Juntos ante la pantalla - La importancia de ver la televisión en familia
Carmen de Andrés
Coordinadora de Comunicación del Grupo Educativo COAS.
Miembro de ATELEUS (Asociación de Telespectadores
y Radioyentes de Euskadi).
ESCUELA DE FAMILIA
Los padres son el primer criterio
Cuando llega la mitad del mes de septiembre, el calendario marca un retorno
a la vida normal, pasado ya el periodo estival. El inicio del curso escolar
condiciona para muchas familias este retorno a la normalidad de la vida de
cada día. Un nuevo curso escolar nos invita a pensar también en el que
podemos llamar un nuevo curso de educación en familia.
Quisiera ofrecer unas reflexiones sobre este nuevo curso en lo que atañe al
consumo televisivo en nuestros hijos, apoyada por una ponencia que la
profesora Carmen Marta Lazo hizo en un Congreso sobre Comunicación y
Educación.
De todos es conocido que los padres suponen un modelo importante en la
relación que los niños, como telespectadores, establecen con la televisión.
Por una parte, los hábitos de consumo de los progenitores sirven como patrón
de actuación a los más pequeños. De tal forma, que si la cantidad de consumo
televisivo es muy elevado esto comportará un comportamiento imitativo, por
parte de los más pequeños. Por otro lado, los padres sirven como guía en los
contenidos que los niños ven. En este sentido, el control paterno/materno es
esencial a la hora de establecer criterios relativos no sólo a la cantidad
de exposición diaria al medio, sino también a la relación a los programas
que resultan más o menos acordes atendiendo a la edad de los niños.
Por ello, las pautas que los padres ofrecen a sus hijos en relación al
consumo televisivo, tanto en el aspecto cuantitativo como en el cualitativo,
serán esenciales para la interacción que el niño tenga con el medio. Y una
de las variables más importantes a la hora de plantearse la
re-interpretación de los mensajes es el diálogo familiar respecto a los
contenidos emitidos por televisión.
Aunque pequeños, con criterio
Fruto del intercambio de opiniones y del análisis compartido de los
mensajes, el niño pasa por un proceso de reflexión de lo que los medios le
muestran. Estas mediaciones en la familia y el en colegio suponen una vía
para que el niño vaya adquiriendo “competencia televisiva” y pase de ser un
mero receptor a convertirse en perceptor crítico.
Por otra parte, la compañía de los padres durante el consumo televisivo es
de gran importancia para ofrecer orientaciones sobre valores positivos o en
su caso, negativos y contravalores, que se desprenden de determinados
contenidos televisivos. A raíz de los filtros que los adultos les
proporcionen y de la contextualización de aquello que no lleguen a entender,
los pequeños activarán mecanismos de defensa para encender una luz en
futuras aproximaciones al medio en las que puedan realizar un consumo en
solitario e irán adquiriendo experiencia para realizar una lectura crítica
de los mensajes.
Otro de los parámetros que los padres pueden enseñarles son la
diferenciación entre realidad y ficción, los géneros que representan la
realidad y los que se fundamentan en lo imaginario, los aspectos críticos
que se esconden detrás de algunos mensajes y la finalidad de los mismos, y
por supuesto, el modo de discernir entre contenidos destinados a ellos como
público objetivo y aquellos que son para adultos, y que no deberían ver si
no son apropiados a su edad.
La importancia de ver con ellos
Por ello, que el niño realice un consumo más o menos responsable cuando se
encuentre solo delante de la pantalla dependerá de la guía previa que sus
padres le hayan ofrecido y de cómo hayan intervenido en el modelo perceptivo
de sus hijos, modelo que en las etapas de la temprana infancia es
imprescindible tutelar.
Asimismo, compartir junto con los hijos el tiempo dedicado al medio supone
una forma de saber cuáles son sus gustos, preferencias y actitudes, lo que
ayuda a los padres a conocer los usos que los más pequeños harán del medio
cuando no se encuentren junto a ellos viendo la televisión.
En contraposición, el consumo habitual sin compañía alguna y la falta de
diálogo respecto a lo visto en televisión puede afectar a una falta de
cuestionamiento de lo emitido y a una ausencia de criterio respecto a todo
aquello que pueda perjudicar el aprendizaje y el desarrollo del menor desde
edades tempranas y a lo largo de todo su proceso evolutivo. En este sentido,
Aguaded (1999) apunta que “la actitud familiar ante la televisión tiene
mayor trascendencia si consideramos que ésta comienza a influir de forma
sistemática desde la primera infancia, ya que los modelos paternos de esta
época se mantienen en los periodos de mayor plasticidad en la evolución de
los niños”.