¿SABES QUE VAS A MORIR? - Escatología: Catequesis para jóvenes que se preparan a la confirmación
Páginas relacionadas
PACHECO PAREDES, Dennis Raúl
4° de Teología 2013
Pontificia Facultad de Teología
"Redemptoris Mater"
Buenas
tardes queridos jóvenes, el día de hoy quisiera empezar esta catequesis
haciendo
estas preguntas a cada uno de ustedes, respondan libremente lo que se
les venga a la mente.
¿Quién eres tú?
¿Qué sentido tiene tu vida el día de hoy? ¿Sabes que vas a morir?
¿Dónde piensas que iras después de morir?
Estas preguntas, fueron con las que Dios quiso encontrarse conmigo, porque al hacérmelas, primero quise salir corriendo del recinto de donde estaba, y segundo insulté a todos, porque pensaba que no podía irme al cielo, que lo único que me quedaba era seguir en el infierno, y lo peor era que no podía experimentar la misericordia de Dios, que se volvió lejano para mí, alguien inalcanzable, y lo más duro, que no podía amarme, y eso fue el motivo de porque el sentido de todo lo perdí.
El sentido de nuestra vida queridos jóvenes, ahora está muy
relativizado, porque estamos viviendo muy superficialmente, hoy; por qué
no le encuentras sentido a lo que estás haciendo, por qué te sumerges en
cambios de ánimo tan sorpresivamente, por qué llenas tus vacíos internos
por vicios externos y pasatiempos sin sentido.
Hoy te quiero decir desde mi experiencia, que se puede vivir bien, con
una verdadera felicidad, que no tengo que hacer nada de maravilloso para
que Dios me ame, que a pesar de mis defectos yo sé que siempre tendré el
amor de Dios, que nunca estoy sólo, y lo más importante encontré el
sentido de mi vida, eso es mejor de todo, que encontré quien me da
sentido a mi vida, que estoy llamado para irme al cielo, no se tu pero
yo si me quiero ir al cielo, que al no acoger esta misericordia de Dios
y seguirme rebelando, puedo quedarme sin Dios por toda la eternidad osea
estar sin Dios para siempre.
No crean que yo también estuve sentado recibiendo alguna vez charlas, ya
sea para confirmarme, o en algún encuentro de jóvenes que participé
durante varios años, y eso no es que te quite todo lo malo y te haga un
santo, sino que era todo lo contrario, que continuaba cayendo en pecados
cada vez más graves y cada vez me iba alejando de todo lo que
verdaderamente me daba la vida que era Dios hasta ese momento; me aleje
de tal modo que ya no tenía sentido a mi vida, no soportaba nada que
tuviera que ver con Dios, sintiéndome menospreciado por la Iglesia, ya
que hasta de mi parroquia donde yo pertenecía, me votaron, y por otro
lado tenía problemas con mi familia llegando a sentirme totalmente
vacío, excluido de todo y toda mi vida si que se tornó un infierno, no
podía
recibir consuelo alguno, porque me sentía verdaderamente sólo, y así es
como Dios se hizo el encontradizo conmigo, porque en medio de mi
infierno, Él bajo, se apiadó de mi y por medio de un sacerdote me invitó
a regresar a la Iglesia, la cual me acogió de manera extraordinaria, y
empezó en mi la grande obra que hasta el día de hoy Dios sigue
realizando.
Con esto que te quiero decir joven, que el que te va seduciendo y
conduciendo hacia una vida sin sentido, una vida prácticamente viciosa,
así no lo quieras reconocer, es lo que te empuja a que obres como lo
estás haciendo, no te recrimino nada, sino quisiera que te des cuenta de
la manera en la cual estas encausando tu vida y el vacio en el que estás
viviendo, ya que al no encontrar nada, quieres ser el centro de atención
de los demás para poder sentirte aceptado, que todos te quieran y así
sentirte tranquilo contigo mismo, escuchando lo que quieres escuchar:
Que bueno que eres, eres el mejor de todos, no hay nadie como tú,
creando en ti una satisfacción superficial, luego eso ayuda a que
empieces a tener un deseo de buscar cosas que te satisfagan, pero no lo
encuentras, disponiéndote a buscar la "felicidad" y así te dispones a
ser presa fácil del maligno, que presentándote el pecado como algo
apetitoso, y el deseo que tienes de ser feliz, caes y después que
escuchaste al tentador que te susurraba lo feliz que serías al acoger su
prepuesta, terminas muy mal, porque al momento de caer, quisieras seguir
escuchando las palabras atrayentes, pero lo único que escuchas es el
reproche que te va haciendo el inaligio -y" apuntándote con cl dedo te
empieza a culpar y a refregarte en la cara todo lo que has hecho, y lo
peor de todo es que te echa la culpa, pero el culpable es él, ya que es
su trabajo, y lo único que quiere es jalar muchas almas hacia la
desgracia, y este enemigo es el diablo.
No
pienses que solo a ti te ..ceelia, mira en torb. la historia (le lú
sal‘,,aCién
desdeSmomento
después de la creación, quien saca a Adán y Eva de la felicidad eterna
(del paraíso), el demonio, lo encontramos en el libro del Génesis,
cerrándoles las puertas del paraíso y vivir sin poder ver a Dios.
