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Conferencia Episcopal Española: La Televisión en Familia

Páginas relacionadas 

 

 

1.- PRÓLOGO: LA TELEVISIÓN SE APAGA

2.- LA TELEVISIÓN EN FAMILIA

3.- GUÍA PARA VER LA TELEVISIÓN EN FAMILIA

4.- CONCLUSIÓN

5.- EPÍLOGO: LA TELEVISIÓN SE ENCIENDE

6.- BIBLIOGRAFÍA

 

1.- PRÓLOGO: LA TELEVISIÓN SE APAGA

Las palabras que preceden a esta guía sólo le llevarán unos minutos de lectura. Antes de continuar, le sugiero que no siga leyendo y realice el siguiente ejercicio: deje de ver la televisión los próximos siete días a partir de este momento y lea después esta guía.

Si usted y su familia no ven la televisión no pierda el tiempo con esto consejos porque no son para usted y los suyos. Si, por el contrario, la televisión se encuentra habitando en su casa, en un lugar preferente, esta guía puede serle de utilidad.

¿Ha sido usted capaz de realizar el ejercicio propuesto? ¿Ha sido usted capaz de abandonar sus hábitos televisivos durante una semana, quizá seis días, tan sólo cuatro, … dos? ¿No ha podido prescindir de la televisión un solo día? ¿Lo ha logrado algún miembro de su familia? ¿Ha retado a sus amigos y conocidos?

Piense detenidamente en sus respuestas. Tanto si ha llevado a cabo el experimento como si optó por dejar que la televisión siguiera encendida, los datos y propuestas que, a continuación, le ofrezco pueden ayudarle a ver el riesgo que la televisión encierra para su familia pero también, y lo más importante, la gran riqueza que este medio de comunicación lleva consigo.

2.- LA TELEVISIÓN EN FAMILIA

Comencemos definiendo la televisión para después insertar ésta en la institución familiar. Con esta palabra compuesta de “tele” y visión” nos referimos a la transmisión de la imagen a distancia valiéndonos de las ondas hertzianas y empleando para esto un aparato receptor al que llamamos televisor. Cuando este aparato se instala con un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas entonces es cuando comienza nuestra historia de desagradables experiencias y ricos encuentros.

Le daré algunos datos obtenidos a partir de muchas historias de la televisión en familia. Si usted no pudo realizar el ejercicio no se preocupe pero tenga en cuenta las siguientes cifras. Usted es uno de los españoles que, como media, durante en el año 2003, ha estado 212 minutos diarios frente al televisor, es decir, ha dedicado 53 días del año a ver imágenes a distancia a través de las ondas hertzianas. Entienda esta última afirmación con cierta ironía. Sus hijos o discentes habrán pasado, según el estudio de la empresa Sofres, 218 minutos diarios. No se extrañe de estas cifras porque para el 92% de los niños españoles ver la televisión es su actividad preferida al llegar del colegio antes que jugar (86,3%) merendar (85,2%) y hacer las tareas escolares (79,2%)

En el 2003, según datos de Corporación Multimedia, casi 700.000 niños vieron la televisión diariamente en el prime time, es decir tras el informativo nocturno, convirtiendo a esta franja horaria en la de mayor audiencia infantil aunque resulte sorprendente. Otro dato que podemos calificar de preocupante es que más de 150.000 niños ven la televisión a partir de las doce de la noche, en el llamado late night.

¿Qué ven nuestros niños? Según Sofres, en el año 2002, los niños de 7 a 12 años se decantaron por el Festival de Eurovisión. Un 90,8% vio el Festival, ante la pantalla se congregaron 950.203 niños. Las películas favoritas las emitió Antena 3: Solo en casa 3 y Manolito Gafotas con cerca de medio millón de espectadores. Entre las series españolas el 66,8% de cuota infantil prefiere Ana y los siete y el 52,55% (432.916 espectadores) vio la serie Cuéntame como pasó. Los dibujos de Los Simpson son seguidos por el 58,06 %.

Los últimos datos reflejan lo que ven los espectadores hasta los 12 años. A partir de esta edad y hasta los 24 años, sin embargo, se observa un cambio de tendencia. En esta franja ha descendido el consumo de televisión. Los jóvenes están delante de la pantalla de televisión 142 minutos diarios. Completan su tiempo de ocio con otras pantallas: la de los videojuegos y la del ordenador conectada a Internet.

