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Julio Chevalier -  Un Retrato

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Linda Strayer, FDNSC
Octubre 2007
(descarga conferencias)

 

INTRODUCCIÓN

San Ireneo dijo que la gloria de Dios está en la persona que tiene vida plena. Mirando a la Persona de Julio Chevalier vemos a un hombre con vida plena; vemos a una persona de carne con un corazón de fuego; vemos a un hombre sincero, un hombre con una misión e intuición: “Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús”. Recientemente se ha realizado dos estudios psicológicos a base de los manuscritos de Julio Chevalier; el primero en francés en 1999 y el segundo en español en el año 2000.  Ambos llegaron a la misma conclusión: nuestro Fundador fue una persona enérgica, lleno de entusiasmo, siempre activo, una persona de una sensibilidad profunda y abierto a personas y acontecimientos. 

Chevalier nació en Richelieu en 1824, solamente 35 años después de la Revolución Francesa.  Su personalidad única fue forjada tanto por medio de sus papás como por el clima político y social en el cual la familia se encontraba.  Julio aprendió, como cualquier persona humana debe aprender,  el arte sano de vivir en relaciones y en interdependencia con otros y siendo al mismo tiempo independiente y autónomo. Para presentar una imagen de desarrollo de Chevalier, quisiera analizar más de cerca el proceso para encontrar un equilibrio entre los dos grandes anhelos de su vida personal.  Lo voy a hacer presentando en primer lugar un resumen breve de algunas obras de Robert Kegan, un psicólogo de desarrollo de la Universidad de Harvard y de la Escuela Profesional de Sicología de Massachusetts  Su trabajo se encuentra en su libro llamado ‘El desarrollo del Ser: Problemas y Proceso en el desarrollo Humano (1982). Después de describir su trabajo, voy a hacer el intento de tomar algunos ejemplos de la vida de nuestro Fundador, Julio Chevalier, y demostrar como él ha sido capaz de coordinar en sí mismo estos anhelos humanos para llegar a ser un hombre que ha dado tanto gloria a Dios.

 

Kegan ha observado que en la vida de los seres humanos hay dos grandes anhelos:

 Primero) Hay un anhelo de ser incluido, de ser parte de, de estar cerca de, de estar unido con, de  ser sostenido, de ser admitido, de ser acompañado.

Segundo) Hay un anhelo de ser independiente y autónomo, de experimentar el ser diferente, de experimentar poder escoger la propia dirección; de experimentar la propia integridad.

El inclinarse hacia uno y otro de estos dos anhelos puede ser considerado como una forma de experiencia de muerte / resurrección. En cualquier período de nuestra vida, el anhelo de ser incluido trae también consigo el miedo de ser completamente absorbido y dominado.  En otros momentos de nuestra vida el anhelo de ser independiente trae también consigo el miedo de ser totalmente separado, tremendamente solo.  Pero ambos vínculos de relación y de separación para alcanzar la autonomía, son necesarios para la vida y el crecimiento. La oscuridad y la muerte al dejar uno, lleva a la luz y la resurrección del otro.

Para demostrar la relación entre los dos anhelos, Kegan usa la imagen del la espiral hélix (el borde del pabellón de la oreja).  Este muestra que nos movemos adelante y atrás en la lucha con esta tensión durante toda la vida.  Siempre nos sentimos un poco fuera del equilibrio, porque en cada etapa de nuestra vida somos vulnerables de inclinarnos hacia el anhelo contrario.

 

Anhelando la independencia                                          Anhelando ser incluido

   La autonomía                                                               estar cerca de

  La diferencia                                                                   ser unido con                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

Kegan dice que la relación y la tensión entre estos dos anhelos permanece toda la vida.  La imagen del hélix (espiral) también señala que cada anhelo tiene el misma valor. No es mejor ser independiente que estar incluido. No es mejor desear estar cerca que querer ser autónomo.  Durante nuestra vida, desde el tiempo de nuestro nacimiento hasta la ancianidad, hay un permanente movimiento hacia un lado y otro, resolviendo, en una edad, las tensiones a favor de la autonomía y moviendo un poco hacia la inclusión en la próxima etapa.  Con madurez, con el deseo y la capacidad de crecer hacia una auténtica intimidad con otros, la persona gradualmente aprende a someter su sobre-independencia, que es contra productiva, a la interdependencia, donde se es capaz, tanto de compartir lo uno con lo otro, como de recibir el don del otro en una mutualidad amorosa y una creciente relación vivencial.  Ahora vamos a mirar a Julio Chevalier y a lo que conocemos de su vida para ver, como él ha encarnado estos anhelos muy humanos – tanto el anhelo por la independencia como el de relaciones auténticas – y las luchas que implicaban estos dos anhelos en las diferentes etapas de su vida.

