada por él, creció una oposición vehemente en contra suya y de santa Teresa. La envidia por sus éxitos llevó a sus contrincantes a proceder con violencia. En un Capítulo de la Orden fue condenado como un criminal, detenido y encerrado en la prisión de Toledo, en una buhardilla, donde sufrió muy mal trato y molestias por asquerosos insectos durante nueve meses. No le permitieron cambiarse de hábito ni de ropa interior. Casi se puede considerar como milagro el que un hombre débil y enfermo pudiera aguantar estas torturas y, a pesar de su agotamiento hubiera tenido el valor de huir en una noche oscura, echando mano de cobijas anudadas. Logró fugarse y olvidó las penas sufridas sin culpa. Ni una palabra de queja o de amargura salió de sus labios.
Pero su mística tendría desde entonces otro timbre. Vibra en ella el amor al sufrimiento, como una campana que se escucha a lo lejos. Su prisión tampoco quedó sin fruto para la obra de reforma. Los papas Pío V y Gregorio XIII confirmaron la Orden de los Carmelitas Descalzos de ambos sexos; y en adelante, sin persecución, san Juan de la Cruz pudo dedicarse a la obra inmensa encomendada por santa Teresa.
Debido a la reforma actuaba en muchas partes, más bien caminaba de convento en convento y siempre estaba dispuesto a dar su experiencia y su consejo.
Cuanto más pasaban los años, tanto más san Juan de la Cruz se retiraba a un desierto roco-so de Segovia, dedicado sólo a los rezos y a la meditación. Pero aun allí lo encontraban los hombres. Tenía el don de ver el corazón, y decidía con claridad y determinación sus conflictos de conciencia.
Al bajar de su desierto, preferentemente visitaba los hospitales para prestar a los internos los servicios más humildes, les llevaba alimentos suculentos y no descansaba hasta haberles conseguido las mejores medicinas.
Algunos de los hermanos más jóvenes de la orden, lo consideraban anciano y chocho, y creían que ya era tiempo de aligerar un poco la rigidez de las reglas. Entonces Juan de la Cruz estaba dispuesto a salvaguardar con toda la fuerza de su personalidad la estricta observancia.
Enojados por su oposición, sus enemigos lo anularon en el Capítulo General en Madrid. Siguió impertérrito, ya sin el menor cargo. Poco después hasta se le dio la orden de embarcarse para América para librarse de él. Obediente y lleno de alegría por la humillación, se preparó para el viaje, pero en el camino enfermó de gravedad y solicitó refugio en el convento de Úbeda, cuyo superior figuraba entre sus enemigos más enconados. Por cuatro meses sufrió tormentos de infierno. Su cuerpo estaba cuajado de úlceras. Trabajosamente se levantaba a veces con ayuda de una reata para cambiar un poco de posición. El superior trató de mortificar al enfermo con sus pláticas irónicas y a veces directamente ofensivas.
Un hermano, compadecido se quejó con el superior provincial y logró remediar la situación para que el santo pudiera morir en paz. El 14 de diciembre de 1591 falleció a los 49 años. Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII. Y después de 300 años, en 1926, fue declarado "Doctor de la Iglesia" por el papa Pío XI.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que inspiraste a san Juan de la Cruz un espíritu de total abnegación por amor a Cristo crucificado, concédenos, por su intercesión, el valor de renunciar a nuestro egoísmo, para compartir la gloria de tu Hilo. El cual vive y reina contigo… Amén.


"Por más misterios y maravillas que han descubierto los santos doctores y entendido las santas almas en este estado de vida, les quedó todo lo más por decir y aun por entender, y así hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van en cada seno hallando nuevas venas de nuevas riquezas acá y allá . . . Aun a lo que en esta vida se puede alcanzar de estos misterios de Cristo, no se puede llegar sin haber padecido mucho". Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Canciones 37,4 y 36, 13, declaración.



