Primera Carta del Apóstol San Pedro
Versión Reyna Valera 1909
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Capítulo 1
PEDRO,
apóstol de Jesucristo, á los extranjeros esparcidos en Ponto, en Galacia, en
Capadocia, en Asia, y en Bithinia,
Elegidos
según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer
y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada.
Bendito el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos
ha regenerado en esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos,
Para una
herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada
en los cielos
Para nosotros
que somos guardados en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que
está aparejada para ser manifestada en el postrimero tiempo.
En lo cual
vosotros os alegráis, estando al presente un poco de tiempo afligidos en
diversas tentaciones, si es necesario,
Para que la
prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual perece, bien que
sea probado con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando
Jesucristo fuera manifestado:
Al cual, no
habiendo visto, le amáis; en el cual creyendo, aunque al presente no lo veáis,
os alegráis con gozo inefable y glorificado;
Obteniendo el
fin de vuestra fe, que es la salud de vuestras almas.
De la cual
salud los profetas que profetizaron de la gracia que había de venir á vosotros,
han inquirido y diligentemente buscado,
Escudriñando
cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir á Cristo, y las
glorias después de ellas.
A los cuales
fué revelado, que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas
que ahora os son anunciadas de los que os han predicado el evangelio por el
Espíritu Santo enviado del cielo; en las cuales desean mirar los ángeles.
Por lo cual,
teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con templanza, esperad
perfectamente en la gracia que os es presentada cuando Jesucristo os es
manifestado:
Como hijos
obedientes, no conformándoos con los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia;
Sino como
aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda
conversación:
Porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Y si invocáis
por Padre á aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación:
Sabiendo que
habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro ó plata;
Sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación:
Ya ordenado
de antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postrimeros tiempos
por amor de vosotros,
Que por Él
creéis á Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para
que vuestra fe y esperanza sea en Dios.
Habiendo
purificado vuestra almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en
caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos á otros entrañablemente de
corazón puro:
Siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios, que vive y permanece para siempre.
Porque Toda
carne es como la hierba, Y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba:
Secóse la hierba, y la flor se cayó;
Mas la
palabra del Señor permanece perpetuamente. Y esta es la palabra que por el
evangelio os ha sido anunciada.
1Pe 1:1 Pedro, apóstol de Jesucristo,
a los que viven como extranjeros en la Dispersión: en el Ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos
1Pe 1:2 según el previo conocimiento de Dios Padre, con la
acción santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados
con su sangre. A vosotros gracia y paz abundantes.
1Pe 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de
Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva,
1Pe 1:4 a una herencia incorruptible, inmaculada e
inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,
1Pe 1:5 a quienes el poder de Dios, por medio de la fe,
protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento.
1Pe 1:6 Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso
que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas,
1Pe 1:7 a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más
preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en
motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo.
1Pe 1:8 A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis,
aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa;
1Pe 1:9 y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de
las almas.
1Pe 1:10 Sobre esta salvación investigaron e indagaron los
profetas, que profetizaron sobre la gracia destinada a vosotros,
1Pe 1:11 procurando descubrir a qué tiempo y a qué
circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando
les predecía los sufrimientos destinados a Cristo y las glorias que les
seguirían.
1Pe 1:12 Les fue revelado que no administraban en beneficio
propio sino en favor vuestro este mensaje que ahora os anuncian quienes os
predican el Evangelio, en el Espíritu Santo enviado desde el cielo; mensaje
que los ángeles ansían contemplar.
1Pe 1:13 Por lo tanto, ceñíos los lomos de vuestro espíritu,
sed sobrios, poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará
mediante la Revelación de Jesucristo.
1Pe 1:14 Como hijos obedientes, no os amoldéis a las
apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia,
1Pe 1:15 más bien, así como el que os ha llamado es santo,
así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta,
1Pe 1:16 como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo
soy yo.
1Pe 1:17 Y si llamáis Padre a quien, sin acepción de
personas, juzga a cada cual según sus obras, conducíos con temor durante el
tiempo de vuestro destierro,
1Pe 1:18 sabiendo que habéis sido rescatados de la conducta
necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata,
1Pe 1:19 sino con una sangre preciosa, como de cordero sin
tacha y sin mancilla, Cristo,
1Pe 1:20 predestinado antes de la creación del mundo y
manifestado en los últimos tiempos a causa de vosotros;
1Pe 1:21 los que por medio de él creéis en Dios, que le ha
resucitado de entre los muertos y le ha dado la gloria, de modo que vuestra
fe y vuestra esperanza estén en Dios.