 

Como Muchacho

Como Jesús, a quien vemos a la edad de 12 años, en primer lugar como un muchacho autónomo a la edad de 12 años, estando sentado en medio de los maestros del templo (Lc. 3, 46) es a la edad de 12 años que vemos a Julio Chevalier dejando el mundo de su infancia y asumiendo la tarea como aprendiz de zapatero. A esta edad él había expresado un deseo fuerte de entrar al Seminario Menor, pero, debido a la pobreza de su familia y su incapacidad de pagar su pensión, su madre le había hecho ver que debía aprender un oficio. Al mismo tiempo dijo a Julio, que estaba descorazonado, que, si Dios quería que él fuese sacerdote, Dios mismo lo haría posible algún día. 

En sus Notas Íntimas Julio escribe que él se volvió a su Madre con determinación diciendo: “Está bien, voy a aprender un oficio cualquiera, pero cuando haya hecho ahorros iré a llamar a la puerta de alguna comunidad religiosa para pedirle, que me permita estudiar; de esta manera voy a alcanzar lo que deseo.” (Notas íntimas p.6)  Se hizo entonces aprendiz de zapatero y decidió continuar con sus estudios por propia cuenta. Una segunda indicación de su creciente autonomía es el hecho de que, en el primer taller en que trabajaba como aprendiz, se daba cuenta de que era tenido más como sirviente de casa en vez de aprender un oficio; por lo tanto se fue donde otro maestro porque estaba decidido de aprender un oficio para poder financiar más tarde los estudios de seminarista.     

Vemos también como en este tiempo va luchando en cuanto a sus relaciones.  Quería adaptarse a sus compañeros de edad, pero tenía miedo de que ellos le iban a guiar en la dirección equivocada. Así escribe en sus Notas Íntimas: “Después de haberles seguido durante algún tiempo, caía en la  cuenta del peligro en que me encontraba.  Entré en una organización de perseverancia, fundada por el vicario parroquial. Estando en este ambiente, el deseo de ser sacerdote crecía siempre más.“ Julio aceptaba su necesidad de relaciones humanas al unirse con otras personas sinceras de la misma mentalidad y desde esta vivencia determinaba la dirección de su vida. Se le presentó la oportunidad de entrar en el Seminario de San Gaultier, a la edad de 17 años.

 

El Seminario Menor

Estando en el Seminario Menor se nos presentan varias señales de que Julio anhelaba relaciones humanas y ser incluido.  En San Gaultier Julio tenía muchas dificultades en adaptarse en cuanto a sus relaciones con los demás, ya que él era mucho mayor de todos los demás compañeros, quienes  no sólo eran mucho más jóvenes, sino también mejor preparado académicamente.  Otro factor era que él no era oriundo de Berry sino de Richelieu, por lo tanto era considerado un extraño.  Esta lucha dolorosa era suficiente para provocar en él dudas serias acerca de su vocación, y él mismo reconoce que estaba a punto de abandonar la idea de ser sacerdote.  Gracias a los consejos sabios y la animación de parte del superior, fue capaz de perseverar.

Julio experimentaba en sí mismo la tendencia de reaccionar con su fuerza física frente a las provocaciones de los estudiantes más jóvenes, y él se daba cuenta de que tenía que dominarse a si mismo, ya que esta tendencia de querer pagar con la misma moneda, no era la actitud que él necesitaba para desarrollarse y llegar a ser un buen sacerdote.  Esta auto-disciplina quizás era la causa de su rigidez y severidad característicos en aquellos primeros años. En el transcurso del tiempo llegaba a comprender mejor el carácter de los chicos, provenientes de una región tan diferente de la suya, y a aprender más acerca de los pueblos de donde provenían.  Su carácter auténtico comenzaba a traslucirse y sus compañeros muy pronto descubrieron a un Julio alegre, de  buena naturaleza, siempre listo para complacer a los demás. Durante su último año en el Seminario Menor, Julio se daba cuenta de que estaba demasiado ligado a uno de los estudiantes y que esta amistad podría significar un impedimento en su vida espiritual, así rompió esta relación.  Él obró con la característica rapidez de decisión de su voluntad.  El estudiante probablemente no notaba ninguna diferencia en su relación, pero Julio rompió este afecto en su corazón, y así se convirtió en una fuerza potencial sobre él. 