21: SAN PEDRO CANISIO, Doctor de la Iglesia, 1521-1597

El segundo apóstol de Alemania, como se le llamó, provenía de una rica familia patricia de la ciudad fronteriza de Nimega.
Canisio se inscribió en la universidad de Colonia. Se recibió como licenciado maestro en artes y, a los veinte años, como doctor en filosofía.
Se interesó por la nueva orden fundada por el español Ignacio de Loyola y, en 1543, ingresó al grupo luchador de Ignacio. Fue el primer jesuita alemán.
Pedro Canisio fundó el primer colegio jesuita alemán en el muro del castillo de Colonia. sacrificando su herencia. Nueve compañeros se le adhirieron. El consejo de la ciudad los ex-pulsó a instancias de los protestantes y la pequeña comunidad se dispersó por la ciudad. pero se mantuvo. Para Canisio siguieron años de una fertilidad creadora única. Aunque simultáneamente estudiaba y enseñaba, y que desde 1544, como diácono, reunía cada fin de semana a los hombres en santa María del Capitolio se daba tiempo para editar los escritos místicos de Taulero y las obras completas de Cirilo de Alejandría y de León el Grande.
SAN PEDRO CANISIO, Doctor de la Iglesia, 1521-1597En el año de 1546, Pedro Canisio fue ordenado sacerdote. Mantuvo firmemente su relación con la corte imperial, pues no era la apostasía del pueblo, sino la de los príncipes lo que le abrió las puertas al protestantismo, porque en aquel entonces el pueblo irremediablemente debía seguir la religión del soberano. Canisio vio claramente estas relaciones, por eso su meta de los años siguientes estribaba en fortalecer la fe de los duques, príncipes y obispos que aún no se hablan declarado luteranos.
Ignacio de Loyola, quien lo convirtió en uno de sus colaboradores más íntimos, así como el papa Pablo III, quien en 1549 le concedió la bendición solemne para sus tareas misioneras, sabían que Pedro Canisio habla nacido y estaba designado para Alemania.
En lo futuro el hombre inadvertido en su hábito negro, siempre estaba presente donde la vieja fe estaba amenazada.
Conquistó al emperador Fernando I y con él a su herencia: Austria; junto con el duque Alberto V, logró que los reformadores se retiraran poco a poco de Baviera. Como provincial y visitador de la orden viajó de ciudad en ciudad en Alemania, predicaba desde miles de púlpitos y estaba en correspondencia activa con todas las personalidades importantes de su época. Los apóstatas lo perseguían con odio enconado.
Pero nunca tuvieron los protestantes un opositor más honrado que Pedro Canisio, quien no luchó por la reconquista de las regiones luteranas, sino que sólo trató de evitar que el protestantismo se extendiera. En sus prédicas y escritos nunca lastimó el mandamiento del amor y llamó la atención a sus propios compañeros de fe cuando imitaban las imprecaciones de los reformadores. Con pena vio la degeneración de las costumbres y el abandono de la juventud.
Bajo su dirección, las universidades católicas de Ingolstadt, Viena, Praga, Múnich, Innsbruck y Dillingen, reconquistaron su posición espiritual privilegiada. En lugar de conceder toda libertad imaginable a los estudiantes, a su instancia surgieron pensionados de dirección rigurosa, generalmente en estrecha cooperación con colegios jesuitas.
Unió a los estudiantes de todos los grados en la Congregación Mariana. Para renovar el clero fomentó la fundación del Colegio Germánico de Roma.
El hombre que trataba con emperadores y príncipes lo mismo que si fueran de su clase, que supervisaba los acuerdos de la reforma de Trento como plenipotenciario del papa, temido como teólogo y científico por los protestantes, no vacilaba en aclarar las verdades de la fe a los niños y al hombre sencillo del pueblo.
A pesar de la carga de su trabajo - pues su correspondencia publicada hasta la fecha abarca ocho tomos - se rodeaba de los niños de la calle. Por tres años trabajó en su "Catecismo Cató-lico", que por varios siglos ha sido el libro religioso más importante de los católicos alemanes.
El emperador deseaba nombrar a Pedro Canisio obispo de Viena, el papa quería otorgarle la púrpura cardenalicia para premiar sus servicios invaluables en bien de la Iglesia y del pueblo, pero Canisio logró desviar las dignidades para que recayeran en otros. La sencilla sotana del jesuita era su vestido de honor, con el cual deseaba que lo sepultaran al sentir próximo su fin. Su muerte, el 21 de diciembre de 1597, terminó con un período de la historia, marcado por la restauración de la fe católica en los países de habla alemana.
Poco después de su fallecimiento, se inició la veneración del jesuita ejemplar. En el año de 1864 se le declaró bienaventurado; en 1925, "santo", y se le otorgó el título de "Doctor de la Iglesia".

ORACIÓN COLECTA
Señor, Dios nuestro, que otorgaste a san Pedro Canisio una gran sabiduría y una extra-ordinaria fortaleza para que confirmara a los cristianos en la fe católica, haz que el pueblo persevere siempre en esa fe y concede a todos los que buscan la verdad, el gozo de encontrar-te. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"El ministerio de la catequesis saca siempre nuevas energías de los Concilios. A este res-pecto el Concilio de Trento constituye un ejemplo que se ha de subrayar: y, merced al trabajo de santos teólogos como san Carlos Borromeo, san Roberto Belarmino o san Pedro Canisio, dio origen a catecismos, verdaderos modelos para aquel tiempo. ¡Ojalá suscite el Concilio Vaticano II un impulso y una obra semejante en nuestros días!" Juan Pablo II, "Catechesi Tradendae", n. 13.


