Dieron la vida


Los ciento cincuenta años de vida de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón han estado regados, prácticamente desde su principio, con la sangre de numerosos mártires que no dudaron en ofrecer su vida por la grey que se les había encomendado

 

Baining (Melanesia-Oceanía)

Nueva Bretaña es una de las islas mayores del Archipiélago Bismarck, al noreste de Nueva Guinea, a cuya nación (Papua-Nueva Guinea) pertenece en la actualidad. En ella se encuentra el Vicariato Apostólico de Rabaul, encomendado a los Misioneros del Sagrado Corazón. Al norte de la isla se encuentra el territorio de Baining, donde dieron la vida los primeros M.S.C. mártires. A principios del siglo pasado fue considerada por la Santa Sede como la misión católica mejor organizada del mundo.

El indígena To Mari había sido amonestado por el P. Rascher, el superior de los M.S.C., por haberse unido a una mujer casada. To Mari, con un grupo de «bainigs» amigos, decidió vengarse de tal ofensa. Y se desencadenó la tragedia. En dos pequeños poblados (San Pablo y Nacharunep) fueron asesinados el mismo día -lo cual habla de auténtica premeditación-dos Hermanos Coadjutores y dos sacerdotes M.S.C, cinco Misioneras del Sagrado Corazón de Hiltrup y un Hermano trapense. Todo ocurrió entre la mañana y la tarde del 13 de agosto de 1904. La saña que se empleó con ellos demuestra hasta dónde había llegado el espíritu vengativo de su promotor, To Mari

Sus asesinos fueron detenidos y, algunos, ajusticiados. Entre ellos hubo quien pidió públicamente perdón por su delito. To Mari rechazó toda atención religiosa. La causa de Beatificación de los mártires de Baining fue introducida, pero fue rechazada en principio por defectos de forma.

 

China:    PP. Winckelmann y Enrique Kellner, M.S.C.

China ha sido siempre uno de los lugares preferidos por los M.S.C. para llevar a cabo su labor misionera. En otoño de 1926 partía la primera expedición alemana para esas tierras. Iban a establecerse al sureste del país, en la Provincia de Guizhou.

Pero muy poco iba a durar para el P. Winckelmann. Llamado por el P. Provincial de Alemania, que estaba visitando la Misión, para una entrevista, el P. Winckelmann se puso en camino. Era el 22 de noviembre de 1928. Debía atravesar un territorio muy extenso, asolado por la guerra civil poblado de bandoleros. A los seis días de viaje fue asaltado por ellos. Y en este punto se pierde toda pista sobre él. Se cree que fue fusilado, aunque se desconocen los detalles de su ejecución. Su cadáver fue trasladado de lugar para que se perdiese su pista. Después de muchas pesquisas, sus restos fueron localizados, en una fosa común, junto con los de otros muchos asesinados.

El P. Enrique Kellner llegó a China en 1933. Tenía 26 años. Tres años más tarde moría a manos de Ejército Rojo, durante la Larga Marcha. Detenido en su residencia, que no tuvo tiempo de abandonar, pasó por diversos interrogatorios, y hasta se llegó a pedir dinero por su liberación. Encerrado en una jaula de madera, el P. Kellner fue llevado a través de inmenso territorio de China por diversos lugares, repitiéndose en ellos los interrogatorios. La acusación -que él siempre negaba- era que era un «colaborador extranjero», espía de los contrarrevolucionarios y de los imperialistas alemanes. Habiendo caído enfermo de gravedad, falleció en la Semana de Pascua de 1936. Su féretro fue abandonado en una colina, y abierto más tarde, en busca de algo de valor, por un grupo de bandidos. Al ver que sólo había un extranjero, famélico, con una sotana raída y destrozada, lo abandonaron allí. Por la noche llegaron los lobos...

 

Los mártires holandeses M.S.C.