 

El Seminario Mayor y los Comienzo del Servicio Sacerdotal

Habiendo hablado de Chevalier a su edad de 12 años, donde demostraba signos de ser autónomo de manera apropiado, y luego de la etapa de su vida en el Seminario Menor, viendo su deseo y su lucha por crear relaciones humanas, podemos ver ahora en el Seminario Mayor un regreso sutil hacia una postura quizás un poco más autónoma ya que para ello hay varias indicaciones concretas. Sabemos que en el Seminario Mayor, Chevalier estaba totalmente impresionado por la enseñanza acerca de la Encarnación, lo cual incluía la tesis sobre la Devoción al Sagrado Corazón y que él reunía un grupo de compañeros alrededor de él llamado “Caballeros del Sagrado Corazón”.  Demostrándose como un líder natural era una señal segura de que  estaba desarrollando su autonomía.  Inspirado en esta idea, vemos como Julio tomó la iniciativa y con pasos muy determinados hizo realidad su idea.  La experiencia que adquiría en su papel de líder, sin duda le ayudaba cuando, solo unos pocos años más tarde, estaba por fundar una Congregación Religiosa.

Yo pienso que en medio de esta autonomía, que estaba emergiendo en este líder joven y al reunir a seguidores alrededor de su persona, su anhelo de relaciones humanas también era satisfecho expresamente en el don de Dios, quien se entregó a si mismo en la Encarnación, y en la nueva apreciación que Julio tenía del tremendo amor de Dios para con él, descubierto el Sagrado Corazón.  En primer lugar y sobre todo, Julio deseaba estar cerca de Dios y contribuir para que el mismo Corazón Divino sea amado en todas partes.  En la intimidad de sus oraciones, Dios llenaba esta necesidad.  Sin duda, la capacidad de Julio, de una oración profunda e intensa crecía después de la iluminación, recibido en la clase, acerca de los grandes tesoros contenidos en el Sagrado Corazón.  No era simplemente una idea, sino que crecía como esencia de su vida.  Julio, el líder y el apóstol se alimentaba y se sentía satisfecho en su relación con el Corazón Divino de Jesús.

En el desarrollo posterior, mientras estaba en el Seminario Mayor, después de leer una copia de los Anales de la Propaganda FIDE, el deseo de ser un misionero que lleva la luz del Evangelio a los paganos, fue despertando de nuevo en él  (.N.I. p.13) Hablaba varias veces de esto con su  Director y Superior, el Padre Ruel, pero era rechazado indirectamente desde el comienzo, el Padre Ruel por fin le dijo a Julio que la diócesis necesitaba sacerdotes y que el Padre Ruel iba a oponerse a que él llegara a ser un misionero fuera de su diócesis.  Frustrado, Julio condescendió a la decisión de su superior pero continuaba su discernimiento frente a la llamada irresistible que sentía dentro de sí, de “reunir algún día a algunos compañeros sacerdotes santos y fervorosos”, y trabajar para propagar por todas partes la devoción al Sagrado Corazón.

En su retiro antes de recibir el sub-diaconado (8 de Abril de 1850) me parece que el anhelo humano por la amistad se asoció con la gracia de Dios con un resultado maravilloso.  En su retiro él comprendía cuán importante era para un discípulo estar abierto y tener un buen carácter.  Para proclamar el amor que Dios tiene para con nosotros, él mismo había de llegar a ser una persona bondadosa.  Tenía que invitar a otros a su círculo interior.  Ya que el amor de Dios se encarnó y se hizo visible en Jesús, ahora debía encarnarse y hacerse visible en Julio.  El resultado fue, como sabemos, que Julio perdió su última rigidez y severidad que le había caracterizado en aquel tiempo, y se convirtió en Alguien, quien tenía facilidad de relacionarse con otros, con buen humor y amabilidad.

