PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES
ÉTICA EN INTERNET
Contenido III ALGUNAS CUESTIONES PREOCUPANTES IV
RECOMENDACIONES Y CONCLUSIÓN I INTRODUCCIÓN
1. « El
cambio que hoy se ha producido en las comunicaciones supone, más que una simple
revolución técnica, la completa transformación de aquello a través de lo cual
la humanidad capta el mundo que le rodea y que la percepción verifica y
expresa. El constante ofrecimiento de imágenes e ideas así como su rápida
transmisión, realizada de un continente a otro, tienen consecuencias, positivas
y negativas al mismo tiempo, sobre el desarrollo psicológico, moral y social de
las personas, la estructura y el funcionamiento de las sociedades, el
intercambio de una cultura con otra, la percepción y la transmisión de los
valores, las ideas del mundo, las ideologías y las convicciones religiosas ».1 La verdad
de estas palabras ha llegado a ser cada vez más evidente durante la última
década. No se requiere ahora un gran esfuerzo de imaginación para concebir la
tierra como un globo interconectado en el que bullen las transmisiones
electrónicas, un planeta que se intercomunica cobijado en el silencio del
espacio. La cuestión ética consiste en saber si esto está contribuyendo al
auténtico desarrollo humano y ayudando a las personas y a los pueblos a ser
fieles a su destino trascendente. Y, desde
luego, en muchos aspectos la respuesta es « sí ». Los nuevos medios de
comunicación son poderosos instrumentos para la educación y el enriquecimiento
cultural, para la actividad comercial y la participación política, para el diálogo
y la comprensión intercultural; y, como subrayamos en el documento adjunto a
éste,2 también sirven a la causa de la religión. A pesar de ello, esta medalla
tiene su reverso: los medios de comunicación, que pueden usarse para el bien de
las personas y las comunidades, también pueden usarse para explotarlas,
manipularlas, dominarlas y corromperlas. 2.
Internet es el último y, en muchos aspectos, el más poderoso de una serie de
medios de comunicación —telégrafo, teléfono, radio y televisión— que durante el
último siglo y medio ha eliminado progresivamente el tiempo y el espacio como
obstáculos para la comunicación entre un gran número de personas.Tiene enormes
consecuencias para las personas, para las naciones y para el mundo. En este
documento deseamos exponer el punto de vista católico sobre Internet, como un
punto de partida para la participación de la Iglesia en el diálogo con otros
sectores de la sociedad, especialmente otros grupos religiosos, con respecto al
desarrollo y al uso de este admirable instrumento tecnológico. Actualmente hay
muchas iniciativas buenas en Internet, con la promesa de otras muchas más, pero
también se puede hacer mucho mal con su uso incorrecto. Que el uso sea correcto
o incorrecto depende en gran medida de la elección. Para realizar esta
elección, la Iglesia aporta dos elementos de gran importancia: su compromiso en
favor de la dignidad de la persona humana y su larga tradición de sabiduría
moral.3 3. Como
sucede con otros medios de comunicación, la persona y la comunidad de personas
son el centro de la valoración ética de Internet. Con respecto al mensaje
comunicado, al proceso de comunicación y a las cuestiones estructurales y
sistemáticas de la comunicación, « el principio ético fundamental es el
siguiente: la persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del
uso de los medios de comunicación social; la comunicación debería realizarse de
persona a persona, con vistas al desarrollo integral de las mismas ».4 El bien
común —« el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a
los grupos y cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su
propia perfección » 5— proporciona un segundo principio básico para la
valoración ética de las comunicaciones sociales.Se ha de comprender en su totalidad,
como un conjunto de las metas plausibles, por las que los miembros de una
comunidad se comprometen juntos, y para cuya realización y sostén la comunidad
existe. El bien de las personas depende del bien común de sus comunidades. La virtud
que dispone a la gente a proteger y promover el bien común es la solidaridad.
