CÓMO VIVIR ESCATOLÓGICAMENTE - Escatología: Catequesis para jóvenes que se preparan a la confirmación
Páginas relacionadas
Orestes Vegas Chumacero
4° de Teología 2013
Pontificia Facultad de Teología
"Redemptoris Mater"
3 de junio del 2013
1.
Noción de escatología.
Queridos jóvenes, en este tiempo estamos viviendo una crisis espiritual
y cultural, pues como se ha sacado a Dios de nuestras vidas,
experimentamos un vacío en nuestras vidas, que nos llena de angustia y
desesperanza respecto a nuestro futuro y a nuestra seguridad; este vacío
y sinsentido tiene en los más jóvenes, a ustedes como sus primeras
víctimas. Por eso, se hace necesario hablar de lo que será de nuestra
vida después de la muerte, porque nosotros creemos en la resurrección de
los muertos. Estas realidades últimas posteriores a la vida terrena del
hombre y a la historia humana son realidades que acontecerán al final de
la historia: Parusía, Juicio, Resurrección y Vida Eterna.
Estos temas no son ajenos a nosotros; pues vivimos con la tensión de
saber cómo enfrentarnos a la muerte y si tenemos esperanza en la
resurrección; o esta vida es todo lo que hay.
En la Eucaristía, la Oración del
"Padre nuestro" manifiesta un carácter escatológico en sus
peticiones.
La Eucaristía y el Padre Nuestro están orientados hacia la venida del
Señor, pues le pedimos: "venga tu
reino"; y respecto a la Eucaristía, San Pablo nos enseña que:
Cada vez que comamos el pan y
bebamos la copa, anunciamos la muerte del Señor, hasta que venga.1
(CEC 2772)
2.
La escatología cristiana como plenitud del reino de Dios.
2.1 El reino de Dios se hace presente en Jesús de Nazaret.
Jesús en su mensaje dice que el Reino de Dios es aquí
y ahora, no después.
Él mismo es el centro de su mensaje; pues, con sus milagros
y sus
exorcismos, puso fin al reino del demonio con el poder de Dios. Fue la
derrota de Satanás.
Entonces, ¿cuál es el punto culminante de la escatología?: Jesucristo.2Por
eso, para nosotros, el fundamento de la escatología cristiana es la
fe en la revelación definitiva de Dios al hombre a través su Hijo y
en la efusión del Espíritu Santo en los últimos días.3
Como decía, algunas manifestaciones de esta presencia del Reino de Dios
son:
a) Los milagros,
prodigios y signos, que manifiestan que el Reino está presente en él; y
estos milagros atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado e
invitan a creer en Él.
b)
La expulsión de los demonios
c)
El perdón de los pecados:
perdona los pecados al paralítico, a la mujer adúltera. Porque Jesús
dice:
No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores4,
2.2 El reino de Dios se consumará en el futuro.
Jesús en su predicación habla de dos mundos sucesivos. Por otro lado las parábolas, ejemplos utilizados por Jesús, en su predicación, muestran claramente que existe una tensión entre el siglo presente y el siglo futuro; hay una expectativa. Ej. La parábola de las diez vírgenes5; la parábola del administrador infiel6. Estas palabras hablan de algo que se está cumpliendo en el presente. Hay una expectativa ante una venida que consumará la historia, aunque no se sabe el momento preciso en que se producirá. Por eso, hay que estar vigilantes y preparados.
3. Muerte del Hombre e inmortalidad del alma.
3.1 La muerte como término del estado de viador.
Por fe sabemos que la muerte es consecuencia del pecado7.
Pero la novedad de la muerte cristiana es esta: por el Bautismo, el
cristiano está "muerto con
Cristo", para vivir una vida nueva; y los que mueren en la gracia de
Cristo, participan también en su Resurrección.
Entonces, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. San Pablo
decía: "Para mí, la vida es
Cristo y morir una ganancia8 'Es cierta esta afirmación:
"si hemos muerto con él, también
viviremos con él."
En Jn 12,25 se ve que el destino en la vida futura depende de cómo
hayamos vivido en la vida terrestre.
