[_Sgdo Corazón de Jesús_] [_Ntra Sra del Sagrado Corazón_] [_Vocaciones_MSC_]
 [_Los MSC_] [_Testigos MSC_
]

MSC en el Perú

Los Misioneros del
Sagrado Corazón
anunciamos desde
hace el 8/12/1854
el Amor de Dios
hecho Corazón
y...
Un Día como Hoy

y haga clic tendrá
Pensamiento MSC
para hoy que no
se repite hasta el
próximo año

Los MSC
a su Servicio

Portal MSC Perú

Mapa del Sitio

WeblogMSC

Escribirnos


free counters

La infidelidad en la Iglesia católica: Introducción

 

 

J.M. Iraburu

Páginas relacionadas 

 

La Providencia divina me ha dado, en más de treinta años de vida pastoral como profesor de teología, escritor y predicador, conversar en distintos países sobre la situación de la Iglesia con muchas personas fieles y experimentadas, Obispos y sacerdotes, religiosos y laicos, monjes y religiosas contemplativas. Personas con las que muchas veces, es cierto, tengo especial afinidad. Por eso puedo asegurar con fundamento in re que los pensamientos que expongo en esta obra –al menos en sus líneas fundamentales–, aunque hoy raras veces son escritos y publicados, no son solamente míos, sino que expresan el sentir de muchos católicos, que están entre los hijos más fieles de la Iglesia. En adelante, pues, al escribir este libro lo haré en plural. Es uno quien escribe esta obra –alguien tiene que hacerlo–, pero son muchos los que en estas páginas expresan sus pensamientos y sus esperanzas.

En este escrito afrontamos problemas que son especialmente graves en la Iglesia Católica de los países descristianizados, es decir, de aquellos pueblos de filiación cristiana más antigua y hoy de mayor riqueza económica. Pero son cuestiones que interesan y afectan, obviamente, a toda la Iglesia.

En la refutación de ciertos errores hemos prestado especial atención al magisterio de Pablo VI, que tiene un valor histórico especial, ya que es el primero en denunciarlos –al menos en su expresión actual– y rechazarlos. Pero las mismas enseñanzas y refutaciones son dadas posteriormente en numerosos documentos por Juan Pablo II con gran fuerza y claridad.

A lo largo de la obra, en muchas ocasiones, los subrayados en cursiva de las citas hechas son nuestros. No lo avisamos en cada caso.

Para algunos esta obra puede resultar bastante enojosa. No es, por supuesto, nuestra intención molestar a nadie. Pero cuando está en juego la gloria de Dios y la salvación eterna de muchas personas –incluida la de aquellas que puedan molestarse con nosotros–ha de hacerse lo que se juzgue más conveniente. Los cristianos, como Cristo, hemos sido enviados a este mundo «para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37), y éste es un deber urgente de conciencia, que ha de ser cumplido con humildad y caridad, prudencia y fortaleza. Sólo de la verdad viene la salvación. Y salus animarum, suprema lex.

La previsión de que ciertas personas de la Iglesia puedan sentirse enojosamente aludidas por nuestras consideraciones nos da pena, sin duda; pero, bien mirado el asunto, no tiene mayor importancia.

En unos pocos días más, Obispos, presbíteros, laicos, religiosos, «todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios... y cada uno dará a Dios cuenta de sí mismo» (Rm 14,10.12). Eso sí que tiene importancia.

Recuérdese también que la misma ley universal de la Iglesia establece que

«los fieles tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia», etc. (canon 212,3).



Del mismo autor

Hay otras obras, todas publicadas en la Fundación GRATIS DATE, en las que trata con mayor amplitud los temas que en la obra presente ha considerado en síntesis. Concretamente, en la presente obra, el autor ha tomado en varias ocasiones textos de estos escritos:

–Caminos laicales de perfección, 1996, 51 p.

–El matrimonio en Cristo, 1996, 144 p.

–Sacralidad y secularización, 1996, 80 p.

–Causas de la escasez de vocaciones, 1997, 51 p.

–De Cristo o del mundo, 1997, 233 p.

–Evangelio y utopía, 1998, 164 p.

–Elogio del pudor, 2000, 46 p.

–Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción, 2001, 67 p.

–El martirio de Cristo y de los cristianos, 2003, 156 p.




Mat 5:27 «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Mat 5:28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Mat 5:29 Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
Mat 5:30 Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.


1Co 6:15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo!
1Co 6:16 ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne.
1Co 6:17 Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.
1Co 6:18 ¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.
1Co 6:19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu[2] Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?
1Co 6:20 ¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.



Efe 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
Efe 5:26 para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra*,
Efe 5:27 y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.
Efe 5:28 Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo.
Efe 5:29 Porque nadie aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia,
Efe 5:30 pues somos miembros de su cuerpo.
Efe 5:31 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne.
Efe 5:32 Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.
Efe 5:33 En todo caso, también vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.




Mat 5:27 Ye have heard that it was said by them of old time, Thou shalt not commit adultery:
Mat 5:28 But I say unto you, That whosoever looketh on a woman to lust after her hath committed adultery with her already in his heart.
Mat 5:29 And if thy right eye offend thee, pluck it out, and cast it from thee: for it is profitable for thee that one of thy members should perish, and not that thy whole body should be cast into hell.
Mat 5:30 And if thy right hand offend thee, cut it off, and cast it from thee: for it is profitable for thee that one of thy members should perish, and not that thy whole body should be cast into hell.



1Co 6:13 Meats for the belly, and the belly for meats: but God shall destroy both it and them. Now the body is not for fornication, but for the Lord; and the Lord for the body.
1Co 6:14 And God hath both raised up the Lord, and will also raise up us by his own power.
1Co 6:15 Know ye not that your bodies are the members of Christ? shall I then take the members of Christ, and make them the members of an harlot? God forbid.
1Co 6:16 What? know ye not that he which is joined to an harlot is one body? for two, saith he, shall be one flesh.
1Co 6:17 But he that is joined unto the Lord is one spirit.
1Co 6:18 Flee fornication. Every sin that a man doeth is without the body; but he that committeth fornication sinneth against his own body.
1Co 6:19 What? know ye not that your body is the temple of the Holy Ghost which is in you, which ye have of God, and ye are not your own?
1Co 6:20 For ye are bought with a price: therefore glorify God in your body, and in your spirit, which are God's.





Catecismo de la Iglesia Católica
Castidad y homosexualidad

2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.