Carta
pastoral "La verdad con amor: Por el obispo Thomas V. Daily, de la Diócesis de Brooklyn, Queridos hermanos y hermanas en el Señor: Es evidente que el cuidado pastoral de nuestros hermanos y
hermanas homosexuales cada día se hace una cuestión más urgente en nuestra
sociedad. Casi todos los días, a través de la televisión y otros medios de
información pública, vemos que existen varios grupos de homosexuales que están
buscando que su estilo de vida homosexual sea reconocido y aceptado. Se han
presentado varios tipos de propuestas de leyes y decretos que buscan proteger
la actividad sexual y el estilo de vida homosexual como alternativas aceptables
al matrimonio. Se le está planteando a nuestros centros educacionales,
inclusive aquellos a los cuales les ha sido encomendada la formación de
nuestros hijos pequeños, que implementen en sus planes de estudios, la aceptación
del homosexualismo como una variante normal de la condición humana. Nuestra
sociedad, la cual está siendo agobiada por una mal orientada comprensión de la
sexualidad en general, debe prestar oídos a la sabiduría de la Iglesia en esta
materia, ya que sus enseñanzas abarcan no solo la revelación divina, sino que
reafirman el valor y la dignidad de lo que es humano y conforme a la
naturaleza. La solicitud pastoral de la Iglesia se dirige a todas las
personas como seres humanos individuales. No importa en qué situaciones pueda
encontrarse el individuo o cómo responda al ser movido por la gracia, siempre
es digno del cuidado y el amor de la Iglesia, la cual primero que todo hace que
se conozca la verdad de Cristo. Esta es la verdad que realmente libera a la
persona humana y la verdad que ilumina la dignidad de todo individuo. Nuestro
Señor mismo lo enfatizó: "Ustedes conocerán la verdad y la verdad os hará
libres"1. No podría realmente haber una atención pastoral a la
persona homosexual, a menos que haya una clara y verdadera presentación de la
enseñanza de la Iglesia, lo cual ésta hace en el amor. La esencia de la
solicitud pastoral hacia la persona homosexual se refleja en las palabras de
nuestro Santo Padre, Juan Pablo II, quien en 1979, les dijo a los obispos
estadounidenses: "En la claridad de esta verdad, ustedes constituyeron un
ejemplo de la verdadera caridad de Cristo, al no traicionar a aquellas personas
que, por su homosexualidad, se enfrentan a problemas morales difíciles, como
hubiera sucedido, si en nombre de la comprensión y la compasión, o por
cualquier otra razón, ustedes hubieran dado una falsa esperanza a cualquiera de
nuestros hermanos o hermanas. Por el contrario, por medio de su testimonio de
la verdad de la humanidad en el plan de Dios, ustedes manifestaron su amor
fraternal de una manera efectiva, poniendo en alto la verdadera dignidad
humana, para con aquellos quienes también buscan en la Iglesia de Cristo una guía
que procede de la luz de la palabra de Dios 2. Mi intención, al emitir esta pastoral, es ofrecer ayuda a la
persona homosexual, y a todas las personas, obedeciendo las palabras del Santo
Padre y dando "testimonio de la verdad de la humanidad en el plan de
Dios." Únicamente sobre este sólido fundamento, podemos ofrecer otros
tipos de cuidado y asistencia a nuestros hermanos y hermanas que, aunque lo
reconozcan o no, están experimentando dolor y confusión debido a su orientación
homosexual. Este testimonio también debe ser visto como una expresión de
cuidado para otros, que de la misma forma experimentan la confusión que
prevalece en nuestra sociedad, debido al énfasis exagerado que se da a la
sexualidad en general. La enseñanza de la Iglesia sobre el maravilloso regalo de la
sexualidad está basada en los principios de la ley natural que es común a todos
los hombres y mujeres, y que no son posesión exclusiva de la Iglesia Católica.
