FORTALECIDOS EN EL ESPÍRITU SANTO - Escatología: Catequesis para jóvenes que se preparan a la confirmación
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David Salazar Pantoja
4° de Teología 2013
Pontificia Facultad de Teología
"Redemptoris Mater"
La iniciativa en todo proyecto cristiano parte siempre de Dios, lo
nuestro será siempre la respuesta a la llamada o invitación que Dios nos
hace para identificarnos con Jesús. Por eso, es importante el texto que
nos presenta la carta a los Hechos 1, 8 "sino que recibiréis la fuerza
del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra".
Los jóvenes de tiempo puedan a mirar a Jesús que los convoca a la te
para vivir en la historia con sensibilidad para los signos de los
tiempos, El seguimiento de Jesús no es imitación de algo intemporal
revelado en él, es por todo en alternativas planteadas por las fuerzas y
los hechos históricos con los cuales se determina el futuro; en el
evangelio de Mateo nos presenta a los doce 10, 2-4 "Los nombres de los
doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano
Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé;
Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el
Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó".
El seguimiento de
Jesús y la participación en las acciones y marcha histórica de la
humanidad, iluminados por la fe, parece obvio que tiene que vivirse en
esperanza. La conciencia histórica llevaría, entonces, a los cristianos
a esperar cuando actúan y a actuar en función de las esperanzas de la
fe. La esperanza viene así a entenderse como motor de la práctica
cristiana, y lo esperado se contempla como meta de la acción. La
presencia del espíritu en nosotros nos exige vivir en estilo nuevo nos
da la verdadera libertad; San Pablo nos habla claramente en su carta a
los Gálatas 5, 25 "Si vivimos según el Espíritu, obremos también según
el Espíritu". Son palabra claves para entender la misión del Espíritu
Santo en nuestra vida o en la vida de los jóvenes.
El Espíritu se
posesiona de nosotros para vincularnos a Jesús en la realización de su
misión; de esta manera podemos comprender como la comunión que suscita
el Espíritu Santo, con el Padre y el Hijo. Importante la formación
básica, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana en las
certezas más básicas de la fe y en los
valores
evangélicos más fundamentales poniendo cimiento del edificio cristiano,
para alimentar las raíces de la vida de fe, para recibirlo como alimento
sólido en la vida ordinaria. Muchas veces, a solas o en compañía, nos
preguntamos acerca de cuestiones existenciales y también acerca de la
muerte. ¿Qué es la muerte, qué pasa después? Este trabajo tiene que ver
justamente con eso. Por supuesto que yo, personalmente, no tengo idea de
lo que pasa después. ¿Después de qué? después de morirte,
Después de nacer, crecer, caerte por primera vez de la bicicleta,
después de madurar, formar una familia, realizarte profesionalmente,
envejecer.., Podría decirse entonces que no tengo por qué escribir nada.
Porque si no soy capaz de contestar a una pregunta tan pero tan profunda
como esa mi trabajo no vale. Pero no, sí que vale. Propongamos una
respuesta desde la fe, muchas veces con amigos nos preguntamos
cuestiones incapaces de responder racionalmente. Este trabajo tiene que
ver con el fin de los tiempos, con lo que pasará después. Tiene su
característica propia en el acontecimiento de Cristo, considerado como
presencia personal de Dios en la Tierra y también como anticipación de
la manifestación futura de Dios con la venida del Espíritu Santo.
Desde sus comienzos la fe cristiana consideró a la resurrección de
Cristo no sólo en relación al pasado como cumplimiento de las profecías
divinas, sino también en relación al futuro, como anticipación y
garantía de la salvación venidera al final de los tiempos. El sentido
escatológico del misterio de Cristo, desde su entrada en el mundo hasta
su resurrección, adquiere así una perspectiva nueva. Cristo al
encarnarse, asume la naturaleza humana con todo lo que implica, Asume el
límite característico del hombre al unir lo infinito con lo finito.
También lo afirma el Catecismo: "El fin último de toda la economía
divina es el acceso de los hombres a la unidad perfecta de la Trinidad.
Pero desde ahora somos llamados a participar de Dios trino". Además de
aludir, claro está, al misterio central de la revelación: a Dios trino y
salvador del hombre, Siempre la Trinidad nos muestra la comunión por eso
nosotros como jóvenes nos llama a vivir la comunión con nuestra familia
porque muchas veces queremos seguir nuestro rumbo pero la Santísima
Trinidad nos invita a mantener esta comunión Cristo como acontecimiento
escatológico para la humanidad, el mundo y la historia.
Es importante aclarar que Cristo resucita en función del hombre.
Resucita para inaugurar el camino que seguirá más tarde toda la
humanidad. Y su resurrección
significa para pl
hombre la incta11rariAn definitiva
de
la calvariény el hombre puede
ahora esperar un destino eterno al asociar su
destino al destino de Cristo resucitado. Entonces, en Cristo se
recapitulan todas las cosas, las del cielo y las de la tierra
"hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza" nos dice San Pablo en su
carta a los Efesios (1,10); esto significa que fuera de Cristo la
creación carece de sentido,
no podría sostenerse. Sería impensable porque Cristo es el principio de
la creativo y divino de todo cuanto existe, la resurrección de Cristo es
el único acontecimiento definitivo de toda la historia de la salvación.