23: SAN JUAN DE KANTY, sacerdote, 1397-1473

Es nuestro santo un digno representante de los catedráticos elevados al honor de los alta-res.
Nació en la pequeña ciudad polaca de Kanty, cuando el hereje Juan Hus empezaba a pro-palar en Praga sus errores, los que más tarde originaran las guerras husitas. Toda Europa oriental se resintió por estas guerras y sus consecuencias.
En este difícil ambiente Juan realizaba sus estudios en Cracovia. Allí obtuvo el doctorado en filosofía y teología cuando apenas contaba 25 años. Durante sus estudios tuvo lugar el Concilio de Constanza (1414-1418), el cual dio fin al gran cisma de occidente.
Nuestro santo impartió la cátedra de Sagrada Escritura y teología en la universidad de Cracovia durante 50 anos Con admirable flexibilidad, alternaba estas labores con un ministerio pastoral humilde y desinteresado en las parroquias que brillaba por su exquisita caridad con los pobres. Una anécdota de este tiempo nos lo presenta quitándose los zapatos para dárselos a un menesteroso.
SAN JUAN DE KANTY, sacerdote, 1397-1473Su fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia y de la Santa Sede, ayudó a frenar la herejía de los husitas en Polonia. Recordemos el grave descalabro que el papado había sufrido en Europa por el cisma de occidente. De manera que este santo profesor supo distinguir muy bien entre la institución divina del papado y las debilidades de algunos representantes.
Cuatro veces peregrinó a pie a Roma a pesar de la inseguridad de los caminos, para visitar las tumbas de los apóstoles, fortalecer los lazos de fidelidad entre la Polonia católica y la Santa Sede y, como ~l mismo decía. para reparar sus propios pecados.
Otra anécdota legendaria de este tiempo nos presenta al santo asaltado y despojado de todo durante uno de aquellos viajes. Ya se alejaban los ladrones cuando el santo los llamó porque encontró unas monedas que aquéllos habían olvidado. Conmovidos por tanto desprendimiento, le devolvieron sus pertenencias.
Durante la noche buena de 1473 murió Juan de Kanty y fue enterrado en la iglesia de Santa Ana de Cracovia. Por la comprobación de muchos milagros que se realizaron por su intercesión, pronto fue venerado como patrono de Polonia y Lituania.
El papa Clemente XIII inscribió en el Calendario de los santos, en el año 1767, a este profesor ejemplar quien en verdad profesó su fe en tiempos difíciles.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, que a imitación de San Juan de Kanty, nos mostremos siempre llenos de amor y comprensión hacia nuestros hermanos, a fin de que. al término de nuestra vida, podamos encontrar tu perdón y tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Durante el día, al terminar las clases, se dirigía inmediatamente a la capilla y allí, ante el sagrario, se entregaba por largo tiempo a la contemplación y a la oración. Sólo tenía a Dios en el corazón y en la boca". Clemente XIII, Documentos.


26: SAN ESTEBAN, primer mártir

El primer mártir del cristianismo era un diácono joven, lleno de celo por la nueva causa.
Aunque sólo desempeñaba un lugar secundario en la comunidad de Jerusalén, todos con-fiaban en sus palabras; por esto se le eligió como el primero de los siete ayudantes de los apóstoles, en cuanto surgieron desavenencias entre los judíos cristianos de habla griega, quienes consideraban que sus viudas no eran bien atendidas en la distribución diaria de las limosnas. Los apóstoles no tenían la posibilidad de supervisar el cumplimiento de esa obligación, y querían contar con el tiempo para la liturgia diaria y la predicación. Permitieron, por tanto, que de a asamblea se eligieran siete diáconos a los que, mediante la imposición de las manos, les dieron autorización y encargo de administrar los donativos, en medio de una comunidad en constante crecimiento.
SAN ESTEBAN, primer mártir"Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales entre la gente. Algunos judíos de la sinagoga llamada de 'los libertos', procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba.
Entonces sobornaron a algunos hombres para que dijeran: 'Nosotros hemos oído a este hombre blasfemar contra Moisés y contra Dios'. Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; cayeron sobre Esteban, se apoderaron de él por sorpresa y lo llevaron ante el sanedrín. Allí presentaron testigos falsos que dijeron: Este hombre no deja de hablar contra el lugar santo del templo y contra la ley. Lo hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret va a destruir el lugar santo y a cambiar las tradiciones que recibimos de Moisés'.
Los miembros del sanedrín miraron a Esteban y su rostro les pareció tan imponente como el de un ángel" (Hechos de los Apóstoles, 6,8-15).
Tranquilo y sereno, Esteban habló a la multitud: 'Hermanos y padres, escúchenme". Comenzando con los patriarcas, narró el destino del pueblo judío, su infidelidad contra Dios y sus persecuciones a todo profeta verdadero. En vano esperó un destello de comprensión; lo miraban llenos de odio. Entonces interrumpió su discurso y les echó en cara a sus adversarios esta acusación: "Hombres de cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos. Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres. ¿A qué profeta no persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, al que ustedes ahora han traicionado y dado muerte. Recibieron la ley por medio de los ángeles y no la han observado".
Alaridos, tumulto, puños amenazantes, fueron la respuesta del enfurecido gentío. Esteban, arrobado, levantó la vista y exclamó en voz alta: "Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre a la derecha de Dios". Con esto firmó su sentencia de muerte. Los judíos, furiosos, se abalanzaron contra él, lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon. Moribundo, oraba por sus descarriados compatriotas: "Señor, no les tomes en cuenta este pecado".
Mientras Esteban se desangraba, apareció por primera vez aquel hombre que dio cima al mensaje de Jesucristo: San Pablo, el apóstol de los gentiles. Todavía estaba del lado de los perseguidores, pero no por mucho tiempo.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que concediste a san Esteban, protomártir, fortaleza para orar por sus verdugos, haz que, a imitación suya, sepamos perdonar de corazón a cuantos nos hayan ofendido o causado algún mal. Por nuestro Señor Jesucristo … Amén.

"Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita (Lc 19, 42): gran parte de los judíos no aceptaron el Evangelio incluso no pocos se opusieron a su difusión (Rom 11, 28). No obstante, según el apóstol, los judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los profetas y el mismo apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y le servirán como un solo hombre (Sof. 3, 9; Cfr. Is 66, 23; Ps. 65, 4; Rom. 11,11-32)". Concilio Vaticano II, Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia con las Religiones no cristianas, n. 4.


27: SAN JUAN, apóstol y evangelista, 100

Juan nunca olvidó ni el día ni la hora en que Cristo los llamó a Andrés y a él: "vengan a ver". "Eran como las 4.00 de la tarde". En aquel tiempo Juan aún era discípulo del Bautista y su religión consistía en una ansiosa espera del Mesías; pero no en una espera pasiva, sino marcada con hechos varoniles y serios, ayunos y penitencias rigurosas.
Juan se sintió impulsado a seguir al rabí de Nazaret, porque veía en él al Mesías libertador. Durante mucho tiempo conservó los sueños terrenales del Reino del Mesías, a pesar de que diariamente veía y escuchaba que Jesús iba a levantar un reino del espíritu, no un reino de la espada. Poco tiempo antes del día sangriento del Gólgota, Juan todavía buscaba, con ansiedad, acaparar el mejor lugar en el reino mesiánico.
AN JUAN, apóstol y evangelista, 100Sería erróneo pensar que el autor del Evangelio más rico en ideas, hubiera comprendido mejor al Señor que el resto de los apóstoles, durante los tres años de su peregrinación. Sin embargo, Juan, en su Evangelio, se autodenomina: "el discípulo predilecto del Señor". No es una vana alabanza de sí mismo. Los tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan fueron, en verdad, confidentes de Cristo y tuvieron el privilegio de estar muy cerca en varios de sus innumerables prodigios: contemplar su transfiguración en el monte Tabor y su profunda humillación en los jardines de Getsemaní.
Recordemos que Juan fue el único apóstol que tuvo el privilegio de reclinar su cabeza en el pecho del divino Maestro.
Juan tenía la sinceridad suficiente para reconocer que no merecía ese amor. Debido a ello. trató de reparar sus errores con una abnegada fidelidad. El honor del Maestro llegó a abrumar-lo. Cuando el Hijo del hombre era despreciado u ofendido, lo invadía un celo ardiente rayano en la ira destructiva.
Cristo caminaba hacia Jerusalén; los samaritanos se enteraron y le negaron la hospitalidad, que era un deber sagrado en todo el oriente; los apóstoles no acababan de comprender el re-chazo; Juan, más airado que todos los otros, suplicó al Maestro que le permitiera destruir a aquellos canallas con fuego del cielo.
Veamos otro hecho: un extraño, ajeno a los discípulos de Cristo, usando el nombre del Señor, pretendía realizar curaciones, incluso de endemoniados. Juan pidió permiso para enfrentarse con ese desconocido.
Este era Juan, el pescador de Cafarnaúm, antes de su conversión, antes de comprender el misterio de la redención humana a través de la cruz.
Cuando Jesús preguntó a Santiago y a Juan: "¿Pueden beber el cáliz que yo tengo que beber?", con valentía, ambición y desinterés, respondieron: ", Sí, podemos"'. Pero a la hora de la prueba, abandonaron a Cristo junto con los otros discípulos, al desencadenarse el furor de la plebe.
Más tarde, Juan se decidió y apareció junto a la cruz de Cristo. A pesar de los insultos y amenazas de los judíos, a pesar del horror natural de ver a su Maestro lacerado y crucificado; a pesar de ver que sus esperanzas terrenas morían con él, no lo quiso abandonar en la hora postrera.
La última obra de amor de Jesús fue un maravilloso testimonio de confianza. Con las palabras de despedida: "He ahí a tu madre", colocaba el Señor crucificado a su santísima Madre bajo la protección del apóstol Juan.
En compañía de san Pedro permaneció Juan en Jerusalén para dirigir la joven Iglesia. Aun cuando las antiguas crónicas no revelan nada acerca de los diálogos entre la Madre de Cristo y san Juan, quizá éste recibió, durante esos años, la profunda y espiritualizada concepción acerca de la vida de Cristo, que nos manifiesta en su Evangelio.
La vejez de san Juan se consumía en los trabajos pastorales de Éfeso y su continuo llamado hacia la caridad. Sus cartas sobre la encarnación de Cristo, en contra de los gnósticos, son ver-daderos tesoros de la Iglesia
Durante la persecución romana, desterraron al anciano Juan a la isla de Patmos. En aquel marco maravilloso de soledad y naturaleza virgen, recibió la extraordinaria revelación llamada Apocalipsis, en la que los jinetes de la eternidad avanzan desde los confines del mundo, para ejecutar el juicio de Dios. Es el fin del mundo, el juicio del anticristo y sus profetas, el nuevo cielo y la nueva tierra, la Jerusalén celestial: imágenes simbólicas con las que describió el apóstol la consumación de los tiempos, el triunfo de la Iglesia y del Cordero.
Siendo muy anciano, san Juan pudo regresar a Éfeso. Allí terminó su Evangelio y las tres cartas dirigidas a los hermanos en la fe.
Durante los primeros anos del gobierno de Trajano, Juan falleció pacíficamente.
En la Iglesia de San Juan, en Éfeso, todavía se muestra su antiguo sepulcro, encima del cual, ya en los tiempos del cristianismo primitivo, se construyó una basílica que Justiniano cambió en una iglesia gigantesca, adornada con una cúpula en forma de cruz. Esta iglesia fue una de las metas favoritas de peregrinaciones en la edad antigua, hasta que los otomanos la convirtieron en ruinas. Actualmente está siendo reconstruida con la ayuda privada de los Estados Unidos de Norte América.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio del apóstol san Juan, has querido descubrirnos la profundidad de la vida y del amor de tu Hijo, haznos capaces de conocer y de amar cada día a Jesucristo, nuestro Redentor. El cual vive y reina.… Amén.

