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Testimonio de Augusto y Maggie Castillo

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Ayer cumplimos cuarenta y cuatro años de casados y tenemos que darle gracias a Dios por habernos acompañado en estos años en las alegrías y en las penas.

Desde el primer momento de nuestro matrimonio estuvimos cerca de la Iglesia. Militamos en diversos grupos como son el Movimiento Familiar Cristiano, los Cursillos de Cristiandad, los Encuentros Matrimoniales y los Encuentros de Novios.  Siempre pensábamos que por el hecho de servir a la Iglesia éramos muy buenos y estábamos salvados. Sin embargo,  más adelante nos daríamos cuenta de lo equivocados que estábamos.

 

Queremos dar testimonio de algunas de las intervenciones palpables de Dios en nuestras vidas.

 

Durante el primer año de casados no tuvimos hijos y ya comenzamos a preocuparnos. Luego de consultar a varios médicos nos enteramos que médicamente sería imposible tener hijos. Pero como para Dios nada es imposible, después de ponernos en sus manos y suplicarle nos regaló un hijo al que pusimos el nombre de Augusto, el nombre de su padre. Luego sucedió lo que parecía imposible: Se multiplicó el milagro hasta completar cinco hijos, dos varones y tres niñas.

 

Siempre fui una madre exigente con los hijos. Quería que fueran educados y casi perfectos. El mayor era un chico movido y, por las mismas presiones en medio de  las que se desarrollaba, era muy inseguro a los 15 anos. Había terminado el colegio y comenzó a estudiar una carrera, luego otra y finalmente a los 20 años  semarchó para Europa.

 

En aquel momento nosotros habíamos escuchado un anuncio del Camino Neocatecumenal al cual asistimos por curiosidad.  Pero luego nos interesó y poco a poco fuimos viendo que esto era de Dios. Allí nos dimos cuenta de las fallas que habíamos tenido con los hijos, El Señor nos fue preparando para el primer golpe que sufriríamos al llevarse a Augusto cuando acababa de cumplir 34 anos. El único consuelo que nos quedaba era que él también había recibido este anuncio de que Dios lo amaba en medio de sus pecados. Fue una época muy dura para toda la familia. Pero el Señor nos consolaba a través de la lectura de la Biblia.

 

Mas adelante nuestra última hija comenzó a dar signos de estar con anorexia, enfermedad terrible que le sobrevino por diversas causas. [¿Qué les parece que dejamos fuera esta parte?:  el matrimonio de su hermana a la cual era muy pegada, la ida de una empleada que había estado 18 con nosotros y la muerte de su hermano]. Nos pusimos a rezar nosotros, la comunidad y la comunidad de esta hija.  Pues ya estaba con su hermana en comunidad y después de 2 años comenzamos a ver los resultados. El Señor nos escuchó y la liberó de este mal. Ahora esta casada y tiene dos lindos bebes.

 

Luego pasa el tiempo y nuestra hija política - a la cual queremos como una hija propia - se enferma de un cáncer, del más maligno, un tumor al cerebro y tiene que ser operada en Los Ángeles. Pues, ahora ella está bien. Ni siquiera se le cayó el pelo en la operación ni durante el tratamiento de la quimioterapia. A ella le pusieron una quimioterapia experimental que no le dejó ningún rastro.

 

¿Como no voy a creer en Dios con todas estas manifestaciones de su inmenso amor. No somos una familia perfecta sino una familia de pecadores que muchas veces caemos en la comodidad, en la burguesía. Pero sabemos que a pesar de todo Dios nos ama y camina junto a nosotros compartiendo las alegrías que nos dan los diez nietos que el Señor nos ha dado.

 

Otra prueba ha sido también el hijo de una de nuestras hijas nació sordo mudo, ella tuvo rubéola a los 2 meses de embarazo. Pero estoy segura que ese niño tendrá una vida maravillosa y se recuperará. Ya está caminando y oye con sus audífonos.

 

Por todas estas cosas damos gracias a Dios porque todo lo que Él hace esta bien hecho.

 

Augusto y Maggie Castillo