El Vicariato Apostólico de Nueva Guinea Holandesa, a cuyo frente se encontraba Mons Aerts, M.S.C., abarcaba un inmenso territorio: norte de Nueva Guinea, muchas de las islas de la actual República de Indonesia, Grande y Pequeña Kei, Ceram, Taninbar, Amboina, Morotai... Una extensión de 494.333 kilómetros.

Hace ya dos años que Europa está en guerra. En Extremo Oriente, Japón ha comenzado su conquista del Pacífico. El 30 de julio de 1942 los japoneses llegan a Kei. Tanto los religiosos como las religiosas, todos M.S.C., han decidido con su Obispo no abandonar sus puestos. Pero de poco les sirve. Los invasores ocupan en plena noche sus residencias. Y se encuentran con un extraño acusador ante los japoneses: un musulmán que les señala como los incitadores de los indígenas contra los invasores.

Después de varios interrogatorios, las religiosas son enviadas a un campo de concentración. Los sacerdotes y hermanos coadjutores, con Mons. Aerts al frente, son condenados a muerte. Muerte que se realizó de inmediato. Primero se oyeron unos disparos repetidos de fusil. Su fin era asustar a los nativos. Poco más tarde los religiosos salieron de su residencia con los ojos vendados y esposados. Fueron colocados en fila, de espaldas al convento. Fue entonces cuando se oyó, en el impresionante silencio en que se estaba desarrollando la escena, la voz del P. Berus gritando vivas a Cristo. Una bala atravesó su boca aún abierta. Y como él, fueron cayendo todos los demás: 14.

Los japoneses obligaron a los nativos a arrojar los cuerpos al mar. Pero no hicieron caso, y los enterraron con todo respeto muy cerca de la costa.

 

Barcelona, 1936

La mañana del 19 de julio de 1936 había comenzado muy agitada. Las radios hablaban de continuo de la sublevación militar. Sublevación que en Barcelona no había fraguado. Pero, para poder evitarla, se había armado al pueblo. Los periódicos «L'Humanitat» (comunista) y «El Trebalí» (Ezquerra Republicana) alentaban al pueblo contra todo lo que fuese capitalismo e Iglesia.

Ante ese evidente e inminente peligro, la Comunidad de M.S.C. del Colegio San Miguel, de Barcelona, en la calle Rosellón, celebró a las 12 de ese mismo día la que sería la última Eucaristía. Por consejo de varios amigos, la comunidad (era 10) decide abandonar la casa, refugiándose en casas de amigos y conocidos. Al día siguiente, 20, la iglesia fue saqueada, profanada e incendiada.

Los PP. Melanio Macho y Julián Apezteguía se refugiaron en una fonda de la calle Valencia. Una sirvienta de la fonda los delató. Una patrulla de milicianos se personó en la casa y se los llevó prisioneros. El «auto de la muerte» en que iban se puso en marcha en dirección a la Rabassada, el Guinardó o cualquier otro lugar de las colinas circundantes. Aquí se perdió su pista.

Gracias a un exalumno del Colegio San Miguel, médico, que trabajaba en el Hospital Clínico, podemos conservar las fotografías, con la cara hinchada y deformada de ambos religiosos. El P. Melanio Macho tenía 26 años; el P. Apezteguía apenas había cumplido los 28.

El P. Florentino Díaz, Director del Colegio, se refugió en una casa muy cercana al edificio. Desde ella pudo contemplar su saqueo e incendio. Estaba decidido a no abandonar la ciudad hasta que no lo hubiese hecho el último de los religiosos. Y a ello dedicó su tiempo. Avisos de amigos le hicieron abandonar su primer escondite, yendo a refugiarse en casa del Dr. Cirera, en la Gran Vía.

El día 12 de octubre, santo de su madre, el P. Florentino Díaz fue detenido. Su pista se perdió de inmediato. Al terminar la guerra, la familia Cirera acudió al Parlamento, donde se exponían las fotos de los cadáveres encontrados en las fosas comunes. No estaba entre ellas el P. Florentino. Pero entre las ropas de los fallecidos, que también estaban expuestas, pudieron reconocer la tela de su americana y la camisa que la familia le había comprado. Aquel cadáver tenía en el cementerio de Las Corts, además de una cruz, el número 120.

