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Cómo enseñar a tu hijo a rezar en la sinagoga

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por Sterna Citron. de "Kfar Jabad Magazine" (Israel), un ejemplo como los hermanos judíos introducen a los hijos a la oración y al culto

Es parte de nuestra tarea como padres enseñar a nuestros hijos cómo rezar adecuadamente en la Sinagoga. ¿Pero cuándo comenzamos a traerlos a la Sinagoga? ¿Y cuál es la primera cosa que les enseñamos? ¿Cuándo podemos esperar que permanezcan sentados durante la totalidad de las oraciones?

Aquí tienes algunas indicaciones prácticas:
Antes de lanzarnos a esta guía práctica para padres, quisiera prologarla con una nota importante: Cada niño madura a un ritmo diferente, y a ello se debe que el Shulján Aruj (Código Judío de Leyes) emplee la expresión higuía lejinuj --alcanzó la edad cuando puede ser entrenado-- en lugar de dar una edad específica. No todos los niños estarán leyendo a los cinco años, por ejemplo. Algunos podrán tener seis o quizás hasta siete antes de poder hacerlo, en tanto que podría haber un niño excepcional que pueda hacerlo a los cuatro años.

¿Qué Edad Debe Tener un Niño Antes de Traerlo a la Sinagoga?
El Alter Rebe (Rabí Shneur Zalman de Liadí, el fundador de Jabad) escribe en su Shulján Aruj: "Es mejor no traerlos a la Sinagoga del todo, que hacerlo para que corran y jueguen allí". Un niño pequeño puede ser traído a la Sinagoga cuando ya es lo suficiente mayor como para comprender que la Sinagoga no es un salón de juegos y él o ella no pueden hacer ruido allí. Una vez que el niño ha alcanzado este punto de inicio, el padre puede entonces comenzar gradualmente a enseñarle cómo rezar en la Sinagoga.

Supongamos que decides traer a tu hijo de tres años a la Sinagoga. A esa edad, pasará la mayor parte de su tiempo jugando con sus amigos, lo que está en orden, mientras nunca lo haga dentro de la Sinagoga. En otra sala o en un patio cercado, sí. Los padres deben cuidar que sus pequeños jamás corran como salvajes o hagan ruido en la Sinagoga propiamente dicha.

Pero mientras él (en el resto del artículo diré "él" en lugar de "él o ella", aunque por supuesto me refiero a una niña tanto como a un niño) pasa la mayor parte de su tiempo jugando en otra sala, debería pasar al menos algo de tiempo en la Sinagoga junto a su padre o madre. Entrénalo a sentarse tranquilo en la Sinagoga cuando es pequeño, de modo que se convierta en su segunda naturaleza. En última instancia, estarás haciendo más fácil tu propia vida. Si esperas demasiado para comenzar a inculcar este hábito en él, comenzará a preguntar: "Pero, ¿por qué tengo que entrar? La estoy pasando bien jugando. Además, nunca antes me pediste que entrara". Y entonces te lamentarás de no haber comenzado más temprano. Cada año, en Tu BiShvat, el Rebe solía recordarnos la lección que aprendemos de los árboles. Para que un árbol crezca derecho, debe entrenarse cuando es tierno y flexible. Una vez que el árbol se hace más viejo su tronco endurece, y se vuelve difícil, si no imposible, reencaminarlo y readiestrarlo. La primera cosa que uno enseña a un niño es respeto por la Sinagoga.

La primerísima cosa que un padre enseña a su hijo cuando lo trae a la Sinagoga, incluso antes de enseñarle cómo rezar, incluso antes de saber cómo leer el Alef-Bet, es sentir reverencia por la Sinagoga. Nuestros preciosos niños deben ser educados en la conciencia de que la Presencia Divina está en la Sinagoga, y que es un Makóm Kadosh, un lugar santo, y que deben comportarse de forma acorde. El Midrash cuenta que el Santo, bendito sea, dice: "¿Ha venido alguien alguna vez a la Sinagoga y no ha encontrado Mi gloria allí?" El Midrash (Ki Tavó) continúa diciendo que "No sólo eso, sino que cuando tú estás en el Beit HaKneset, el Santo, bendito sea, está junto a ti".

