DE LOS ADULTOS (Juan Pablo II)
El
Consejo Internacional para la Catequesis celebró en Roma, del 24 al 29 de
octubre, su VI sesión plenaria. Los miembros de este organismo proceden de 27
naciones de los cinco continentes. Inauguró la sesión el cardenal Antonio
Innocenti, Prefecto de la Congregación para el Clero. El día 29 fueron
recibidos por el Papa en la Sala del Trono, y durante la audiencia el cardenal
Innocenti dirigió al Santo Padre unas palabras en las que dijo, entre otras cosas:
“En estos días el Consejo, renovado en más de la mitad de sus miembros, ha
desarrollado una gran cantidad de trabajo: ha tratado algunas cuestiones de
gran actualidad para la catequesis de los adultos, ofreciendo a la Congregación
para el Clero, y a través de ella a toda La Iglesia, sugerencias e Indicaciones
valiosas: ha presentado una amplia panorámica sobre la situación de la
catequesis en las grandes áreas socioculturales del mundo, y ha revisado y
actualizado sus estatutos. La aportación del Consejo concluir en un documento
sobre la catequesis de los adultos que la Congregación para el Clero pretende
ofrecer como instrumento de reflexión y de ayuda a los obispos y a los
responsables de la catequesis. En esta ardua tarea el dicasterio y el Consejo se
sienten estimulados por el ejemplo y el magisterio de Vuestra Santidad y le
agradecen las orientaciones que quiere darnos también en este encuentro”. Juan
Pablo II respondió con el discurso que te ofrecemos a continuación traducido
del Italiano .1. Le agradezco mucho, seriar
cardenal, las amables palabras con las que ha introducido este encuentro,
presentando a los que han tomado parte en el: los superiores y los oficiales de
la Congregación para el Clero, en particular aquellos que se ocupan de Ja .sección
pastoral catequistica; y los ilustres componentes del Consejo intencional para
3a Catequesis, que han llegado de todas las partes del mundo para dar una
aportación de estadios y experiencias sobre los importantes problemas
catequeticos de nuestro tiempo. Saludo a todos cordialmente. La civilización de la imagen y
los actuales modelos de vida. 2. El tema de estudio elegido para esta sexta sesión de vuestro Consejo
es de capital importancia para la iglesia, en cuanto que la catequesis de
adultos se dirige a personas que tienen la gran responsabilidad y capacidad de
vivir el mensaje cristiano en su forma plenamente desarrollada” (Catechesi
tradendae, 43). Una tarea, no menos importante, de vuestra sesión ha sido la de resaltar
las condiciones religiosas del sujeto adulto en relación también con el
ambiente sociocultural en el que vive y trabaja. En realidad, a lo largo de este siglo, se han producido grandes
transformaciones sociales, al tiempo que se ha extendido rápidamente, gracias a
las conquistas de la ciencia y de la técnica, un notable progreso cultural
también a nivel de masas. La sociedad en la que hoy está inserto el adulto,
generalmente se halla dominada por la civilización de la imagen (cine,
televisión, revistas gráficas) y por la rápida difusión de noticias, ideas,
valores, datos culturales y científicos, transmitidos con lenguaje fácil e
incisivo. Por lo demás, en este contexto, no se habla de Dios; la religión se
considera como un hecho privado, cuando no se presenta bajo un ángulo critico o
negativo; además, los modelos de vida y las interpretaciones de la realidad son
múltiples y contrapuestas. Este
es el contexto en el que ha crecido el creyente adulto de nuestros días, el
cual por desgracia, la mayoría de las veces, ha realizado solamente la primera
etapa del itinerario catequético que conduce a una fe comprendida y vivida. En
general, se ha detenido en la etapa preparatoria de la primera comunión y de la
confirmación, o en las nociones aprendidas en los bancos escolares de tal forma que, mientras ha crecido y madurado
en aspecto físico sociológico y profesional, de hecho todavía está en el
estudio inicial por lo que respecta al crecimiento y maduración en la fe. - El
resultado es una fe no profundizada, débil y frágil hasta el punto de que parece ya inexistente. Para una
aproximación pastoral catequética eficaz, es necesario que nos detengamos con
atención responsable ante la tipología del adulto, para estudiar su mentalidad,
su modo de expresarse, comunicarse y vivir publica o privadamente. El
problema religioso
3. También es necesario preguntarse
cuáles son ¡as esperanzas y las exigencias más ocultas, en el adulto de hoy, en
el aspecto religioso. Se
puede afirmar que, en general, el adulto contemporáneo, en su intimidad, tiene hambre
y sed del Dios vivo, y por tanto de lo sagrado, debido a diversos motivos: ya
sea por las instancias inmutables de la naturaleza humana, que lleva en sí el
signo y la necesidad de la causa primera, ya por el mayor progreso de
discernimiento con respecto a los dudosos enfoques ideológicos y prácticos de
la sociedad terrena; o, finalmente, por el sentido de incertidumbre, de miedo y
de vacío existencial, que deriva de una cultura privada de lo trascendente. El
adulto de hoy, que sólo aparentemente es irreflexivo o indiferente, necesita
sobre todo volver a explicar todos los motivos de credibilidad racional que el
cristianismo posee, del que se subraya siempre el carácter histórico. De hecho,
es posible demostrar que Dios se ha revelado al hombre por medio de Cristo
Redentor. Mas,
al pasar a los contenidos de esta Revelación, la catequesis actual debe asumir
tonos de vivacidad y actualidad. El
cristianismo es, ante todo, un “mensaje de vida” (Catechesi tradendae, 26), que
