Ulises regresó a su Ítaca natal 20 años más tarde. En su
equipaje humano cargaba cicatrices nuevas, la larga guerra de Troya,
aventuras inauditas, miedos enfrentados, trampas vencidas... 20 años es
mucho tiempo para una joven, que le vio partir y no volvió a tener
noticias de él; y quedó con niño en brazos y nadie en quien apoyarse.
¿Cuál fue el equipaje del tiempo que acumuló Penélope? Soledad, cansancio,
incertidumbre.. .pero sobre todo esperanza.
Esa esperanza la mantuvo ilusionada, recordando un rostro que sentía
desdibujarse con el paso de los años. Esa esperanza cobraba formas
diversas de creatividad para defender el tesoro de su vida, ante el acoso
de quienes solo buscaban un trono en su persona. Un manto que se teje de
día y se deshace en la noche, un arco que hay que tensar,...la esperanza
es creativa, mira al futuro aportando soluciones y así se sostiene.
¿De donde nacía esta esperanza? De un amor sincero, de un amor que fue
donación total, en el momento y para siempre. Esa esperanza alimentaba la
palabra dada, y la hacía real: para siempre. La fidelidad es
consecuencia natural de la autenticidad del don. La apuesta por el
otro es una apuesta radical, se arriesga todo, se arriesga la vida. ¿Cómo
se habla de matrimonios "temporales"?
La felicidad en esta vida tiene diferentes precios. Según se arriesga,
así se gana; es ley universal y no solo en Las Vegas. Cuando uno se
acerca al matrimonio con cartas escondidas en la manga, por si acaso...no
nos va bien, se arriesga poco. Esta búsqueda de seguridades alternativas
habla de una gran inseguridad personal en la propia capacidad de amar y de
donarse íntegramente al otro, y de una enorme desconfianza en el otro. Con
estos cimientos el edificio caerá al primer vendaval de egoísmo por parte
de alguno de los dos.
En el clásico griego, Ulises luchó por regresar y volver a conquistar a su
mujer, su hijo y su trono. Cuando decide embarcar desde Troya, cuando le
pide a Calipso que le dejara partir, Homero trataba de explicar lo fuerte
que es el amor humano entre hombre y mujer. Él confía en ella aunque les
separara un mar infinito. El amor no olvida nunca, nunca. La única
distancia invencible habría sido la distancia interior, cuando el corazón
busca otros caminos alternativos. Bien decía Garman Wold "Cuando tu
mayor debilidad es el amor, eres la persona más fuerte del mundo". Así
el solo pensamiento del otro, les daba fuerzas a ambos para enfrentar
dificultades y cansancios. Homero era un buen conocedor de las pasiones y
amores humanos.
Hoy en día las cosas han cambiado y ni Ulises, ni Penélope nunca
existieron, se puede objetar. Es cierto, no sabemos si estos personajes
fueron sólo una proyección mítica de un escritor griego, pero la historia
está poblada de muchas Penélopes anónimas, de todas las razas y
edades, que un día descubrieron que quien compartía su lecho, ya no
estaba. ¿Causas? Abandono, huída, emigrar a otro país para ayudar a la
familia, o tristemente por haber encontrado a alguien más....
Mujeres que experimentan lo que significa que el tiempo pase sin tener
noticias, acosadas por la tentación de pensar que han pasado a un segundo
plano, aunque no sea verdad... Ellas saben mucho de incertidumbre y de
alimentar la espera con la ilusión de una entrega renovada. Continuar
sonriendo a los hijos, para llorar a ratos en la noche, enfrentar las
cargas económicas de la casa, pagar colegiaturas, experimentar la soledad,
y seguir pensando en él, para sacar nuevas fuerzas para el día siguiente,
porque puede ser el día en que ... regrese. La grandeza de estas mujeres
no se esconde en tener que afrontar una difícil situación humana, sino en
su perseverancia en el amor. Son heroínas silenciosas del amor
fiel. Y aunque muchas de ellas tendrían razones para buscar otra
alternativa, siguen en silencio, esperando que un día aparezca la persona
a quien quisieron darle toda la vida y para siempre.
Ellas pagan el mayor precio porque aspiran a la cota más alta de
felicidad: dan todo por el otro, aunque no encuentren correspondencia. Y
en su interior hay paz y serenidad, porque son y fueron libres para amar
con totalidad. Nadie se lo pide ahora, pero ellas lo dan. Y aunque
tristemente las cifras de infidelidad femenina aumentan, siguen siendo
mayoría las mujeres que sin voz, ni voto, demuestran que el amor es para
siempre.
Esta forma de darse, de amar, tiene una cualidad excepcional, transforma y
eleva a la persona amada. Al experimentar en carne propia tan grande
desinterés, se rompe la dureza interior y se aprende que hay un valor
supremo en la vida.
"Mi mujer es lo más grande que me ha pasado en la vida. Durante 8 años,
me fui de casa, le fui infiel...Nunca dejó de esperarme, supo educar a
nuestros tres hijos sin decirles la verdad acerca de su padre...y cuando
enfermé de cáncer y me encontré solo, ella vino para llevarme de nuevo a
casa..." No son palabras de telenovela. Son testimonio de vida, de un
importante empresario francés, que ayuda ahora en un consultorio familiar.
Él tuvo su Penélope y aprendió a amar porque le habían amado mucho. Ahora
dedica las dos terceras partes de las ganancias que obtiene a la ayuda de
enfermos y él mismo atiende en los hospitales de Lourdes dos veces al año.
Tiene ahora 72 años, y nunca lo ha olvidado.
El matrimonio es una apuesta radical que solo se hace
si se está decidido a arriesgar el 100% por el otro, pase lo que pase.
Los mantos de Penélope se tejen hoy de muchas clases, pero siguen siendo
signo de la fidelidad. Y tejer es cansado y doloroso, pero hay que hacerlo
con la certeza de que todo lo que se siembra, se cosecha. Quien siembra
fidelidad, cosecha alegría.
Nuestro agradecimiento por su generosidad a
Mujer Nueva
http://www.mujernueva.org
cortesía de "arbil" |