"El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la
guardará para una vida eterna."
Jn 12,25
San Cipriano dice: "Cuando se
haya salido de aquí, no hay ya lugar para la penitencia, aquí es donde
se pierde o se conserva la vida, aquí es donde se provee para la vida
eterna en el culto de Dios y el fruto de la fe".
El Magisterio de la Iglesia enseña que los estados de salvación y de
condenación (gloria e infierno)
son eternos e inmutables, empiezan en seguida después de la muerte.
Los católicos creemos que con la muerte se acaba al tiempo para decidir
la suerte eterna. Por eso hay que convertirnos...
3.2 Inmortalidad del alma y escatología intermedia.
La escritura llama inflemos, sheol o hades a la morada de los muertos
donde bajó Cristo después de muerto porque los que se encontraban allí
estaban privados de la visión de Dios.
Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados, ni
para destruir el infierno de la condenación sino para liberar a los
justos que le habían precedido.
En Mt 10,28 Jesús dice: "Y no
temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed
más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la
gehena."
Otro testimonio es el buen ladrón que decía: Jesús, acuérdate de mí
cuando vayas a tu Reino. Jesús dijo:
Yo te aseguro: hoy estarás
conmigo en el Paraíso9.
Es de fe que cada hombre posee un alma espiritual e inmortal.
4. El retorno de Cristo al fin de los tiempos.10
Este advenimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momentos
1. Está vinculado al reconocimiento del Mesías por "todo
Israel" (Rm. 11, 26; Mt 23,
39).
La última prueba de la iglesia (cec)
Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba
final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24,
12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf.
Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la
forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una
solución aparente a sus problemas mediante
el precio de la apostasía de la verdad. Esa impostura religiosa
suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo—mesianismo
en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios
y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7;
1 Jn 2, 18.22).
Para juzgar a vivos y muertos12(cec)
Jesús cuando predicaba acerca del Juicio del último Día dijo que saldrá
a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40)
Según como nos comportemos con el prójimo estaremos manifestando si
hemos acogido o rechazado la gracia y el amor divino (cf. Mt 5, 22; 7,
1-5). En Mt 25, 40 Jesús dirá en el último día: "Cuanto hicisteis a uno
de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis".
5. La resurrección del hombre.
5.1. El dogma de la resurrección de la carne; dotes del cuerpo
resucitado
5.1.1 Realismo de la resurrección final
La teología cristiana fundamentándose en San Pablo 13 afirma
que el cuerpo será a imagen del de Cristo resucitado, es decir, que
nuestro cuerpo actual, débil y corruptible, quedará transformado en la
resurrección.
5.1.2. La resurrección de todos los hombres
San Pablo, dice que la resurrección de los muertos será universal, para
todos los hombres y justo antes del Juicio Universa1.14 Unos
resucitarán para la vida, otros para la condenación15,
5.1.3. El momento de la resurrección de los muertos
Ese momento según el NT será en la parusía,16 en el día del
Juicio. El concilio Vaticano II
dice que ocurrirá "en el fin del mundo".17
5.1.4. Sentido colectivo y eclesial de la resurrección de los muertos En
la resurrección se dará una comunión plena con Cristo resucitado.
Y con los otros cristianos. Pues, la comunión con Dios conllevará una
doble unificación, la del cuerpo y el alma
por la resurrección corporal y
la de la plenitud del cuerpo místico de Cristo.
5.1.5. Sentido trinitario de la resurrección gloriosa
Hay una relación de la resurrección con el dogma trinitario.
Pues con nuestra resurrección que también será corporal estaremos en
comunión con Cristo glorioso; pues seremos semejantes a Él, y
le veremos tal cual es18. O sea, en su esencia divina,
lo que significa ver con el Hijo en el Espíritu Santo al Padre.
6.
El juicio particular y el juicio universal.
Hay dos juicios, el individual o particular y el final. Uno, al final de
la vida de cada hombre y otro al final del mundo.
6.1 juicio particular.