1Pe 1:22 Habéis purificado vuestras almas, obedeciendo a la
verdad, para amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos
intensamente unos a otros con corazón puro,
1Pe 1:23 pues habéis sido reengendrados de un germen no
corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y
permanente.
1Pe 1:24 Pues toda carne es como hierba y todo su esplendor
como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor;
1Pe 1:25 pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y
esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros.
Capítulo 2
DEJANDO pues
toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y envidias, y todas las
detracciones,
Desead, como
niños recién nacidos, la leche espiritual, sin engaño, para que por ella
crezcáis en salud:
Si empero
habéis gustado que el Señor es benigno;
Al cual
allegándoos, piedra viva, reprobada cierto de los hombres, empero elegida de
Dios, preciosa,
Vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables á Dios por
Jesucristo.
Por lo cual
también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sión la principal piedra del
ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en ella, no será confundido.
Ella es pues
honor á vosotros que creéis: mas para los desobedientes, La piedra que los
edificadores reprobaron, Esta fué hecha la cabeza del ángulo;
Y Piedra de
tropiezo, y roca de escándalo á aquellos que tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes; para lo cual fueron también ordenados.
Mas vosotros
sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz
admirable.
Vosotros, que
en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios; que en el
tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia.
Amados, yo os
ruego como á extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales que
batallan contra el alma,
Teniendo
vuestra conversación honesta entre los Gentiles; para que, en lo que ellos
murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen á Dios en el día de la
visitación, estimándoos por las buenas obras.
Sed pues
sujetos á toda ordenación humana por respeto á Dios: ya sea al rey, como á
superior,
Ya á los
gobernadores, como de Él enviados para venganza de los malhechores, y para loor
de los que hacen bien.
Porque esta
es la voluntad de Dios; que haciendo bien, hagáis callara la ignorancia de los
hombres vanos:
Como libres,
y no como teniendo la libertad por cobertura de malicia, sino como siervos de
Dios.
Honrad á
todos. Amad la fraternidad. Temed á Dios. Honrad al rey.
Siervos, sed
sujetos con todo temor á vuestros amos; no solamente á los buenos y humanos,
sino también á los rigurosos.
Porque esto
es agradable, si alguno á causa de la conciencia delante de Dios, sufre
molestias padeciendo injustamente.
Porque ¿qué
gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo sufrís? mas si haciendo
bien sois afligidos, y lo sufrís, esto ciertamente es agradable delante de
Dios.
Porque para
esto sois llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas:
El cual no
hizo pecado; ni fué hallado engaño en su boca:
Quien cuando
le maldecían no retornaba maldición: cuando padecía, no amenazaba, sino remitía
la causa al que juzga justamente:
El cual mismo
llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo
muertos á los pecados, vivamos á la justicia: por la herida del cual habéis
sido sanados.
Porque
vosotros erais como ovejas descarriadas; mas ahora habéis vuelto al Padre y
Obispo de vuestras almas.
1Pe 2:1 Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño,
hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias.
1Pe 2:2 Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual
pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación,
1Pe 2:3 si es que habéis gustado que el Señor es bueno.
1Pe 2:4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los
hombres, pero elegida, preciosa ante Dios,
1Pe 2:5 también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la
construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de
Jesucristo.
1Pe 2:6 Pues está en la Escritura: He aquí que coloco en Sión
una piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no será
confundido.
1Pe 2:7 Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para
los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon, en piedra
angular se ha convertido,
1Pe 2:8 en piedra de tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan
en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido destinados.
1Pe 2:9 Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real,
nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os
ha llamado de las tinieblas a su admirable luz
1Pe 2:10 vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que
ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero
ahora son compadecidos.
1Pe 2:11 Queridos, os exhorto a que, como extranjeros y
forasteros, os abstengáis de las apetencias carnales que combaten contra el
alma.
1Pe 2:12 Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar
a fin de que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de
vuestras buenas obras den gloria a Dios en el día de la Visita.
1Pe 2:13 Sed sumisos, a causa del Señor, a toda institución
humana: sea al rey, como soberano,
1Pe 2:14 sea a los gobernantes, como enviados por él para
castigo de los que obran el mal y alabanza de los que obran el bien.
