El Papa pide no clericalizar a los laicos
ni
laicizar a los sacerdotes Entre ambos la relación es de
«complementariedad», no de igualdad CIUDAD DEL VATICANO, 9 mayo 2002 (ZENIT.org).- Entre sacerdotes y fieles laicos
hay una «profunda complementariedad», no igualdad, ha aclarado Juan Pablo II
haciendo una invitación a superar la clericalización de los laicos y la
laicización de los sacerdotes. El Santo Padre hizo su aclaración
este martes al encontrarse con los obispos de las Antillas al concluir su
quinquenal visita «ad limina» a la Santa Sede. En su tradicional discurso de
despedida, pronunciado tras una intervención del arzobispo Edgerton R. Clark,
arzobispo de Kingston (Jamaica) y presidente de la Conferencia Episcopal de las
Antillas, el Papa recordó a los obispos que «en primer lugar y por encima de
todo sois sacerdotes». Es decir, añadió, «no ejecutivos,
administradores, representantes de las finanzas o burócratas, sino sacerdotes.
Esto significa ante todo que habéis sido elegidos para ofrecer el sacrificio,
ya que esta es la esencia del sacerdocio, y el fulcro del sacerdocio cristiano
es la oferta del sacrificio de Cristo». Juan Pablo II recordó, después, que
el Concilio Vaticano II (1962- 1965) provocó un «despertar de los fieles laicos
en la Iglesia», pero explicó que esto no debe llevar a una alteración del
insustituible papel del laico en la Iglesia. En concreto, explicó, «Algunas
personas, como sabemos, afirman que la disminución del número de sacerdotes es
obra del Espíritu Santo y que Dios mismo guiará a la Iglesia, de manera que el
gobierno de los fieles laicos ocupe el lugar del gobierno de los sacerdotes». «Esa afirmación ciertamente no tiene
en cuenta lo que los padres conciliares pusieron de manifiesto mientras
intentaban promover una mayor participación de los laicos en la Iglesia»,
aclaró. «En sus enseñanzas --recordó--, los
padres conciliares pusieron simplemente en evidencia la profunda
complementariedad entre los sacerdotes y los laicos que comporta la naturaleza
armoniosa de la Iglesia». «Una concepción errada de esta
complementariedad --denunció-- ha llevado a veces a una crisis de identidad y
de confianza entre los sacerdotes y también a formas de compromiso laico
demasiado clericales o demasiado politizadas». El obispo de Roma dejó claro que «el
compromiso de los laicos se transforma en una forma de clericalismo cuando los
papeles sacramentales o litúrgicos que competen al sacerdote son asumidos por
los fieles laicos o cuando éstos cumplen tareas de gobierno pastoral que son
propias del sacerdote». «El sacerdote, en cuanto ministro
ordenado, es quien, en nombre de Cristo, preside la comunidad cristiana, en el
plano litúrgico y pastoral. Los laicos le ayudan de muchas maneras en esta
tarea», señaló. «Pero el lugar por excelencia para
el ejercicio de la vocación laica es el mundo de las realidades económicas, sociales,
políticas y culturales --indicó--. En este mundo es donde los laicos están
invitados a vivir su vocación bautismal». El pontífice explicó que «En una
época de secularización insidiosa puede parecer raro que la Iglesia insista
tanto en la vocación secular de los laicos». Pero, subrayó, «es precisamente el
testimonio evangélico de los fieles en el mundo lo que constituye el corazón de
la respuesta de la Iglesia al mal de la secularización». «El compromiso de los laicos se
politiza cuando el laicado está absorbido por el ejercicio del
"poder" en el interior de la Iglesia --constató--. Esto sucede cuando
la Iglesia no se concibe en términos de "misterio" de la gracia que
la caracterizan, sino en términos sociológicos o incluso políticos». La clericalización de los laicos o
la laicización del clero se da, constató, «cuando no es el servicio sino el
poder lo que moldea todas las formas de gobierno en la Iglesia, tanto por parte
del clero como del laicado». «Lo que la Iglesia necesita
--concluyó-- es un sentido de complementariedad más profundo y creativo entre
la vocación del sacerdote y la de los laicos». ZS02050906
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