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Que Juan Pablo II busque a mi hijo

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Por Benjamín Clariond
Buenas Noticias

Se llama Francesca. A juzgar por su voz se trata de una mujer joven, del norte de Italia. En medio del tráfico de una ciudad enloquecida por los millones de peregrinos, ella empieza a contarnos su historia. Tiene pocos segundos, pues /Radio Radical está recibiendo un sinnúmero de llamadas... Todos quieren contar su experiencia del Papa, todos desean compartir lo que este gigante de la fe representó para sus vidas. ¡A ver qué nos dice esta chica!

De pronto, cesan las preocupaciones viales, y parece como si todos los que esperábamos en el semáforo de la calle Gregorio VII nos quedáramos prendados de lo que va relatando Francesca, con voz entrecortada.

"Ahora el Papa se ha ido al Cielo. Yo, sinceramente, no he sido la mejor de sus hijas..., de hecho, hace tiempo que dejé de ir a la iglesia. Aunque he vuelto a rezar en las últimas semanas, porque Juan Pablo II contaba con mis oraciones".

Y continúa: "Yo sólo deseo decirle al Papa que lo quiero, y pedirle un favor... que ahora que entre en el Paraíso, busque a mi hijo. Que busque y encuentre a ese bebé que yo no tuve la valentía de traer al mundo, y que con toda su bondad -que yo he sentido siempre- le suplique que me perdone. Que le diga a mi hijo que pida por mí, para poder abrazarlo un día en el Cielo, pues cometí la barbaridad de no querer tenerlo aquí en la Tierra... Hoy, después de tantos años, me he acercado a pedirle perdón a Dios".

La Iglesia ha sepultado al Papa. Pero con su historia, Francesca nos confirma que, si bien una lápida cubre hoy el cuerpo de Juan Pablo II, su espíritu, su ejemplo evangélico y su mensaje de misericordia están más libres que nunca.

A la luz de estos ejemplos podremos darnos cuenta de cómo este hombre ha transformado el mundo. No sólo en el aspecto cultural, social o político, sino también, y sobre todo, cómo ha llegado a nuestro mundo interior para curar nuestras heridas.

Cuántas Francescas han sido cambiadas por la palabra valiente de este hombre! ¡Cuántas vidas se han salvado gracias a la promoción audaz de la cultura de la vida!

Hoy también, el Papa, desde la ventana de la casa del Padre, nos bendice. Y si estamos atentos, quizás podamos ver que ahí está con él, el hijito de Francesca. Ya ha perdonado a su madre. Ahora pide para que también ella llegue al Cielo, y desde este momento defienda y celebre la vida, tomando la estafeta de Juan Pablo II.