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DOMINGO 9 TIEMPO ORDINARIO Ciclo A - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa Dominical

 

La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrar

 

1. INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

1. 1 Primera Lectura: Deuteronomio 11, 18. 26-28.

Tuve el regalo de viajar a Jerusalén en compañía de mis padres. Por supuesto llegamos también al muro de las lamentaciones: los restos del templo de Salomón, único vestigio que tienen los judíos del lugar que significaba para ellos la presencia de Dios. Ningún judío ortodoxo se atrevería a caminar hacia arriba por la cima del monte del templo por temor de pisar por donde estaba el lugar del Santo de los Santos. Observé que los judíos comenzaron a orar de manera recogida, meciendo rítmicamente el cuerpo. Algunos pusieron papelitos en las ranuras entre las piedras. Confieso que era fácil rezar en este ambiente porque estaba rodeado de personas que oraban con fervor. Observé algo que me intrigó: algunos caballeros, vestidos de negro y con cabellera larga y sombreros redondos, -más tarde me enteré que eran los judíos que algunos de sus correligionarios llamarían fanáticos- sacaron de su maletín además de unos libros de oración unas cajitas redondas, provistas de soguillas negras tipo pasadores. Amarraron una de las cajitas sobre la frente y la otra cajita en su brazo.

Al leer la lectura del Deuteronomio se darán cuenta ustedes cuál era la razón de este proceder: en tiras de pergamino muy finas llevan escritas las palabras de la alianza, las colocan en estas cajitas y la amarran en la frente y en el brazo para no olvidarse nunca de ellas y tenerlas siempre presentes. Me parecía una costumbre conmovedora el recordar así la alianza con Dios y dar testimonio ante todo el mundo que uno quería vivir la alianza con Dios. Me dio un poco de envidia, como si los hermanos de la Antigua Alianza me tuvieran una ventaja. Pero luego me acordé que nosotros llevamos también signos de la Nueva Alianza que deberían recordarnos siempre lo que somos: me refiero a la cruz. Pensé que todo signo puede perder su significado impactante cuando uno se acostumbra a ello y ya no piense en su significado.

Los cristianos nos olvidamos demasiado pronto que estamos continua y permanentemente entre la bendición y la maldición, entre la gracia y el pecado, entre la comunicación con Dios o con el demonio. Con angustia uno piensa a veces cuánto tiempo estamos perdiendo dando importancia a cosas que no valen la pena por su futilidad mientras que tendríamos que tener presente lo que Dios nos ha regalado y sigue regalando: la bendición de poder caminar con Él. Dejemos que Moisés hable a nuestro corazón. Y aunque no pongamos la ley sobre nuestra frente y no la amarremos en nuestro brazo que los signos y ayudas que están a nuestra disponibilidad nos ayuden a no perder nuestra vida en vanidades y a recordar el amor del Señor.

1. 2 Romanos 3, 21-25 a. 28.

A través de los siglos de los hombres estamos en peligro de querer "comprar" a Dios. Si, ha leído bien. Ofrecemos oraciones, velas votivas, comuniones, novenas, sacrificios, renuncias al cine, a fiestas, etc. todo eso para lograr algo de Dios. Esto me recuerda la historia de una familia que en su barquito había salido a la bahía para pescar, estando amarrado el barco con una soga larga que lo unía con el muelle. Al caer la tarde el padre de familia le indica al menor de sus hijos que tire de la soga para regresar a tierra. El niño comienza a jalar y de repente grita jubiloso: "Papá, mira, mira, la fuerza que tengo. Soy tan fuerte que estoy jalando el muelle hacia nosotros". El hermano mayor le reconvino: "Tonto, no es el muelle que se nos acerca, somos nosotros que nos movemos". Este es el proceso de todo lo que hacemos referente a Dios. No lo "movemos" hacia nosotros, no le hacemos cambiar de opinión, somos nosotros que cambiamos.