La tendencia a la baja en el consumo de televisión por parte de los jóvenes no es el único cambio que tenemos que tener en cuenta en la actualidad. También están transformándose los hábitos de visionado. Cada vez vemos menos la televisión en familia. El anuario de la televisión, publicado por el Gabinete de la Comunicación Audiovisual (GECA) dirigido por José Ramón Pérez Ornia, destaca que la televisión pierde paulatinamente su componente familiar y se está convirtiendo en una oferta de consumo individual. Y volvemos a encontrarnos con el grupo de los jóvenes porque esta tendencia aparece más acusada en él, precisamente el segmento de audiencia menos fiel a una cadena determinada y más propenso a zapear. La televisión está dejando de ser un medio familiar por la conjunción de distintos factores: más televisores en cada hogar –casi el 50% de los niños de ESO disponen de una televisión en su habitación-crecimiento de hogares unipersonales y la aparición de nuevos medios como Internet.

Dado el tiempo dedicado a los medios de comunicación, éstos pueden ser un riesgo y una riqueza como subraya el lema Los medios de comunicación en la familia: una riqueza y un riesgo, propuesto para la XXXVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, correspondiente a 2004. Riqueza y riesgo audiovisuales que compiten con instituciones socializadoras como la familia y la escuela. En enero de 2004 el Consejo Audiovisual de Cataluña presentaba el libro blanco sobre La educación en el entorno audiovisual. En este trabajo se señalaba que un niño español está de media más horas delante del televisor que en el colegio. Los menores dedican 990 horas anuales a ver programas de televisión frente a las 960 que pasan en la escuela. Además este libro blanco subraya que el momento del día en que más niños están frente a la pantalla es entre las 21 y las 24 horas, fuera del horario protegido. En total un niño está una media de 30 horas semanales dirigiendo su vista a distintos tipos de pantallas: televisión, ordenador, videojuegos.

Los datos presentados dibujan un panorama que exige la responsabilidad de padres y educadores ante la televisión en familia.

Los dos agentes socializadores más importantes a lo largo de la historia han sido la familia en primer lugar y la escuela en segundo lugar. Por socialización entendemos un proceso por el que el individuo se hace miembro funcional de una comunidad, asimilando la cultura que le es propia. La socialización se caracteriza por la continuidad, la comunicación e imitación de valores, normas y actitudes que definen al grupo y la obtención de premios o castigo otorgados por el grupo social al que pertenece. A estos agentes se han añadido, en las últimas décadas, los medios de comunicación social y, especialmente, la televisión. En estos momentos el protagonismo en el proceso de socialización está repartido y hay un asedio a quienes han ejercido la socialización en otros tiempos. Siguiendo la explicación de Pérez Tornero, podríamos resumir la situación en la que nos encontramos en la actual Sociedad de la Información y del Conocimiento en los siguientes puntos:

— Familia y escuela ya no son las depositarias privilegiadas del saber, o la menos del saber socialmente relevante.

— Familia y escuela no son el único ámbito de transmisión de la educación.

— Familia y escuela no están enseñando la nueva alfabetización en la Sociedad de la Información.

— Padres y profesores, por este contexto, están dejando de ser considerados los únicos que poseían las habilidades y sabidurías para difundir al resto de los miembros del grupo.

— La escuela ya no dispone de los únicos instrumentos para la producción y sistematización del saber.

— Familia y escuela comparten con los medios de comunicación el ser fuente de la racionalidad que explica el orden social.

— Familia y escuela están siendo acosadas y están perdiendo el poder que les había conferido el sistema social tradicional.

Si estamos de acuerdo con la situación descrita, la escuela y la familia tienen que acoger a los medios, convivir, coexistir y coevolucionar con ellos para, evitando sus riesgos, convertir éstos en una riqueza para la socialización de sus miembros. Además la familia tiene que ser consciente de la gran ventaja que tiene frente a los medios de comunicación social. Esta ofrece una socialización personalizada, conforme a las características de cada uno de sus miembros y únicas para ellos. Por el contrario en la socialización mediática se uniforman hábitos y conductas desde la no personalización.