 

Canet de Mar (Barcelona):  29 de septiembre de 1936

En Canet de Mar (Barcelona), los Misioneros del Sagrado Corazón tenían su Escuela Apostólica para la formación de futuros M.S.C., llama-da Pequeña Obra. En ella trabajaban en dicha formación 12 religiosos M.S.C. entre Padres y Hermanos. Y allí llegó también la tragedia.

Los primeros avisos de alarma llegaron el 19 de julio de 1936. La parroquia del pueblo había sido incendiada. Y por la tarde, un tropel de gentes armadas irrumpió en la casa. Religiosos y niños fueron sacados de la casa e instalados en el cercano Parque de la Misericordia. En esa especie de campo de concentración permanecieron los religiosos y los alumnos de la Escuela Apostólica dos semanas.

El 3 de agosto una buena persona del Comité de Canet de Mar les avisa de que corren peligro inminente. Y les indica que no teman por los niños, pues no les pasaría nada. Tres Padres y un Hermano huyeron enseguida. El grupo más joven, tres Hermanos y cuatro Padres, se retrasó algo para dar algunas consignas a los niños mayores en el cuidado de los más pequeños. Era el atardecer. El primer grupo logró salvarse después de muchos sufrimientos y peripecias; tan sólo el Hermano Heras, separado del grupo, acabó desapareciendo.

El segundo grupo lo componían los PP. Antonio Arribas Ortigúela, Abundio Martín Rodríguez, José Vergara Echevarría y José Oriol Isern i Masso; y los Hermanos Gumersindo Gómez Rodríguez, Jesús Moreno Ruiz y José del Amo y del Amo. Su fuga, hacia la frontera francesa, atravesando montañas y sufriendo muchas penalidades (frío, lluvia, hambre...), duró algo más de un mes. Ya cercanos a la frontera, fueron traicionados por una persona a quien acudieron demandando ayuda e información, y detenidos. Su estado era lamentable, según varios testigos. Conducidos ante el Comité del lugar (Begudá) fueron interrogados sobre si «eran frailes o sacerdotes», cosa que ellos no negaron. Y por sólo esa razón fueron condenados. Trasladados a Sant Joan de les Fonts, allí esperaron dos días hasta que el Comité del lugar decidió su muerte.

Ésta ocurrió a media tarde, en un lugar deshabitado, entre Besalú, Seriñá y Bañolas. Trasladados allí en un autobús, fueron fusilados (primero cuatro y luego tres) al lado de una casa derruida y abandonada. El mayor de ellos tenía 28 años. El más joven apenas había cumplido los 20.

Su Causa de Beatificación está introducida. Tan sólo falta la decisión de la Congregación para las Causas de los Santos.

 

Guatemala en la década de los 80

La situación de Guatemala, hasta bien entrada la fecha de los años 90 ha sido la de un país gobernado por continuos golpes de estado y dominado por el terror impuesto por las diferentes Juntas Militares y sus partidarios. Quien más sufrió el mal reinante en sus propias carnes fue el sufrido pueblo quiché, al noroeste de Guatemala.

Y entre los que vivieron esas épocas de horror se encontraban los M.S.C., que atendían pastoralmente toda la región, que padecieron como los indígenas esa continua persecución y que acabaron sintiendo en sus propias carnes el calor de las balas y el terror de la tortura.

Tres Misioneros del Sagrado Corazón dieron la vida en El Quiché. Fueron, en una sucesión de tiempo casi matemática, los PP. José María Gran, Faustino Villanueva y Juan Alonso. Su dedicación a los más necesitados y su compromiso cristiano con ellos fueron el motivo de sus muertes.

El P. José María Gran fue asesinado cuando se encontraba realizando una de sus habituales giras por el territorio de su extensa parroquia, Chajul. Disparos a traición, en plena montaña, terminaron con su vida y con la de su fiel sacristán, Mingo. Eran las once y media o doce de la mañana. Era el 4 de junio de 1980. Tenía 35 años.