en nuestros días como en los inicios, se anuncia con alegría: Jesús de Nazaret,
Hijo de Dios hecho hombre, murió y resucitó por nuestra redención. Y “en el
misterio de la redención, el hombre es confirmado y en cierto modo, es
nuevamente creado” (Redeinptor hominis, 10). El adulto contemporáneo, que está
envilecido por una sociedad materialista y consumista, gradualmente y con
satisfacción tomará conciencia de su valor y de su dignidad de hombre, gracias
al anuncio del Evangelio y a una catequesis adaptada a las exigencias de
nuestros días. La
finalidad de tal catequesis es llevar al adulto por el camino de una educación
básica e integral en la fe. Pero al proyectar los contenidos catequéticos se
tendrá en cuenta tanto el orden jerárquico de las verdades como la situación
concreta en la que se desarrolla la catequesis. No se
deberá, pues, desatender el tratamiento cuidadoso de los grandes temas que se
refieren a Dios, “rico en misericordia”, Jesucristo, “palabra viva y
substancial del Padre”, la Iglesia “vivificada por el Espíritu Santo”. La metodología
de la comunicación
4. En la presentación de las verdades que
tocan a la fe y a la moral se recomienda reservar una particular atención a la
elección del lenguaje que ha de usarse con el adulto de hoy. La estructura del
lenguaje debe ser tal que suscite un vivo interés en el adulto moderno: hay que
respetar y usar las mejores formas de comunicación,, incluidos los signos, los
gestos y los símbolos. La
catequesis deberá servirse de los grandes progresos, hechos por la ciencia de
la comunicación y del lenguaje, para poder transmitir más eficazmente todo su
contenido doctrinal, sin deformación alguna, especialmente cuando se dirige a
categorías particulares de personas como los intelectuales, los analfabetos,
los minusválidos, etc. (cf. Catechesí tradendae, 59). El
respeto debido al adulto por su madurez exige que, al dar la catequesis, las
informaciones resulten siempre actualizadas, los argumentos tengan una
concatenación lógica y el discurso haga referencia también -a los datos de la experiencia
de la cultura y de la ciencia, que son muy significativos para nuestro tiempo.
La catequesis de los adultos tendrá mayor éxito si se demuestra abierta al
encuentro entre fe, cultura y ciencia, para una mutua integración, respetuosa
de las competencias recíprocas. 5. He tenido conocimiento con satisfacción
que una parte de vuestra sexta sesión ha sido dedicada al estudio de los
itinerarios metodológicos, que se pueden usar en la catequesis actual de
adultos. Las exigencias de las diversas áreas geográficas y de los diferentes
momentos catequéticos, conducirán a elegir o combinar los diversos modelos
típicos de esta catequesis. Pero en cualquier itinerario hay que procurar dejar
espacio suficiente para el diálogo y para la participación activa del adulto en
la catequesis. Diálogo
y participación
Se ha
de tener presente, finalmente, que catequizar no sólo quiere decir usar el
modelo catequetico más apropiado, con todas las técnicas y los instrumentos
relacionados con ellas, sino que también consiste en saber acoger y valorar las
capacidades de los adulto, a quienes se necesita ofrecer, a lo largo del año,
la posibilidad de participar en encuentros cordiales y en cursos bien
organizados, preferentemente en el ámbito de una comunidad eclesial como la
parroquia, lugar privilegiado, ya que en ella la pastoral catequética se
celebra en un Contexto no sólo didáctico, sino también litúrgico, sacramental y
caritativo. Espero,
además, que también para los adultos se usen sobre todo múltiples medios de
comunicación, ya que favorecen el desarrollo de varios tipos de catequesis:
desde el inicial al de profundización, desde el ocasional al sistemático y
permanente, que tienden a hacer del adulto un cristiano convencido y formado. Evangelización 6. Finalmente deseo dirigir mi palabra de
aliento a vosotros y a lodos los que en cualquier parte del mundo, a través de
asambleas y publicaciones, están suscitando un saludable despertar del interés
y del estudio por la evangelización y la formación religiosa del adulto. El
campo de acción, vasto y complejo, presenta espacio y labor para todos, signo
de la caridad y de la humanidad. Será necesario valorar, particularmente, los
diversos movimientos y grupos eclesiales, los centros y los institutos
catequéficos, así corno las escuelas ¿e catequesis por sus estudios y su
función educativa sobre los catequistas. Sirva
de estímulo y consuelo el hecho de que la Iglesia considera la catequesis de
los adultos como un “problema central” y la “principal forma de la catequesis”
(Catechesi tradendae, 43). Son los adultos, en efecto, padres y madres de
familia, una vez educados en la fe,
darán la primera y fundamental instrucción religiosa a los propios hijos en la
intimidad de la “iglesia doméstica”; son los adultos quienes pueden dar un
testimonio cristiano válido a los jóvenes en el proceso de búsqueda y
maduración (Apostolicam actuositatem, 12); por último, son ellos los que,
descubierta la validez de la vocación cristiana enraizada en el bautismo,
participarán en la misión salvlfica de
la Iglesia, como sujetos activos preciosos, tanto en las comunidades
eclesiales, como en las “realidades temporales de las que son responsables”
(ib.). Deseando
que María, Madre de la Palabra de Dios “encarnada” en su seno, haga fructuoso
vuestro trabajo y el de cuantos se consagran a anunciar y explicaren nuestro
tiempo la Palabra que da la vida, os imparto de corazón a todos la bendición
apostólica. |