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Síntesis de la entrevista de P. Antonio Spadaro al Papa Francisco: Conocer al Papa más de cerca

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Fuentes: ReL e Iglesiaactualidad
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Entrevista del Padre Spadaro al Papa Francisco

 

- «Yo veo claramente qué es lo que más necesita la Iglesia hoy: la capacidad de curar las heridas y de calentar los corazones de los fieles, la cercanía y la proximidad. Yo veo a la Iglesia como un hospital de campo después de una batalla. ¡Es inútil preguntarle a un herido grave si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curar sus heridas. Después podremos hablar de lo demás. Curar las heridas, curar las heridas… Y hay que comenzar desde abajo».

Es el núcleo del mensaje que contiene la larga entrevista (29 páginas de la revista) que el Papa Francisco concedió al director de “Civiltà Cattolica”, padre Antonio Spadaro. Una entrevista de 6 horas que se llevó a cabo el 19, el 23 y el 29 de agosto. Jorge Mario Bergoglio trazó un perfil inédito de sí mismo, que incluye sus preferencias artísticas, analiza el papel de la Iglesia en el mundo de hoy e indica las prioridades de la acción pastoral.

 

Sobre su "espontaneidad" con la prensa
»No me reconocía a mí mismo cuando comencé a responder a los periodistas que me lanzaban sus preguntas durante el vuelo de vuelta de Río de Janeiro.

Sobre cómo se define
»Quizá podría decir que soy despierto, que sé moverme, pero que al mismo tiempo, soy bastante ingenuo. Pero la síntesis mejor, la que me sale más desde dentro y siento más verdadera es esta: "soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos".

Sobre su vocación jesuita
»De la Compañía de Jesús me impresionaron tres cosas: su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y esto es curioso, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato.

Sobre su alojamiento en Santa Marta
»El apartamento pontificio no es lujoso. Es antiguo, grande y puesto con buen gusto, no lujoso. Pero en resumidas cuentas es como un embudo al revés. Grande y espacioso, pero con una entrada de verdad muy angosta. No es posible entrar sino con cuentagotas, y yo, la verdad, sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi vida junto a los demás.

Sobre la toma de decisiones
»Yo desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente. Desconfío de mi primera decisión, es decir, de lo primero que se me ocurre hacer cuando debo tomar una decisión. Suele ser un error. Hay que esperar, valorar internamente, tomarse el tiempo necesario.

Sobre la Compañía de Jesús
»El jesuita es un descentrado. La Compañía en sí misma está descentrada: su centro es Cristo y su Iglesia. Por tanto, si la Compañía mantiene en el centro a Cristo y su Iglesia, tiene dos puntos de referencia en su equilibrio para vivir en la periferia. Pero si se mira demasiado a sí misma, si se pone a sí misma en el centro, sabiéndose una muy sólida y muy bien armada estructura, corre peligro de sentirse segura y suficiente.

Sobre el beato Pedro Fabro, el primer compañero de San Ignacio de Loyola:
Dice que de Pedro Fabro le impresiona "el diálogo con todos, aun con los más lejanos y con los adversarios; su piedad sencilla, cierta probable ingenuidad, el ser un hombre de grandes y fuertes decisiones que hacía compatible con ser dulce, dulce..."

Sobre Ignacio, la mística y los Ejercicios
»Ignacio es un místico, no un asceta. Me enfada mucho cuando oigo decir que los Ejercicios Espirituales son ignaciones solo cuando se hacen en silencio. La verdad es que los Ejercicios pueden ser perfectamente ignacianos, incluso en la vida corriente y sin silencio. La tendencia que subraya el ascetismo, el silencio y la penitencia es una desviación que se ha difundido incluso en la Compañía, especialmente en el ámbito español. Yo, por mi parte, soy y me siento más cercano a la corriente mística, la de Louis Lallement y Jean-Joseph Surin. Fabro era un místico.

