ANTE LAS ELECCIONES POLÍTICAS Traemos a
continuación algunas indicaciones del Episcopado Español, que reflejan las
indicaciones dadas por el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal
italiana en el Comunicado del 23 de Marzo del 2000. La periódica llamada a las urnas para que elijamos
a nuestros gobernantes en cualquiera de los niveles de la Administración es ya
una costumbre firmemente
asentada en nuestra
sociedad democrática. Es éste uno de los momentos más importantes de participación
responsable de los ciudadanos en el gobierno de los pueblos y en la gestión
pública. Por lo cual, votar en las elecciones no es sólo un derecho civil y
constitucional, sino también una obligación de la que sólo por razones graves
puede uno sentirse dispensado. El voto debe ser decidido con responsabilidad y
depositado en libertad: No basta, sin embargo, votar libremente sino desde la
conciencia rectamente formada. Esto nos obliga a los obispos, como pastores de la Iglesia a cumplir con la
misión de iluminar la conciencia moral de los católicos y de quienes quieran
escucharnos. La primera condición para que el voto sea
depositado en libertad es la buena información a los ciudadanos. Las campañas
descalificadoras e insultantes no ayudan a conocer los programas electorales.
Por eso invitamos a los candidatos y a los partidos políticos a que expongan
sus propuestas con honradez y de forma positiva. Invitamos también a los medios
de comunicación a que informen veraz y objetivamente, y a los electores a que se
esfuercen en conocer, no solo el programa electoral, sino también las acciones de fondo de los partidos que
reclaman su voto. A la hora de juzgar los programas, no podernos
pretender que resuelvan inmediatamente todos los problemas que la sociedad
tiene planteados, pero sí podemos y debemos pedirles que hagan propuestas para
avanzar en su resolución y corrijan aquellos que se han resuelto
incorrectamente. Somos conscientes de que una misma fe cristiana puede conducir
a compromisos políticos diferentes y que, en algunas cuestiones, una propuesta
electoral es una opción entre otras igualmente licitas y legítimas (Carta
apostólica Octogesima adveniens, 50). En otras ocasiones, afectan directamente
a bienes morales que son irrenunciables. En caso de conflicto, habrá que optar
por el bien posible. Para votar en coherencia con la propia fe se deberá
valorar quién promueve y defiende eficazmente los derechos fundamentales de la
persona: el derecho a la vida, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la
sanidad, a la información veraz y plural sin olvidar el respeto las legítimas
opiniones y creencias y a los derechos de las minorías étnicas y religiosas. Ante las próximas elecciones, queremos subrayar
algunos asuntos de especial relevancia: 1. Respeto sin fisuras a la vida, desde su inicio a
su fin natural. El aborto en cualquiera de sus formas y la eutanasia no pueden
ser defendidos en conciencia. 2. Apoyo claro y decidido a la familia fundada en
el verdadero matrimonio, monogámico y estable, respondiendo a sus necesidades
con servicios que garanticen sus derechos: vivienda digna, reconocimiento del
trabajo del ama de casa, ayuda a las madres que trabajan fixera del hogar,
beneficios fiscales a las familias numerosas, etc. 3. Apoyo a la calidad de la enseñanza y garantía
efectiva del derecho de los padres a escoger el modelo de educación integral
que desean para sus lujos, lo cual exige un apoyo equitativo a los centros de
iniciativa social y una regulación satisfactoria de la enseñanza religiosa
escolar. 4. Promoción de una cultura dignificadora de la
persona y respetuosa con los valores morales y las creencias religiosas, base
del verdadero progreso. 5. Aplicación de políticas que favorezcan la libre
iniciativa social, el trabajo para todos, la justa distribución de las rentas y
la moralidad en la vida económica, con una especial atención a los mas
desfavorecidos de la sociedad: pobres, inmigrantes, ancianos y enfermos que
viven solos, etc. En este campo no podemos olvidar las obligaciones de nuestro país
con los pueblos subdesarrollados
o en vías de desarrollo, pues la solidaridad internacional es una exigencia del
orden moral. 6. Búsqueda sincera de la paz y de la
reconciliación y condena de la violencia y del terrorismo. |