Podría decir uno: estamos mal. No tenemos nada con que influenciar a Dios". En primer lugar, a Dios no se necesita moverlo, él está en continuo movimiento de amor hacia nosotros, porque él es amor. En segundo lugar, Dios nos da la salvación gratis, gratuitamente, sin que podamos ofrecer algo de nuestra parte. Lo único que tenemos que hacer es aceptar la salvación, la justificación, esta aceptación se llama fe.

¿Comprende ahora lo tonto que somos a veces? Hacemos esto, hacemos aquello para congraciarnos con Dios y Dios nos lo da gratis y nos da siempre lo que es mejor para nosotros. El problema está en que nosotros tenemos nuestras ideas fijas que las cosas deben marchar según nuestra cabeza y según nuestra pobre inteligencia mientras que Dios siempre actúa para nuestro mayor bien. Es falta de fe, por lo tanto, no aceptar lo que Dios te quiere dar. Este es fe: aceptarlo todo de Dios y estar segurísimo que todo es para bien. Leamos esta parte de la carta del apóstol San Pablo y digámosle a Dios que lo sentimos de ser tan testarudos a veces.

1. 3 Evangelio: San Mateo 7, 21-27.

A veces los cristianos nos complicamos la vida por gusto y porque lo decidimos así. Me explico: en los encuentros con los hermanos a veces les relato una experiencia que tuvo un joven sacerdote: cada mañana tenía que tomar el ómnibus cerca del convento. Debo subrayar que en aquel entonces todavía se llevaba sotana. La gente nos mantenía a los sacerdotes a distancia. Pero cuando uno se encuentra cada día, comienza por saludar, hacer observaciones sobre el clima, que hace frío, que hace calor, entonces la gente ya cobra confianza. Muy pronto el sacerdote fue acogido por el grupo que cada mañana esperaba ahí a esa hora su movilidad. Menos un señor, que siempre se alejaba cuando el sacerdote se acercaba. Esto al sacerdote le picó la curiosidad; una mañana decidió comprobar si éste alejarse fue por casualidad o por principio. Maniobró de manera tal al señor que al final quedaba justo frente al sacerdote. ¿Qué hacía el señor? Le volteó la espalda. "Bueno, pensaba el sacerdote, será un anticlerical, vamos a dejarlo en paz". Terminó el año, y el sacerdote tenía que llevar sus maletas a la estación del ferrocarril. Sólo le faltaba ir a la Universidad, recoger sus notas y emprender viaje. El sacerdote se despidió de la gente del paradero que se quejaban que no se les había avisado anteriormente para traer un regalo de despedida. El sacerdote se había despedido de todos y ya se estaba acercando el ómnibus. Justo en este momento se le acerca el hombre que nunca le había hablado y dijo: "¿Puedo preguntarle algo?". El sacerdote se quedó sorprendido y un momento sin habla y luego dijo: "Como no, ¿qué se le ofrece?" Dijo el hombre: "¿Puede usted darme una buena razón para que yo me haga cristiano?" El ómnibus se estaba acercando, quedaban escasos 15 segundos a lo máximo para contestar. ¿Qué le habrían contestado ustedes?

A veces les dirijo la misma pregunta a mis oyentes. Vaya que se complican la vida. Las respuestas más complicadas cuando se trataría sólo de dar una respuesta sencilla. Lo mismo busca la pregunta: "¿Por qué es cristiano usted?" Y no vale contestar que uno ha nacido en una familia católica y por eso es católico. ¿Cuál es la razón por qué es usted católico ahora?...

La respuesta del sacerdote fue: "Creo en Cristo, él Hijo del Dios vivo que me ama en todo momento del día y de la noche, y yo trato de amarlo en todo momento del día y de la noche". Esto no es una de explicación teórica sino una profesión de fe, es decir, algo que puedo decir cuando mi vida corresponde a lo que digo. Por eso, si creo en Cristo, vivir como él vivió, eso es fe ¿verdad?

