VIDA FAMILIAR Y VIDA COMUNITARIA DE ACUERDO A LA ESPIRITUALIDAD DEL CORAZÓN
Hans Kwakman MSC
Cor Novum,
Issoudun 2007
(descarga
conferencias)
En la presentación breve que sigue, quisiera hacer algunas sugerencias de como la Espiritualidad del Corazón podría ser expresada en la vida familiar y la vida comunitaria. Hablando de familia y comunidad me refiere a un grupo pequeño de personas, quienes, como religiosos o como laicos, vive en una relación cercana, sea bajo el mismo techo o por separado.
La Espiritualidad del Corazón como se vive en la Familia Chevalier es una espiritualidad misionera, enraizada en la fe en la Encarnación del Amor inmenso de Dios, testimoniado en el seguimiento de Jesús en un camino de compasión y de adoración. Esta es la Espiritualidad que hemos heredado del Padre Chevalier. De acuerdo a la cultura religiosa de su tiempo el Padre Chevalier ha manifestado esta Espiritualidad viviendo la Devoción al Sagrado Corazón, incluyendo las prácticas tradicionales de la devoción. Y en relación con la vida comunitaria, el Padre Chevalier puso sus cimientos sobre la "obediencia en caridad" mientras un sistema extensivo de normas detalladas debía crear en la vida diaria un equilibrio entre el tiempo de apostolado, oración, estudio personal, recreación y comidas. Hoy en día tratamos de vivir una Espiritualidad del Corazón al dedicarnos no tanto a la devoción y las normas, sino a la gente con quienes vivimos añadiendo servicios y ocupaciones apropiados.
Tenemos que tener siempre presente que nuestra misión no es idéntica con nuestro apostolado. Como Familia Chevalier somos enviados a dar testimonio de la Espiritualidad del Corazón, por medio de cualquier apostolado o manera de vivir. Nuestra misión y nuestros apostolados no comienzan fuera de la casa donde vivimos, sino tienen su origen en el hogar. La manera como vivimos juntos y nos tratamos unos a otros en casa, debería ser un testimonio de los valores fundacionales que abrazamos, más específicamente los valores del amor encarnado, de la compasión y adoración. Estos valores deberían llegar a ser fundamentales en nuestra manera de servir, pero también en nuestra manera de vivir en comunidad o en familia
La Espiritualidad del Corazón puede llegar a ser una fuente rica para la vida comunitaria y la vida familiar, si realmente nos esforzamos para sacar el agua de esta fuente. Hay que admitir que, en cuanto a la vida comunitaria, ha sucedido muchas veces y sigue sucediendo todavía, que hermanas, hermanos o padres son asignados a cierta comunidad, sin mas, presumiendo que deberían ser capaces de formar realmente comunidad, simplemente porque son religiosos. Sin embargo muchas veces resulta que miembros de la comunidad están juntos, compartiendo las comidas y las oraciones diarias y la Eucaristía, sin llegar nunca a un nivel más profundo o más personal de comunicación. Tal práctica de la vida comunitaria pueda satisfacer las necesidades de algunos miembros; otros sin embargo, o van buscando contactos más satisfactorios fuera de la comunidad o llegan a ser "solitarios" en medio de su propia comunidad.
Para entrar en la vida familiar o la de la comunidad se necesita una preparación especial. La vida como familia o comunidad puede mejorar, no por las reglas impuestas de arriba sino por tomar acuerdos concretos desde abajo, entrando en un proceso prolongado de preparación. La nueva comunidad MSC "Cordate Comunidad" de Birmingham en Inglaterra nos ha dado un buen ejemplo de como formar una comunidad y como prepararse para un apostolado especial. Aunque no será posible hacer lo mismo, en la misma medida, en comunidades más antiguos, especialmente cuando son demasiado grandes - sin embargo, comunidades mas jóvenes y pequeñas podrían hacer un nuevo comienzo y juntar esfuerzos en un proceso de llegar a conocerse más, a un nivel más profundo; por medio del camino de la Espiritualidad del Corazón.