No se trata de un sentimiento « superficial por los males de tantas personas »,
sino de « una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien
común; es decir, por el bien de todos y cada uno, porque todos somos
verdaderamente responsables de todos ».6 Especialmente hoy, la solidaridad
tiene una clara y fuerte dimensión internacional; es correcto hablar del bien
común internacional, y es obligatorio trabajar por él. 4. El bien
común internacional, la virtud de la solidaridad, la revolución en los medios
de comunicación social, la tecnología de la información e Internet son
importantes para el proceso de globalización. En gran
parte, las nuevas tecnologías conducen y sostienen la globalización, creando
una situación en la que « el comercio y las comunicaciones ya no están
limitados por las fronteras ».7 Esto tiene consecuencias muy importantes.La
globalización puede acrecentar la riqueza y fomentar el desarrollo; ofrece
ventajas como la « eficiencia y el incremento de la producción, (...) la unidad
de los pueblos, y un mejor servicio a la familia humana ».8 Pero hasta ahora
estos beneficios no se han distribuido equitativamente. Algunas personas,
empresas comerciales y países han incrementado enormemente su riqueza, mientras
que otros se han quedado rezagados. Naciones
enteras ya han sido excluidas de este proceso y se les ha negado un lugar en el
nuevo mundo que se está formando. « La globalización, que ha transformado
profundamente los sistemas económicos, creando posibilidades de crecimiento
inesperadas, ha hecho también que muchos se hayan quedado al borde del camino:
el desempleo en los países más desarrollados y la miseria en gran parte de los
países del hemisferio sur siguen manteniendo a millones de mujeres y hombres al
margen del progreso y del bienestar ».9 No está
claro que incluso las sociedades que han entrado en el proceso de globalización
lo hayan hecho por una elección plenamente libre e informada. En realidad, « muchas
personas, especialmente las más pobres, la viven como una imposición, más que
como un proceso en el que pueden participar activamente ».10 En muchas
partes del mundo, la globalización está produciendo un rápido y amplio cambio
social. No es unicamente un proceso económico, sino cultural, con aspectos
positivos y negativos a la vez.« Los que están sometidos a él, a menudo ven la
globalización como un torrente destructor que amenaza las normas sociales que
los han protegido y los puntos de referencia culturales que les han dado una
orientación en la vida. (...) Los cambios en la tecnología y en las relaciones
laborales se están produciendo demasiado rápidamente para que las culturas
puedan responder ».11 5. Una de
las principales consecuencias del desconcierto de los últimos años ha sido que
el poder ha pasado de los estados nacionales a las corporaciones
transnacionales. Es importante impulsar y ayudar a estas corporaciones a usar
su poder para el bien de la humanidad; y éste supone la necesidad de mayor
comunicación y diálogo entre ellas y los organismos implicados, como la
Iglesia. Un
compromiso decidido de practicar la solidaridad al servicio del bien común,
dentro de las naciones y entre ellas, debería informar y guiar nuestro uso de
la nueva tecnología de la información y de Internet.Esta tecnología puede ser
un medio para resolver problemas humanos, promover el desarrollo integral de
las personas y crear un mundo regido por la justicia, la paz y el amor.En la
actualidad, mucho más que cuando la instrucción pastoral sobre las
comunicaciones sociales Communio et progressio lo señaló hace más de treinta
años, los medios de comunicación tienen la capacidad de hacer de cualquier
persona, en cualquier lugar que se encuentre, un compañero « en los asuntos y
dificultades que afectan a la humanidad entera ».12 Se trata
de una visión sorprendente. Pero Internet puede ayudar a que se haga realidad
—para las personas, los grupos, las naciones y la raza humana— sólo si se usa a
la luz de claros y sólidos principios éticos, especialmente la virtud de la
solidaridad. Actuar así representará una ventaja para todos, porque « hoy lo
sabemos mejor que ayer: no estaremos nunca felices y en paz los unos sin los
otros; y mucho menos los unos contra los otros ».13 Esto será una expresión de
la espiritualidad de comunión, que es « capacidad para ver ante todo lo que hay
de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios », así
como capacidad para « saber “dar espacio” al hermano, llevando mutuamente la carga
de los otros (cf. Ga 6, 2) y rechazando las tentaciones egoístas que
continuamente nos acechan ».14 6. La
difusión de Internet también plantea otras muchas cuestiones éticas
concernientes a asuntos como la privacidad, la seguridad y confidencialidad de
los datos, el derecho y la ley de propiedad intelectual, la pornografía, los
sitios cargados de odio, la propagación de rumores y difamaciones disfrazados
de noticias, y muchos más.Nos vamos a referir brevemente a algunas de ellos más
adelante, aun reconociendo que requieren un análisis y una discusión continuos
de todas las partes implicadas.No consideramos Internet fundamentalmente como
una fuente de problemas, sino, más bien, como una fuente de beneficios para la
raza humana. Pero estos beneficios sólo se lograrán plenamente si se resuelven
los problemas que le son propios. II SOBRE INTERNET
7.
