El Itinerario del Ser (Resumen histórico)
Autor:
Lluís Pifarré,
Catedrático de Filosofía de I.E.S.
Capítulo
11: x.- Wolff: El ser como
posibilidad
El término ontología,
referido como ciencia que no trata de este o
aquel ser, sino del ser en general, a pesar de
que fue usado por algunos pensadores del S.
XVII, no adquiere su rango filosófico hasta la
llegada de Christian Wolff. Este filósofo es
consciente, de que con posterioridad a Descartes
la filosofía ha caído en un gran descrédito, y
tiene el decidido propósito de poner fin a esta
continuada decadencia. Su objetivo se centra en
proseguir y actualizar el pensamiento de los más
importantes filósofos escolásticos, incluso con
la pretensión de superar y mejorar sus
definiciones y proposiciones. Influido
principalmente por Suárez, al que considera como
el mejor escolástico, intenta elaborar su
concepción del ser, mediante la noción de
posibilidad. Para Wolff, el concepto de ser debe
aplicarse a todo lo que puede existir, a todo
aquello que no es incompatible con la
existencia, aunque sea como posibilidad. De
forma clara dirá que lo que es posible es un
ser: Quod possible est, ens est. Wolff considera
que en el lenguaje corriente los términos de
ser, algo, posible, son casi sinónimos y
equivalentes, y el objeto de la metafísica es el
intento de sacar a la luz sus implícitos
significados. Si se comprende que algo es un ser
porque existe, se comprenderá que si algo existe
es porque puede existir. La posibilidad en la
filosofía wolffiana se convierte en la raíz
misma de la existencia, y por eso a los seres se
les llamará posibles.
La causa
fundamental de la posibilidad es la ausencia de
contradicción intrínseca. Wolff no tendrá
inconveniente en señalar a Suárez como su
antecesor en esta esencialista formulación:
Suárez que ha ponderado entre los escolásticos
las realidades metafísicas con particular
penetración, dice que la esencia de una cosa es
el principio básico y más íntimo de todas las
actividades y propiedades que convienen a una
cosa. Para Suárez una esencia real es la que no
contiene contradicción alguna en sí misma, y que
no es meramente lo fabricado por el intelecto.
La esencia es principio y fuente de todas las
operaciones o efectos reales de una cosa(5).
Wolff, filósofo honesto y laborioso donde los
haya, siente predilección por los minuciosos
razonamientos deductivos. En su análisis sobre
la ausencia de contradicción en la esencia,
establecerá que se pueden anexionar partes
constitutivas a la noción de ser que sean sus
partes constitutivas primeras, que son aquellas
partes que no están determinadas por ningún
elemento extraño a ese ser. Si algún elemento
extraño a algún ser fuera determinante en
relación a algunos de los elementos que entran
en su constitución, entonces, este elemento no
sería extraño al ser, pues sería también uno de
sus elementos constitutivos. Si algunos
elementos constitutivos de un ser se
determinaran entre si, deberíamos retener sólo
los elementos determinantes como partes
constitutivas de ese ser.
A estos
elementos primeros que constituyen la esencia
misma de las propiedades del ser, Wolff los
denominará con el término de esenciales
(essentialis) del ser. La esencia es lo primero
que se concibe del ser y, sin ella, el ser no
puede ser. La esencia de triángulo equilátero
está constituida por el número tres y por la
igualdad de sus lados; altérese mínimamente
cualquiera de esas condiciones y se desvanecerá
la esencia de triángulo. Por tanto, la presencia
de los esenciales es necesaria y suficiente para
poder definir la esencia de una cosa, pues esos
esenciales son los atributos fundamentales del
ser. Como elementos primeros del ser, los
esenciales son la entraña misma de la realidad,
y en cuanto no contradictorios garantizan la
realidad del ser como posibilidad: per
essentialis ens possible est. Si la esencia del
ser es idéntica a su posibilidad, quien conoce
de una cosa su intrínseca posibilidad, conoce
también su esencia. Wolff coincidirá básicamente
en estos análisis con la corriente esencialista,
en la que la noción de esencia es lo primero que
concebimos del ser, y es el primer y más íntimo
atributo de una cosa, pues la esencia, reuniendo
a los demás atributos en sí misma, es como su
raíz y fundamento. Respecto a los modos,
constituyen las últimas configuraciones del ser
que no son determinados por la esencia ni
contradictorios con ella, y si los atributos
siempre se dan con la esencia, no ocurre así con
los modos, que vendrían a ser lo que en la
filosofía aristotélica se denominaban como
accidentes. Wolff considera que con su método
analítico ha sido capaz de deducir a priori la
noción de esencia que tenían Sto. Tomás y
Suárez, y en una clara muestra de su
desconocimiento de la metafísica tomista y de su
fundamental principio del actus essendi,
afirmará que estos dos filósofos pensaban lo
mismo respecto a la naturaleza del
ser.
Al enfrentarse con la existencia la
considerará como el complemento de la
posibilidad de la esencia. Un complemento que
tendría cierto parecido con el accidente
aviceniano, o en todo caso, se asemejaría más al
modo existencial propio del escotismo, y ello
debido, a que la existencia actual no se sigue
de los esenciales del ser, pues no es un
elemento constitutivo suyo, y si no puede ser
ningún atributo, la existencia sólo puede ser un
modo. De ahí que la existencia en el pensamiento
de Wolff, sea extraña a su esencia y extraña al
ser, con lo que la existencia queda excluida del
ámbito de la ontología. Una ontología que es una
metafísica sin teología natural, porque es una
metafísica sin existencia. Una metafísica
sesgada existencialmente, como la de Wolff,
tendrá que ser sustituida por otro tipo de
ciencias como la teología, la cosmología o la
psicología, para ocuparse de los problemas
relativos a la existencia.
La escisión de
la ciencia del ser en ciencias distintas, de la
que dará buena cuenta Kant, es un indicio de que
la escolástica moderna ha perdido el sentido y
la unidad de su mensaje. En las doctrinas
filosóficas donde el ser se identifica con la
pura posibilidad y, por tanto, el ser como tal
es extraño a la existencia, la metafísica se
encuentra con la imposibilidad de hallar una
razón suficiente de la existencia actual. En
este contexto especulativo, cualquier prueba de
la existencia de Dios o de cualquier otra
existencia actual es ontológica, en el sentido
de que se indaga en una esencia existencialmente
neutra, el complemento existencial de su
posibilidad. La filosofía de Wolff es indudable
que se puede calificar de ontológica, en la
media que él mismo la ha definido como la
ciencia del ser en qua
posible.