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Domingo 23 del Tiempo Ordinario A-  'Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos'  - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical

 

 

1. Introducción a la Palabra.


1.1. Primera Lectura: Ezequiel 33,7-9


1.2 Segunda Lectura: Romanos 13, 8-10


1.3 Evangelio


2 REFLEXIONEMOS


2.1 Los Padres


2.2 Con los hijos


3. Relación con la Misa.


4. Vivencia


5. No habla la Iglesia


6. Leamos la Biblia con la  Iglesia


7. Oraciones

 

Recursos adicionales para la preparación

La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

 

Las Lecturas del Domingo

 

1. Introducción a la Palabra.

1.1. Primera Lectura: Ez 33,7-9

”Allá él (o ella). Al fin y al cabo él (o ella) debe decidir”. Así hablamos y nos sentimos virtuosos. Es una valiente decisión de no meterse en la vida ajena; expresión de respeto a la privacidad e intimidad de la persona. Pero al mismo tiempo en nuestro interior sentimos la angustiosa premura:”Se lo digo? ¿No se lo digo?”. Es que nos damos cuenta de nuestra responsabilidad por los demás. No estoy hablando de algún chinito de Hongkong o de un moreno de Timbuctú. Estoy hablando de las personas que me rodean. Deslindemos desde el comienzo el área de nuestra responsabilidad. No hay derecho de reaccionar más o menos violentamente y “cantarle las cuarenta” a la persona en cuestión cuando notamos algo que no nos gusta. Cada uno tiene derecho a sus gustos. Tampoco somos su conciencia o su ángel de la guarda que no le quita el ojo ni la atención encima y lo persigue hasta en sus sueños. En segundo lugar, no somos los llamados a interpretar mal cualquier cosa que observamos. Hay que suponer lo mejor hasta que se pruebe lo contrario.

¿Ha pensado alguna vez que suponer lo peor puede haber empujado a la persona realizarlo sencillamente porque usted ha creado este ambiente de suspicacia. Conozco a un esposo que estaba en vísperas de tomar una decisión equivocada porque su esposa  sospechó de él injustamente y por años.

Pero tampoco seremos unos ingenuos. Los hombres somos pecadores, propensos a lo que destruye aunque parezca al momento que es mi derecho, o necesito este relajo. Se necesita un clima de confianza, alimentado pacientemente a través de los a meses y años y entonces podemos preguntar: “¿Te está pasando algo?”, sin que se cierren como una ostra.

Con todo, generalmente no hablamos lo suficiente, a excepción de las buenas mamás, hermanos mayores, amigas, superiores, profesores, periódicos y los modelos de examen de conciencia. Porque decir algo desagradable, hiere al otro. Esto sucede cuando no hemos creado el ambiente de confianza necesario. Pero hay que hablar cuando alguien hace algo que le hace grave daño a él y a los demás. Existe el riesgo que nos den “calabaza” y no nos hablen por meses.  Sin embargo, lean este trozo del profeta Ezequiel. Podemos hacernos culpables del pecado del otro. Con todo, cuando nos armamos de valor para hablar no vayamos con este aire de suficiencia de alguien que nunca ha pecado, que nunca ha estado expuesto a la tentación. Y luego, cuando hemos hablado al pecador de Dios dediquémonos a hablar a Dios del pecador. Presionar solamente aumenta la resistencia.

Hablo así en general. Pero aquí se trata de cosas graves. Para mi es básico que nos acerquemos con humildad y con el único deseo de ayudar. Porque si el otro siente que estamos calentando nuestra propia sopita porque el consejo es interesado, todo va caer en saco roto. Si prevemos que recibiremos rechazo, no dejemos de acercarnos. Quizás en algún momento nuestras palabras surtirán su efecto.

 

1.2 Segunda Lectura: Rm 13,8-10

Está científicamente comprobado que la mayor parte de la educación de los hijos no se realiza de manera no-verbal , es decir, por el mero ejemplo sin muchas palabras. Los hijos absorben, asimilan la manera de ser y vivir de los padres y los imitan a su vez. Cuando comienza la rebeldía de la adolescencia, y los jóvenes desean deshacerse de todo lo que les identifica s con sus padres, ya es tarde. En verdad, la gran parte de este proceso concluye hacia los seis años. Comportamientos, reacciones, padrones sociales, estados anímicos, manejar los conflictos, todo esto se le ha se ha transmitido casi sin querer y ha dejado su impronta. Todos los días han tenido delante suyo este ejemplo de sus padres. El niño lo absorbe sin pensar.