1Pe 2:15 Pues esta es la voluntad de Dios: que obrando el
bien, cerréis la boca a los ignorantes insensatos.
1Pe 2:16 Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen
de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios.
1Pe 2:17 Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios,
honrad al rey.
1Pe 2:18 Criados, sed sumisos, con todo respeto, a vuestros
dueños, no sólo a los buenos e indulgentes, sino también a los severos.
1Pe 2:19 Porque bella cosa es tolerar penas, por
consideración a Dios, cuando se sufre injustamente.
1Pe 2:20 ¿Pues qué gloria hay en soportar los golpes cuando
habéis faltado? Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es
cosa bella ante Dios.
1Pe 2:21 Pues para esto habéis sido llamados, ya que también
Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas.
1Pe 2:22 El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló
engaño;
1Pe 2:23 el que, al ser insultado, no respondía con insultos;
al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con
justicia;
1Pe 2:24 el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros
pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos
para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados.
1Pe 2:25 Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis
vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.
Capítulo 3
ASIMISMO
vosotras, mujeres, sed sujetas á vuestros maridos; para que también los que no
creen á la palabra, sean ganados sin palabra por la conversación de sus
mujeres,
Considerando
vuestra casta conversación, que es en temor.
El adorno de
las cuales no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni
en compostura de ropas;
Sino el
hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu
agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios.
Porque así
también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban
en Dios, siendo sujetas á sus maridos:
Como Sara
obedecía á Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras sois hechas hijas,
haciendo bien, y no sois espantadas de ningún pavor.
Vosotros
maridos, semejantemente, habitad con ellas según ciencia, dando honor á la
mujer como á vaso más frágil, y como á herederas juntamente de la gracia de la
vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas.
Y finalmente,
sed todos de un mismo corazón, compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables;
No volviendo
mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario,
bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en
herencia.
Porque El que
quiere amar la vida, Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios
no hablen engaño;
Apártase del
mal, y haga bien; Busque la paz, y sígala.
Porque los
ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos á sus oraciones:
Pero el rostro del Señor está sobre aquellos que hacen mal.
¿Y quién es
aquel que os podrá dañar, si vosotros seguís el bien?
Mas también
si alguna cosa padecéis por hacer bien, sois bienaventurados. Por tanto, no
temáis por el temor de ellos, ni seáis turbados;
Sino
santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre aparejados para
responder con mansedumbre y reverencia á cada uno que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros:
Teniendo
buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
sean confundidos los que blasfeman vuestra buena conversación en Cristo.
Porque mejor
es que padezcáis haciendo bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que
haciendo mal.
Porque
también Cristo padeció una vez por los injustos, para llevarnos á Dios, siendo
á la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
En el cual
también fué y predicó á los espíritus encarcelados;
Los cuales en
otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios
en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca; en la cual pocas, es á saber,
ocho personas fueron salvas por agua.
A la figura
de la cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (no quitando las
inmundicias de la carne, sino como demanda de una buena conciencia delante de
Dios,) por la resurrección de Jesucristo:
El cual está
á la diestra de Dios, habiendo subido al cielo; estando á Él sujetos los
ángeles, y las potestades, y virtudes.
1Pe 3:1 Igualmente, vosotras, mujeres, sed sumisas a
vuestros maridos para que, si incluso algunos no creen en la Palabra, sean
ganados no por las palabras sino por la conducta de sus mujeres,
1Pe 3:2 al considerar vuestra conducta casta y respetuosa.
1Pe 3:3 Que vuestro adorno no esté en el exterior, en
peinados, joyas y modas,
1Pe 3:4 sino en lo oculto del corazón, en la
incorruptibilidad de un alma dulce y serena: esto es precioso ante Dios.
1Pe 3:5 Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres
que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos;
1Pe 3:6 así obedeció Sara a Abraham, llamándole Señor. De
ella os hacéis hijas cuando obráis bien, sin tener ningún temor.
1Pe 3:7 De igual manera vosotros, maridos, en la vida común
sed comprensivos con la mujer que es un ser más frágil, tributándoles honor
como coherederas que son también de la gracia de Vida, para que vuestras
oraciones no encuentren obstáculo.
