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 El Sacramento de la Unción de los Enfermos - A. von Speyr

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La luz que vino al mundo para iluminar a todo hombre también le ilumina cuando él se dispone a abandonar este mundo para regresar al Padre. La EXTREMAUNCIÓN (=SACRAMENTO DE LOS ENFERMOS)devuelve la vida ya configurada al flujo infinito de fe, amor y esperanza. Cada sacramento guía al hombre hacia Dios, lo orienta. La unción es la pura y simple orientación. Confesión y comunión pueden recibirse cuando uno quiera, uno mismo puede conducir y ordenar. En cambio aquí sólo es conducido. Aun cuando se la reciba de un modo consciente y voluntario, según su misma esencia la unción permanece siempre ofrecida desde afuera. Se está entregado a ella, ella se cumple en nosotros. Nunca es el sacerdote tan autónomo en su acción, tan dispensador, tan absoluto en nombre de Dios. La unción es el paso desde la vida personal, configurada y dispuesta por sí mismo a la comunidad de los redimidos, de los que se dispone.

Ya en los demás sacramentos uno siempre ha de entregarse –en toda disposición de sí y en toda espontaneidad– a una ley superior e invisible: nunca se tenía en la mano la medida del recibir y 1,9131 del no recibir. Desde siempre uno, recibiendo, se recibió más a sí mismo que lo que recibió. Ahora, en la unción, esta ley se vuelve definitiva. El hombre sólo puede aún disponer escribiendo su testamento espiritual, volviéndole la espalda a todo lo que fue, estando a disposición de la pura disposición de Dios. En la unción, el Señor ha dispuesto de la muerte de su cristiano, cuya muerte ha probado y cuya amargura ha bebido de antemano. Y en la unción el moribundo sólo necesita repetir con el Señor: ‹En tus manos, Padre, entrego mi Espíritu›. También la gracia de la extremaunción es a la vez configurada y desbordante: el ungido debe comparecer ante Dios con la sobreabundancia de gracia de este sacramento, dotado como hermano de Cristo.

Y esta gracia continúa derramándose sobre la familia y la comunidad, que la reciben conscientemente en la edificación y el consuelo que siempre se dan en la extremaunción, pero también inconscientemente, porque aquí, en un final terreno son puestos inicios nuevos para algún o para muchos hombres. Pues toda muerte en Dios es fecunda.£

 

 

 

 

 











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