Hacerse cristiano podría ser tan  fácil. Lo único que necesitamos es tener ante los ojos el ejemplo de Cristo. El Señor debe ser el compañero de mi vida. Podríamos decir que  esta manera, casi sin querer asimilamos su ejemplo y poco a poco nuestra vivencia  se vuelve instintivamente cristiana porque ya no necesitamos reflexionar. Hemos asimilado las vivencias de Jesús. La vida cristiana deja de ser complicada se vuelve diáfana y deja de confusa. Se reviste de una sencillez única porque todo brota del centro de nuestra vida.

El pasaje de la carta a los Romanos se refiere a esta experiencia. Cuando nuestros pensamientos, actos, sentimientos y obras brotan de ese centro que es la presencia del Señor en nosotros por medio de su Espíritu, entonces todos se hace sencillo. Dios es amor. Nuestro centro vital se transformará en amor y cuando amamos cumpliremos la ley. Es la diferencia entre un ciudadano y un abogado. El ciudadano rectamente intencionado vive la ley sin pensarlo mucho, mientras que el pobre abogado tiene que estudiar tomos y tomos de jurisprudencia porque tiene que premunirse con la ciencia para luchar contra el mal. Leamos el pasaje y pasemos del cumplimiento superficial de requisitos a la hondura de la vivencia cristiana.

 

1.3 Evangelio; Mt 18,15-20

Cualquiera que lea la primera parte del evangelio (vv.15-17) queda convencido que es razonable y bueno proceder así. Sin embargo digo que hoy por hoy es imposible de realizarlo en una comunidad parroquial. Somos demasiados. Miles y miles y miles de cristianos. La persona  se pierde en la masa, en la anonimidad. No pueden establecerse relaciones directas entre todos..

Por eso es vital crear pequeñas comunidades donde todos se conocen y en comunidad pueden vivir su fe. Es urgente que los cristianos por decisión propia formen estos grupos para experimentar Iglesia, para darse cuenta que solo así podemos experimentar eso de ponernos de acuerdo para pedirle al Padre. Sólo así podemos sentir esta alegría de que la Iglesia nos desata de nuestros pecados y la reintegración se hace visible, sensible. La comunidad es signo y garantía que estamos peregrinando hacia la Jerusalén celestial.

¿Quiere experimentar los beneficios del consejo fraterno? ¿Quiere ver cómo el Señor nos concede lo que le pedimos porque nos hemos puesto de acuerdo para pedirlo a Dios? ¿Quiere vivir sensiblemente lo que significa formar parte nuevamente de la Iglesia? Pues, haga la imposible a formar parte de una comunidad pequeña. ¡Qué las promesas de este evangelio no le dejen tranquilo hasta que pueda lograrlo.

 

2 REFLEXIONEMOS

2.1 Los Padres

Queremos aclarar una vez para todas lo que significa Iglesia. Utilizamos esta palabra para significar el edificio. Mejor sería utilizar la palabra "templo" para ello.

La palabra Iglesia viene del griego y significa: la comunidad reunida por Dios. Está en perfecta coherencia con la palabra hebrea “kahal” del Antiguo Testamento que significa el pueblo elegido en presencia de Dios. Si, ha leído bien, cuando la comunidad cristiana se reúne ahí se hace realidad concreta la Iglesia. Así entendemos bien que participar en la misa es hacer a Dios presente en este mundo de manera eficaz.

Para utilizar una comparación. Puedo comer solo.  Pero la comida tiene otro sabor  cuando me siento con mi familia y comemos juntos. En un sentido amplio todos los bautizados son Iglesia. En ella los obispos, el Papa tienen el carisma de unificar y de ser signo de unión de todos estos bautizados. Pero Iglesia real, que puedo tocar, que es para mi un lugar privilegiado del encuentro con Cristo, es cuando me junto con mis hermanos y celebro eucaristía , por ejemplo, para mencionar de una vez lo más grande que puede hacer la Iglesia.

Lo lindo es que Iglesia no termina al separarnos porque nosotros llevamos la santificación de Cristo al mundo del trabajo, del hogar, del descanso. La  realidad Iglesia sigue operante en mi durante la semana. Pero siempre tenemos que reunirnos de nuevo para experimentar en la experiencia de que  somos Iglesia.

