¿Qué es lo nuestro?  ¿Qué viene primero?

¿LIBERACIÓN O EVANGELIZACIÓN?

(clerus.org)

 

Un problema siempre actual en la conciencia cristiana. Todo depende de como se plantea.

Con etiquetas nuevas, el problema se propone continuamente: ¿Qué hacer primero: evangelizar o liberar al hombre de la pobreza y la marginación? ¿Llenar su estómago vacío o darle la Palabra de Dios?

 

Liberación obrera

De esta manera en un libro del inicio de los cincuenta se presenta el problema en Francia:

“¿Qué queréis, pues, que hagamos? Para nosotros sólo hay una actitud posible y verdadera: callarnos, callar mucho tiempo; callarnos durante años y años y participar en toda la vida, en todas las luchas, en toda la cultura latente de nuestra población obrera que, sin querer, hemos engañado tan frecuentemente. Incluso hemos renunciado a la intención de convertirlos, porque esta intención les parecía sospechosa y porque nosotros mismos seríamos incapaces quizá de conservar para adentro esta intención. Dada la educación que recibimos, tal intención nos llevaría a desestimar, por poco que sea, el propio valor de la liberación obrera que es esencial conseguir ante todo.(...)No creemos que pueda florecer la religión entre podredumbre. Así, pues, por el momento no miramos más que a trabajar con todas las gentes de buena voluntad para alejar la guerra y preparar el advenimiento de una sociedad asentada sobre bases más razonables y humanas.Entonces, y sólo entonces, será cuando el hecho religioso podrá plantearse correctamente (M. Montuclard, Evenements de la foi, pp. 59-61).

 

¿Y qué pasó? Que llegó el bienestar para la clase obrera y ésta se fue alejando siempre más de Dios. Falsos profetas de ayer y hoy. Pensar que existe una oposición entre la evangelización y la promoción humana, y que es imposible hacer las dos cosas al mismo tiempo.

 

Primero humanizar, después evangelizar.

Mons. Suenens, después cardenal y uno de los más grandes artífices del Concilio Ecuménico Vaticano II, así expresaba esta opinión, que él rechazaba rotundamente:

 

“El pecado que hay que combatir con armas puramente humanas — notémoslo — ¿no es acaso ante todo el pecado colectivo: el de la sociedad contra los pobres? En espera de esas reformas que serán únicamente el fruto de las revoluciones sociales y de las leyes, es inútil hablar a los desamparados de este mundo de la oración, del cielo y de lo demás; no os escucharán. Habladles de justicia, trabajad con ellos en las reformas que se imponen, y entonces el cristianismo significará algo a sus ojos.Entonces, y solamente entonces...Tal es el lenguaje de una pastoral que quiere ser realista y que se resume en este slogan: Es preciso humanizar en primer lugar; después evangelizar” (Mons. León José Suenens, La Iglesia en Estado de Misión, Bilbao 1955, p. 33).

 

También en América Latina no han faltado clérigos y laicos “comprometidos”, que con esta mentalidad han enfrentado el problema de la pobreza, con los resultados que todos conocemos. Decía un indígena de una diócesis muy “liberada”: “El obispo nos consiguió las tierras y los gringos nos entregaron la fe”. ¡Qué bonito elogio para un obispo: haberse preocupado de lo material, dejando a las sectas lo espiritual!

 

Evangelizar: nuestra tarea específica

Todos pueden luchar en favor del hombre, pero no todos pueden evangelizar. Cuidado, entonces con confundir la evangelización con la lucha por la promoción humana a secas. La evangelización va mucho más allá y tiene que animar cualquier obra de promoción humana. La evangelización es la tarea fundamental de la Iglesia, es la razón más profunda de su existir. A este propósito afirmó el Papa Pío XII: “La Iglesia no evangeliza civilizando, sino que civiliza evangelizando”. Y San Hilario: “¿Qué hay tan peligroso para el mundo como el no haber recibido a Cristo?”.

 

 



(volver al inicio)