"El mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios, a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible". Pablo VI, "Evangelii Nuntiandi", n. 76.


28: LOS SANTOS INOCENTES

La fiesta de hoy tiene su fundamento bíblico en san Mateo 2,16 - 17, en donde leemos cómo Herodes, el primer dictador que pretendió destruir a Cristo, "mandó matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos anos para abajo".
Al ser presentado Jesús en el templo, el anciano Simeón iluminado por el Espíritu Santo, predijo a María: "Este Niño está puesto para caída y elevación de muchos en Israel y para ser señal de contradicción".
LOS SANTOS INOCENTESEl sagrado texto de la Biblia no nos quiere presentar los detalles históricos de esta cruel carnicería, sino más bien subraya el mensaje cristológico del acontecimiento, haciendo hincapié en que este niño que nació en Belén y fue presentado en el templo, es el verdadero Dios, gloria del pueblo de Israel, luz de todas las naciones, príncipe de la paz.
Ahora bien, el poder de las tinieblas no lo admitía y quería destruirlo a toda costa, lanzan-do sus seguidores contra él.
En el Antiguo Testamento vemos en la persona del faraón egipcio, quien se ensaña contra los niños israelitas, una figura de este poder del mal, al que molesta la cercanía de un Dios visible. Con toda razón, el anciano Simeón afirmó que desde el momento en que el Verbo de Dios se hizo hombre, todo ser humano tiene que tomar una bandera, decidirse. Nadie puede permanecer neutral. Herodes tomó su bandera y se lanzó contra Cristo, sin importarle las vidas de unos niños indefensos.
Este furor continúa a lo largo de la historia de la salvación, como nos enseña el libro del Apocalipsis. Aun en nuestros días este furor se manifiesta, facilitando y promoviendo el aborto legalizado.
Claramente dijo Cristo que todo el bien y todo el mal que se haga a un niño, se considera hecho a la misma persona del Hijo del Dios.
La fiesta litúrgica de los niños inocentes se conoce desde el siglo V. Por la reforma del Concilio Vaticano II se cambió el anterior color morado de la fiesta, en color rojo, el color de los mártires y del triunfo de Cristo Rey.
Herodes no pudo asesinar al Hijo de Dios. Con la matanza de los niños inocentes, empezó a crecer el gigantesco árbol del Reino de Dios, alimentado con la sangre de aquellos pequeños. Claro indicio de que las puertas del infierno no iban a prevalecer contra el Reino ni a transformar los planes de salvación de Dios.
La figura de la gloriosa mujer con su hijo, descrita en el Apocalipsis, como vencedora del dragón, es un anuncio de la definitiva victoria de Cristo sobre el poder de las tinieblas.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que concediste a los santos Inocentes dar testimonio de Cristo, no de palabra, sino con su sangre, ayúdanos a poner de manifiesto nuestra fe, no sólo con nuestros labios, sino, mas bien, con nuestra conducta diaria. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Cristo, al nacer, asumió la condición de los niños: Nació pobre y sometido a sus padres. Todo niño - imagen de Jesús que nace, debe ser acogido con cariño y bondad. Al transmitir la vida a un hijo, el amor conyugal produce una persona nueva, singular, única e irrepetible". Documento de Puebla, n. 584.