1Pe 3:8 En conclusión, tened todos unos mismos sentimientos,
sed compasivos, amaos como hermanos, sed misericordiosos y humildes.
1Pe 3:9 No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto; por
el contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición.
1Pe 3:10 Pues quien quiera amar la vida y ver días felices,
guarde su lengua del mal, y sus labios de palabras engañosas,
1Pe 3:11 apártese del mal y haga el bien, busque la paz y
corra tras ella.
1Pe 3:12 Pues los ojos del Señor miran a los justos y sus
oídos escuchan su oración, pero el rostro del Señor contra los que obran el
mal.
1Pe 3:13 Y ¿quién os hará mal si os afanáis por el bien?
1Pe 3:14 Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia,
dichosos de vosotros. No les tengáis ningún miedo ni os turbeis.
1Pe 3:15 Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en
vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida
razón de vuestra esperanza.
1Pe 3:16 Pero hacedlo con dulzura y respeto. Mantened una
buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de
confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo.
1Pe 3:17 Pues más vale padecer por obrar el bien, si esa es
la voluntad de Dios, que por obrar el mal.
1Pe 3:18 Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió
una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne,
vivificado en el espíritu.
1Pe 3:19 En el espíritu fue también a predicar a los
espíritus encarcelados,
1Pe 3:20 en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la
paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos
pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua;
1Pe 3:21 a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y
que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una
buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo,
1Pe 3:22 que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de
Dios, y le están sometidos los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.
Capítulo 4
PUES que
Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del
mismo pensamiento: que el que ha padecido en la carne, cesó de pecado;
Para que ya
el tiempo que queda en carne, viva, no á las concupiscencias de los hombres, sino
á la voluntad de Dios.
Porque nos
debe bastar que el tiempo pasado de nuestra vida hayamos hecho la voluntad de
los Gentiles, cuando conversábamos en lascivias, en concupiscencias, en
embriagueces, abominables idolatrías.
En lo cual
les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo
desenfrenamiento de disolución, ultrajándoos:
Los cuales
darán cuenta al que está aparejado para juzgar los vivos y los muertos.
Porque por
esto también ha sido predicado el evangelio á los muertos; para que sean
juzgados en carne según los hombres, y vivan en espíritu según Dios.
Mas el fin de
todas las cosas se acerca: sed pues templados, y velad en oración.
Y sobre todo,
tened entre vosotros ferviente caridad; porque la caridad cubrirá multitud de
pecados.
Hospedaos los
unos á los otros sin murmuraciones.
Cada uno
según el don que ha recibido, adminístrelo á los otros, como buenos
dispensadores de las diferentes gracias de Dios.
Si alguno
habla, hable conforme á las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre
conforme á la virtud que Dios suministra: para que en todas cosas sea Dios
glorificado por Jesucristo, al cual es gloria é imperio para siempre jamás.
Amén.
Carísimos, no
os maravilléis cuando sois examinados por fuego, lo cual se hace para vuestra
prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese;
Antes bien
gozaos en que sois participantes de las aflicciones de Cristo; para que también
en la revelación de su gloria os gocéis en triunfo.
Si sois
vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados; porque la gloria y el
Espíritu de Dios reposan sobre vosotros. Cierto, según ellos, Él es blasfemado,
mas según vosotros es glorificado.
Así que, ninguno
de vosotros padezca como homicida, ó ladrón, ó malhechor, ó por meterse en
negocios ajenos.
Pero si
alguno padece como Cristiano, no se avergüence; antes glorifique á Dios en esta
parte.
Porque es
tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios: y si primero comienza por
nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?
Y si el justo
con dificultad se salva; ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador?
Y por eso los
que son afligidos según la voluntad de Dios, encomiéndenle sus almas, como á
fiel Criador, haciendo bien.
1Pe 4:1 Ya que Cristo padeció en la carne, armaos también
vosotros de este mismo pensamiento: quien padece en la carne, ha roto con el
pecado,
1Pe 4:2 para vivir ya el tiempo que le quede en la carne, no
según las pasiones humanas, sino según la voluntad de Dios.
1Pe 4:3 Ya es bastante el tiempo que habéis pasado obrando
conforme al querer de los gentiles, viviendo en desenfrenos, liviandades,
crápulas, orgías, embriagueces y en cultos ilícitos a los ídolos.