¿Qué tiene que ver todo esto con el evangelio. Muy mucho. Jesús subraya que no vale si es cristiano boca afuera y no trata de vivir conforme. El ejemplo de la construcción se refiera a esto: cuando hay problemas en tu vida, cuando se te exige a amar al enemigo, ¿eres cristiano? Este evangelio es el punto final de las enseñanzas contenidas en los capítulos 5 a 7 de San Mateo. Todo esto, si no lo vives, no tiene valor. En lugar de mirar una hora que televisión ¿por qué no toma la Biblia y se pone a leer estos capítulos de un tirón y se dará cuenta que es el cristiano, es otra cosa.



2. REFLEXIONEMOS

2. 1 Los padres

Unión en la fe.

La presencia de Jesús invisible será reconocida por la fe. Esto nos hacen entender las apariciones del Señor resucitado. Los discípulos Emaús sólo lo reconocieron cuando comenzaron a abrir su corazón por la fe. El verdadero reconocimiento no se lo dieron los ojos corporales sino los de la fe. Es verdad que en el evangelio de Juan leemos como Tomás reconoce al señor, cuando aún era "incrédulo". Pero hay que considerar la cosa despacio. Aquí no se trata de uno que rehusara su entrega a Cristo sino de aquel que tiene palabras como aparecen en el mismo evangelio: "Vamos también nosotros a morir con él" (Juan 11, 16). Y el relato de esta aparición de Jesús ante Tomás acaba con estas otras palabras: "Bienaventurados los que no han visto y han creído" (20, 20). He ahí de lo que se trata: todo el que se entrega al Señor puede estar cierto de que el Señor está con él aunque no lo vea. Por lo demás lo que Tomás confiesa no es lo que ven sus ojos sino lo que reconoce a la luz de la fe. Y así dice mucho más de lo que pueden ver sus ojos: "Señor mío y Dios mío".

Pues no hemos de olvidar que el Señor resucitado inaugura una nueva creación. Para entrar en contacto con él necesitamos los sentidos de la nueva creación: los ojos de la fe.

Comprendemos, pues que tener fe es ser consciente y aceptar la presencia de Cristo en todas las circunstancias de la vida. Sólo los ojos de la fe permiten descubrirlo. Sólo la fe nos impulsará a corresponder. Y el que tiene fe corresponde a la presencia del Señor con la fe, la esperanza y la caridad. De esta manera, cuando veo a alguien amar, a tener una firme esperanza sé que el Señor está presente porque el hermano me da el ejemplo.

Si quedan algunas dudas de cómo reaccionar ante la presencia de Cristo en la vida presente nada más leamos los capítulos 5 a 7 de San Mateo. No le quedará duda alguna. Si quiere una pregunta de resumen: ¿Amas a tu enemigo?. Si lo haces entonces tienes fe. Humanamente no es posible amar al enemigo, sólo la ayuda de Dios nos capacita para ello. Así que: ame a su enemigo y puede estar seguro que tienes fe. El señor está presente. Si no está convencido o convencida lea las cartas de San Juan.

2. 2 CON LOS HIJOS

La vida de la fe

San Pablo escribe a los colosenses: no cesamos de orar y pedir por ustedes para que sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y anden de una manera digna del Señor, procurando ser gratos en todo, dando frutos de toda obra buena creciendo en el conocimiento de Dios" (Col 1, 9-10).

No podemos permanecer en la fe como niños pequeños; necesitamos crecer en el conocimiento de Dios. Para ello es necesario ante todo conocer cada vez mejor a Jesucristo, "en quien se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3).

Para crecer en ella es necesario pedir la fe. Pero también es necesario irnos instruyendo en ella. Por eso necesitamos escuchar atentamente la predicación, asistir al catecismo, tomar parte en las clases de religión con máximo interés y leer de buen grado la Biblia, el misal, las vidas de los santos.

Pero no es suficiente creer en fondo de nuestro corazón, necesitamos también confesar pública y abiertamente nuestra fe. Cristo dice: "A todo el que me confesare delante de los hombres yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos; pero a todo el que me negase delante de los hombres, yo le negaré también delante de mí Padre, que está en los cielos" (Mt 10, 32-33).