29: SANTO TOMAS BECKET, arzobispo de Canterbury, mártir, 1118 - 1170

En la edad media se tenía una costumbre muy solemne y significativa. Cuando el rey tomaba parte en la misa mayor, el sacerdote se colocaba delante de él, encendía una pequeña estopa y pronunciaba estas significativas palabras: "Alteza serenísima, así pasa el brillo del mundo". Tanto el rey como el pueblo no veían en esto una ceremonia vacía, sino que lo tomaban como una seria advertencia, que significaba que las cosas eternas no debían ser olvidadas por las cosas pasajeras.
Desde que los normandos, apoyados en su espada. gobernaban Inglaterra. la buena relación entre Estado e Iglesia se enturbió sensiblemente. En forma altanera y cruel, proclamaron sus reyes el derecho de autoridad también sobre la Iglesia. se apoderaron de las instituciones eclesiásticas y dominaron a los obispos. abades y sacerdotes. Enrique II buscó la misma meta, por medios más astutos que la fuerza bruta. Enrique II estaba de acuerdo con la idea de sus antecesores de que la Iglesia debería doblegarse bajo el yugo del Estado.

SANTO TOMAS BECKET, arzobispo de Canterbury, mártir, 1118 - 1170Tomás Becket provenía de la clase media y, por su talento e inteligencia subió paso a paso. De estudiante de derecho llegó a ser tesorero de la ciudad de Londres; de secretario del arzobispo Teobaldo de Canterbury a archidiácono de la Iglesia en Inglaterra hasta ascender a canciller del reino. A pesar de la suntuosidad de su tiempo, vivió en forma sencilla y sin pompas; cualquier campesino era recibido por sí. Enrique II depositó toda su confianza en él. Como el rey se encontraba a menudo ausente de Londres, Tomás Becket era el que en realidad gobernaba. Muchas construcciones magníficas evidencian su gusto y su espíritu emprendedor. Enrique II le confió incluso la educación del sucesor del trono. En aquel entonces la casa de Tomás Becket era el centro de reunión de la juventud intelectual inglesa.

Sin tomar en cuenta los serios cargos de conciencia de Tomás Becket, el rey lo nombró, en 1162, arzobispo de Canterbury y primado de Inglaterra, ya que lo veía como una dócil herramienta. Tomás Becket no quería ni podía servir a dos amos. Así como fielmente había representado las cosas del rey, ahora luchaba constantemente por los derechos de la Iglesia. Desde su ordenación como sacerdote y su consagración como obispo, había cambiado totalmente. Vivía con el rigor de un monje, permanecía más a gusto en conventos, practicaba una caridad muy amplia y dejó la cancillería para no ser molestado por ninguna consideración en sus libres decisiones.

Enrique II pronto se dio cuenta de que sus cálculos habían fallado. En la reunión de Clarendón, en el año 1164, las controversias entre Estado e Iglesia se hicieron invencibles. El arzobispo no aceptó los privilegios del rey en relación a la Iglesia. El rey lanzó publicas amenazas en contra del arzobispo.
Pocos días después, le llegaron al prelado multas arbitrarias y noticias de que se había pre-parado un atentado en contra de él. Piado huir a Flandes, en donde vivió en el convento de Pontigny, como fraile sencillo, buscando los trabajos más humildes. La venganza del rey era tremenda: confiscó todos los bienes del arzobispo, desterró a sus parientes, amigos y emplea-dos y a los católicos sin pastor, les hizo daño como un, lobo furioso. Después de seis años, aparentemente el rey aceptó una reconciliación con el arzobispo y lo invitó a regresar a su sede en Canterbury. Tomás Becket regresó a su catedral y fue asesinado por gente pagada por el rey, dentro de la misma catedral, el 29 de diciembre de 1170. Ya en el año 1173 el arzobispo mártir fue declarado santo.

Más tarde, el rey apóstata y adúltero, Enrique VIII, asesino de Tomás Moro, del cardenal Fischer y de muchos otros valientes católicos, hizo destrozar la tumba de Tomás Becket, pero aun así en toda la Inglaterra católica la veneración del mártir se propagó, y se extendió con razón en la Iglesia universal.


ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que otorgaste a santo Tomás Becket el valor para derramar su sangre por la justicia y en defensa de la libertad de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, estar dis-puestos a sacrificar cualquier cosa por amor a nuestros hermanos y a Cristo. El cual vive y reina contigo … Amén.