Tenemos que recordar, como subraya Juan Pablo II en el mencionado mensaje, que “los padres, como primeros y principales educadores de sus hijos, son también los primeros en explicarles cómo usar los medios de comunicación. Están llamados a formar a sus hijos “en el uso moderado, crítico, vigilante y prudente de tales medios” en el hogar (Familiaris consortio, 76)” (n.5).

A partir de la premisa de que la familia es crucial para entender las interacciones que los telespectadores, como audiencia activa y contextualizada, establecen con la televisión, podemos distinguir tres tipos de mediación familiar hacia la influencia de la televisión:

a) Mediación restrictiva. Los padres establecen normas y controlan la televisión en términos de tiempo y programas.

b) Mediación evaluativa. Los padres discuten y critican los programas con los niños.

c) Mediación desfocalizada. Los padres realizan una evaluación muy generalizada, se comparte el visionado de la televisión pero sin realizar ningún comentario de los programas que se están viendo.

Señala José Ignacio Aguaded (www.grupocomunicar.com), en su obra Convivir con la televisión. Familia, educación y recepción televisiva, que analizar los procesos de mediación de la televisión por la familia es estudiar cómo los aprendizajes que se pueden obtener a través de este medio son influidos por la familia hasta tal punto que la comunicación familiar es un recurso básico para reforzar o evitar aprendizajes.

Hoy nadie duda que los medios de comunicación social desempeñan un papel relevante en el proceso de socialización de niños y jóvenes. La socialización que ejercen los medios podemos decir, sin embargo, que es –en comparación con la familia y la escuela- no intencional de forma manifiesta y asistemática. Podríamos decir que aparentemente enseña sin darse cuenta y no ejerce control sobre lo que está enseñando. Los espectadores aprenden desde la observación y los modelos y conducta que exhibe son imitados. La controversia surge respecto a qué y cuánto se aprende sobre creencias, valores y actitudes con la televisión. Este medio en concreto interviene en el proceso de socialización de tres formas diferentes e interrelacionadas según nos indica la profesora Mª del Carmen García Galera. Por un lado el medio televisivo presenta conductas que pueden imitarse, proporciona imágenes que pueden provocar ciertas acciones y es el medio por el que, a muy temprana edad, los sujetos se familiarizan con los valores de la sociedad de ocio y consumo.

Llegados a este punto podemos diferenciar los dos tipos de aprendizajes relacionados con la exposición a la televisión en el contexto de la familia. El primero de ellos hace referencia a la adquisición del conocimiento social a través de los medios de comunicación. El segundo aprendizaje se refiere al uso de la televisión. Para este último aprendizaje le propongo la guía de las páginas siguientes.

3.- GUÍA PARA VER LA TELEVISIÓN EN FAMILIA

El Papa Juan Pablo II ha señalado en el documento ya mencionado que “una reflexión atenta sobre la dimensión ética de las comunicaciones debe desembocar en iniciativas prácticas orientadas a eliminar los peligros para el bienestar de la familia planteados por los medios de comunicación social, y asegurar que esos poderosos medios de comunicación sigan siendo auténticas fuentes de enriquecimiento”(n 4). Atendiendo su consejo sobre esas iniciativas prácticas le propongo una guía para ver la televisión en familia.

Para la elaboración de esta guía he tenido en cuenta las famosas “5 W” o preguntas que todo periodista tiene que responder para escribir un buen lead informativo. Por lo tanto las siguientes propuestas se agrupan en quién tiene que ver la televisión y/o ejercer de participante activo en el visionado de los programas, qué contenidos debemos considerar o filtrar, cuándo conviene encender el aparato de televisión, dónde tenemos que ver los programas de televisión y por qué compartimos nuestro tiempo con los medios de comunicación, en concreto con la televisión.

1.- Quién

1.1.- Los padres tiene que preocuparse de los programas de televisión que se ven en su hogar. Echarle la culpa al aparato de televisión es la respuesta más fácil y cómoda.

1.2.- Los padres deben acompañar a los niños en el visionado de los programas de televisión. Esto facilitará a los progenitores el conocimiento de los efectos que determinados programas tienen en sus hijos.

1.3.- Los padres han de informarse del contenido de los programas audiovisuales con anterioridad al visionado de éstos.

1.4.- La familia debe estructurar su tiempo de ocio con diferentes actividades alternativas a la televisión, videojuegos, ordenador, etc.

1.5.- Los padres han de ser críticos con aquellos programas infantiles que no respeten los valores y derechos de los niños.