Su resurrección ha de extenderse a los que pertenecen a Cristo y sería
la cima del misterio que comenzó en el bautismo.
Sabemos que la resurrección es un acontecimiento histórico y salvífico,
que es lo único que nos
permite hablar de las cosas que están 'más allá de la muerte', es decir,
de cosas trascendentes. El miedo a la muerte radica en pensar que, al
carecer de cuerpo, tampoco tendremos conciencia de existir, Tenemos
miedo de que con la muerte corporal dejemos de tener un yo consiente.
Entonces, si el hombre siente que vive en cuanto a lo que aspira y
proyecta, ¿qué sentido tiene esforzarse en una vida que habrá de
terminar? La realidad es que el hombre no puede evitar la muerte. Si el
hombre, entonces, sufre la muerte como experiencia límite de su
existencia es porque anhela seguir viviendo y porque la muerte lo
desvincula de ese contacto sensible con el mundo y con los otros seres
humanos.
Desde su nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios; pues no
existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por
amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente
aquel amor y se entrega a su Creador, El camino que lleva a los seres
humanos al conocimiento de Dios Padre es Jesucristo, el Verbo hecho
carne, que viene a nosotros con la fuerza del Espíritu Santo. Como se
subraya en las catequesis anteriores, este conocimiento es auténtico y
pleno siempre que no se reduzca a algo meramente intelectual, sino que
implique de modo vital a toda la persona humana.
Se trata de un conocimiento que permite "encontrar" a
Dios; hay un conocimiento natural de Dios a partir de la creación: ella
lleva a reconocer en él el origen y la causa trascendente del mundo y
del hombre y, en este sentido, a intuir su paternidad. Este conocimiento
se profundiza a la luz progresiva de la Revelación, es decir, sobre la
base de las palabras y las intervenciones histórico-salvíficas de Dios.
Conocer al Padre significa, pues, encontrar en él la fuente de nuestro
ser y de nuestra unidad, en cuanto miembros de una única familia; pero
también significa estar sumergidos en una vida "sobrenatural", la vida
misma de Dios. En efecto, la auténtica experiencia religiosa no es
expresión de infantilismo, sino actitud madura y noble de acogida de
Dios, que responde a la exigencia de significado global de la vida y
compromete responsablemente al hombre a construir una sociedad mejor.
La Iglesia cuenta particularmente con vosotros para dar a conocer a
Cristo a los jóvenes, para hacer que lo amen, y para ayudarles a vivir
en intimidad con él. La Iglesia os ha confiado la importante tarea de
transmitir la enseñanza de Cristo y dar testimonio de su amor salvífico.
Ojalá que este encuentro jubilar sea para vosotros tiempo de especial
apertura a la luz y a la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que,
fortalecidos con la gracia, prestéis provechosamente vuestro servicio
apostólico en el nuevo milenio.
La Eucaristía es sacramento "misionero", no sólo porque de
ella brota la gracia de la
misión, sino también porque encierra en si misma el principio y la fuente
perenne de
la salvación para todos los hombres. Por tanto, la
celebración del sacrificio eucarístico es el acto misionero más eficaz que
la comunidad eclesial puede realizar en la historia del mundo. La presencia
del Resucitado proporciona a los creyentes la valentía para ser promotores
de solidaridad y de renovación, contribuyendo a
cambiar las estructuras UC pecado en las que las personas,
145 UUMUIIIUtlUeS y,
veces, pueblos enteros, que estamos sumergidos.
A cuantos se alimentan del Señor esta energía espiritual
los impulsa a dar su propia vida por él y por sus hermanos, mediante la
entrega total de sí, si fuera necesario,
hasta la efusión
de la sangre. A cuantos se alimentan del Señor esta energía
espiritual los impulsa a dar su propia vida por él y por sus hermanos,
mediante la entrega total de si, si fuera necesario, hasta la efusión de la
sangre. Los esfuerzos realizados en estos campos son de tal alcance que
pueden alimentar las más grandes esperanzas. La experiencia demuestra, por
ejemplo, la resonancia de una enseñanza radiofónica
o televisiva, cuando
sabe unir una apreciable expresión estética con una
rigurosa fidelidad al
Magisterio.
Los jóvenes ofrecen un testimonio, mirando a cuál de los
cristianos en su camino hacia Cristo se hacen más fuertes. Tal esperanza
levanta el corazón de los cristianos
a las I;US11,5 UGleSteS,
sin separarlos de cumplir también
las obligaciones de este
mundo, porque la espera de una nueva
tierra no debe debilitar, sino más bien alentar, la solicitud por
perfeccionar es la tierra. Sin embargo, el mundo actual pone múltiples
insidias a esta esperanza cristiana, Pues el mundo actual está fuertemente
afectado por el secularismo el cual comiste en una visión autonomista del
hombre y