También le pasa a Caín y Abel, el demonio empieza a tentar de una manera
diferente que a sus padres, aquí es la rivalidad, y las ganas de no
quedarse ultimo, de ser siempre el mejor, teniendo como desenlace el
fratricidio, así Caín queda desterrado, fruto del pecado; también
tenemos en el momento del Éxodo, cuando el pueblo no ve a Dios y lo
único que les sale es murmurar de Dios y el recuerdo de lo que se tenían
en tiempos anteriores, también fue obra del tentador, quien les engañaba
para pensar lo contrario de Dios; luego también en tiempo de la
monarquía, los reyes fueron tentados de diversas maneras, ya sea con la
lujuria, en el caso de David; con robarse la gloria de Dios, en el caso
de Saúl; y así podemos ver en diferentes momentos. Vemos en tiempos de
los profetas que van en nombre de Dios, para denunciarle el modo de vida
que están teniendo, y los pecados que a Dios desagrada, y luego de
escucharlos, entran en sintonía con Dios.
Así estamos nosotros tunbián, caenios, nos sentimos exiliados, nos ataca
con los malos
deseos, los malos pensamientos, pero siempre Dios pone a alguien que nos
ayuda a regresar a Él.
Hoy en día la jugada del demonio, en la cual no nos damos cuenta y estamos cayendo, es que nos está haciendo perder de vista a lo que estamos llamados, el poder ir al cielo, que no hay un infierno, y a las fmales que después de la muerte no hay nada más, no hay salvación, no hay condenación, a las finales no hay sentido de nada,
Pero hoy en nombre de Jesucristo, les anuncio que si hay un cielo, y la
necesidad de purificarnos para poder llegar a él; hay un infierno, que
al no querer aceptar el amor misericordioso de Dios podemos caer en el,
pero es verdad, ya lo anuncio Jesucristo el reino de los cielos ha
llegado, este reino de los cielos que te anuncia hasta entregando su
vida, dándote todo para que tú puedas entrar en él, y el rechazo total
de nuestra vida hacia lo que Dios te da, que es totalmente gratis, ese
es el infierno.
Como lo dice el Beato Juan Pablo II el cielo es la plenitud de la
intimidad con Dios; el infierno, como rechazo definitivo de Dios; y el
purgatorio, la purificación necesaria.
Cuando haya pasado la figura de este mundo, los que hayan acogido a Dios
en su vida y se hayan abierto sinceramente a su amor, por lo menos en el
momento de la muerte, podrán gozar de la plenitud de comunión con Dios,
que constituye el fin de la existencia humana. En el marco de la
revelación, sabemos que el "cielo" o la "bienaventuranza" en la que nos
encontramos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las
nubes, sino una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Es
el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a
la comunión con el Espíritu Santo. La enseñanza eclesial sobre esta
verdad, afirma que "por su muerte y su resurrección, Jesucristo nos ha
abierto el cielo, la vida de los bienaventurados consiste en la plena
posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo, que asocia
a su glorificación celestial a quienes han creído en él y han
permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad
bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a él."
Esta situación foral, se puede anticipar de alguna manera hoy, tanto en
la vida sacramental, cuyo centro es la Eucaristía, como el don de á
mismo mediante la la Eucaristía, como
el don de sí mismo mediante la caridad fraterna.l Si sabemos gozar
ordenadamente de los bienes que el Señor nos regala cada día,
experimentaremos ya la alegría y la paz de que un día gozaremos
plenamente. Sabemos que con esta fase terrena todo tiene un límite; sin
embargo, el pensamiento de las realidades últimas nos ayuda a vivir de
las realidades penúltimas. Somos conscientes de que mientras caminamos
en este mundo, estamos llamados a buscar las cosas de arriba, donde
Cristo está sentado a la diestra de Dios.
Dios es Padre infinitamente bueno y misericordioso. Pero, por desgracia
el hombre, llamado a responderle en la libertad, puede elegir rechazar
definitivamente su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la
comunión gozosa con Él. Precisamente esta trágica situación es lo que
nos enseña la Iglesia cuando nos habla de condenación o infierno. No se
trata de un castigo de Dios infligido desde lo exterior, sino del
desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida. La misma
dimensión de infelicidad que
conlleva esta oscura condición puede intuirse, en cierto modo, a la luz
de algunas experiencias nuestras terribles, que convierten la vida, como
se suele decir, en "un infierno".
Las imágenes con las
que la sagrada Escritura nos presenta el infierno, deben interpretarse
correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida
sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica una situación en que
llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios,
manantial de vida y alegría. Por eso la condenación, no se ha de
atribuir a la iniciática de Dios, dado que en su amor misericordioso él
no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado, en
realidad es la criatura la que se cierra a su amor; y sigue siendo una
posibilidad real, en el riesgo del "si" y del "no" que caracteriza la
libertad de las criaturas, alguien ha dicho "no", se trata de esos seres
espirituales que se rebelaron contra ese amor de Dios y a los que se
llama demonios. Por eso nosotros, los seres humanos, esto resuena como
una advertencia: nos exhorta continuamente a evitar la tragedia en la
que desemboca el pecado y a vivir nuestra vida, según el modelo de
Jesús.
Por esto hermano a partir de la opción definitiva por Dios o contra
Dios, el hombre se encuentra ante una alternativa: o vive con el Señor
en la bienaventuranza eterna, o permanece alejado de su presencia para
toda la eternidad.
Tu hermano que decides.., Ánimo, Dios te quiere a ti,