También es importante proteger nuestra fe llevando una vida cristiana y evitando todo lo que pueda ponerla en peligro. El que pasa su tiempo con compañeros sin fe o enemigos de ella, o lee escritos impíos, pone su fe en peligro. También llevan a la pérdida de la fe un corazón orgulloso y una vida deshonesta. Aquel que por circunstancias se vea obligado a vivir en un ambiente de incredulidad debe rezar con gran fervor, procurarse una sólida instrucción religiosa y recibir con frecuencia los santos sacramentos.

Peca contra la fe aquel que la descuida o la pone sin necesidad en peligro, por ejemplo, si sólo ora raramente, o nunca reza, no escucha la predicación, falta a la enseñanza religiosa, lee escritos impíos o se relaciona con personas descreídas, sobre todo peca contra la fe aquel que duda voluntariamente de esta misma fe por su propia culpa o cree algo falso porque así quiere. El pecado más grave contra la fe lo comete el que apostata de la fe o reniega de ella, por ejemplo, el que se separa de la Iglesia católica.

El que está convencido y firme en la fe, vive su fe. Pone confiadamente toda su vida en manos de Dios, ama a Dios de todo corazón y hace todo cuanto Dios quiere de él. La fe es como la raíz de la que brotan todas las demás virtudes cristianas.



3. RELACIÓN CON LA MISA

Dios nos da todo y nos lo da gratuitamente, sin que nosotros tengamos que hacer un esfuerzo. Dios nos ha amado primero. Fe es aceptar los dones de Dios y gozar de ellos en todos los acontecimientos de nuestra vida. Por cierto, su presencia y sus dones se hacen presentes de manera intensa cuando celebramos juntos la Santa Misa. Cuanto más fe tanto o más apertura a la acción amorosa de Dios.

4. VIVENCIA FAMILIAR

Preparar un cartel que lleva dos frases: "Construir sobre roca" "Construir sobre arena". En algún momento se conversa qué significa construir sobre roca y construir sobre arena. De esta manera los miembros de la familia son estimulados cada día en pensar cómo están construyendo.

5. NOS HABLA LA IGLESIA

"El concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que los obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si éstos fueran ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce a meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba grandes penas contra el. No se creen, por consiguiente, oposiciones artificiales entre las ocupaciones temporales, por una parte, y la vida religiosa por otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, o falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció el artesanado, alégrense los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una síntesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altísima jerarquía todo coopera a la gloria de Dios". (Vaticano II, Gaudium et spes, 43 a).



6. LEAMOS LA BIBLIA CON LA IGLESIA

Lunes: Tobías 1, 1 a 2; 2, 1-9; 2 Pedro 1, 1-7; San Marcos 12, 1-12.
Martes: Tobías 2, 10-23; 2 Pedro 3, 12-15. 17-18; San Marcos 12, 13-17.
Miércoles: Tobías 3, 1-11. 24-25; 2 Timoteo 1, 1-3. 6-12; San Marcos 12, 18-27.
Jueves: Tobías 6, 10-11 a. 7, 1. 9-17. 8, 4-10; 2 Timoteo 2, 8-15; San Marcos 12, 28b-34.
Viernes: Tobías 11, 5-17; 2 Timoteo 3, 10-17; San Marcos 12, 35-37.
Sábado: Tobías 12, 1. 5-15. 20; 2 Timoteo 4, 1-8; San Marcos 12, 38-44.



7. OREMOS

Orar (= conversar con el Señor) acerca de las palabras del evangelio:

- “No todo el que me dice: ` ¡Señor, Señor!´ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Jesús, Yo quiero hacer la voluntad del Padre... Sé que Él quiere que yo sea santo y que tú seas mi modelo... pero a veces fallo... no siempre cumplo los mandamientos... Señor, suelo fallar en... y en.... ¡Perdóname, soy un poco bestia! ... Voy a intentar mejorar... Gracias por quererme, a pesar de todo...