Llegado a este punto un padre podría preguntarse: ¿Cómo muestra un niño reverencia por la Sinagoga? La respuesta es: con su comportamiento. El comprende que la Sinagoga no es un lugar para jugar. Camina tranquilo y nunca corre o grita. Sabe que debe mantener limpio el lugar y jamás comer o beber en la Sinagoga. En una palabra, se le enseña a conducirse, como se expresa el Alter Rebe, "con respeto y reverencia".

Como padres, también debemos enseñar a nuestros hijos a comportarse con reverencia y respeto hacia el Sefer Torá (Rollo de la Torá), el Sidur, y el Rabino.

¿Cómo enseñamos al niño respeto por el Sefer Torá? A una edad muy temprana debemos estimularlo a besarlo respetuosamente cuando se le acerca. Más tarde podemos enseñarle a ponerse de pie cuando es extraído del Arón Kodesh (Arca Santa) o alzado al concluirse su lectura. Eventualmente sabrá que cada vez que se abre el Arón Kodesh hay que ponerse de pie.

¿Cómo le enseñamos respeto por el Sidur y el Jumash? Mostramos a nuestros niños que cuando terminamos de usarlos los cerramos. Mientras lo hacemos, le damos un beso. Si un libro sagrado cae accidentalmente al suelo, lo levantamos y besamos. También deberíamos enseñar a nuestros niños el orden apropiado en que se ponen libros sacros en una pila. Un Jumash (Biblia) se pone encima de un Sidur (Libro de Oraciones). Ningún libro secular se pone sobre un Libro Sacro. Si nos sentamos sobre un banco, debemos tener cuidado de que no haya un Sidur al mismo nivel en que estamos sentados. Todas estas habilidades se enseñan lenta y pacientemente. Lo principal es que el pequeño tiene que saber cómo manejarse con un Libro Sacro reverentemente y besarlo al cerrarlo a cuando cae accidentalmente.

¿Cómo enseñamos a nuestros niños respeto por el Rabino? Con nuestro propio buen ejemplo y alentándolos a actuar de la misma manera. Cuando damos un paso más para saludar al Rabino, le hablamos de una manera respetuosa, y si nos pide que hagamos algo, lo hacemos con entusiasmo. Nos comportamos de la misma manera hacia su mujer. La Sinagoga también nos provee de una excelente oportunidad para enseñar a nuestros niños a tener respeto por los mayores y los conocedores de la Torá, a saludarlos con Shabat Shalom (así como también a la demás gente que reza allí), a ponerse de pie ante ellos y, si es necesario, cederles el asiento.

La Segunda Cosa que Uno Enseña a un Niño es Sentarse Tranquilo
Sentarse tranquilo junto a ti. Esto se hace incluso antes de que sepa cómo leer del Sidur. Puedes dar a tu niño (o niña) un Sidur para sostener y dejarle encontrar las letras que reconoce. Puedes darle un pequeño Libro de Salmos para sostener. Semejante entrenamiento le ayudará a desarrollar el buen hábito de permanecer sentado en la Sinagoga decorosa y pacientemente; más adelante, cuando sepa leer, se acostumbrará a sentarse en un mismo lugar y permanecer concentrado en una misma cosa por una razonable cantidad de tiempo.

Demás está decir que toda enseñanza debe hacerse de una manera firme pero cariñosa, con palabras alentadoras y alabanza sincera. ¡A los niños debería encantarles rezar! Hazlo interesante a ellos. Hazlo una diversión -- una diversión seria. Haz que tu hijo bese su talit katán cuando se dice el Shemá. Alzalo para besar el Sefer Torá cuando es extraído del Arca. Pero, más importante que todo, hazle ver que estar en la Sinagoga, rezar y escuchar la Lectura de la Torá es importante.
Los niños disfrutan estando involucrados en algo importante. Cáusales la sensación de que no hay nada más importante en el mundo para ti, y más precioso a los ojos de Di-s, que estar sentando tranquilo y rezar en la Sinagoga.