Internet tiene un conjunto de características impresionantes.Es instantáneo,
inmediato, mundial, descentralizado, interactivo, capaz de extender ilimitadamente
sus contenidos y su alcance, flexible y adaptable en grado notable.Es
igualitario, en el sentido de que cualquiera, con el equipo necesario y
modestos conocimientos técnicos, puede ser una presencia activa en el
ciberespacio, anunciar su mensaje al mundo y pedir ser oído. Permite a las
personas permanecer en el anonimato, desempeñar un papel, fantasear y también
entrar en contacto con otros y compartir. Según los gustos del usuario, se
presta igualmente a una participación activa o a una absorción pasiva en « un
mundo narcisista y aislado, con efectos casi narcóticos ».15 Puede emplearse
para romper el aislamiento de personas y grupos o, al contrario, para
profundizarlo. 8. La
configuración tecnológica que implica Internet tiene una importante relación
con sus aspectos éticos: la gente ha tendido a usarlo según como se había
proyectado, y a proyectarlo para adaptar este tipo de uso. De hecho, este «
nuevo » sistema se remonta a la década de 1960, los años de la guerra fría; fue
concebido para frustrar un ataque nuclear, creando una red descentralizada de
ordenadores que almacenaban datos vitales. La descentralización fue la clave
del esquema, puesto que de este modo —ese fue el razonamiento—, la pérdida de
uno o incluso muchos ordenadores no causaría la pérdida de los datos. Una visión
idealista del libre intercambio de información e ideas ha ejercido un loable
influjo en el desarrollo de Internet. Con todo, su configuración
descentralizada y el proyecto igualmente descentralizado del World Wide Web de finales
de la década de 1980 demostraron que coincidía muy bien con la mentalidad
opuesta a cualquier tentativa de reglamentación por la responsabilidad pública.
Así, surgió un individualismo exagerado con respecto a Internet. Aquí, como se
ha dicho, había un nuevo reino, la maravillosa tierra del ciberespacio, donde
cualquier tipo de expresión estaba permitida y la única ley era la completa
libertad de hacer cada uno lo que le pareciera. Por supuesto, esto significaba
que la única comunidad cuyos derechos e intereses se debían reconocer
verdaderamente en el ciberespacio era la comunidad de los partidarios de una
libertad sin límites. Este modo de pensar sigue influyendo en algunos círculos,
fundado en conocidos argumentos de libertad a ultranza que se usan también para
defender la pornografía y la violencia en los medios de comunicación en
general.16 Aunque los
individualistas radicales y los empresarios constituyen obviamente dos grupos
muy diferentes, hay una convergencia de intereses entre quienes buscan que
Internet se convierta en un lugar apto para cualquier tipo de expresión, sin
importar si es vil y destructiva, y quienes quieren que sea un vehículo de
actividad sin trabas según un modelo neoliberal que « considera las ganancias y
las leyes del mercado como parámetros absolutos, en detrimento de la dignidad y
del respeto de las personas y los pueblos ».17 9. La
explosión de la tecnología de la información ha incrementado la capacidad de
comunicación de algunas personas y grupos favorecidos durante mucho
tiempo.Internet puede servir a la gente en su ejercicio responsable de la
libertad y la democracia, ampliar la gama de opciones realizables en diversas
