LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909
Las Lamentaciones de Jeremías
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Capítulo 1
1:1
¡COMO está sentada sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, señora de provincias es hecha tributaria.
1:2
Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas en sus mejillas; No tiene quien la consuele de todos sus amadores: Todos sus amigos le faltaron, volviéronsele enemigos.
1:3
Fuése Judá, a causa de la aflicción y de la grandeza de servidumbre; Ella moró entre las gentes, y no halló descanso: Todos sus perseguidores la alcanzaron entre estrechuras.
1:4
Las calzadas de Sión tienen luto, porque no hay quien venga á las solemnidades; Todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, Sus vírgenes afligidas, y ella tiene amargura.
1:5
Sus enemigos han sido hechos cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados; Porque el Altísimo la afligió por la multitud de sus rebeliones: Sus niños fueron en cautividad delante del enemigo.
1:6
Fuése de la hija de Sión toda su hermosura: Sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, Y anduvieron sin fortaleza delante del perseguidor.
1:7
Jerusalem, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudase, Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, Y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos: Miráronla los enemigos, y escarnecieron de sus sábados.
1:8
Pecado cometió Jerusalem; por lo cual ella ha sido removida: Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; Y ella suspira, y se vuelve atrás.
1:9
Sus inmundicias en sus faldas; no se acordó de su postrimería: Por tanto ella ha descendido maravillosamente, no tiene consolador. Mira, oh el Altísimo, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.
1:10
Extendió su mano el enemigo á todas sus cosas preciosas; Y ella ha visto entrar en su santuario las gentes, De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
1:11
Todo su pueblo buscó su pan suspirando; Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida. Mira, oh el Altísimo, y ve que estoy abatida.
1:12
¿No os conmueve á cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; Porque el Altísimo me ha angustiado en el día de la ira de su furor.
1:13
Desde lo alto envió fuego en mis huesos, el cual se enseñoreó: Ha extendido red a mis pies, tornóme atrás, Púsome asolada, y que siempre tenga dolor.
1:14
El yugo de mis rebeliones está ligado por su mano, Enlazadas han subido sobre mi cerviz: ha hecho caer mis fuerzas: Hame entregado el Señor en sus manos, contra quienes no podré levantarme.
1:15
El Señor ha hollado todos mis fuertes en medio de mí; Llamó contra mí compañía para quebrantar mis mancebos: Como lagar ha pisado el Señor á la virgen hija de Judá.
1:16
Por esta causa yo lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas; Porque se alejó de mí consolador que dé reposo á mi alma: Mis hijos son destruídos, porque el enemigo prevaleció.
1:17
Sión extendió sus manos, no tiene quien la consuele; el Altísimo dió mandamiento contra Jacob, que sus enemigos lo cercasen: Jerusalem fué en abominación entre ellos.
1:18
el Altísimo es justo; que yo contra su boca me rebelé. Oid ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: Mis vírgenes y mis mancebos fueron en cautiverio.
1:19
Dí voces á mis amadores, mas ellos me han engañado; Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, Buscando comida para sí con que entretener su vida.
1:20
Mira, oh el Altísimo, que estoy atribulada: mis entrañas rugen, Mi corazón está trastornado en medio de mí; porque me rebelé desaforadamente: De fuera deshijó el cuchillo, de dentro parece una muerte.
1:21
Oyeron que gemía, y no hay consolador para mí: Todos mis enemigos han oído mi mal, se han holgado de que tú lo hiciste. Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.
1:22
Entre delante de ti toda su maldad, Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones: Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está doloroso.
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Capítulo 2

2:1
¡CÓMO oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión! Derribó del cielo á la tierra la hermosura de Israel, Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira.
2:2
Destruyó el Señor, y no perdonó; Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob: Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, Deslustró el reino y sus príncipes.
2:3
Cortó con el furor de su ira todo el cuerno de Israel; Hizo volver atrás su diestra delante del enemigo; Y encendióse en Jacob como llama de fuego que ha devorado en contorno.