El P. Faustino Villanueva asistió a los funerales del P. Gran. Comentan que dijo: « ¿Quién será el próximo?». El próximo iba a ser él. Su carácter pacifico, servicial, había ganado el corazón de sus feligreses. Y, esperando la visita de alguno, se encontraba en su despacho de su parroquia de Joyabaj, cuando dos pistoleros entraron para visitarle. Pocos minutos después se oyeron dos disparos. Habían perforado su cráneo. Era la noche del día 10 de junio de 1980. Tenía 48 años.

Debido a ambas muertes y a las continuas amenazas que se recibían el Obispo decide que se abandone temporalmente la diócesis de El Quiché. Los M.S.C. obedecen y se repliegan a la capital, Guatemala. Allí esperarán tiempos mejores.

Por esas fechas, el P. Juan Alonso se encontraba trabajando en El Petén. Pero, en cuanto se entera del asesinato de sus hermanos, se ofrece voluntario para ir a Chajul, parroquia que detentaba el P. Gran. El Obispo acepta su ofrecimiento. Y el P. Juan Alonso comienza a trabajar en la zona norte. Sus viajes, en el poco tiempo que estuvo allí, de un lugar a otro para atender a todos fueron constantes. Y en uno de ellos fue detenido, torturado y asesinado. Era el 15 de febrero de 1981. Tenía 48 años.

El Episcopado Guatemalteco está recabando información para introducir su Causa de Beatificación, junto con la de otros muchos, religiosos y religiosas, sacerdotes y laicos que fueron asesinados en esa terrible década por los mismos motivos.

 

 

 

Las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Hiltrup

Dios se sirve para conseguir sus planes hasta de la política, que ya es decir. Porque la fundación de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Hiltrup, que tal es su nombre, nació como consecuencia de posturas políticas que nada tenían que ver con la religión. Su fundador fue el P. Humberto Linckens, alemán, Misionero del Sagrado Corazón. Y nacieron con el mismo espíritu que el P. Chevalier dio a los Misioneros del Sagrado Corazón y a las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

 

A finales del siglo pasado, el Gobierno alemán actuaba con auténtica hostilidad hacia las Congregaciones religiosas extranjeras establecidas en las misiones de sus posesiones y protectorados no las admitía

 

El P. Linkens era por aquel entonces el procurador de Misiones en Alemania. Desde Nueva Bretaña los misioneros le insisten sobre la necesidad urgente de enviar religiosas para ayudarles. Y el P. Linkens no tendrá otra salida que fundar una nueva Congregación para religiosas alemanas. Cómo nacía en Alemania, el Gobierno no pondría dificultades. Así de sencillo y así de complicado. Pero era claro que Dios estaba actuando.

 

La nueva Congregación femenina tendrá el tituló de Misioneras del Sagrado Corazón, y fue erigida canónicamente el 6 de febrero de 1900 por el Obispo de Münster. Las primeras profesiones fueron al año siguiente, el 25 de marzo de 1901. Y un año más tarde, todo muy rápido, pues la nueva Congregación no comenzó precisamente con lentitud, salieron ya diez religiosas para distintas misiones en lugares ocupados por Alemania. Cinco de ellas fueron asesinadas por los indígenas de Baining, junto con dos sacerdotes M.S.C., dos Hermanos M.S.C. y un religioso trapense.

 

En expresión acuñada recientemente, el carisma de los Misioneros del Sagrado Corazón y de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón es el de "ser en el mundo en Corazón de Dios”.

 

La aprobación definitiva de la Congregación se dio el año 1933. De Alemania se extendieron -además de los territorios de Oceanía- hacia Estados Unidos, Canadá, Perú, Namibia, India, Corea, Centroamérica, República Dominicana..., además de otros países de Europa, entre ellos España. En la actualidad ha comenzado a extenderse en los países de Europa del Este.