Sobre su forma de gobernar, siendo Provincial joven
»Tenía 36 años: una locura. Yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista. Cuando confío algo a una persona, me fío totalmente de esa persona. Debe cometer un error muy grande para que yo la reprenda. Pero a pesar de esto, al final la gente se cansa del autoritarismo. Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me llevó a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas.

Sobre la "clase media de la santidad"
»Yo veo la santidad en el pueblo de Dios, su santidad cotidiana. Existe una clase media de la santidad de la que todos podemos formar parte, aquella de la que habla Malègue (1876-1940, escritor francés que algunos llaman "el Proust católico").

»[...] Yo asocio frecuentemente la santidad a la paciencia.

»[...] Esta era la santidad de la Iglesia militante de la que habla el mismo san Ignacio. Esta era la santidad de mis padres: de mi padre, de mi madre, de mi abuela Rosa, que me ha hecho tanto bien. En el breviario llevo el testamento de mi abuela Rosa y lo leo a menudo: porque para mí es como una oración.

»[...] Esta Iglesia con la que debemos sentir es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas.

Sobre la renuncia de Benedicto XVI
»El Papa Benedicto realizó un acto de santidad, de grandeza y de humildad. es un hombre de Dios.

Sobre la prioridad de anunciar el kerigma
»Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar geridas... y hay que comenzar por lo más elemental. La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ¡Jesucristo te ha salvado!"

Sobre la evangelización: salir a buscar
»En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor.

Sobre los confesores: o rigoristas o laxos
»El confesor corre siempre peligro de ser o demasiado rigorista o demasiado laxo. Ninguno de los dos es misericordioso, porque ninguno de los dos se hace de verdad cargo de la persona. El rigorista se lava las manos y lo remite a lo que está mandado. El laxo se lava las manos diciendo simplemente "esto no es pecado" o algo semejante. A las personas hay que acompañarlas, las heridas necesitan curación.

Sobre homosexualidad: Catecismo y acogida
»Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo.

»La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal. Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’.

»Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna.

Sobre el papel de la mujer
»Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar.

»La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia

Entevista del Padres Sapador al Papa Francisco



No insistir solo en los valores no negociables

«No podemos insistir solo en las cuestiones relacionadas con el aborto, el matrimonio homosexual y el uso de los métodos anticonceptivos. Esto no es posible. Yo no he hablado mucho de estas cosas, y me lo han reprochado. Pero cuando se habla de ello, hay que hablar en un contexto. El parecer de la Iglesia, por lo demás, es bien conocido, y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario hablar de ello constantemente.

Una pastoral misionera no está obsesionada por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que deben ser impuestas con insistencia. El anuncio de tipo misionero se concentra en lo esencial, en lo necesario, que es también lo que más apasiona y atrae, lo que hace que ardan los corazones, como a los discípulos de Emaús…»

«La Iglesia, a veces, se ha dejado encerrar en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. La cosa más importante, en cambio, es el primer anuncio: «¡Jesús te ha salvado!». Y los ministros de la Iglesia deben ser, por encima de cualquier otra cosa, ministros de misericordia [...] El anuncio del amor de salvación de Dios es previo a la obligación moral y religiosa. Hoy parece prevalecer, a veces, el orden al revés.»

Sobre las homosexualidad

«Debemos anunciar el Evangelio en cada calle, predicando la buena noticia del Reino y curando, incluso con nuestra predicación, cualquier tipo de enfermedad o de herida. En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales, que son «heridos sociales» porque me dicen que sienten que la Iglesia los ha condenado siempre. Pero la Iglesia no quiere hacer esto. Durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro dije que, si una persona homosexual es de buena voluntad y está buscando a Dios, yo no soy nadie para juzgarla. Al decir esto yo dije lo que dice el Catecismo. La religión tiene el derecho de expresar la propia opinión para servir a la gente, pero Dios, en la creación, nos hizo libres: la injerencia espiritual en la vida de las personas no es posible.»

