La pared que separó dos mundos: El 9 de noviembre 2014 se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín
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Por Iván de Vargas
El 9 de Noviembre de 1989 caía
todo un símbolo en Berlín. Lo que la opinión pública occidental había
llamado "el muro de la vergüenza" desaparecía al fin, después de 28 años
dividiendo una ciudad que, desde la construcción del Telón de Acero en 1961,
se había convertido en el símbolo más tangible de la división entre dos
maneras de entender el mundo.
La ciudad de Berlín, Alemania, y Europa celebran estos días el 25
aniversario de la caída del Muro. Con motivo de este acontecimiento la
metrópoli alemana llevará a cabo diferentes actividades este domingo para
recordar a los más de cuatro centenares de personas que perecieron
intentando huir a la República Federal.
Desde Bornholmer Strasse hasta la Puerta de Brandemburgo y Checkpoint
Charlie, unos 8 mil globos serán el epicentro visual de los eventos
conmemorativos. Sin embargo, el tema que inspira la celebración, "Mut zur
Freiheit" ("El coraje de buscar la libertad") recordará a aquellos que
hicieron que la revolución pacífica de 1989 fuera posible. Con este
propósito, la institución Robert-Havemann Gesellschaft dispondrá 100
pantallas informativas a lo largo de la instalación de luz que relatarán las
historias de los que fueron separados por el Muro de Berlín y los que
murieron tratando de cruzarlo.
También se ofrecerán numerosas visitas guiadas, empezando por Mauerpark,
Checkpoint Charlie y la East Side Gallery. Los recorridos ilustrarán
historias de división, huida y una ciudad cicatrizando sus heridas. También
los voluntarios de la iniciativa de apoyo turístico Service in the City
compartirán sus propios recuerdos sobre la época del Muro.
Finalmente, el festival del 9 de noviembre frente a la Puerta de
Brandemburgo ofrecerá conciertos, así como entrevistas con testigos
contemporáneos. A las 19 horas, punto destacado del aniversario, sonará la
"Oda a la Alegría" de Ludwig van Beethoven. Luego se soltarán los globos,
que se elevarán en el cielo nocturno de Berlín
La historia del Muro
Tras el fin de la II Guerra Mundial (1939-1945), las potencias vencedoras
deciden dividirse Alemania en áreas de influencia: Estados Unidos, Reino
Unido y Francia gestionarían la parte Oeste de Alemania, mientras que la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se encargaría de la parte
Este. Por su lado, Berlín, que había sido la capital del III Reich, queda
dividida de la misma manera.
Hay que tener en cuenta que, potencias con intereses tan contrapuestos como
los aliados occidentales (EEUU, Reino Unido y Francia) y la Unión Soviética
(URSS), se habían puesto de acuerdo para vencer a un enemigo común, pero
seguían manteniendo sus diferencias insalvables. Mientras en Occidente las
democracias decimonónicas daban paso a los nuevos estados sociales y de
derecho, la Unión Soviética mantenía una “dictadura del proletariado”.
El final de la guerra terminó con el espejismo de colaboración y definió los
dos bloques que se enfrentarían desde 1949: las democracias occidentales y
los regímenes comunistas del Este. La construcción del muro del Berlín
supuso la exteriorización de este enfrentamiento y fue la reacción inmediata
a la continua emigración que se producía desde el Berlín Este al Berlín
Oeste. Las autoridades soviéticas decidieron aislar a los ciudadanos
berlineses, pero también a los del resto de Alemania, construyendo una
frontera física entre la República Federal de Alemania (RFA) y la República
Democrática de Alemania (RDA), y a los de otros países de Europa. De la
noche a la mañana, dieciséis años después del fin de la guerra, se
desplegaba sobre Europa lo que se conoció como el “telón de acero”: la
división del continente entre países asociados a los Estados Unidos y los
países cercanos a la órbita de la URSS. En este momento surgirían
organizaciones como la OTAN y el Pacto de Varsovia. Además, la división de
Europa trajo la denominada “guerra fría”, un conflicto mundial tácito que se
desarrollaba entre los Estados Unidos y la URSS a través de guerras
regionales en países sobre todo asiáticos. También fue la época de la
proliferación de armas nucleares.
La división de Europa tuvo como consecuencia la evolución de las sociedades
que estaban a un lado o al otro del muro de forma diferente. Aquellas que
mantenían democracias activas desarollaron una economía capitalista. Por
contra, los que se encontraban en la parte soviética o bajo regímenes
comunistas, con economías centralizadas, sufrieron años de retraso y
pobreza. En 1957, algunos países de la Europa occidental crearon la
Comunidad Económica Europea, el embrión de la actual Unión Europea.
La vida en el Berlín comunista fue hasta la caída del Muro una permanente
aproximación a la esquizofrenia colectiva. Se vivía en la penuria constante,
comprando lo que fuera aunque no se necesitase cuando se encontraba, porque
en la escasez cualquier cosa podía ser canjeada oportunamente. Y al mismo
tiempo, se sabía que desde el punto de vista de suministros de todo tipo se
vivía en la capital de la República Democrática Alemana infinitamente mejor
que en el resto del país.
Pero en cuanto llegaba gente del otro Berlín o de la República Federal de
Alemania, se veía también que al otro lado del Muro existía una opulencia
insultante. Las divisas alemanas occidentales se cambiaban 4 a 1 en el
mercado negro. Este mercado secundario con una moneda fuerte les evidenciaba
a los berlineses orientales las deficiencias económicas del sistema de una
forma rayana en lo ofensivo.
En 1989, con la presión de las democracias occidentales, las ansias de
libertades políticas y sociales de los pueblos bajo sistemas comunistas, y
una economía decadente, el final de la URSS como potencia mundial se
vislumbraba cercano. En cualquier caso, los alemanes decidieron tomar las
riendas de su destino y, la noche del 9 de noviembre, se concentraron en la
Puerta de Brandenburgo, y otros lugares de Berlín, para derribar el muro y
hacer desaparecer una cicatriz artificial creada por los políticos en el
corazón de un pueblo.