Las Primeras Plegarias que Uno Enseña al Niño
¿Cuáles son las primeras plegarias que debes enseñar a un niño? Incluso antes de que sepa leer bien, entrénalo a contestar Amén a las bendiciones que oye. Respecto de responder Amén, el mismo Midrash en Ki Tavó declara: "No hay nada más grande para el Santo, bendito sea, que el Amén que dice un judío". Tu niño también debería responder contigo Amén, Iehéi Shmei Rabá y contestar al Barjú del Oficiante. También puede repetir detrás de ti los tres principales versículos de la Kedushá. Cuando comienza a leer a la edad de cinco o seis años, puede decirla entera. Y es de esperar que un poco después, a los ocho años más o menos, pueda decir el Modím que recita la congregación mientras el Oficiante recita el suyo. Si en el momento de Kedushá está afuera jugando, debes llamarlo a la Sinagoga para recitarla. Así aprenderá cuán importante es esta plegaria. Después de todo, los ángeles en el Cielo la dicen junto a nosotros cuando lo hacemos. No importa qué esté haciendo o diciendo, debe detenerse y unirse a la Comunidad y decir las oraciones de Kedushá, modím, kadish, barjú, y aleinu.

Todos estos pasos deben darse gradualmente. Los niños nunca deben sentirse sobrecargados y abrumados. (Por el otro lado, ¡tienen que ser entrenados!) Si tienes cualquier duda acerca de qué debería estar haciendo tu hijo en cualquier momento determinado, habla con aquellos padres cuyos niños se sientan junto a ellos y rezan hermosamente. O consulta con el Rabino de la Sinagoga o tu guía espiritual.

Para cuando tu hijo pueda leer, debería estar sentado junto a ti por un lapso considerable de tiempo y leer o rezar de dentro del Sidur. Tú quieres que él se acostumbre lentamente a sentarse por tiempos gradualmente más largos. Siempre es preferible que el deseo de rezar más provenga del niño mismo, pero el mejor de los niños precisa aliento, dirección, y alabanza sincera. Nuevamente, no puede enfatizarse lo suficiente que los niños tienen que saber que no vienen a la Sinagoga para jugar. Esto no quiere decir que cuando son pequeños no jueguen (fuera del Sinagoga). Pero siempre saben que esa no es la verdadera razón de que hayan venido. Siempre saben que de ellos se espera que se sienten en la Sinagoga, al menos parte del tiempo. Y a medida que crecen, la longitud de tiempo que se sientan y rezan debe extenderse. Si un padre espera demasiado para entrenar a su hijo, y luego repentinamente se pone severo con él, podrá llegar a enfrentarse con un niño resentido y rebelde. Pero si comienzas a entrenarlo cuando es pequeño, e insistes en ello, te garantizo que te verás premiado.

Quizás te estés preguntando por qué estoy diciendo cosas tan obviamente básicas. Este es el por qué: He estado en una Sinagoga (sin mencionar nombres o lugares, por supuesto) donde la falta de entrenamiento de los niños era dolorosamente evidente. Llegó el momento de decir Kéter. Miré a mi alrededor. Las mujeres se levantaron para decirlo, pero las niñas, muchas de ellas adolescentes, ¡no! Permanecieron sentadas y continuaron haciendo lo que fuera que hacían (hablando con amigas, o incluso rezar). ¿Dónde estaban sus padres cuando se suponía que estas niñas debían ser entrenadas? ¿Cómo puede no saber una joven que debe pararse para Kedushá? Todavía me escandalizo cuando pienso en ello.

En otra Sinagoga, ¡tropillas de niños galopan por los pasillos en medio del rezo! Nadie pestañea siquiera. Aparentemente, esto es lo que los niños hacen todo el tiempo, y los padres ya se han resignado, o piensan que es perfectamente correcto.

Agregando a las Plegarias
Cuando los niños son capaces de leer, deben ser alentados a agregar más plegarias. Al principio sólo dicen las Bendiciones Matutinas, Ma tovu, Adón olam. Luego probablemente agregarán el Shemá y Shmoné Esré. (Tomarán parte, por supuesto, en el barjú, la kedushá, etc., como se mencionara). A medida que su lectura se hace más fluida (principalmente gracias a la escuela), pueden hacer el rezo básico, comenzando por Nishmat y siguiendo de corrido hasta Shmoné Esré. Eventualmente deberán agregar Baruj SheAmar, Ashréi, Ishtabáj. Así, a la edad de nueve años, más o menos, deberían estar diciendo todo el rezo. Es de esperar que gran parte del deseo vendrá de tu niño; él o ella querrán naturalmente tomar más sin tu requerimiento pero, para ser realistas, el padre tiene que mantener un ojo alerta sobre el desarrollo de su hijo y estar seguro de que éste progresa más o menos de acuerdo al programa.