1Pe 4:4 A este propósito, se extrañan de que no corráis con
ellos hacia ese libertinaje desbordado, y prorrumpen en injurias.
1Pe 4:5 Darán cuenta a quien está pronto para juzgar a vivos
y muertos.
1Pe 4:6 Por eso hasta a los muertos se ha anunciado la Buena
Nueva, para que, condenados en carne según los hombres, vivan en espíritu
según Dios.
1Pe 4:7 El fin de todas las cosas está cercano. Sed, pues,
sensatos y sobrios para daros a la oración.
1Pe 4:8 Ante todo, tened entre vosotros intenso amor, pues el
amor cubre multitud de pecados.
1Pe 4:9 Sed hospitalarios unos con otros sin murmurar.
1Pe 4:10 Que cada cual ponga al servicio de los demás la
gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias
de Dios.
1Pe 4:11 Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno
presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que
Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria
y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
1Pe 4:12 Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido
en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño,
1Pe 4:13 sino alegraos en la medida en que participáis en los
sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la
revelación de su gloria.
1Pe 4:14 Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el
nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios,
reposa sobre vosotros.
1Pe 4:15 Que ninguno de vosotros tenga que sufrir ni por
criminal ni por ladrón ni por malhechor ni por entrometido:
1Pe 4:16 pero si es por cristiano, que no se avergüence, que
glorifique a Dios por llevar este nombre.
1Pe 4:17 Porque ha llegado el tiempo de comenzar el juicio
por la casa de Dios. Pues si comienza por nosotros, ¿qué fin tendrán los que
no creen en el Evangelio de Dios?
1Pe 4:18 Si el justo se salva a duras penas ¿en qué pararán
el impío y el pecador?
1Pe 4:19 De modo que, aun los que sufren según la voluntad de
Dios, confíen sus almas al Creador fiel, haciendo el bien.
Capítulo 5
RUEGO á los
ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de
las aflicciones de Cristo, que soy también participante de la gloria que ha de
ser revelada:
Apacentad la
grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza,
sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto;
Y no como
teniendo señorío sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la
grey.
Y cuando
apareciere el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria.
Igualmente,
mancebos, sed sujetos á los ancianos; y todos sumisos unos á otros, revestíos
de humildad; porque Dios resiste á los soberbios, y da gracia á los humildes.
Humillaos
pues bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce cuando fuere tiempo;
Echando toda
vuestra solicitud en Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.
Sed
templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente,
anda alrededor buscando á quien devore:
Al cual
resistid firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones han de ser
cumplidas en la compañía de vuestros hermanos que están en el mundo.
Mas el Dios
de toda gracia, que nos ha llamado á su gloria eterna por Jesucristo, después
que hubiereis un poco de tiempo padecido, Él mismo os perfeccione, confirme,
corrobore y establezca.
A Él sea
gloria é imperio para siempre. Amén.
Por Silvano,
el hermano fiel, según yo pienso, os he escrito brevemente, amonestándoos, y
testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.
La iglesia
que está en Babilonia, juntamente elegida con vosotros, os saluda, y Marcos mi
hijo.
Saludaos unos á otros con ósculo de caridad. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén
1Pe 5:1 A los ancianos
que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los
sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para manifestarse.
1Pe 5:2 Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no
forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de
ganancia, sino de corazón;
1Pe 5:3 no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de
la grey.
1Pe 5:4 Y cuando aparezca el Mayoral, recibiréis la corona de gloria que no
se marchita.
1Pe 5:5 De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos
todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los
soberbios y da su gracia a los humildes.
1Pe 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que, llegada la
ocasión, os ensalce;
1Pe 5:7 confiadle todas vuestras preocupaciones, pues él cuida de vosotros.
1Pe 5:8 Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león
rugiente, buscando a quién devorar.
1Pe 5:9 Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están
en el mundo soportan los mismos sufrimientos.
1Pe 5:10 El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en
Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará,
robustecerá y os consolidará.
1Pe 5:11 A él el poder por los siglos de los siglos. Amén.
1Pe 5:12 Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito
brevemente, exhortándoos y atestiguándoos que esta es la verdadera gracia de
Dios; perseverad en ella.
1Pe 5:13 Os saluda la que está en Babilonia, elegida como vosotros, así como
mi hijo Marcos.
1Pe 5:14 Saludaos unos a otros con el beso de amor. Paz a todos los que
estáis en Cristo.