El Segundo Concilio Vaticano no vaciló al aceptar el concepto de la ley natural
como fue expuesto por Sto. Tomás de Aquino. Este concepto incluye el hecho de que Dios creó al universo con
un plan prudente y amoroso para con Su creación. El plan de Dios es la ley
eterna en cuanto a que ésta es la ley que Dios ha determinado y deseado
efectuar y crear. La ley natural es parte de la ley eterna, por la cual los
seres humanos de la creación tienen inteligencia y libertad y pueden cooperar
libremente en la realización del plan de Dios 3. La ley natural
"es también una expresión de la voluntad de Dios" 4,
aunque no depende de ninguna revelación divina. La revelación incluye las
verdades de la ley natural y solamente cuando uno reflexiona acerca de la enseñanza
de la Iglesia sobre la sexualidad como "una enseñanza fundada en la ley
natural, iluminada y enriquecida por la revelación divina" 5,
puede uno percibir su gran belleza. El libro del Génesis nos enseña que Dios creó a la persona
humana a Su propia imagen y semejanza y los creó hombre y mujer. "Por lo
tanto, el hombre y la mujer son nada menos que la obra de Dios mismo; y en la
complementariedad de ambos sexos, son llamados a reflejar la unidad interior
del Creador" 6. Esta antiquísima revelación, manifiesta el
misterio de que a la persona humana, habiendo sido creada a imagen y semejanza
de Dios, le ha sido dada la facultad, por medio de su sexualidad, de cooperar
con Dios en la creación siendo fértil y poblando la tierra. Parte del plan de
Dios es que la sexualidad sea un regalo que capacite a la persona humana de
modo que ésta pueda ser dadora de vida. El objetivo final del fruto de la
sexualidad es la creación de la vida humana, a través de los actos propios del
hombre y de la mujer dentro del matrimonio. Estas leyes de la naturaleza,
ordenadas por Dios, dictan la existencia una complementariedad física y psicológica
entre el hombre y la mujer, que está ordenada hacia la exclusividad dentro del
matrimonio, donde el hombre y la mujer se dan apoyo mutuamente, y hayan la
culminación de su gloria en la procreación. "Por medio de la creación del hombre y la mujer en su
propia imagen y semejanza, Dios corona y lleva a la perfección la obra de Sus
manos: El los llama a compartir de una manera especial en Su amor y en Su poder
como creador y Padre, por medio de su cooperación libre y responsable en la
transmisión del don de la vida" 7. Uno de los defensores más enérgicos de la santidad de la
sexualidad humana ha sido S.S. Juan Pablo II, quien, en una serie de audiencias
semanales presentadas durante seis años (1979-1984), habló sobre la realidad básica
de la masculinidad y la femineidad como manifestaciones de la sexualidad humana
y con el modelo de unidad que es presentado en el libro de Génesis. Su
explicación sobre la enseñanza de la Iglesia está basada en la unidad e
irrepetibilidad de todo ser humano, que a su vez depende de la ley natural. La
enseñanza del Santo Padre es esencial para llegar a comprender verdaderamente
la naturaleza de la sexualidad, la cual busca integrar el orden propio de la
existencia y el respeto por la persona. La revelación ha arrojado luz sobre la ley natural, en cuanto al
significado de la sexualidad y la complementariedad natural entre el hombre y
la mujer, la cual se realiza en el matrimonio. Sin embargo, la revelación también
nos muestra que el desorden, tanto moral como físico, entró en el mundo por
medio del pecado original. Aunque ha sido redimida por Cristo, la persona
humana no es ya de la condición humana original. La unidad original del hombre
y de la mujer, y su habilidad original de ser un don perfecto el uno para el
otro, cooperando con la obra de la creación, ha sido manchada por el pecado. El
desorden causado por el pecado original afecta el don de la sexualidad de
muchas maneras, especialmente introduciendo la lujuria en el mundo. El uso desordenado de las facultades sexuales fuera de su propósito
ordenado por Dios, y la inclinación de actuar de manera contraria a la
naturaleza, son el resultado del pecado original. Al igual que todo desorden sexual, la condición homosexual es el
resultado del pecado original. La Congregación para la Doctrina de la Fe dejó
claro que: "aunque la inclinación homosexual de la persona no es pecado,
es más o menos una fuerte tendencia dirigida hacia algo que es un mal intrínsecamente
perverso y por lo tanto, dicha inclinación, por sí misma deberá ser vista como
un desorden objetivo" 8. La orientación homosexual viola la
harmonía natural de la persona en relación al propósito apropiado de su
sexualidad e inclina a la persona hacia "actos que son contrarios a la ley
natural" 9. Ni las ciencias que estudian el comportamiento de las personas,
ni las ciencias médicas, han podido determinar qué factores genéticos,
hormonales o psicosociales durante la infancia, pueden llevar a una persona a