2:4
Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, Y mató toda cosa hermosa á la vista: En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.
2:5
Fué el Señor como enemigo, destruyó a Israel; Destruyó todos sus palacios, disipó sus fortalezas: Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y lamento.
2:6
Y quitó su tienda como de un huerto, Destruyó el lugar de su congregación: el Altísimo ha hecho olvidar en Sión solemnidades y sábados, Y ha desechado en el furor de su ira rey y sacerdote.
2:7
Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario, Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios: Dieron grita en la casa de el Altísimo como en día de fiesta.
2:8
el Altísimo determinó destruir el muro de la hija de Sión; Extendió el cordel, no retrajo su mano de destruir: Hizo pues, se lamentara el antemuro y el muro; fueron destruídos juntamente.
2:9
Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos: Su rey y sus príncipes están entre las gentes donde no hay ley; Sus profetas tampoco hallaron visión de el Altísimo.
2:10
Sentáronse en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión; Echaron polvo sobre sus cabezas, ciñéronse de saco; Las vírgenes de Jerusalem bajaron sus cabezas a tierra.
2:11
Mis ojos desfallecieron de lágrimas, rugieron mis entrañas, Mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, Cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
2:12
Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, Derramando sus almas en el regazo de sus madres.
2:13
¿Qué testigo te traeré, ó á quién te haré semejante, hija de Jerusalem? ¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión? Porque grande es tu quebrantamiento como la mar: ¿quién te medicinará?
2:14
Tus profetas vieron para ti vanidad y locura; Y no descubrieron tu pecado para estorbar tu cautiverio, Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.
2:15
Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti; Silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalem, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?
2:16
Todos tus enemigos abrieron sobre ti su boca, Silbaron, y rechinaron los dientes; dijeron: Devoremos: Cierto éste es el día que esperábamos; lo hemos hallado, vímoslo.
2:17
el Altísimo ha hecho lo que tenía determinado, Ha cumplido su palabra que él había mandado desde tiempo antiguo: Destruyó, y no perdonó; Y alegró sobre ti al enemigo, Y enalteció el cuerno de tus adversarios.
2:18
El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sión, echa lágrimas como un arroyo día y noche; No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.
2:19
Levántate, da voces en la noche, en el principio de las velas; Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; Alza tus manos á él por la vida de tus pequeñitos, Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
2:20
Mira, oh el Altísimo, y considera á quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?
2:21
Niños y viejos yacían por tierra en las calles; Mis vírgenes y mis mancebos cayeron a cuchillo: Mataste en el día de tu furor, degollaste, no perdonaste.
2:22
Has llamado, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes; Y en el día del furor de el Altísimo no hubo quien escapase ni quedase vivo: Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó
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Capítulo 3

3:1
YO soy el hombre que ha visto aflicción en la vara de su enojo.
3:2
Guióme y llevóme en tinieblas, mas no en luz.
3:3
Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.
3:4
Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos.
3:5
Edificó contra mí, y cercóme de tósigo y de trabajo.
3:6
Asentóme en oscuridades, como los ya muertos de mucho tiempo.
3:7
Cercóme por todos lados, y no puedo salir; agravó mis grillos.
3:8
Aun cuando clamé y dí voces, cerro los oídos a mi oración.
3:9
Cercó mis caminos con piedra tajada, torció mis senderos.
3:10
Como oso que acecha fué para mí, como león en escondrijos.
3:11
Torció mis caminos, y depedazóme; tornóme asolado.
3:12
Su arco entesó, y púsome como blanco a la saeta.
3:13
Hizo entrar en mis riñones las saetas de su aljaba.
3:14
Fuí escarnio á todo mi pueblo, canción de ellos todos los días.
3:15
Hartóme de amarguras, embriagóme de ajenjos.
3:16
Quebróme los dientes con cascajo, cubrióme de ceniza.