¡Cumplir tu Voluntad! además de AMAR cumpliendo los mandamientos deberé esforzarme por cumplir con mi deber lo mejor posible... estudiar... ¿estoy estudiando lo suficiente? ... ¿intento aprovechar el tiempo en clase? ... En casa me distraigo a la hora de estudiar, me siento ante los libros, y muchas veces se me va la cabeza, y me pongo a pensar en otras cosas... Voy a ponerme delante una foto de la Virgen, y cuando me distraiga, le pediré ayuda para concentrarme, y así cumplir Tu Voluntad, Señor... Recuérdame en casa que busque una estampa ¿vale? ...

También podría mejorar con mi familia... En la relación con XXXX podría mejorar en.... y con YYYYYYYY podría...... Tal vez pudiera interesarme más por las cosas de lo los demás, por ejemplo ... Señor, también podría ayudar un poco mas de lo que ayudo en casa; durante este semana me voy a esforzar en.....

También podría tratar mejor a algunos compañeros del instituto, por ejemplo con XXXXXXXXX podría.......

Cumplir tu voluntad, es hacer en cada momento lo que debo hacer...Dame Señor, tiempo para reír... tiempo para ayudar... tiempo para estudiar... tiempo para ver la tele o para leer... tiempo para rezar... tiempo para hablar con los amigos... Señor, ¡Ayúdame! que haga en cada momento lo que debo hacer...

Señor, no solo quiero hacer tu voluntad, e intentar imitarte en todo, sino que también quiero aceptar tu voluntad... quiero aceptar las cosas que me ocurren... incluso las malas... las quiero aceptar porque Tú las permites... y si las permites, será porque vas a sacar algo bueno y positivo de ellas para mí o para otros,... y aunque yo no lo entienda las voy a intentar aceptar... porque sé que me quieres... y confío en ti... Esto no va a ser fácil para mí, pero, ¡con tu ayuda lo conseguiré! ... ayúdame a aceptar tu voluntad en todas las circunstancias, buenas y malas... en el “Padre Nuestro” te suelo decir: “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”,... pero, la verdad, la mayoría de las veces te lo digo como un robot y no me entero de lo que te estoy diciendo... Ayúdame a ser consciente de lo que te pido en ese momento... “hágase tu voluntad”...

- “el que escucha mis palabras y las cumple es como aquel hombre sensato que edificó su casa sobre roca”. Señor, ¡quiero ser feliz! ... pero no quiero la felicidad que dan las juergas... quiero esa alegría que das Tú... Sé que en la vida me va a tocar sufrir: enfermedad, desprecios, muerte; y esos sufrimientos los podré llevar con paz, serenidad y paciencia o amargado, depende sobre QUE construya mi vida: sobre roca o sobre arena... No quiero construirla sobre arena, Señor... quiero que Tú seas mi cimiento...

- (vino el mal tiempo y) “no se derrumbó porque estaba cimentada sobre roca”. Jesús, quiero construir mi vida sobre ti, sobre roca dura, para que cuando vengan los malos momentos de la vida, “el mal tiempo”, el edificio siga en pie, Yo siga en pie, con paz... ¡que pueda imitarte a ti en el momento de tu pasión y muerte ... eso Señor, sólo lo puedo conseguir si Tú me ayudas ... necesito tu ayuda para aceptar tu voluntad sin enfadarme ... ¿sabes? a veces me enfado ... ¿a que me perdonas? ... ¡gracias!

A veces te pido cosas, que no se cumplen... no me las concederás por algo, ayúdame a aceptar tu voluntad, o sea, lo que Tú crees que es mejor para mí...

Otras veces, me ocurren cosas que no me gustan, pero tú las has permitido, y lo habrás hecho por algo: haz que acepte siempre con alegría tus designios... Recuérdame, que en los momentos de dificultad, te diga: “Señor, si Tú lo quieres, yo también lo quiero”...

- “el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, es como aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, se abatieron sobre la casa y ésta se derrumbó” Jesús mío, te quiero pedir por algunas personas, para que edifiquen su vida sobre roca, te pido que Tú seas su cimiento, que se den cuenta que sólo apoyándose en ti conseguirán la felicidad verdadera, son: (dile los nombres).... ...... ..... ... ..... ..... ..... ....... ..... ...... ...... ...... ..... . ...... ...... ..... y .......