ser homosexual 10. No es mi intensión adentrarme en esta área tan
delicada aquí, sino hacer énfasis en que esta condición es en definitiva, el
resultado del pecado original, no es la norma y no se debe actuar así dentro
del orden moral. Como dije anteriormente, la enorme presión que se está ejerciendo
sobre los distintos sectores de la sociedad para que acepten la condición
homosexual como si ésta no fuera un desorden, y permita que continúe la
actividad homosexual como una alternativa aceptable al matrimonio, se está
introduciendo en la Iglesia y presenta la enseñanza de la Iglesia como si fuese
errónea, incomprensiva y arbitraria. Mientras que la Iglesia está siempre
expuesta a esta crítica infundada, es la Iglesia la que trata de proteger la
verdadera dignidad de la persona homosexual, así como el bien de toda la
sociedad en general. A través de la presentación de su enseñanza, fundada en la
ley natural e iluminada por la revelación, la Iglesia ejerce un verdadero
cuidado pastoral para con la persona homosexual, proclamando la verdad con
amor. Una vez más insisto en que el Santo Padre animó a los obispos
estadounidenses a dar un verdadero cuidado pastoral a los hombres y mujeres
homosexuales. Durante su visita pastoral en 1987, él los exhortó diciendo:
"Deseo animarlos a ustedes también en el cuidado pastoral que deben dar a
las personas homosexuales. Este incluye dar una explicación clara de la enseñanza
de la Iglesia, la cual por su naturaleza es de por sí poco popular. Sin
embargo, su propia experiencia pastoral confirma el hecho de que la verdad, por
muy difícil que sea de aceptar, nos trae la gracia y a menudo lleva a la
conversión interior" 11. Deseo sinceramente ofrecer este cuidado pastoral a todas las
personas homosexuales de nuestra diócesis, siempre con la convicción de que
solamente la verdad les traerá la verdadera libertad. Hago un llamado a todos
los fieles a que escuchen la verdad y que, profesándola con amor, actúen con
una actitud semejante a la de Cristo hacia nuestros hermanos y hermanas
homosexuales. No me canso de insistir en que, aunque se trata de un desorden
objetivo, la orientación homosexual no es moralmente mala por sí misma. Son los
actos y los deseos homosexuales deliberados, los que son seriamente malos e
inmorales. La persona homosexual, que trata de llevar una vida casta, no
difiere de cualquier otra persona humana y por lo tanto merece el mismo
respeto, amor cristiano y dignidad. En una sociedad que generalmente tiene una
actitud desordenada en lo que respecta el significado natural de la sexualidad,
los hombres y mujeres homosexuales, deben evitar identificar su persona, y por
supuesto su sexualidad, con su orientación homosexual. "La persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios, difícilmente
se puede calificar haciendo alusión solamente a su orientación sexual. Toda
persona sobre la faz de la tierra tiene dificultades y problemas personales,
pero también se enfrenta al reto de crecer, al realizar su potencial, sus
talentos y sus dones. Actualmente la Iglesia nos proporciona un contexto muy
necesario para el cuidado de la persona humana cuando... continúa insistiendo
en que toda persona tiene una identidad fundamental, la de ser criatura de
Dios, y por su gracia, Su hija y heredera de la vida eterna.12 Es deplorable que la persona homosexual sea objeto de abusos
verbales o físicos, o cuando es privada de sus derechos humanos básicos. El
prejuicio y la discriminación contra la persona homosexual constituyen no sólo
una falta de caridad, sino que además son una injusticia. Sin embargo, a modo
de buscar la forma de defender los derechos de todas las personas, no se pueden
decretar leyes que traten de legitimar la actividad homosexual o ni tan
siquiera dar la impresión de que esto se está haciendo. Dicha legislación es de
por sí inmoral y es una injusticia en lo que concierne a los derechos naturales
de todo hombre y mujer. De la misma forma, cualquier plan educacional que trata
de inculcar en nuestros niños la creencia de que el estilo de vida homosexual
es aceptable, debe ser considerado una afrenta inmoral a los derechos naturales
de nuestros niños y a su dignidad. Las acciones y actitudes de una sociedad que busca justificar y
promover la actividad homosexual resultan ser en el fondo una forma de
injusticia y le hacen daño al homosexual y a toda persona humana. Aunque
debemos de ser honestos, justos y compasivos hacia la persona homosexual, no
debemos nunca ceder a lo que parece justo y compasivo pero que en realidad no
es más que un engaño que se opone a la verdad. Exhorto a los hombres y mujeres homosexuales a que acudan a la
Iglesia, a la oración y a la fuente de la gracia, que fortalecerán su
compromiso de vivir una vida casta. El apoyo de la comunidad cristiana y los
sacramentos son las fuentes primarias del cuidado pastoral para la persona