esferas de la vida, ensanchar los horizontes educativos y culturales, superar
las divisiones y promover el desarrollo humano de múltiples modos. « El libre
aluvión de imágenes y palabras a escala mundial no sólo está transformando las
relaciones entre los pueblos a nivel político y económico, sino también la
misma comprensión del mundo. Este fenómeno ofrece múltiples potencialidades, en
otro tiempo impensables ».18 Cuando se basa en valores compartidos arraigados
en la naturaleza de la persona, el diálogo intercultural facilitado por
Internet y demás medios de comunicación social puede ser « un instrumento
privilegiado para construir la civilización del amor ».19 Pero esto
no es todo. « Paradójicamente, las fuerzas que podrían conducir a una mejor
comunicación pueden llevar también a un mayor egocentrismo y a una mayor
alienación ».20 Internet puede unir a la gente, pero también puede separar, con
sospechas mutuas, a las personas y a los grupos divididos por ideologías,
políticas, posesiones, raza, etnia, diferencias intergeneracionales e incluso
religión. Ya se ha usado de modo agresivo, casi como un arma de guerra, y la
gente habla del peligro del « ciberterrorismo ». Sería tristemente irónico que
este instrumento de comunicación, con un potencial tan grande para unir a las
personas, volviera a sus orígenes de la guerra fría y se convirtiera en un
escenario de conflictos internacionales. III ALGUNAS CUESTIONES
PREOCUPANTES
10. Cuanto
se ha dicho hasta ahora entraña una serie de preocupaciones sobre Internet. Una de las
más importantes se refiere a lo que hoy se denomina « brecha digital », una
forma de discriminación que separa a los ricos de los pobres, tanto dentro de
las naciones como entre ellas, sobre la base del acceso o no a la nueva
tecnología de la información.En este sentido, es una versión actual de la
antigua brecha entre « ricos en información » y « pobres en información ». La
expresión « brecha digital » destaca el hecho de que tanto las personas como
los grupos y las naciones deben tener acceso a las nuevas tecnologías para
participar en los beneficios prometidos por la globalización y el desarrollo, y
no quedarse rezagados ulteriormente. Es necesario « que la brecha entre los
beneficiarios de los nuevos medios de información y expresión, y los que hasta
ahora no han tenido acceso a ellos, no se convierta en otra persistente fuente
de desigualdad y discriminación ».21 Hay que encontrar modos de lograr que
Internet sea accesible a los grupos menos favorecidos, sea directamente, sea al
menos conectándose con medios tradicionales de bajo coste. El ciberespacio debe
ser un recurso de información completa y servicios accesibles a todos, y en una
amplia gama de lenguas. Las instituciones públicas tienen la responsabilidad
especial de establecer y mantener sitios de este tipo. Mientras
se perfila la nueva economía global, la Iglesia se preocupa de que « este
proceso sea de la humanidad entera, y no sólo de una élite rica que controla la
ciencia, la tecnología, la comunicación y los recursos del planeta », es decir,
la Iglesia desea « una globalización que esté al servicio de toda la persona y
de todas las personas ».22 A este
respecto, es preciso tener presente que las causas y consecuencias de la brecha
no son únicamente económicas, sino también técnicas, sociales y culturales.