«Una vez, una persona, provocadoramente, me preguntó si aprobaba la homosexualidad. Entonces yo le respondí con otra pregunta: «Cuando Dios ve a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza condenándola?». Hay que considerar siempre a la persona. Aquí entramos en el misterio del hombre. En la vida, Dios acompaña a las personas, y nosotros debemos acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando esto sucede, el Espíritu Santo inspira al sacerdote para que diga lo más justo.»

Una certeza: Dios está en la vida de cada una de las personas

«Los que hoy buscan siempre soluciones disciplinarias, los que tienden exageradamente a la “seguridad” doctrinal, los que buscan obstinadamente recuperar el pasado perdido, tienen una visión estática e involutiva. Y de esta manera la fe se convierte en una ideología entre todas las demás. Yo tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de cada persona, Dios está en la vida de cada uno. Aunque la vida de una persona haya sido un desastre, aunque esté deshecha por los vicios, por la droga o cualquier otra cosa, Dios está en su vida. Podemos y debemos buscarlo en cada vida humana. Aunque la vida de una persona sea un terreno lleno de espinas y de yerbas, siempre hay un espacio en el que la buena semilla puede crecer. Hay que confiar en Dios.»

Dios es más grande que el pecado

«¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios? Sueño con una Iglesia Madre y Pastora. Los ministros de la Iglesia siempre tienen que ser misericordiosos, encargarse de las personas, acompañarlas como el buen samaritano que lava, limpia, alivia a su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir vienen después. La primera reforma tiene que ser la de la actitud. Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de calentar los corazones de las personas, de adentrarse en la noche, en la oscuridad, sin perderse. El pueblo de Dios quiere pastores y no funcionarios o clérigos de Estado. Los obispos, particularmente, tienen que ser hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo para que nadie se quede atrás, pero también para acompañar al rebaño que tiene el olfato para encontrar nuevos caminos».

La Iglesia es el pueblo de Dios

El pueblo es sujeto. Y la Iglesia es el pueblo de Dios que camina en la historia, con alegrías y dolores. Entonces, para mí “sentire cum Ecclesia” significa estar en este pueblo, “ser” en este pueblo. Y el conjunto de los fieles es infalible al creer, y manifiesta esta “infallibilitas in credendo” mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo que camina… Cuando el diálogo entre la gente y los obispos y el Papa va por este camino y es leal, entonces cuenta con la asistencia del Espíritu Santo. No es, pues, un sentir que se refiere a los teólogos… No hay que pensar que la comprensión del sentir con la Iglesia esté vinculada solamente al sentir con su parte jerárquica». La Iglesia no debe reducirse a «una pequeña capilla que puede contener solo a un pequeño grupito de personas seleccionadas. No debemos reducir el sentido de la Iglesia universal a un nido protector para nuestra mediocridad».

Soy un pecador

El Papa se define a sí mismo como «un pecador». Y, recordando la extraordinaria imagen del Caravaggio sobre la vocación del Mateo, afirma: «Heme aquí, este soy yo: “un pecador hacia el que el Señor ha dirigido sus ojos”. Y esto es lo que dije cuando me preguntaron si aceptaba mi elección a Pontífice».

Para hacer reformas se necesita tiempo

Muchos creen que los cambios y las reformas pueden darse en tiempo breve. Yo creo que siempre se necesita tiempo para sentar las bases de un cambio verdadero, eficaz. Y este es el tiempo del discernimiento. Y, a veces, el discernimiento te impulsa a hacer inmediatamente lo que inicialmente habrías querido hacer después. Es lo que me ha sucedido en estos meses».

«En cambio, desconfío de las decisiones tomadas de repente –explicó el Papa a “Civiltà Cattolica” . Desconfío siempre de las primeras decisiones, es decir de la primera cosa que me viene a la cabeza cuando tengo que tomar una decisión. Normalmente es la decisión equivocada. Debo esperar, evaluar interiormente, tomándome el tiempo necesario. La sabiduría del discernimiento concilia la necesaria ambigüedad de la vida y hace que se encuentren los medios más oportunos, que no siempre se identifican con lo que parece grande o fuerte».

¿Por qué usa un coche modesto?

