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Primavera
del cristianismo
Amigos del newsgroup: Hace unos años, el papa Juan Pablo II pronosticaba que nos hallábamos a las puertas de una nueva primavera del cristianismo. Tras años de secularismo, materialismo, persecución y desprecio, la fe cristiana estaba a punto de experimentar un renacer en los corazones de mucha gente. Es obvio para todo el que afine el oído y sepa interpretar el signo de los tiempos que, en el sentido pastoral, esto es más que cierto: se palpan ya los primeros frutos de la Nueva Evangelización de Europa; la fe católica se propaga en el Tercer Mundo, lo que prueba el gran aumento de conversiones y de vocaciones; la creencia se purifica y los creyentes se comprometen, como bien se deja de ver cuando comprobamos la valentía con que tantos católicos -perseguidos, por causa de su fe en las postrimerías del siglo XX- acaban dando la vida por Cristo; y, en fin, las corrientes ideólogicas que con tanto ahínco pretendieron reducir a escombros a la Iglesia de Jesucristo, languidecen ahora, víctimas de su propia demencia, perdidas en un océano de corrupción, falsedades y crímenes. Mas hay un locus amoenus en esta incipiente primavera, que aún frecuentan pocos, pero que, sin embargo, hace mis delicias. Me refiero a los extraordinarios avances científicos producidos en sede de historicidad y veracidad de los Evangelios. A partir de 1836 y desde la Vida de Jesús de STRAUSS, continuada luego por la obra del francés Ernest RENAN y por muchos otros, pero muy en especial por el alemán Rudolf BULTMANN, ya en nuestro siglo, se ha venido negando con extraordinaria insistencia el que fuera posible conocer la persona y el mensaje del Jesús histórico a partir del testimonio de los Evangelios. Es decir, se sostiene por estos autores que medió tanto tiempo entre la muerte y -añado yo- la resurrección de Jesús, y la redacción de los cuatro Evangelios, que, a la postre, éstos no eran ya sino idealizaciones míticas, producto de tradiciones orales diversas, muy alejadas de la figura del verdadero Jesús. Hasta que llegó nuestro compatriota, el jesuita José O'CALLAGHAN, bibliólogo y papirólogo de probada competencia, quien, a partir de una intuición científica, identificó el papiro 7Q5 y tiró, como dijo un seguidor de Bultmann, una tonelada de erudición germánica a la basura. En efecto, el fragmento 7Q5, hallado a mediados de este siglo en la cueva 7 de Qumrán (junto al Mar Muerto) había sido datado por el prestigioso paleógrafo oxoniense dr. ROBERTS como escrito el año 50 d. C., como mucho. En 1972, O'Callaghan lo identificó como perteneciente al Evangelio de Marcos, concretamente al capítulo 6, versículos 52 y 53.
Inmediatamente se desató una tremenda
campaña internacional de desprestigio contra el papirólogo, pero el
fragmento sigue ahí, sin refutar: desafiante. Tan es así que recientemente
el prof. dr. Alberto DOU, miembro de la Real
Academia de las Ciencias de Madrid ha hecho un prolijo cálculo matemático de
la probabilidad que tiene el fragmento de pertenecer a Marcos 6, 52-53,
dando el resultado de 1 contra 36 mil billones. El propio O'Callaghan lo
explica en una entrevista y en el epílogo de una obra suya de 1996:
Para
entender esto se puede explicar que cuando se tira una moneda al
Por si esto fuera poco, el Simposio
celebrado en la Universidad alemana de Eichstätt, en octubre de 1991 (casi
veinte años después de la identificación de O'Callaghan), así como el
posterior libro de F. ROHRHIRSCH en contra de
la postura de Kurt ALAND, han acabado por dar
la razón al investigador español. No hace mucho que la que fue presidenta de
la Asociación Internacional de Papirología, Orsolina
MONTEVECCHI, apelaba a la comunidad científica: <<Ya es tiempo de incluir el 7Q5 en la lista oficial de papiros del Nuevo Testamento>>.
Si a todas estas evidencias
papirológicas añadimos:
Juan 5:2
Pues bien, la arqueología ha sacado a la luz la piscina, y es tal y como la describe el evangelista. Pero, cuidado, fue destruida en la invasión de Tito del año 70, y, sin embargo, Juan dice hay, prueba inequívoca de que escribió antes de dicho año.
Por todo ello, lo que antes hubiese podido parecer una locura -también en ámbitos católicos, influidos por la corriente negadora de la autenticidad-, ahora se presenta como una realidad tangible: la tremenda rebaja que hay que hacer a las cifras de elaboración de los Evangelios, con lo que eso conlleva de autenticidad, y de verdad histórica.
El Padre B.
Manzano S.I., por su cuenta, propone las siguientes fechas de
redacción de los Evangelios:
El Espíritu Santo ha querido que al final todo esto se venga a saber a las puertas del Jubileo del año 2000...
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