La Sagrada Escritura nos enseña que cada hombre, después de morir,
recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio
particular, bien a través de una purificación, bien para entrar
inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, bien para condenarse
inmediatamente para siempre. Ej. El pobre Lázaro y el rico Epulón19,
El juicio particular tiene lugar inmediatamente después de la muerte,
en este juicio el fallo divino decide la suerte eterna de los que han
fallecido.
Puede afirmarse que la doctrina del juicio particular es un corolario
necesario del dogma de que las almas de los difuntos van inmediatamente
después de la muerte al infierno, cielo o purgatorio.
6.2 el juicio universal
El día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá a juzgar a vivos y
muertos, retribuyendo a cada hombre según sus obras.
7.
El purgatorio.
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna
salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos
que es completamente distinta del castigo de los condenados.
8. El cielo y el infierno.
8.1 El cielo
Jesús habla del Reino de los cielos, de la recompensa a los justos
en el cielo, del tesoro de las obras buenas escritas en el cielo.
Cristo penetró primero en el cielo abriéndolo para los hombres y
preparando un puesto a
sus elegidos tal como les había prometido:
"No se turbe vuestro corazón,
Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré
conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros" .
Cristo retornará e introducirá en el cielo a los justos para que estén
eternamente con él.
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente
purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes
a Dios, porque lo ven "tal cual es", cara a cara, sin mediación de
ninguna criatura.
Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la
Iglesia "la visión beatífica":
8.2 El infierno
En el Antiguo Testamento el
sheol, los infiernos,
son el punto de cita de todos los vivos. Se le presenta como un
gran agujero, un pozo, una fosa en lo más profundo de la tierra, más
allá del abismo subterráneo donde reina una oscuridad profunda. Allá
descienden todos los vivientes y ya no volverán a subir jamás, ni pueden
ya alabar a Dios, ni esperar en su justicia o en su fidelidad. Es el
desamparo total.
En el Nuevo Testamento dice que Jesús "resucitó de entre los
muertos"; esto significa que, antes de la resurrección, permaneció
en los infiernos. Las puertas de los infiernos a donde descendió
Jesucristo se abrieron para soltar a los cautivos de la muerte,
mientras que el infierno a
donde desciende el
condenado se cierra para siempre tras él. La palabra es la misma, si
bien con significado distinto. Los infiernos son, como el
infierno, el reino de la muerte y sin Cristo no habría en el mundo
más que un solo infierno y una sola muerte, la muerte eterna. Jesucristo
con su muerte destruyó el reinado de la muerte y por haber bajado a los
infiernos, éstos no son ya el infierno que en el juicio
final se presenta como el "estanque de fuego"20, el lugar de
los condenados a la muerte eterna, la muerte segunda, el infierno
prometido a los pecadores, sino el estado de todos los muertos, malos o
justos, lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña
Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham".
"Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en
el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los
infiernos". Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los
condenados ni para destruir el infierno de la condenación,
sino para liberar a los justos
que le habían precedido.
Jesús, "el Príncipe de la vida" aniquiló "mediante la muerte al señor de
la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud." En adelante, Cristo
resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Hades" y "al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos".
En el infierno las almas son castigadas con penas diferentes.21
Todas estas penas son eternas y así lo define la doctrina de la Iglesia.22
Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión.
2
Cfr. 1 Co 15, 45 ss
3
Cfr. Hch 2, 17; 1 Co 15, 52; 1 Tim 4, 1; 2 Tim 3, 1; Jn 5, 3; 1 Pe 1, 5.
20; Ap 15, 1
4Mc.
7,17.
5
Cfr. Lc.12.
6
Cfr. Mt. 25.
9Lc
23, 42-43,
10
CEC 673
11
cf. Mt 24, 44: 1 Te 5, 2
12
CEC 678
13
Cfr. 1 Cor 15,35-53.
14 Así por ejemplo en Hch 24,15,
15 Jn 5,28,29
16
1 Tes 4,16-17; 1 Cor 15,22-23; Jn 6,54,
17
Cfr. LG 48.
18 lin 3,2
20
Ap 20, 14
21
Cfr. D 493
22
Cfr. D. 16, 40, 160, 228, 410, 429, 457, 570 1; 714