Otra imagen: construyen ahora automóviles eléctricos que marchan a baterías, silenciosamente sin contaminar el ambiente. Trabajan muy bien. Sin embargo tienen que regresar cada cierto tiempo a su centro y enchufar el cable eléctrico para cargar batería y luego en la fuerza de esta carga pueden funcionar de nuevo. Así nosotros. Podemos “funcionar” a lo cristiano en la fuerza de este encuentro cada cierto tiempo que me hace más Iglesia unto con los hermanos. Seguramente los entendidos me dirán ahora que es una comparación muy simplista. ¡De acuerdo! Pero, ¿necesito el plano de construcción del automóvil eléctrico, necesito conocer la función de cada pieza de los carros eléctricos, necesito estudiar ingeniería electrónica para poner en marcha este carro? Lo que necesito y eso lo sé por experiencia que si no enchufe ese cable algún momento me quedo sin poder moverme. Así que dejemos la explicación técnica a los teólogos y vayamos a reunirnos con nuestra comunidad y carguemos batería, hagamos a Cristo presente, hagamos Iglesia.

2.2 Con los hijos

Cada cultura asigna a ciertas personas una manera de proceder especial. Así lo hace un autor que goza escribir respecto a la gente de Magrebinia. Observen la manera de los padres magrebinos  cómo educan a sus hijos. El padre coloca a su hijo en una esclara muy alta y luego dice a su hijo: ”Salta, hijo, tu papá te recibirá en sus brazos”. Cuando el chico duda le insiste: “¿Dudas acaso del cariño de tu padre que tanto te quiere?” El niño convencido por la voz cariñosa salta. Su padre retrocede un paso  y lo deja caer. La explicación del padres suena así: “Para que veas. No debes fiarte de nadie, ni de tu propio padre”.

¡Qué extraña historia! La gente de Magrebinia creen así poder proteger a sus hijos de la desilusión y del engaño.  Nosotros tratamos de enseñarles lo contrario. Queremos que tengan plena confianza que siempre estamos por recibirlos. Es verdad que a veces fallamos porque somos pecadores. Sin embargo, queremos  ser como el Padre del cielo que nunca nos deja caer. El evangelio dice precisamente que todo lo que pidamos al Padre de los cielos en el nombre de Jesús. Él nos lo dará. Es más, aunque lo hayamos ofendido él no nos deja caer. Ha dado a su Iglesia el poder de desatarnos del pecado y de la muerte. Es como si estuviera siempre con los brazos abiertos, esperando, esperando. Es maravilloso ser hijo de Dios.

 

Relación con la Misa.

Celebra la eucaristía en medio de una comunidad convocada por Dios. Siempre de nuevo experimentamos que somos hijos de Dios y hermanos en Cristo en la gracia del Espíritu Santo. De la eucaristía brota precisamente el ambiente de familia de Dios. Es allí donde aprendemos a pedir en nombre de Jesús al Padre celestial. Es allí en medio de la Iglesia  reunida que experimentamos cómo Dios siempre nos habla de nuevo. Es allí  donde nos contagiamos de su Espíritu y nos convertimos en voz y en testigos de Dios.

 

4. Vivencia

Ya lo hemos hecho en otra oportunidad. Pero no hace daño repetirlo.  Nos escribimos mutuamente una carta, el padre a la madre y al revés, los hijos a los padres y entre sí, pidiendo perdón para hechos muy concretos. Nada de lindas palabras y explicaciones, hay que ir al grano. A la vez pedimos consejos como mejorar la relación. Esto nos ayudará a todos a crear el ambiente para decirnos las cosas confianza y delicadeza. ¿Por qué no lo hacen  justamente en el momento de la reflexión semanal luego de escuchar la Palabra de Dios?

 

5. Nos habla la Iglesia

Las varias figuras de la Iglesia

“Como en el Antiguo Testamento la revelación del Reino se propone muchas veces bajo figuras, así ahora la íntima naturaleza de la Iglesia se nos manifiesta también bajo diversas imágenes tomadas de la vida pastoril, de la agricultura, de la construcción, de la familia y de los esponsales, que ya se esbozan en los libros de los profetas

La Iglesia es, pues, un “redil’, cuya única y obligada puerta es Cristo (Jn 10,1—10). Es también una grey, cuyo Pastor será el mismo Dios, según El anunció (Cf. Is 40,11; Ez 34,11 ss) y cuyas ovejas, aunque aparezcan conducidas por pastores humanos, son guiados y nutridos constantemente por el mismo Cristo, buen Pastor, y jefe  de pastores (cf. Jn 10,11; 1 Pe 5,4) que dio su vida por las ovejas (Cf. Jn 10,11-16)