"Apresurémonos, pues, todos juntos, en actuar de modo que la ira de Dios no caiga sobre nosotros como sobre pastores ociosos y negligentes; que no seamos considerados como perros mudos, demasiado débiles para ladrar; que no se haga mofa de nosotros - . - En verdad, si ustedes me escuchan, estén seguros de que Dios estará con ustedes y con todos nosotros, de todas maneras, para mantener la paz y defender la libertad de la Iglesia. Si no me escuchan, que Dios juzgue entre ustedes y yo y que les pida cuentas a ustedes de la confusión de la Iglesia. . . Pero he guardado en mi pecho esta esperanza: que aquel que lleva en si a Dios no ha de estar solo. Si cae no será destruido, pues el propio Señor lo sostendrá con su mano". Tomás Becket, carta a todo el clero de Inglaterra.


31: SAN SILVESTRE I, papa + 335

Muchas leyendas hablan del gran Papa, cuyo recuerdo festejarnos con la Iglesia el último día del año, mientras las campanas dan la bienvenida al año nuevo. El santo pasó por momentos dramáticos de la historia de la Iglesia. Siendo joven, leyó en las tablillas del Capitolio el edicto de persecución de Aureliano. En su edad madura tuvo la vivencia de las corrientes de sangre de la persecución de Diocleciano y en su oído resonaron los salmos solemnes con los que se sepultaron los mártires en los nichos de las catacumbas.
Constantino dio libertad a la Iglesia el año 313. En esta forma la Iglesia, esclavizada por tanto tiempo, subió de la oscuridad de los corredores subterráneos a la luz brillante del día.
AN SILVESTRE I, papa + 335Al año siguiente, 314, Silvestre fue elegido como sucesor de san Pedro. Su gobierno coincidió aproximadamente con el período del dominio de Constantino. Pero se malinterpretaría a Constantino si se considerara como "cristiano".
Es cierto que el edicto de tolerancia de Milán, de febrero de 313, concedía protección y paz a la Iglesia contra las persecuciones. También se le devolvieron edificios y predios incautados y los sacerdotes quedaron liberados de toda obligación pública; pero no se podía esperar más de la política fría de un Constantino.
Siguió siendo, a pesar de la introducción del domingo y de un rezo común en el ejército, el déspota de las manos manchadas de sangre, que mandó asesinar a su esposa y a su hijo Crispol, y que pidió consejo, tanto a obispos cristianos como a sofistas paganos. En inscripciones y monedas, siguió ostentando el título de pontífice máximo pagano, partidario tanto del Cristo crucificado como de la divinidad persa del sol.
Aunque permitió que sus hijos fueran educados por obispos cristianos y, al lado de templos paganos, mandó construir algunas iglesias cristianas, su actitud verídica parecía dudosa y su relación con el cristianismo estaba dictada por diferentes metas.
Son inventos posteriores que hubiera recibido el bautismo de manos de san Silvestre y que hubiera hecho inmensos donativos a la iglesia romana. Para mantenerse en buenos términos con los paganos, durante su vida nunca proclamó abiertamente el cristianismo y recibió el bautismo de manos del arriano Eusebio en su lecho de muerte. A este político, ávido de poder, cuya vida sólo quedó embellecida por el amor a su madre, Elena, se tuvo que enfrentar el obispo romano y papa Silvestre.
Su cargo no era más envidiable que aquel de los Papas del período de la persecución, pues, por el edicto de tolerancia, la Iglesia tenía que estar agradecida y Constantino no titubeó en exigir dicha gratitud en forma de compromisos muy reales respecto a la continuación de su dominio.
La Iglesia bajo Constantino muestra ya los rasgos básicos de aquella iglesia estatal que más tarde viviría los efectos tan perjudiciales de la política constantiniana. Constantino no titubeó en convocar sínodos e intervenir en sus deliberaciones.
La historia no narra mucho de la vida del Papa Silvestre, fuera de algunas construcciones de iglesias y la fundación de una escuela de canto para las misas.
Cuando en Nicea se reunieron 300 obispos y confirmaron su memorable Credo en pro de la vieja fe y contra la doctrina de Arrio, se declaró conforme con la convocación del Concibo y envió a los sacerdotes Vito y Vicencio como representantes suyos.
La época no pudo ser más intranquila. Apenas descansaba la Iglesia de la espada del ver-dugo, cuando en todas partes dentro de ella surgían rebeldías, herejías y arbitrariedades imperiales.
No hay que tener mucha fantasía para imaginarse lo que sufrió Silvestre durante los veinte años de su gobierno. Murió el 31 de diciembre de 335 en Roma.