Si todos estos consejos te suenan abrumadores, por favor ten en cuenta que el Jéder (la escuela tradicional), la Ieshivá, o la Escuela Diurna a la que tus niños asisten reforzará e incluso proveerá los cimientos para todo esto. Los maestros y maestras enseñarán a los niños cómo leer del Sidur y cómo rezar. La única cosa que no pueden hacer es estar con ellos en la Sinagoga y asegurar de que todo es puesto en práctica. Esa es tu responsabilidad y tu fuente de satisfacción.

Como con cualquier logro, tu niño se enorgullecerá al dominar las habilidades involucradas en rezar. Obtendrá un sentimiento de satisfacción cuando sea capaz de encontrar por sí mismo el lugar en el Sidur y Jumash en Shabat y diferentes Festividades, cuando aprenda cuándo ponerse de pie y cuándo estar sentado, dónde inclinarse, cómo hacer los movimientos con el lulav y el etrog durante las oraciones de Sucot, etc.

¿Y Qué de Kavaná (Intención)?
Podrías estar preguntándote por qué no he mencionado la intención concentrada que se supone debemos poner cuando rezamos. ¿No es eso la cosa más importante, después de todo?
Indiscutiblemente, el punto más importante en el rezo es recordar "Sabe ante Quién estás parado". Todo lo demás es secundario, como está escrito: "Ya sea [si uno dice] un poco o [uno dice] mucho, lo principal es dirigir tus pensamientos al Cielo". Contamos a nuestros niños la historia del joven que gritó Ku-ku-rikú en la Sinagoga en Rosh Hashaná, les leemos el libro "El Pastorcito que Amaba a Di-s", y con todo la intención no es algo que un padre pueda enseñar. Como con cada mitzvá, nosotros sólo podemos enseñar a nuestros niños la forma, pero ellos mismos son los que deben proporcionar el sentimiento. Y eso lleva toda una vida de trabajo.

¿Cuándo Agregar Kriat HaTorá (la Lectura de la Torá)?
A medida que tu hijo dice más y más de las oraciones, también comienza a sentarse adentro para la Lectura de la Torá, primero hasta la primera interrupción, luego hasta la segunda, hasta que finalmente sigue toda la lectura de la Sección Semanal. Un niño de diez u once años debería seguir la totalidad de la Lectura.

El próximo paso en la "educación de Sinagoga" del niño debe ser escuchar la haftará (Lectura de los Profetas).

Finalmente llegan las palabras de Torá del Rabino. Los niños tradicionalmente salen en tropilla de la Sinagoga para el discurso, pero para la época en que tu niño es bar o bat mitzvá, deberían ser capaces (y estar dispuestos) a escuchar, comprender, e incluso apreciar una palabra de Torá. El Rabino prepara su exposición para inspirar a la congregación hacia un mayor temor y amor a Di-s y hacia una apreciación de la maravillosa herencia, la Torá, que El nos legó. No sólo los adultos precisan inspiración; ¡también los niños la necesitan! Además, ¿qué enseñamos a nuestros hijos si les permitimos volver sus espaldas al Rabino y salir apenas se levanta para hablar? Estimula a tu hijo a quedarse en la Sinagoga y escuchar. Pídele que repita lo que escuchó en la mesa de Shabat para tu esposa si ella no estuvo en la Sinagoga, o para los invitados. Aun si apenas entendió uno o dos puntos, aun si apenas captó la broma que contó el Rabino, felicítalo por prestar atención. Si sigue escuchando semana tras semana, podrá, con la ayuda de Di-s, crecer en su comprensión.

Si piensas que tu niño es particularmente difícil, o si recién ahora te das cuenta de que has esperado demasiado tiempo, ¡no desistas! ¡Siempre puedes rezar! Seguramente Di-s atiende nuestras plegarias cuando queremos hacer algo bueno. ¿Y qué mitzvá mayor hay que entrenar a nuestros hijos a conducirse adecuadamente cuando "el Santo, bendito sea, está junto a ellos"?



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