El discernimiento se lleva a cabo siempre en presencia del Señor, viendo sus signos, escuchando las cosas que suceden, el sentir de la gente, especialmente de los pobres. Mis decisiones, incluso las que están relacionadas con la normalidad de la vida, como usar un coche modesto, están relacionadas con un discernimiento espiritual que responde a una exigencia que nace de las cosas, de la gente, de la lectura de los signos de los tiempos. El discernimiento en el Señor guía mi forma de gobernar».

Soy un indisciplinado…. de nacimiento

Sobre la Compañía de Jesús, Francisco dice: «me sorprendieron tres cosas: la misionariedad, la comunidad y la disciplina. Curioso esto, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato. Pero su disciplina, la forma de ordenar el tiempo, me sorprendió mucho».

No voy al apartamento papal porque ahí se entra a cuentagotas…

«Y luego –añadió–, una cosa que para mí es verdaderamente fundamental es la comunidad. Siempre he buscado una comunidad. Yo no me veía como sacerdote solo: necesito comunidad. Y se entiende porque estoy aquí en Santa Marta… Decidí vivir aquí, en la habitación 201, porque cuando tomé posesión del apartamento pontificio escuché claramente dentro de mí un “no”. El apartamento pontificio en el Palacio Apostólico no es lujoso. Es antiguo, tiene buen gusto y es grande, pero no es lujoso. Pero al final es como un embudo al revés. Es grande y espacioso, pero el ingreso estrecho de verdad. Se entra a cuentagotas, y yo no… sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi vida junto a los demás».

Carácter decisivo, pero no soy de derechas (vea una expliación más abajo).

En mi experiencia de Superior de la Compañía… al principio mi gobierno tenía muchos defectos… Me encotré ya Provicnial cuando todavía era muy joven. Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de forma brusca y personalista. Sí, pero debo añadir una cosa: cuando confío una cosa a una persona, confío totalmente en esa persona. Debe cometer un error verdaderamente grave para que la reprenda. Pero, a pesar de esto, al final la gente se cansa del autoritarismo. Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me llevó a tener serios problemas y a que me acusaran de ser ultraconservador. Viví un tiempo de gran crisis interior cuando estaba en Córdoba. Eso, no he sido como la Beata Imelda, pero nunca he sido de derechas. Fue mi manera autoritaria de tomar decisiones lo que creó problemas.»

Quiero consultas reales, no para mantener las apariencias

«Con el tiempo he aprendido muchas cosas. El Señor ha permitido esta pedagogía de gobierno también a través de mis defectos y de mis pecados. Así, cuando era arzobispo de Buenos Aires, cada quince días hacía una reunión con los seis obispos auxiliares, varias veces al año con el Consejo presbiterial. Se planteaban preguntas y se abría el espacio para la sicusión. Esto me ayudó mucho a tomar las mejores decisiones. Y ahora hay algunas personas que me dicen: “no consulte demasiado y decida”. En cambio, yo creo que consultar es muy importante. Los consistorios, los Sínodos, por ejemplo, son lugares importantes para que esta consultación se vuelva verdadera y activa. Pero hay que hacerlos menos rígidos en la forma. Quiero consultaciones reales, no formales. La Consulta de los ocho cardenales, este grupo consultivo “outsider”, no es una decisión solo mía, sino el fruto de la voluntad de los cardenales, tal y como fue expresada en las Congregaciones Generales antes del Cónclave. Y quiero que sea una consulta real, no formal».

Lo que pienso de la Curia

Los dicasterios romanos están al servicio del Papa y de los obispos: deben ayudar tanto a las Iglesias particulares como a las Conferencias episcopales. Son mecanismos de ayuda. En algunos casos, cuando no son bien comprendidos, corren el riesgo de convertirse en organismos de censura. Es impresionante ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Creo que las Conferencias episcopales locales tienen que estudiar los casos, con una válida ayuda de Roma. Los casos, de hecho, se tratan mejor en el lugar. Los dicasterios romanos son mediatores, no intermediarios o gestores».