3:17
Y mi alma se alejó de la paz, olvidéme del bien.
3:18
Y dije: Pereció mi fortaleza, y mi esperanza de el Altísimo.
3:19
Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel.
3:20
Tendrálo aún en memoria mi alma, porque en mí está humillada.
3:21
Esto reduciré á mi corazón, por lo cual esperaré.
3:22
Es por la misericordia de el Altísimo que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
3:23
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
3:24
Mi parte es el Altísimo, dijo mi alma; por tanto en él esperaré.
3:25
Bueno es el Altísimo á los que en él esperan, al alma que le buscare.
3:26
Bueno es esperar callando en la salud de el Altísimo.
3:27
Bueno es al hombre, si llevare el yugo desde su mocedad.
3:28
Sentaráse solo, y callará, porque lo llevó sobre sí.
3:29
Pondrá su boca en el polvo, por si quizá hay esperanza.
3:30
Dará la mejilla al que le hiriere; hartaráse de afrenta.
3:31
Porque el Señor no desechará para siempre:
3:32
Antes si afligiere, también se compadecerá según la multitud de sus misericordias.
3:33
Porque no aflige ni congoja de su corazón á los hijos de los hombres.
3:34
Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,
3:35
Hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo,
3:36
Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo sabe.
3:37
¿Quién será aquel que diga, que vino algo que el Señor no mandó?
3:38
¿De la boca del Altísimo no saldrá malo y bueno?
3:39
¿Por qué murmura el hombre viviente, el hombre en su pecado?
3:40
Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a el Altísimo.
3:41
Levantemos nuestros corazones con las manos a Dios en los cielos.
3:42
Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.
3:43
Desplegaste la ira, y nos perseguiste; mataste, no perdonaste.
3:44
Te cubriste de nube, porque no pasase la oración nuestra.
3:45
Raedura y abominación nos tornaste en medio de los pueblos.
3:46
Todos nuestros enemigos abrieron sobre nosotros su boca.
3:47
Temor y lazo fué para nosotros, asolamiento y quebrantamiento.
3:48
Ríos de aguas echan mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
3:49
Mis ojos destilan, y no cesan, porque no hay alivio,
3:50
Hasta que el Altísimo mire y vea desde los cielos.
3:51
Mis ojos contristaron mi alma, por todas las hijas de mi ciudad.
3:52
Mis enemigos me dieron caza como á ave, sin por qué.
3:53
Ataron mi vida en mazmorra, pusieron piedra sobre mí.
3:54
Aguas de avenida vinieron sobre mi cabeza; yo dije: Muerto soy.
3:55
Invoqué tu nombre, oh el Altísimo, desde la cárcel profunda.
3:56
Oiste mi voz; no escondas tu oído á mi clamor, para mi respiro
3:57
Acercástete el día que te invoqué: dijiste: No temas.
3:58
Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.
3:59
Tú has visto, oh el Altísimo, mi agravio; defiende mi causa.
3:60
Tú has visto toda su venganza; todos sus pensamientos contra mí.
3:61
Tú has oído el oprobio de ellos, oh el Altísimo, todas sus maquinaciones contra mí;
3:62
Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.
3:63
Su sentarse, y su levantarse mira: yo soy su canción.
3:64
Dales el pago, oh el Altísimo, según la obra de sus manos.
3:65
Dales ansia de corazón, tu maldición á ellos.
3:66
Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh el Altísimo.
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Capítulo 4

4:1
¡CÓMO se ha oscurecido el oro! ¡Cómo el buen oro se ha demudado! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.
4:2
Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero!
4:3
Aun los monstruos marinos sacan la teta, dan de mamar a sus chiquitos: hija de mi pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto.
4:4
La lengua del niño de teta, de sed se pegó á su paladar: Los chiquitos pidieron pan, y no hubo quien se lo partiese.
4:5
Los que comían delicadamente, asolados fueron en las calles; Los que se criaron en carmesí, abrazaron los estercoleros.