1.6.- Las familias tienen que organizarse y/o formar parte de las asociaciones de telespectadores para defender su derecho a un medio de comunicación digno, defensor de los derechos humanos y valores constructores de una sociedad responsable y siempre de la vida humana.

1.7.- Los padres tienen que resaltar y apoyar aquellos programas que, con dignidad y profesionalidad, favorecen lo mejor del ser humano desde una ética y una responsabilidad que tiene como objetivo atender y responder a las auténticas necesidades de la sociedad.

2.- Qué

2.1.- Los padres tienen que enseñar a ver programas de televisión y nunca a ver televisión. Este es el primer paso para iniciar a los más pequeños en la selección de contenidos.

2.2.- La familia ha de orientar a los niños hacia la conducta ejemplar de personajes reales mejor que héroes inexistentes o imaginarios. De estos últimos habrá que extraer lo mejor y contrastarlo con ejemplos de la vida cotidiana.

2.3.- Los progenitores tienen que presentar a los más jóvenes aquellos programas que muestren contenidos relacionados con el ocio, la cultura, la naturaleza, etc., evitando aquellos insustanciales o superficiales.

2.4.- Los padres han de saber que, en muchas ocasiones, los llamados programas infantiles y/o dibujos animados no son tan infantiles.

2.5.- Los más jóvenes no pueden ver bajo su capricho, aunque sea acompañados, cualquier espacio de la parrilla de televisión.

2.6.- Los padres tiene que trasmitir en primer lugar los valores morales en la familia y, posteriormente, ésta contrastar y comprobar estos valores en los contenidos mediáticos.

2.7.- La familia debe compartir con sus miembros la cultura de la imagen, pero ésta debe ampliarse a otros ámbitos: cine, fotografía, exposiciones, etc.

2.8.- Los padres tienen que considerar también los anuncios publicitarios como un contenido muy importante de la televisión y que ejerce una poderosa influencia hipnótica en los niños más pequeños. Sirva como ejemplo la relación Navidad y consumo de juguetes donde los spots publicitarios son protagonista del mundo infantil.

2.9.- La familia tiene que dedicar su tiempo a programas de televisión de calidad y evitar aquellos espacios que sólo sirven para perder éste. La televisión es un medio de entretenimiento pero no tiene que ser éste de pésima calidad.

2.10.- Los padres han de tratar de equilibrar los contenidos que seleccionen para ver en compañía de los niños y jóvenes.

3.- Cómo

3.1.- La televisión tiene encenderse cuándo se desea ver algún programa en concreto. No debemos tener ésta en funcionamiento continuo y como fondo permanente de nuestras casas.

3.2.- La mejor forma de ver la televisión es alejar el mando a distancia. El “zapping” continuo construye un discurso incoherente y discontinuo que constata nuestra falta de criterio

3.3.- La televisión es un medio y, por tanto, no podemos convertir ésta en una niñera que distraiga a los hijos porque negamos la esencia del aparato de televisión o la función que tiene que ejercer la familia en el hogar.

3.4.- La televisión puede convertirse en proveedor de contenidos para constituir una videoteca familiar con los mejores programas.

3.5.- La televisión tiene que apagarse cuando el programa seleccionado ha finalizado. No hay que esperar a lo próximo que pueda interesarnos.

3.6.- La televisión no hay que utilizarla como un valor en sí mismo que sirve para premiar o castigar las acciones de los niños. Estas prácticas convierten a la televisión en protagonista del proceso educativo.

4.- Dónde

4.1.- La familia tiene que disponer de un espacio común donde compartir el visionado, los comentarios, las críticas y valores que lleven a cabo los distintos miembros de la casa.

4.2.- Los padres tienen que evitar que los niños dispongan de su propio aparato de televisión en su habitación. Esto facilita que los más pequeños vean cualquier programa sin compañía y conviertan su espacio de trabajo escolar y descanso en recinto abierto a todo tipo de estímulos.

5.- Cuándo

5.1.- La familia tiene que establecer unos horarios para ver programas de televisión que no repercuten en la vida personal ni familiar.

5.2.- Los padres han de limitar el tiempo de visionado de espacios de televisión. Este nunca debe exceder de dos horas y es recomendable no más de una hora diaria.