Así, por ejemplo, otra brecha de Internet va en perjuicio de las mujeres y
también esta brecha se debe eliminar. 11. Nos
preocupan en especial los efectos en la cultura de lo que está sucediendo en la
actualidad. Las nuevas tecnologías de la información e Internet, precisamente
como instrumentos poderosos del proceso de globalización, transmiten y ayudan a
inculcar un conjunto de valores culturales —modos de pensar sobre las
relaciones sociales, la familia, la religión y la condición humana—, cuya
novedad y fascinación pueden cuestionar y destruir las culturas tradicionales. El diálogo
y el enriquecimiento intercultural son sin duda alguna muy deseables. En
efecto, « el diálogo entre las culturas resulta hoy particularmente necesario
si se considera el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación en la
vida de las personas y de los pueblos ».23 Pero esto ha de ser un camino de
doble sentido. Las culturas tienen mucho que aprender unas de otras y la
imposición a escala mundial de puntos de vista y valores de una cultura a otra
no significa diálogo, sino imperialismo cultural. La
dominación cultural es un problema particularmente serio cuando la cultura
dominante transmite falsos valores, enemigos del verdadero bien de las personas
y grupos. Tal como están las cosas, Internet, junto con los otros medios de
comunicación social, está transmitiendo mensajes cargados de valores de la
cultura secular occidental a pueblos y sociedades en muchos casos mal
preparados para valorarlos y confrontarlos. Esto causa serios problemas, por
ejemplo, en el ámbito del matrimonio y la vida familiar, que están
experimentando « una crisis generalizada y radical » 24 en muchas partes del
mundo. La
sensibilidad cultural y el respeto a los valores y creencias de los demás son
indispensables en tales circunstancias. El diálogo intercultural, que « protege
la diversidad de culturas como expresiones históricas diversas y valiosas de la
unidad originaria de la familia humana (...) y salvaguarda la comprensión y
comunión recíprocas »,25 es necesario para construir y mantener el sentido de
solidaridad internacional. 12. La
cuestión de la libertad de expresión en Internet es igualmente compleja y
suscita otras preocupaciones. Apoyamos
enérgicamente la libertad de expresión y el libre intercambio de ideas. La
libertad de buscar y conocer la verdad es un derecho humano fundamental,26 y la
libertad de expresión es una piedra angular de la democracia. « El hombre,
salvados el orden moral y el bien común, puede buscar libremente la verdad,
declarar y divulgar su opinión (...) y, finalmente, informarse verazmente sobre
los conocimientos públicos ».27 Y la opinión pública, « una expresión esencial
de la naturaleza humana organizada en sociedad » exige absolutamente « la
libertad de expresar ideas y actitudes ».28 A la luz
de estas exigencias del bien común, deploramos las tentativas de las
autoridades públicas de bloquear el acceso a la información —en Internet o en
otros medios de comunicación social—, considerándola amenazadora o molesta,
manipular al público con la propaganda y la desinformación, o impedir la
legítima libertad de expresión y opinión. A este respecto, los regímenes
autoritarios son con mucho los peores transgresores; pero el problema también
existe en las democracias liberales, donde, a menudo, el acceso a los medios de
comunicación para la expresión política depende de la riqueza, y los políticos
y sus consejeros no respetan la verdad y la lealtad, calumniando a los
opositores y reduciendo las cuestiones a dimensiones insignificantes. 13. En
este nuevo entorno, el periodismo está sufriendo profundos cambios. La
combinación de nuevas tecnologías y globalización « ha aumentado la capacidad
de los medios de comunicación social, pero también ha acrecentado su exposición
a las presiones ideológicas y comerciales »,29 y esto vale también para el periodismo. Internet
es un instrumento muy eficaz para trasmitir rápidamente noticias e información
a la gente. Pero la competitividad económica y la índole del periodismo de
Internet de funcionar las veinticuatro horas del día también han contribuido al
sensacionalismo y a la circulación de rumores, a una mezcla de noticias,
publicidad y espectáculo, y a una aparente disminución de los reportajes y
comentarios serios. El periodismo honrado es esencial para el bien común de las
naciones y de la comunidad internacional. Los problemas que se pueden apreciar
actualmente en la práctica del periodismo en Internet demandan una rápida
solución de parte de los mismos periodistas. La enorme
cantidad de información que conlleva Internet, en gran parte poco evaluda en
cuanto a precisión e importancia, es un problema para muchos. Pero nos preocupa
que la gente pueda usar la capacidad de la tecnología de almacenar información
simplemente para levantar barreras electrónicas contra las ideas desconocidas.