Un miembro de su comunidad, el Padre Hèruault MSC, escribió en años posteriores. “Era una gran alegría para él bromear con sus cohermanos y tomarles el pelo gentilmente, especialmente a aquellos que se prestaban a sus ataques y salidas ingeniosos; con él los recreos resultaban realmente relajantes y chistosos.  Tenía gran facilidad de hacer poesías y él usaba este don.  Sus versos siempre estaban llenos de humor. “De esta manera lograba que todos se sentían relajados y sin perder algo de su autoridad o de su prestigio, se colocaba al mismo nivel de los demás.  (Hombre con una misión, p. 228)

Podemos quizás detenernos un momento aquí para tomar conciencia de la importancia de este cambio en la personalidad de nuestro Fundador, desde una persona más bien reservada y seria a una persona caracterizada por su gentileza genuina, su buen humor para con todos. En esta relación descubría que debía hacerse vulnerable, salir de sí mismo y asumir riesgos.  Esto sería el único camino para ser completamente humano y, por lo tanto, un apóstol eficiente del Sagrado Corazón.

Después de que Julio era ordenado sacerdote, él tenía que luchar una vez más para equilibrar la tensión dentro de sí mismo, de anhelar relaciones verdaderas y de anhelar autonomía.  Esta vez se refería a su relación con su familia. Después de obtener el permiso de fundar una Congregación de Misioneros, quizás su tarea más dura fue la de contar esta decisión a su madre, quien se había hecho la idea de que él llegaría a ser sacerdote diocesano.

La palabra ‘misionero’ la trastornó. Viendo desvanecerse todos su sueños sentía desfallecer sus fuerzas perdiendo el sentido.  Mi mente y mi corazón estaban angustiadas y el dolor me ahogaba.  Pedía ayuda a Dios y hacía todo lo posible para que vuelva en sí.  Al recobrar la conciencia ella desahogaba su corazón con gritos, y entonces empleaba todos sus argumentos de madre para  hacerme cambiar de opinión. Durante 8 días tenía que soportar un verdadero asedio de parte de mi familia, pero, ya que estaba convencido de que Dios me llamaba para esta obra, me mantenía firme, pero no sin lucha y sufrimiento interiores. (N.I. p. 25)   

 

A la mitad de la Vida

En la medida en que Julio crecía y maduraba en la vida, el equilibrio positivo entre sus anhelos de relaciones y de la autonomía continuaba.  Siendo el Fundador y el líder de una congregación grande en constante crecimiento, él era capaz de compartir con otros su ser en humildad y  recibir el don de los demás en una amistad lleno de amor.  Un ejemplo de esto sería su lealtad y su espíritu de obediencia a los 6 arzobispos sucesivos, que han guiado la diócesis de Bourges durante su vida, aunque Julio nunca renunció a ningún derecho propio o de su comunidad.  Sabemos también que Julio se defendía cuando eran levantadas acusaciones contra su Congregación o sus obras.

Julio Chevalier era conocido por su gentileza y bondad.  Hay un hombre anciano y su esposa, que ahora han salido de Issoudun, pero hasta hace poco, el hombre acostumbraba compartir con nosotros, que su abuela había conocido al Padre Chevalier.  Este hombre muchas veces se unía al grupo cuando celebramos la santa misa en San Cyr, la Iglesia parroquial de Issoudun, donde el Padre Chevalier había sido párroco durante 35 años.  Este hombre se gozaba cada vez al contarnos lo que su abuela había dicho acerca del Padre Chevalier. Ella le había contado que el Padre Chevalier había sido un hombre bueno y amable.  Sabemos que al escuchar a otros él siempre había estado dispuesto a darse completamente a la persona con quien hablaba, dando la impresión de que no tenían nada más en la mente. Según las propias palabra de Chevalier: “Si no te esfuerzas para complacer a otros, si crees que tú mismo eres mejor que los demás, si los desprecias porque no comparten tu opinión, o si hablas con superioridad o desprecio, entonces Ud. no tiene caridad en su corazón (Hombre con una Misión p. 286)  

Julio vivía lo que predicaba.  Su atención para con los demás se revelaba también en las miles de cartas que ha escrito durante su vida.  El Padre Phillip Seveau, MSC, ha señalado que, de acuerdo al número de cartas que todavía tenemos, Chevalier debe haber escrito unas 10 cartas al día. 

Julio Chevalier era un hombre que inspiraba confianza y quien trabajaba duro para alcanzar lo que quería. Irradiaba una actitud de amabilidad, pero se hacía pocas ilusiones. Tenemos muchos enemigos, los Masones franceses por ejemplo y algunos  sacerdotes de la diócesis, que eran celosos, como también algunos miembros de su propia Congregación, que eran ambiciosos de poder etc.  Pero él permanecía fiel a una vida auténtica y manteniéndose firme en lo que él sentía era la llamada de Dios a él y a su Congregación, a pesar de cualquier obstáculo. 