Colegialidad y primado de Pedro

Hay que caminar juntos: la gente, los obispos y el Papa. La sinodalidad debe vivirse a distintos niveles. Tal vez ha llegado el momento de cambiar la metodología del Sínodo, porque la actual me parece estática. Esto también podría tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos Ortodoxos. De ellos se puede aprender más sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre la tradición de la sinodalidad. El esfuerzo de reflexión común, considerando cómo se gobernaba la Iglesia en los primeros siglos, antes de la ruptura entre Oriente y Occidente, dará frutos en su momento».

El Concilio y la misa antigua

El Vaticano II fue una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea. Produjo un movimiento de renovación que simplemente viene del mismo Evangelio. Los frutos son enormes. Basta recordar la liturgia. El trabajo de la reforma litúrgica fue un servicio al pueblo como relectura del Evangelio a partir de una situación histórica concreta. Sí, hay líneas de hermenéutica de continuidad y discontinuidad; sin embargo hay una cosa muy clara: la dinámica de lectura del Evangelio actualizada en el hoy que fue propia del Concilio es absolutamente irreversible. Y luego hay cuestiones particulares como la liturgia según el “Vetus Ordo”. Creo que la decisión de Papa Benedicto fue prudencial, vinculada a la ayuda de algunas personas que tienen esta particular sensibilidad. En cambio, creo que es preocupante el peligro de ideologización del “Vetus Ordo”, su instrumentalización».

La doctrina no es un monolito

Hay normas y preceptos eclesiales secundarios que hace tiempo eran eficaces, pero que ahora han perdido valor o significado. La visión de la doctrina de la Iglesia como monolito que debe ser defendido sin matices es errónea… Las formas de expresión de la verdad pueden ser multiformes; es más, esto es necesario para la transmisión del mensaje evangélico en su significado inmutable.

El peligro de la “fe-laboratorio”

«Siempre está acechando el peligro de vivir en un laboratorio. La nuestra no es una “fe-laboratorio”, sino una “fe-camino”, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como un compendio de verdades abstractas. Yo temo los laboratorios porque en los laboratorios se toman los problemas y se llevan a casa para domesticarlos, para barnizarlos fuera de su contexto. No hay que llevarse la frontera a la casa, sino vivir en la frontera y ser audacez».

«Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse para estudiar el problema de la droga de las villas miserias y otra es ir ahí, vivir ahí y entender el problema desde dentro y estrudiarlo».

Las películas de Fellini

«“La strada” de Fellini es la película que, tal vez, me ha gustado más. Me identifico con esa película, en la que hay una referencia implícita a San Francisco. Y creo que vi todas las películas con Anna Magnani y Aldo Fabrizi cuando tenía entre 10 y 12 años. Otra película que me gusta mucho es “Roma, ciudad abierta”. Debo mi cultura cinematográfica sobre todo a mis padres, que nos llevaban mucho al cine».


(ANDREA TORNIELLI)

Descargar la entrevista completa 

Spadaro explica que el Papa se refería a «lo que significaba en la dictadura ser de derechas»
Antonio Spadaro, el director jesuita de ´La Civilità Cattolica´ que firma la larga entrevista alP. Spadaro saluda al Papa Francisco Papa Francisco publicada en las revistas jesuitas de todo el mundo, ha querido precisar que el término "de derechas", en el contexto de la época a la que se refería Francisco (cuando tenía 34 años, durante la dictadura argentina) se refiere específicamente en esa época a afín al régimen militar.

"Hay que entenderlo dentro de su experiencia en Argentina, de lo que significaba en la época de la dictadura ser de derechas. Como él mismo cuenta, le acusaron de ser ultraconservador por su forma autoritaria de ejercer el poder. No hay que verlo solo desde un punto de vista político, se trata de un discurso más amplio"», especifica el periodista jesuita.

Spadaro aclara además que el Papa leyó la entrevista antes de ser publicada -"la leímos juntos"-, y considera que para él el mejor titular es el de que para el Papa "la Iglesia es como un hospital de campaña"

La cita íntegra del Papa es: «Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener poblemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas».

 


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