Nuestra Espiritualidad es una espiritualidad encarnada. Creemos que el amor de Dios se ha hecho humano y sigue en el proceso de hacerse humano en cada persona; familia o comunidad. como un profeta ha dicho: "Dios quiere establecer su morada con nosotros para vivir en medio de nosotros ( cf. Ez. 37,27; 2 Cor. 6,16) Por eso, hacer que las personas se sientan en casa es una parte esencial del vivir la Espiritualidad Encarnada del Corazón, sea en la familia o en la vida comunitaria. El hogar es un lugar donde podemos ser nosotros mismos; donde nuestros sentimientos y las necesidades del corazón son atendidos y donde Dios puede ser adorado con todo el corazón. Cada familia o comunidad está llamada a ser un hogar de adoración y de compasión. Hay una relación mutua entre el corazón y el hogar, entre sentirse en casa en la comunidad o familia donde vivimos y sentirse en casa en nuestro corazón. ¿Que hogares son el espejo de nuestro corazón? Cada uno necesita un lugar llamado "casa" y necesita un hogar para su corazón.
Nuestra espiritualidad es una espiritualidad misionera de compasión. Estamos llamados no sólo a practicar la compasión, sino también de encarnar la compasión de Jesús, dando carne y sangre para la permanente compasión de Dios para con todos. Una familia o una comunidad que vive la espiritualidad del Corazón da fuerza a sus miembros para servir a los demás, no solamente según sus propios gustos o disgustos, permaneciendo atentos a aquellos que se encuentran en necesidad; y, como Jesús, ser movidos a compasión cuando se sienten tocados por las heridas de la humanidad. Mas aún, en una familia o comunidad, fundamentada sobre un nivel más profundo de comprensión y de comunicación, la gente va experimentando la fuerza y el poder que provienen del compartir los mismos recursos.
Nuestra espiritualidad es también una espiritualidad de adoración y del rendir culto. La espiritualidad del Corazón nos invita a mirar al Corazón de Jesús y de adorar su Corazón y también mirar nuestro propio corazón y de escuchar al Espíritu de Dios en nosotros. Algunas personas se sienten muy apoyadas en su vida de oración al leer los salmos y las oraciones de la devoción, permitiendo ser tocadas en su corazón y sentirse elevados por las palabras y las oraciones. Otra manera de rezar y de adorar podría ser el permitir que hable nuestro corazón, o de permitir que la vida rece por medio de nuestro corazón. Una espiritualidad del Corazón nos invita a descubrir y a abrirnos a los tesoros escondidos en lo profundo del corazón al reflexionar sobre la narración de nuestra propia historia única. En sus "Notas Personales" comparte el Padre Chevalier con nosotros su autobiografía y en "Le Sacré Coeur" (pag; 299) cita como aprobación las palabras del Padre Faber "la biografía de cada uno es una historia maravillosa de la bondad de Dios".
Consecuentemente un medio importante para construir la vida familiar o la de la comunidad consiste en compartir regularmente, como el Dios "en quien vivimos, nos movemos y existimos" (Hech; 17,28) toca nuestros corazones, por ejemplo por medio de los acontecimientos del mundo más grande alrededor de nosotros. Algunas veces nuestro compartir hará resonar las palabras del salmista que reza: "Quiero alabar al Señor con todo mi corazón; quiero contar todas las maravillas que ha realizado" (salmo 9,1 ) En otros tiempos, sin embargo, nos acercamos más a las palabras de otro salmista: "le presento todas mis quejas, le cuento todos mis problemas" ( salmo 142,2)
Es importante para todos nosotros seguir buscando nuevos modelos de expresión de nuestra Espiritualidad del Corazón en la vida familiar o en la de la comunidad y de estar atentos a formas, que se practica en otros lugares - nuevas formas de compartir lo que está pasando en nuestro corazón, sea con la gente de casa como con los demás - nuevos modelos de solidaridad compasiva, de acuerdo a los dones y capacidades de cada una; no solamente fuera sino dentro de nuestra comunidad - y nuevos modelos de adoración a Dios en el Espíritu que habita en nosotros, cuya existencia está reflejada en la presencia de cada uno.