homosexual. Nunca debemos subestimar el poder de estos medios sobrenaturales en
la vida de la persona homosexual o de ninguna persona. Asimismo, debemos
siempre recordar que la persona homosexual que está tratando de llevar una vida
casta, forma parte esencial del Cuerpo de Cristo. Por medio de esta aceptación
heroica de su propio sufrimiento, están dando testimonio de castidad, y de una
forma adecuada a su situación "supliendo lo que falta a los sufrimientos
de Cristo por su cuerpo, la Iglesia" 13. Yo me siento particularmente alentado por el trabajo que está
llevando a cabo el grupo Courage ("Coraje") en nuestra diócesis. Este
grupo, que se reúne para brindar apoyo a los homosexuales que están tratando de
llevar una vida casta y de vivir de acuerdo con la ley natural, han traído un
gran beneficio espiritual a sus miembros. Yo insto a todos los fieles a que
brinden su apoyo al grupo Courage, y se lo recomiendo muy especialmente a los
hombres y mujeres que tengan inclinaciones homosexuales. Finalmente, quiero mencionar el concepto cristiano de la
abnegación. El cuidado pastoral para la persona homosexual no estaría completo
sin recurrir constantemente al sacrificio y a lo que el Santo Padre llama,
"auto-dominio". Este auto-dominio es lo que controla el desorden
causado por el pecado original. Respondiendo a este auto-dominio, la persona
humana experimenta verdadera dignidad y participa en la libertad del regalo que
es su sexualidad. Lo mismo que la cruz es el centro de la expresión del amor
redentor de Dios para nosotros en Jesús, así la conformidad del auto-dominio,
por parte del hombre y de la mujer homosexual, al sacrificio del Señor,
constituirá para ellos una fuente de entrega que les librará de llevar un
estilo de vida que constantemente amenaza con destruirlos 14. Mi propósito al escribir esta carta pastoral ha sido
"profesar la verdad con amor" 15, porque esta es la verdad
que trae verdadera libertad y que ofrece a la persona homosexual una verdadera
solicitud pastoral. Jesucristo es siempre nuestro supremo modelo y guía. En El,
está revelada perfectamente la ley natural. En Cristo aprendemos lo que
significa la ley natural, y cómo debe vivir cualquier cristiano, heterosexual u
homosexual. En esta disposición, quiero concluir ésta carta, citando las
palabras del Cardenal Humberto Medeiros, a quien he tenido el privilegio de
servir en la Arquidiócesis de Boston. También él, al escribir acerca del
cuidado pastoral de la persona homosexual, afirmó en estas hermosas palabras:
"Si seguimos el modelo de Cristo Jesús al actuar, nos veremos movidos a
compartir Su compasión y comprensión, al mismo tiempo que nos mantendremos
firmes en nuestra obediencia a las enseñanzas de la Iglesia a pesar de las presiones
que quieren llevarnos a lo contrario... al hacer esto, estamos aceptando al
hombre o a la mujer homosexual como un miembro de la Iglesia y de la sociedad.
Cuando hacemos esto, estamos llamando a esta persona a seguir la misma vida de
castidad que todos tratamos de vivir. Estamos llamando y ayudando a la persona
a la misma virtud de la castidad a la cual estamos animando a las personas
casadas o solteras de nuestro rebaño. Estamos dándole el lugar que les
pertenece en la Iglesia. Nos negamos a relegarlos a ellos a una categoría
"separada pero igual", que en definitiva, les niega su dignidad
humana básica cristiana 16. Que María siempre virgen y patrona de nuestra diócesis, nos
lleve a la verdad de su Divino Hijo, para que podamos profesar Su verdad con
amor por el bien de todos los hombres y mujeres hechos a imagen de Dios. En fidelidad a Cristo, M.R. Thomas V. Daily, D.D., Obispo de
Brooklyn, Fiesta de la Solemnidad de María. Fuentes: 1. Juan 8:32; 2. S.S. Juan Pablo II,
"Meeting with the Bishops of the United States of America"
("Encuentro con los Obispos de los Estados Unidos de America"), 5 de
octubre 5 de 1979, número 6. 3. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, 91.2, in corp. 4.
S.S. Pablo VI, Carta Encíclica, "Humanae vitae", 25 de julio
de 1968, número 4. 5. Ibíd. 6. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta
a los obispos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1ro
de octubre de 1986, número 6. 7. S.S. Juan Pablo II, Carta Apostólica
"Familiaris consortio", 15 de diciembre de 1981, número 28. 8. Carta
a los obispos, número 3. 9. Catecismo de la Iglesia Católica, número
2357. 10. Conferencia Católica de los Estados Unidos, Sexualidad humana,
12 de diciembre de 1990, p.55. 11. S.S. Juan Pablo II, Encuentro con los
obispos de EE.UU., 16 de septiembre 16 de 1987, número 18. 12. Carta a
los obispos, número 16. 13. Colosenses 1:24; 14. Carta a los obispos,
número 12. 15. Efesios 4:15. 16. Cardenal Humberto Medeiros, Pastoral Care
for the Homosexual ("El cuidado pastoral a los homosexuales"),
junio de 1979.
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