5.3.- Los progenitores deben planificar también sus propios tiempos para no desatender las obligaciones familiares.

5.4.- La familia tiene que convertir sus reuniones, por ejemplo durante las comidas, en momentos exclusivos de diálogo entre sus miembros y siempre sin contar con la presencia encendida de la televisión.

5.5.- Los padres han de comprender que mirar la televisión es más un hábito que un gusto y como tal hábito pude cambiarse por otro en el ámbito familiar.

5.6.- La familia puede ponerse delante de la televisión cuando las tareas principales de la jornada han llegado a su fin.

5.7.- Los padres no tienen que permitir que los niños hagan sus tareas escolares con la televisión encendida.

6.- Por qué

6.1.- La familia tiene que considerar la riqueza de contenidos que ofrecen los medios de comunicación. Nos permite conocer otros países, otras culturas, nos informa, nos muestra las hazañas deportivas, nos descubre las maravillas de la naturaleza, las manifestaciones artísticas, etc.

6.2.- Los padres no pueden ocultar o prohibir un medio presente en nuestras vidas por los posibles peligros o riesgos que encierra.

6.3.- En la Sociedad de la Información y el Conocimiento, la familia tiene que enseñar a cada uno de sus miembros un nuevo lenguaje para que contraste los valores transmitidos en la familia con los que muestran los medios.

6.4.- La familia ha de entender que como medios de comunicación estos no son ni buenos ni malos, el calificativo que adquieran estará en función del uso que cada uno de nosotros hagamos de ellos.

4.- CONCLUSIÓN

Los medios de comunicación social están en nuestras vidas. Es responsabilidad nuestra que lo que ellos nos ofrecen diariamente se convierta en un riesgo o en una inmensa riqueza. El peor de los contenidos mostrado por estos medios puede ser una buena experiencia si la familia lo comparte y extrae el mensaje correcto desde sus creencias y valores. El mejor de los contenidos, sin embargo, puede perder su gran valor si en el ámbito familiar no se dedica un tiempo a pensar, evaluar, hacer preguntas y a resaltar todo lo bueno que se puede compartir del medio de comunicación. Riesgo, riqueza y responsabilidad de la familia porque los medios de comunicación ya se han quedado a vivir en nuestra casa.

5.- EPÍLOGO: LA TELEVISIÓN SE ENCIENDE

Si usted ha llegado hasta aquí es el momento de volver al prólogo, releer éste y comprobar si se torna distinto. Si es así, una nueva historia se habrá iniciado entre la televisión y su familia y sólo de ustedes depende ponerle cada día el mejor de los finales.

6.- BIBLIOGRAFÍA

AGUADED, J.I., Convivir con la televisión. Familia, educación y recepción televisiva, Barcelona, Paidós, 1999.

FERRÉS, J., Televisión y educación, Barcelona, Paidós, 1994.
Televisión subliminal. Socialización mediante comunicaciones inadvertidas, Barcelona, Paidós, 1996.

GARCÍA GALERA, M.C., Televisión, violencia e infancia. El impacto de los medios, Barcelona, Gedisa, 2000.

IGLESIAS, F., Una semana sin televisión, Madrid, Fragua, 1994.

MARIET, E, Déjenlos ver la televisión. Barcelona, Urano, 1993.

MOIA, L., Hijos y televisión. Cuando la tele se enciende, Madrid, San Pablo, 2003.

MUÑOZ, J. J. y PEDRERO, L, M., Efectos negativos de la televisión entre la población infantil. Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca y Caja de Salamanca y Soria, 1994.

PÉREZ TORNERO, J.M., Comunicación y educación en la sociedad de la información. Nuevos lenguajes y conciencia crítica, Barcelona, Paidós, 2000.

PINTO LOBO, M.R., Los medios de comunicación en nuestras vidas. Responsabilidad, televisión y familia (Próxima publicación) (Conferencia para la Asamblea de Delegados Diocesanos de Medios de Comunicación Social sobre Los medios de comunicación en la familia: una riqueza y un riesgo, febrero de 2004. Beletín MCS del Secretariado de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social. Núm. 209. Madrid 2004.

VILCHES, L., La televisión. Los efectos del bien y del mal. Barcelona, Paidós, 1993.

 

Dra. Mª Rosa Pinto Lobo
Catedrática de Teoría de la Comunicación
Universidad Pontificia de Salamanca