Esto no sería un desarrollo positivo en un mundo pluralista donde la gente
necesita crecer en la comprensión mutua. Aunque los usuarios de Internet tienen
el deber de hacer selección y tener autodisciplina, eso no se ha de llevar
hasta el extremo de levantar un muro que los aísle de los demás. Las
consecuencias del medio para el desarrollo psicológico y la salud requieren
igualmente un estudio continuo, incluyendo la posibilidad de que la inmersión
prolongada en el mundo virtual del ciberespacio pueda perjudicar a algunos. La
tecnología proporciona muchas ventajas a la gente al permitirle « reunir
informaciones y servicios elaborados exclusivamente para ella », pero también «
plantea una cuestión inevitable: el público del futuro)podría convertirse en
una vasta y fragmentada red de personas aisladas ... que interactúan con datos
y no directamente unos con otros?)Qué sería de la solidaridad, o qué sería del
amor, en un mundo como ese? ».30 14. Además
de estas cuestiones, que guardan relación con la libertad de expresión, la integridad
y precisión de las noticias, el intercambio de ideas e información, hay otra
preocupación que nace de la mentalidad liberal en exceso. La ideología de
libertad radical es errónea y nociva, al menos para legitimar la libre
expresión al servicio de la verdad. El error reside en la exaltación de la
libertad « hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que sería la
fuente de los valores. (...) De este modo, ha desaparecido la necesaria
exigencia de verdad en aras de un criterio de sinceridad, de autenticidad, de
‘acuerdo con uno mismo' ».31 En esta forma de pensamiento no hay cabida para la
auténtica comunidad, el bien común y la solidaridad. IV RECOMENDACIONES Y CONCLUSIÓN
15. Como
hemos visto, el valor de la solidaridad es la medida del servicio que Internet
presta al bien común. El bien común proporciona el contexto para considerar la
cuestión ética: « Los medios de comunicación social se usan para el bien o para
el mal? ».32 Muchas
personas y grupos comparten la responsabilidad en esta materia; por ejemplo,
las corporaciones transnacionales de las que hablamos antes. Todos los usuarios
de Internet deben usarlo de un modo maduro y disciplinado, con propósitos
moralmente buenos; y los padres deberían guiar y supervisar el uso que hacen de
él sus hijos.33 Las escuelas y otras instituciones y programas educativos para
niños y adultos deberían proporcionar formación con vistas al uso inteligente
de Internet como parte de una educación completa en los medios de comunicación
que no sólo incluye la capacitación técnica —primeras nociones de ordenador y
otros conocimientos—, sino también la adquisición de una capacidad para evaluar
de modo informado y sagaz los contenidos. Aquellos cuyas decisiones y acciones
contribuyen a forjar la estructura y los contenidos de Internet tienen un deber
especialmente grave de practicar la solidaridad al servicio del bien común. 16.
Debería evitarse la censura previa de los gobiernos; « la censura (...) sólo se
debería usar en los casos realmente extremos ».34 Pero Internet, al igual que
otros medios de comunicación, no está exento de leyes razonables que se opongan
a las palabras de odio, a la difamación, al fraude, a la pornografía infantil a
la pornografía en general, y a otras desviaciones. La conducta delictiva en
otros contextos es también conducta delictiva en el ciberespacio, y las
autoridades civiles tienen el deber y el derecho de hacer cumplir las leyes.
