Segundo Mandamiento64.- EL SEGUNDO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS ES: NO
TOMARAS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO. 64,1. El
segundo mandamiento prohibe todo uso inconveniente del nombre de Dios. Toma el nombre de Dios el que jura
, pues jurar es poner a Dios por testigo de la verdad de lo que se dice. Para que el juramento sea lícito debe reunir las tres
condiciones: que sea con verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera
necesidad . No es lícito jurar con duda . Debes estar moralmente cierto. La
certeza moral excluye toda duda razonable, pero no excluye en absoluto el temor
a equivocarse. Con todo, cuando se declara ante un tribunal se debe tener
absoluta certeza de la cosa: como ocurre con lo que se conoce por propia
experiencia, o se ha oído de personas que ofrecen total garantía. En este
segundo caso hay que dejar bien claro que lo que se jura es haberlo oído a
personas dignas de crédito. El que jura con mentira peca gravemente, si
advierte que jura y sabe que miente. Poner a Dios por testigo de una falsedad
es injuriarle gravemente. Jurar sin justicia es jurar hacer algo malo o que sea en
perjuicio del prójimo. El pecado será grave o leve según que lo que se jure sea
grave o sea levemente ilícito. Si lo que se ha jurado es malo, no se puede cumplir. Serían
dos pecados. Uno por jurar una cosa mala, y otro por hacerla. Quien ha jurado
hacer algo malo, debe dolerse de hacerlo jurado y no cumplirlo. Jurar sin
necesidad es jurar sin tener motivo razonable para ello; como los que juran por
costumbre. El que jura con verdad pero sin necesidad, por
costumbre, sin darse cuenta, no comete pecado grave; pero tiene que corregirse
de su mala costumbre. Para que haya verdadero juramento es necesario que haya
intención de jurar y fórmula juratoria. Quien finge jurar pronunciando la fórmula sin intención
de jurar, peca porque esto es una injuria a Dios. La verdadera fórmula juratoria debe incluir, implícita o
explícitamente la invocación a Dios en testimonio de la verdad, v.gr.: te juro
por Dios que... . Expresiones como: si nos verdad que me muera , por la salud
de mi madre , etc., deben considerarse como fórmulas juratorias que suponen
poner a Dios por testigo de la verdad, y que en caso contrario Él se encargará
de castigar la mentira. Frases que a veces se usan en la conversación como
júramelo , te lo juro , etc., no deben considerarse siempre como verdadero
juramento, pues no tienen intención de jurar. Pero es una fea costumbre que debe corregirse. Muchas
personas juran por simple muletilla. Esto es indecoroso. Si quieres, puedes
decir palabra de honor . Esto no es jurar; y debe bastar para reforzar tu
afirmación. A quien no le baste esto, te ofende. 64,2. Peca, además, contra este mandamiento el que dice
cosas contra la Religión, y el que dice blasfemias. Blasfemia es toda expresión insultante contra Dios, la
Virgen, los Santos o cosas sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos,
dibujos, etc. Dios castiga mucho la blasfemia. A veces, también en
esta vida. Otros pecados pueden hacerse por debilidad o por sacar algún
provecho; por ejemplo robar. Pero el que dice blasfemias no saca nada. La blasfemia
es un pecado que va directamente contra la majestad de Dios. Por eso a Dios le
duele tanto y lo castiga con gran rigor. La blasfemia es un pecado diabólico. Si crees en Dios, comprenderás que es un disparate
insultarle. Y si no crees, a quién insultas? Lo que pasa es que a veces se dicen blasfemias sin darse
cuenta del todo. Por mala costumbre. Entonces lo que hay que hacer es proponerse muy en serio
quitarse la mala costumbre, pues aunque la blasfemia que se escapa sin querer
no es pecado grave, puede serlo el no poner empeño en corregirse. Y siempre son
de muy mal ejemplo. Oyéndote blasfemar, empiezan a hacerlo también los que
antes no lo hacían: tus hijos, tus compañeros de trabajo, etc. Para corregirte
puede ayudarte el ponerte un pequeño castigo. Por ejemplo, estar tantos días
sin fumar cuantas blasfemias se te escapen. Si te gusta el tabaco verás qué
pronto te corriges. Si no te atreves a tanto, prívate de algún cigarro, haz
cualquier otro pequeño sacrificio; pero no dejes la falta sin castigo. Si no
fumas, prívate de otra cosa que te guste mucho. Si no se te ocurre otra cosa,
podrías dar unos duros de limosna por cada falta. El ponerse castigos, es el mejor
medio para corregirse de un defecto. Si en alguna ocasión oyes alguna blasfemia
y puedes corregirla, hazlo así. Y si no puedes, di: «Alabado sea Dios». Si lo
dices en voz alta, mejor; y sino te atreves, al menos, dilo en voz baja. 64,3. No hay que confundir las blasfemias -palabras
injuriosas con las que se insulta a Dios, la Virgen, etc.- con las palabras
feas, que solemos llamar palabrotas y tacos. Los tacos malsonantes y soeces son señal de baja
educación y no deben decirse; pero no son blasfemias, ni ordinariamente pecado.
Algunos Académicos de la Lengua opinan así sobre el uso de los tacos en la
conversación: Víctor García de Hoz : Suele ser un intento de llamar la
atención, un propósito de afirmar la personalidad. Joaquín Calvo Sotelo : Suele ser signo de pobreza de
vocabulario, o simplemente de mala educación. Carmen Conde : Me parece de muy mal gusto . Evaristo
Acevedo: No soy partidario de los tacos . Los tacos pueden sustituirse por
palabras inofensivas: negocio!, narices joroba! castañas! pamplinas! compadre!
muchacho! rayos! recuerno! repanocha!, etc. Elige una que te guste y te resulte
sonora, pero no digas palabras deshonestas. 64,4. También peca contra este mandamiento quien no
cumple sus votos o promesas hechas a Dios para reforzar nuestras súplicas y
manifestar nuestro agradecimiento. El voto es una promesa hecha a Dios libre y
deliberadamente, con la intención de obligarse bajo pecado, de una cosa
posible, buena y mejor que su contraria . Hay obligación de cumplirlo bajo
pecado grave o leve, según como uno se haya comprometido. Sin embargo, una cosa
ligera no puede hacernos contraer una obligación grave. No hay que confundir los votos y promesas con los
ofrecimientos que se hacen a Dios sin intención de obligarse a cumplirlos bajo
pecado. Antes de hacer un voto o promesa, deberías consultar con una persona
prudente: por ejemplo, con un sacerdote. Y si no has podido hacerlo antes,
hazlo después por si conviene que te lo dispense o te lo conmute. 64,5. Son pecados graves contra este mandamiento la
blasfemia, el no cumplir, pudiendo, los votos graves, y el jurar en falso.
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