CAMINOS DE SALVACIÓN y
LAS SECTAS
(clerus.org)
Con el
pretexto de que existen distintos caminos de salvación, se llega a vaciar el
misterio de la Encarnación, el papel de la Iglesia y el mandato de Cristo de ir
y predicar el Evangelio a todas las gentes. Distintos caminos de salvación, SÍ;
todos iguales, NO. VOLUNTAD SALVÍFICA Y UNIVERSAL
En la
Biblia vemos claramente como Dios ama a todos los hombres y quiere que todos
lleguen a la salvación. He aquí los pasajes bíblicos mas significativos al
respecto. ¿Cómo no voy a tener compasión de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que aún no distinguen entre el bien y el mal, y una gran cantidad de animales? (Jon 4,11).En las generaciones pasadas, él permitió que cada pueblo siguiera su propio camino; aunque no dejó de darse a conocer por sus beneficios, enviándoles desde el cielo lluvias y temporadas fructíferas, y llenando de alimento y alegría sus corazones (Hech 14,16-17).Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4).
Con el fin
de que buscaran a Dios a ver si, aunque sea a tientas, lo podían encontrar; y
es que en realidad no está lejos de cada uno de nosotros (Hech 17,27).
Así que
para todos existe alguna posibilidad (camino) de salvación. En el fondo, ¿qué
son el budismo, el musulmanismo y el conjunto de creencias y ritos que tenían
los antiguos indígenas de México, si no “caminos de salvación”, es decir puntos
de encuentro entre el amor misericordioso de Dios y la búsqueda del hombre?
Solamente
algún fanático, con mente cerrada y enfermiza, puede pensar que fuera del
cristianismo, o más bien, su manera de entender y vivir el cristianismo, todo
es oscuridad, maldad y perdición.
RESPETO Y APRECIO
En una
sociedad pluralista, la actitud de tolerancia, respeto y aprecio por las
distintas creencias, opiniones y valores representa algo fundamental. Solamente
así se puede garantizar un espíritu de convivencia pacífica y colaboración
entre todos, condición esencial para el progreso de los pueblos y las naciones.
EXIGENCIAS DE LA VERDAD Pero al mismo tiempo no es correcto pensar que todos los
caminos tienen la misma importancia y cada uno está libre de escoger el camino
que más le guste o llame la atención, sin mayores consecuencias. Es que la verdad tiene sus exigencias. No se puede impunemente conocer la verdad y darle las espaldas, para seguir con los propios criterios y así evitar entrar en conflicto consigo mismo o la sociedad, como hicieron los judíos del tiempo de Cristo. Una vez conocida la verdad, se hace necesaria su aceptación o se incurre en el pecado contra el Espíritu Santo, que es precisamente el Espíritu de la verdad (Mt 12,31-32). Ahora bien,
cada camino manifiesta un cierto grado de acercamiento y comprensión del
misterio de Dios, hasta llegar a la plenitud en Cristo y su Iglesia. Cuando
alguien, en su búsqueda de Dios llega a esta luz, no la puede rechazar así
nomás, por intereses particulares. Es como cerrarle el paso a Dios y darle la
espalda. Lo que representa una actitud extremadamente negativa, un pecado
radical, que puede comprometer seriamente su destino final.
He aquí lo
que dijo Jesús a este respecto:
El motivo
de esta condenación está en que la luz vino al mundo pero los hombres
prefirieron la oscuridad a la luz, porque su conducta era mala. Todo el que
obra mal detesta la luz y la rehuye por miedo a que su conducta quede
descubierta. Sin embargo, aquel que actúa conforme a la verdad, se acerca a la
luz, para que se vea que toda su conducta está inspirada por Dios (Jn 3,19-21).
EL PROBLEMA DE LA COSMOVISIÓN Subrayando demasiado el sentido salvífico que tienen
esencialmente todas las religiones (se habla de semina Verbi = semillas del
Verbo), se puede llegar a vanificar el misterio de la Encarnación, el papel de
la Iglesia y el mandato de Cristo de ir y predicar el Evangelio a todas las
gentes.
“Si todos
se pueden salvar siguiendo el camino que ya tienen — opinan algunos —, ¿por qué
no dejarlos así como están, evitándoles tantos sufrimientos, que pueden surgir
con el anuncio del Evangelio, que muchas veces choca con la propia cosmovisión
y sensibilidad?”.
PROMOCIÓN HUMANA Y EVANGELIZACIÓN
¿Cuál sería,
entonces, el papel del misionero? Dedicarse a la promoción humana. A los que
piensan y actúan de esta manera, yo les digo: “Respeto su manera de pensar.
Sigan con su promoción humana, que tanta falta hace para aliviar tantas
miserias. Pero acuérdense de que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda
Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). Si ustedes no perciben la
importancia del Evangelio en orden a la plena realización del hombre, dejen a
otros que lo hagan. No quieran acapararlo todo, queriendo imponer a toda costa
su visión del problema”.
A este
respecto, así se expresa el Papa Juan Pablo II: “Si se analizan las aspiraciones del hombre contemporáneo en
relación con el sacerdote se verá que, en el fondo, hay en el mismo una sola y
gran aspiración: tiene sed de Dios. El resto — lo que necesita a nivel
económico, social y político — lo puede pedir a muchos otros. ¡Al sacerdote se
le pide Cristo!
Y de él tiene
derecho esperarlo, ante todo mediante el anuncio de la Palabra. Los presbíteros —enseña el Concilio— “tienen
como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios” (Presbyterorum
ordinis)” (Juan Pablo II, Don y Misterio, p. 82, México 1997).
CONVERSIÓN Y SACRIFICIO No hay vuelta de hoja: no puede haber cambio, superación o
conquista, sin sacrificio. Algo hay que dejar para avanzar. Algo hay que dejar
para aceptar la salvación plena en Cristo Jesús. Esto vale para los individuos,
las familias, los pueblos y las naciones. Querer aceptar a Cristo, siguiendo
como antes, con la misma manera de pensar, los mismos valores y la misma
cosmovisión, es un absurdo.
Evidentemente,
cada forma de desprendimiento tiene que llevar siempre consigo un cierto
sufrimiento:
“Sin
derramamiento de sangre no hay salvación” (Heb 9,22). ECUMENISMO MALENTENDIDO Aplicando al interior del cristianismo esta manera de
pensar, se llega a considerar las divisiones internas como “maneras diferentes
de entender y vivir el Evangelio”, como si, en el fondo se tratara simplemente
de “denominaciones diferentes”, sin ningún perjuicio en orden al plan de Dios y
la salvación. Así que, en el fondo, no habría gran diferencia entre católicos,
ortodoxos, anglicanos, luteranos, etc. Todo se reduciría a un problema de
palabras y tradiciones particulares, sin ninguna relevancia en orden al plan de
Dios y la salvación. Por lo tanto, sin mayores consecuencias uno podría
tranquilamente pasarse del catolicismo, al anglicanismo, luteranismo, etc. CONCLUSIÓN
Una cosa es
el respeto, el diálogo y la apertura para con todos, y otra cosa es pensar que
todo es lo mismo. El mejor servicio que le podamos prestar al hombre, es
encaminarlo hacia la búsqueda y la aceptación plena, sin reservas, de la
verdad. No por nada dijo Jesús:
“Yo soy el
camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).
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