Hacen falta también nuevas leyes para afrontar delitos especiales en Internet,
como la difusión de virus de ordenadores, el robo de datos personales
almacenados en discos duros, y otros similares. La
reglamentación de Internet es deseable, y en principio la autorregulación es lo
mejor. « La solución de los problemas nacidos de esta comercialización y de esta
privatización no reglamentadas no siempre reside en un control del Estado sobre
los medios de comunicación, sino en una reglamentación más avanzada, conforme a
las normas del servicio público, así como en una responsabilidad pública mayor
».35 La implementación de códigos éticos puede ser muy útil, con tal de que
tengan propósitos serios e impliquen a los representantes del público en su
formulación y aplicación, y que, además de dar estímulos positivos a los
comunicadores responsables, apliquen penas adecuadas por las violaciones,
incluida la censura pública.36 A veces las circunstancias pueden exigir la
intervención del Estado, por ejemplo creando para los medios de comunicación
equipos de asesores que representen a todos los sectores de opinión de la
comunidad.37 17. El
carácter transnacional de Internet, su peculiaridad de tender puentes sobre las
fronteras y su papel en la globalización exigen la cooperación internacional
con vistas a la formación de criterios y al establecimiento de mecanismos para
promover y proteger el bien común internacional.38 En cuanto a la tecnología de
los medios de comunicación, como en referencia a muchas otras, « urge la
equidad en el ámbito internacional ».39 Hace falta una acción decidida, tanto
en el sector privado como en el público, para subsanar y, si es posible,
eliminar la brecha digital. Muchas
cuestiones difíciles con respecto a Internet requieren el consenso
internacional: por ejemplo, cómo garantizar la privacidad de las personas y los
grupos que observan la ley, sin impedir que se aplique la ley y permitiendo que
el personal de seguridad vigile sobre delincuentes y terroristas; cómo proteger
el derecho de propiedad intelectual sin limitar el acceso de la gente a
material de dominio público, y cómo definir el concepto mismo de « dominio
público »—; cómo establecer y mantener amplios depósitos de información en
Internet plenamente accesibles a todos sus usuarios en las diversas lenguas;
cómo proteger los derechos de la mujer con respecto al acceso a Internet y otros
aspectos de las nuevas tecnologías de la información. En particular, la
cuestión de cómo superar la brecha digital entre ricos y pobres en información
requiere una atención seria y urgente, en sus aspectos técnicos, educativos y
culturales. Existe hoy
« un mayor sentido de solidaridad internacional » que ofrece en particular al
sistema de las Naciones Unidas « una oportunidad única para contribuir a la
globalización de la solidaridad, sirviendo de lugar de encuentro para los
Estados y para la sociedad civil, y de punto de convergencia de los diversos
intereses y necesidades. (...) La cooperación entre los organismos
internacionales y las organizaciones no gubernamentales contribuirá a
garantizar que los intereses de los Estados, por más legítimos que sean, y de
los diversos grupos que existen dentro de ellos, no sean invocados o defendidos
en perjuicio de los intereses o de los derechos de otros pueblos, especialmente
de los menos prósperos ».40 A este respecto, esperamos que la Cumbre mundial de
la sociedad de la información, cuya celebración está prevista para el año 2003,
dé una contribución positiva a la discusión sobre estos asuntos. 18. Como
hemos dicho antes, un documento —adjunto a éste— titulado La Iglesia e Internet
habla específicamente sobre el uso de Internet por parte de la Iglesia y sobre
el papel de Internet en la vida de la Iglesia. Aquí sólo deseamos subrayar que
la Iglesia católica, juntamente con otras organizaciones religiosas, debería
tener una presencia visible y activa en Internet, y ser interlocutora en el
diálogo público sobre su desarrollo. « La Iglesia no pretende dictar estas
decisiones y estas elecciones, sino que trata de proporcionar una verdadera
ayuda, indicando los criterios éticos y morales aplicables a este campo, criterios
que se encontrarán en los valores a la vez humanos y cristianos ».41 Internet
puede dar una contribución muy valiosa a la vida humana. Puede fomentar la
prosperidad y la paz, el crecimiento intelectual y estético, y la comprensión
mutua entre los pueblos y las naciones a escala mundial. También
puede ayudar a hombres y mujeres en su continua búsqueda de autocomprensión. En
todas las épocas, incluida la nuestra, la gente se formula las mismas preguntas
fundamentales: «¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Por qué existe el
mal?¿Qué hay después de esta vida? ».42 La Iglesia no puede imponer sus
respuestas, pero puede y debe proclamar al mundo las 0respuestas que posee; y
hoy, como siempre, ofrece la única respuesta totalmente satisfactoria a los interrogantes
más profundos de la vida: Jesucristo, que « manifiesta plenamente el hombre al
propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación ».43 Como el mundo
contemporáneo, el mundo de los medios de comunicación, incluyendo Internet, ha
sido conducido por Cristo, de manera incipiente pero verdadera, dentro de los
límites del reino de Dios y puesto al servicio de la palabra de salvación. Sin
embargo, « la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien
avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de la
nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo
».44 Ciudad del
Vaticano, 22 de febrero 2002, Fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol. John P. Foley Presidente Pierfranco
Pastore Secretario (1) Consejo
Pontificio para las Comunicaciones Sociales, instrucción pastoral Aetatis novae
sobre las comunicaciones sociales, con ocasión del vigésimo aniversario de la
Communio et progressio, n. 4. (2) Consejo
Pontificio para las Comunicaciones Sociales, La Iglesia e Internet. (3) Cf.
Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, Ética en las
comunicaciones sociales, n. 5. (4) Ib., n.
21. (5)
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, n. 26; cf. Catecismo de la Iglesia
Católica, n. 1906. (6) Juan
Pablo II, Sollicitudo rei socialis, n. 38. (7) Juan
Pablo II, Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, n. 2, 27 de
abril de 2001. (8) Juan
Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America, n. 20. (9) Juan
Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, n. 3,
10 de enero de 2000. (10) Juan
Pablo II, Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, n. 2. (11) Ib.,
n. 3. (12)
Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, Instrucción pastoral sobre
las comunicaciones sociales Communio et progressio, n. 19. (13)
Discurso al Cuerpo Diplomático, n. 4. (14) Juan
Pablo II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, n. 43. (15) Ética
en las Comunicaciones Sociales, n. 2. (16) Cf. Consejo
Pontificio para las Comunicaciones Sociales, Pornografía y Violencia en las
Comunicaciones Sociales: una Respuesta Pastoral, n. 20. (17) Ecclesia in America, n. 56. (18) Juan
Pablo II, Mensaje para la XXXIV Jornada Mundial de la Paz de 2001, n. 11. (19) Ib.,
n. 16. (20) Juan
Pablo II, Mensaje para la XXXIII Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales, n. 4, 24 de enero de 1999. (21) Juan
Pablo II, Mensaje para la XXXI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales,
1997. (22) Juan
Pablo II, Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, n. 5. (23) Juan
Pablo II, Mensaje para la XXXIV Jornada Mundial de la Paz, n. 11. (24) Juan
Pablo II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, n. 47. (25) Juan
Pablo II, Mensaje para la XXXIV Jornada Mundial de la Paz, n. 10. (26) Cf. Juan Pablo II, Centesimus annus, n. 47. (27) Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, n. 59. (28) Communio et progressio, nn. 25 y 26. (29) Juan
Pablo II, Discurso en el Jubileo de los Periodistas, n. 2, 4 de junio de 2000. (30) Ética
en las Comunicaciones Sociales, n. 29. (31) Juan
Pablo II, Veritatis splendor, n. 32. (32) Ética
en las Comunicaciones Sociales, n. 1. (33) Cf.
Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Familiaris Consortio, n. 76. (34) Communio et progressio, n. 86. (35) Aetatis novae, n. 5. (36) Cf. Communio et progressio, n. 79. (37) Ib. (38) Cf.
Juan Pablo II, Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, n. 2. (39) Ética
en las Comunicaciones Sociales, n. 22. (40) Juan Pablo
II, Discurso al Secretario General y al Comité Administrativo de Coordinación
de la ONU, nn. 2 y 3, 7 de abril de 2000. (41)
Aetatis novae, n. 12. (42) Juan
Pablo II, Carta encíclica Fides et ratio, n. 1. (43) Gaudium et spes, n. 22. (44) Ib.,
n. 39.
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