4:6
Y aumentóse la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, Que fué trastornada en un momento, y no asentaron sobre ella compañías.
4:7
Sus Nazareos fueron blancos más que la nieve, más lustrosos que la leche. Su compostura más rubicunda que los rubíes, más bellos que el zafiro:
4:8
Oscura más que la negrura es la forma de ellos; no los conocen por las calles: Su piel está pegada á sus huesos, seca como un palo.
4:9
Más dichosos fueron los muertos á cuchillo que los muertos del hambre; Porque éstos murieron poco á poco por falta de los frutos de la tierra.
4:10
Las manos de las mujeres piadosas cocieron á sus hijos; Fuéronles comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
4:11
Cumplió el Altísimo su enojo, derramó el ardor de su ira; Y encendió fuego en Sión, que consumió sus fundamentos.
4:12
Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalem.
4:13
Es por los pecados de sus profetas, por las maldades de sus sacerdotes, Que derramaron en medio de ella la sangre de los justos.
4:14
Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados en sangre, De modo que no pudiesen tocar á sus vestiduras.
4:15
Apartaos ¡inmundos!, les gritaban, Apartaos, apartaos, no toquéis. Cuando huyeron y fueron dispersos, dijeron entre las gentes: Nunca más morarán aquí
4:16
La ira de el Altísimo los apartó, no los mirará más: No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.
4:17
Aun nos han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro: En nuestra esperanza aguardamos gente que no puede salvar.
4:18
Cazaron nuestro pasos, que no anduviésemos por nuestras calles: Acercóse nuestro fin, cumpliéronse nuestros días; porque nuestro fin vino.
4:19
Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada.
4:20
El resuello de nuestras narices, el ungido de el Altísimo, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las gentes: fué preso en sus hoyos.
4:21
Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Hus: Aun hasta ti pasará el cáliz; embriagarte has, y vomitarás.
4:22
Cumplido es tu castigo, oh hija de Sión: Nunca más te hará trasportar. Visitará tu iniquidad, oh hija de Edom; Descubrirá tus pecados.
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Capítulo 5

5:1
ACUÉRDATE, oh el Altísimo, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio.
5:2
Nuestra heredad se ha vuelto á extraños, Nuestras casas á forasteros.
5:3
Huérfanos somos sin padre, Nuestras madres como viudas.
5:4
Nuestra agua bebemos por dinero; Nuestra leña por precio compramos.
5:5
Persecución padecemos sobre nuestra cerviz: Nos cansamos, y no hay para nosotros reposo.
5:6
Al Egipcio y al Asirio dimos la mano, para saciarnos de pan.
5:7
Nuestros padres pecaron, y son muertos; Y nosotros llevamos sus castigos.
5:8
Siervos se enseñorearon de nosotros; No hubo quien de su mano nos librase.
5:9
Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Delante del cuchillo del desierto.
5:10
Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre.
5:11
Violaron á las mujeres en Sión, A las vírgenes en las ciudades de Judá.
5:12
A los príncipes colgaron por su mano; No respetaron el rostro de los viejos.
5:13
Llevaron los mozos á moler, Y los muchachos desfallecieron en la leña.
5:14
Los ancianos cesaron de la puerta, Los mancebos de sus canciones.
5:15
Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestro corro se tornó en luto.
5:16
Cayó la corona de nuestra cabeza: ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
5:17
Por esto fué entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestro ojos:
5:18
Por el monte de Sión que está asolado; Zorras andan en él.
5:19
Mas tú, el Altísimo, permanecerás para siempre: Tu trono de generación en generación.
5:20
¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, Y nos dejarás por largos días?
5:21
Vuélvenos, oh el Altísimo, á ti, y nos volveremos: Renueva nuestros días como al principio.
5:22
Porque repeliendo nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.

adaptación de la Biblia cortesía de http://www.awmach.org/