Antes de acabar, te repito los propósitos que he hecho en este ratito de oración:

1.- Voy a buscar una estampa de la Virgen para pedirle ayuda en el estudio.

2.- En casa, me voy a esforzar en lo siguiente: .....................

3.- Cuando tenga alguna pequeña dificultad durante esta semana, te voy a decir: “Señor, si Tú lo quieres, yo también lo quiero”.

Todos: Te damos gracias, Señor, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que nos has comunicado en este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, Ángel de mi Guarda, interceded por mí ante Dios nuestro Señor.

(cortesía: http://www.telefonica.net/web2/mariagarcialossantos/maria-familia/construir%20nuestra%20vida%20sobre%20roca.htm)



8. NUESTRO EJEMPLO

San Ignacio de Loyola

Cuando Lutero comenzó a separar medio Europa de la Iglesia, cuando atacaba también el culto a la Virgen María, despertó Dios a un hombre que debía fundar una nueva familia religiosa, destinada a luchar contra los errores de Lutero y a conducir a nuevos pueblos al seno de la Iglesia: fue el noble español y militar Ignacio de Loyola. Educado en la fe católica tradicional la vivía como hijo de su tiempo: listo para cualquier pelea, inteligente, culto, generoso pero no muy santo. El mes de María, el 20 de mayo que caía en este año en Pentecostés le trajo la conversión. Durante una campaña militar una bala de cañón le rompió la pierna así que tenía que guardar cama por meses de convalecencia. Después de haber leído todas las novelas de caballeros a su alcance, por puro aburrimiento, se puso a leer un libro con vidas de los santos. Y comenzó a comprender que los santos hacían cosas más grandes aún que los nobles caballeros y decidió hacerse soldado de Cristo.

Luego de su curación hizo un peregrinaje al Montserrat, un santuario muy famoso de la Virgen Santísima. Hizo confesión general y colgó su espada cerca del altar de la Madre de Dios. Según una costumbre antiquísima cumplió una vigilia ante este altar. Luego se retiró a una cueva de Manresa para dedicarse a la oración y la penitencia. Dios le dio muchas bendiciones y gracias, visiones y enseñanzas durante este tiempo, de manera que estaba dispuesto, como dijo el mismo más tarde, de dar su vida por cada una de las verdades de fe a partir de este momento.

A los 33 años volvió a la escuela para prepararse al sacerdocio para poder servir así mejor a las almas. Luego estudió los siete años en París donde reunió a sus primeros compañeros en el mismo ideal. Con ellos, en la fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima hizo los votos de pobreza, castidad y obediencia en el año 1534. El día de Navidad de 1538 celebró su primera Misa en Santa María la Mayor donde se conserva una de las primeras reproducciones del pesebre.

La nueva familia religiosa se llamaría compañía de Jesús y estaría, cual tropa volante a disposición del Santo Padre por donde quisiera enviarlos. Le daba mucha importancia a la formación porque decía que un sacerdote culto podía servir mucho mejor a las almas que un sacerdote que no lo era.

Su ideal era cumplir la voluntad de Dios en toda circunstancia, al servicio de los hombres, infatigable en enseñanza y oración. Su libro "Los Ejercicios", fruto de sus experiencias de Manresa es una feliz síntesis entre oración y trabajo, contemplación y esfuerzo humano.

La Virgen le aparece muchas veces durante su vida y según su propio testimonio es la intercesora especial ante Dios. Siempre lleva sobre su corazón una imagen de la Madre de Dios. El y sus primeros compañeros, muchos de ellos también venerados como santos de la Iglesia, reavivaron la devoción a la Virgen Santísima y es por ello que han podido, según el decir de muchas personas entendidas, salvar a muchos cristianos y llevarlos a la conversión. Su lema era: "Todo para la mayor gloria de Dios". En verdad ardía en deseos de servir a Dios y a los demás. Fue muy exigente consigo mismo y muy suave con los demás. El 31 de julio de 1556 pasó a otra vida mejor.