Al mismo tiempo, ponía gran énfasis en la unidad y las buenas relaciones humanas. Sus palabras  “¿No escuchan el grito que llega a nosotros durante los siglos?  Es un testamento de amor; esto es: “Solamente deseo que todos sean uno en el amor, que tengan un solo corazón y una sola alma; que todos formen una solo familia, que en lo posible estén unidos entre ellos y con nosotros como estamos unidos en la esencia divina. “ ¿De dónde viene este grito, de donde proviene este proyecto de amor?  Del Corazón de Jesús.  Romper la unidad significa herirle cruelmente  (S.C. p. 241)

 

Anciano

En la medida en que Julio avanzaba en edad, su vida estaba marcada por el sufrimiento físico y mental, pero él confiaba todo al Sagrado Corazón y a Nuestra Señora.  Al final de su vida el Padre Chevalier escribió un comentario sobre el libro del Apocalipsis. Es un comentario más bien pesimista, junto con su Testamento Espiritual (1903) y sus Notas Íntimas (1902 y 1905) nos revelan cuanto debe haber luchado con la pregunta: ¿” Porqué debía suceder todo de esta manera y cómo va a terminar?” Sin embargo, consistentemente sus últimas palabras fueron siempre. “Esperamos contra toda esperanza”.

En una de sus últimas cartas ( 13 de Abril de 1906) le percibimos resignado y en paz.  Reconoce los lados positivos y purificadores de la persecución y de la oposición.  Sus palabras fueron: “En estas aflicciones debemos ver signos del amor de Dios y de su bondad”.  Vamos a esforzarnos para sacar provecho de ellas para nosotros. Quizás las Congregaciones Religiosas han olvidado su hermosa vocación y viven demasiado acomodadas, una vida mundana, y Dios desea que volvamos a nuestra vocación original.  Los religiosos y los sacerdotes siempre van a tener lo que realmente  necesitan, si son realmente lo que deberían ser.  Por esta razón no tengo miedo al futuro”.

La obra de Robert Kegan nos muestra que encontramos el sentido de nuestra vida al construir relaciones que dan vida, y por medio de la muerte de la separación y afirmación de nuestra autonomía alcanzaremos crecimiento. Vivir nuestra vida con autenticidad implica que nos movemos adelante y atrás entre estableciendo relaciones y luego separándonos por medio de la autonomía.  Desde el fondo de la oscuridad de la pérdida nace vida nueva.  Si el grano de mostaza no caer en tierra y muere permanece solo, pero si muere da mucho fruto. Si no nos comprometemos en relaciones vamos a morir.  Si no nos separamos como individuos autónomos, no podemos crecer.  Cada separación lleva a la pérdida, al lamento, lo cual a su tiempo va a guiarnos a nuevas relaciones, a la renovación y la vida.

 

Sabemos que Julio Chevalier tenía un profundo sentido del amor de Dios que se entrega a si mismo.  Quizás era precisamente esta realidad de contrastes (relación – autonomía) en Dios que atraía a Julio al Sagrado Corazón.  Dios, que es infinito y la total plenitud en sí mismo, dentro de la comunión en la Trinidad, el Alfa y el Omega, el totalmente otro, anhela la intimidad y la mutualidad con la persona humana, y de esta manera sucede que la Encarnación llena nuestra vida con su gracia.

 

En esta presentación he tratado de dar ejemplos de la vida de nuestro Fundador Julio Chevalier, para demostrar como esta tensión y el equilibrio de los lados opuestos: del anhelo humano por relacionarse y ligarse por un lado y por el otro el deseo de autonomía e independencia, eran tan eficaces a lo largo de su vida.  Habiendo analizado estos ejemplos podemos decir que él poseía un equilibrio interior extraordinario. Era un hombre que tenia tiempo para cada uno y era disciplinado. Era amable pero no débil; reservado pero no distante.  Era un hombre que dedicada mucho tiempo a la oración y a la reflexión, pero no era menos comprometido en el apostolado activo y en los proyectos comunes.  Tenía propósitos en su vida y sus acciones, pero era capaz de tolerar frustración en tiempo de dificultades y de resistencias.  Y finalmente él era Aquel escogido por Dios para llevar el amor del Sagrado Corazón a todos los rincones de la tierra y por eso podemos mirar a Julio Chevalier para encontrar nuevas inspiraciones para nuestra propia vida.