La Iglesia es “agricultura” o tierra de labor de Dios (Cf. 1 Cor 1,3).En este campo crece el vetusto olivo, cuya santa raíz fueron los patriarcas, en la cual se efectuará y concluirá la reconciliación de los judíos y de los paganos (Rm 11,13—25). El celestial Agricultor la plantó como viña elegida (Cf. Mt 21,33; Is 5,1ss). La verdadera vida es Cristo, que comunica la savia y la fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros que estamos vinculados a El por medio de la Iglesia, y sin El nada podemos hacer (Cf. Jn 15,1-5).

Muchas veces también la Iglesia se llama ”edificación�� de Dios (Cf. 1 Cor 3,9). El mismo Señor se comparó a la piedra rechazada por los constructores, pero que fue puesta comino piedra angular (Cf. Mt 23,42 par; Act 4,11; 1 Pe 2,7; Sal 117,22). Sobre aquel fundamento levantan los apóstoles la Iglesia (Cf. 1 Cor 3,11) y de él recibe firmeza y cohesión. A esta edificación se le dan diversos nombres: casa de Dios (Cf. 1 Tim 3,15), en que habita su “familia”, habitación de Dios en el Espíritu (Cf. Ef 2,19,22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21,3) y sobre todo “templo” santo, que los santos padres celebran representado en los santuarios de piedra, y en la liturgia se compara justamente a la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Porque en ella somos ordenados en la tierra como piedras vivas (cf. 1 Pe 2,5). San Juan, en la renovación del mundo, contempla esta ciudad bajando del cielo, del lado de Dios, ataviada como una esposa que se engalana para su esposo (Ap 21, 1ss).

La Iglesia, que es llamada también la “De  arriba” y “ madre nuestra” (Gal 4,26; cf. Ap 12,17), a la que Cristo amó y se entregó por ella, para santificarla (Ef 5, 25-26), la unió consigo con alianza indisoluble y sin cesar la alimenta y abriga (Ef 5,29), y a la que, limpia de toda mancha quiso ver unida a sí y sujeta por el amor y la fidelidad (cf. Ef 5,24), a la que, por fin, enriqueció para siempre con tesoros celestiales, para que podamos comprender la caridad de Dios y de Cristo para con nosotros, que supera toda ciencia (cf. Ef 3,19). Pero mientras la Iglesia peregrina en esta tierra lejos del Señor,(cf. Cor 5,6), se considera como desterrada, e forma que busca y piensa las cosas de arriba donde Cristo  está sentado a la diestra de Dios, donde la vida de la Iglesia está escondida con Cristo en Dios, hasta que se manifieste t gloriosa en su Esposo

(Concilio Vaticano II “Lumen Gentium no 6”)

 

6. Leamos La Biblia Con La  Iglesia

 

 

 

Año impar

Año par

Evangelio

Lunes

Col 1,24 - 2,3

1 Cor 5,1-8

Lc 6,6-11

Martes:

Col 2,6-15

1 Cor 6,1-11

Lc 6,12-19

Miércoles:

Col 3,1-11

1 Cor 7,25-31

Lc 6,20-26

Jueves:

Col 3,12-17

1 Cor 8,1b-7.11-13

Lc 6,37-38

Viernes:

1 Tim 1,1-2.12-14

1 Cor 9,16-19.22b-27

Lc 6,39-42

Sábado:

1 Tim 1,15-17

1 Cor 10,14-22

Lc 6,43-49

 

 

 

7. Oraciones

Oh Dios, que has dispuesto con admirable providencia que el reino de Cristo se extienda por toda la tierra y que todos los hombres participen de la redención salvadora; te rogamos, que tu Iglesia universal sea sacramento de salvación y manifieste y realice el misterio de tu amor a los hombres. Por Cristo nuestro Señor.

Oh Dios, que en la nueva alianza de Cristo sigues creándote un pueblo con gentes de todas las naciones, que encuentran su perfecta unidad en el Espíritu; haz que tu Iglesia, fiel a la misión recibida, camine siempre en unión de los hombres como fermento y alma de la sociedad, que ha de ser renovada en Jesucristo y transformada en familia de Dios. Por Cristo nuestro Señor.

 

 




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