ORACIÓN COLECTA
Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo y, por intercesión del papa San Silvestre, concédenos vivir esta fugaz vida terrena de acuerdo con tu voluntad, para que merezcamos, al final de nuestros días, la felicidad de una vida sin fin. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

La Iglesia, a la que todos hemos sido llamados en Cristo Jesús y en la cual, por la gracia de Dios, conseguimos la santidad, no será llevada a su plena perfección sino cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas (Hechos 3, 21) y cuando, con el género humano, también el universo entero, que está íntimamente unido con el hombre y por él alcanza su fin, sea perfectamente renovado (Ef 1, 10; Col 1, 20; 1 Pedro 3,10-13). Concilio Vaticano II, "Lumen Gentium", n. 48.


DOMINGO DENTRO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD LA SAGRADA FAMILIA

Durante el siglo XIX los cimientos tradicionales de la familia cristiana fueron quebranta-dos por la transformación de la sociedad agraria en sociedad industrial.
Los ataques del ateísmo contra toda clase de autoridad no perdonaron a la familia, célula básica de la sociedad, fundada por Dios y protegida por el cuarto mandamiento. Con la propaganda de la "emancipación", del hombre o de la mujer, muchas veces se busca una falsa libertad, que no corresponde a la verdadera liberación que nos enseña el Evangelio.
Ante estos ataques, la Iglesia no tardó en definir su doctrina acerca de la familia y en re-afirmar su dignidad, derechos y deberes.
DOMINGO DENTRO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD LA SAGRADA FAMILIAMuchos seglares católicos fundaron, en el siglo XIX, asociaciones y fraternidades en favor de la familia cristiana. El papa León XIII aprobó oficialmente estos esfuerzos, El papa Benedicto XV estableció en 1921 la fiesta de la "Sagrada Familia" para la Iglesia universal.
Sabemos que el hombre, por ley de la naturaleza, es un ser sociable. El hombre no sería tal sin la ayuda de los demás. Jamás ningún ser humano habría llegado a la luna o realizado alguna hazaña espacial, sin la ayuda de miles de sus semejantes.
Ahora bien: por la psicología y la pedagogía conocemos la importancia de las impresiones en el alma de los niños. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que esas impresiones sembradas en los primeros anos, sean positivas o negativas, dejan huella imborrable durante toda su vida. Y si esto vale para cualquier formación humana, también se aplica a los valores sobrenaturales de la fe, esperanza y amor.
Es ilustrativa la respuesta que dio Clemente de Alejandría a la pregunta: ¿Cómo se puede ganar un hombre para Cristo? Respondió: "Invítalo a que viva durante un año en el seno de una familia de fe recia y practica".
La experiencia nos enseña que los niños tratados en esta forma por sus padres, superarán las pruebas de la vida y aunque se aparten de la religión. como el hijo pródigo, por algún tiempo, tarde o temprano regresarán al padre. Con toda razón asegura el libro del Sirácide (=Eclesiástico) que la bendición del padre afianza la casa de los hijos (Sir 3, 11). El padre es el representante de la familia delante de Dios, es el "obispo de la familia" según san Agustín. La madre debe introducir al niño en el amor "que soporta todo" (1 Cor 13, 1-13). Este amor fue el que Cristo trajo a la tierra y el que María y José practicaron junto con Jesús en la vida oculta de Nazaret.
Practicar este amor en el hogar y manifestar este amor en el apostolado de la parroquia y de la Iglesia en el mundo de hoy, vale mucho mas que dar sólo algunos buenos consejos a los hijos.
El fruto más precioso de la familia cristiana es una vocación religiosa para el servicio de la Iglesia. Este don debería ser objeto de continuas peticiones al Señor de parte de los padres, como tesoro inapreciable de la familia.

ORACIÓN COLECTA
Señor y Dios nuestro, tú que nos has dado en la Sagrada Familia de tu Hilo, el modelo perfecto para nuestras familias, concédenos practicar sus virtudes domésticas y estar unidos por los lazos de tu amor, para que podarnos ir a gozar con ella eternamente de la alegría de tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"Familia santa, porque la santidad de aquel que ha nacido se ha convertido en fuente de singular santificación, tanto de su Virgen Madre como del esposo de aquélla, el cual delante de los hombres, como legítimo consorte, era considerado padre del niño nacido durante el empadronamiento en Belén.
Esta Familia es, al mismo tiempo, familia humana, y por ello la Iglesia, en el período nata-licio, se dirige, por medio de la Sagrada Familia, a toda familia humana … Todo lo que p-demos decir de cada familia humana, de su naturaleza, de sus deberes, de sus dificultades, podemos decirlo también de esta Sagrada Familia. En efecto, esta Santa Familia es verdaderamente pobre; en el momento del nacimiento de Jesús no tiene casa; después se verá obligada al exilio, y, cuando el peligro haya pasado, seguirá siendo una familia que viva modestamente, en la pobreza, con el trabajo de sus manos". Juan Pablo II, Audiencia general, 3 de enero, 1979.






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