EL HOMBRE Y SU BUSQUEDA DE DIOS
- Escatología: Catequesis para jóvenes que se preparan a la confirmación
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Edwar Siancas Cueva
4° de Teología 2013
Pontificia Facultad de Teología
"Redemptoris Mater"
Hoy en día nos encontramos frente a una realidad muy
difícil, un mundo totalmente convulsionado que ha prescindido de Dios,
en el cual se encuentra el hombre, quien ha perdido de vista su
verdadera identidad y la vocación para lo que ha sido creado, el cual
está llamado a ser santo y a alcanzar la vida eterna, pero que frente a
un relativismo profundo en el cual se vive le impide ver con claridad
este objetivo primordial, que es precisamente la felicidad, la cual se
obtiene acogiendo y aceptando la única verdad plena que es Cristo, quien
es capaz de iluminar todo cuanto existe dentro y fuera del hombre;, ya
que al haber sido creado por Dios tiene en lo profundo de su ser esta
huella de su Creador que lo llama hacia Él.
Dios al crear al hombre a su imagen y semejanza, le concede la gracia de
que al fm de los tiempos, pueda compartir con Él la gloría eterna.
Experiencia profunda que el ser humano posee en su interior.
El hombre en lo más profundo de su realidad humana, siente
una nostalgia de Absoluto, es decir, un anhelo de Algo que está más allá
de todo lo que el mundo le puede ofrecer, pero ello lo ve un tanto
borroso en su vida, a causa de esta sociedad consumista en la que se
vive, esta sociedad en la que lejos de preocuparse por el bien interior
y espiritual del hombre, solo se dedica a ofrecerle sucedáneos con la
finalidad de servirse de él de una manera lucrativa, sin importarle el
estado interior de la persona.
Es por eso que el hombre sintiendo ese vacío interior,
busca de una manera confusa aquello que le pueda llenar este vacío,
siendo así presa fácil para el mundo y para el demonio que es quien lo
espera para destruirlo, haciendo que el hombre se sumerja en los
diferentes vicios que le llevan a la muerte ya que de esa manera está
esclavo e incapaz de encontrarse con Aquél quien es la vida plena.
¿Por qué esta ansia de Infinito del hombre?
El hombre al ser creación de Dios tiene este sello de pertenencia de su
Creador quien lo llama hacia Él, por esencia es un ser religioso y es
por eso que está en esa constante búsqueda de alcanzar a su Creador. Ya
San Agustín lo expresó de una manera apropiada.
"Nos hiciste, Señor, para ti y
nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (Conf 1,1).
Por ello el hombre es un ser teologal ya que lleva en su
interior la impronta de Dios que hace que este lo busque y no descase de
buscarle hasta que alcance la felicidad y la dicha tan anhelada, ya que
no existe felicidad definitiva y absoluta para el ser humano que no sea
en Dios; y cualquier intento de encontrar la felicidad en cualquier otra
cosa no será más que perder el tiempo en sucedáneos, Por tanto, podemos
entender que el ansia de Infmito o Absoluto que el ser humano siente en
su interior en el fondo es un ansía de Dios o también podemos llamarlo
un "hambre de Dios".
El hombre es capaz de Dios.
De hecho, todo hombre puede buscar y encontrar a Dios, puesto que de
naturaleza está llamando a tener este encuentro con su Creador, hemos
sido testigos de que a lo largo de la historia los seres humanos han
expresado esta búsqueda y este encuentro a través de las diversas
religiones. La misma Creación ofrece cierto
"caminos" o
"vías" para poder acercarse a Dios y poder encontrarlo. Dado una
mirada en torno a nosotros en el mundo, y miramos lo que manifiesta: el
movimiento, las cosas que existen, el orden de la creación, etc.
Llezando así a descubrir la existencia de Aquel que ha puesto las cosas
en movimiento, la causa de lo que existe y el que orienta las cosas a su
fin, y este es Dios. Al mirarse así mismo, en su interior, e hombre
percibe en su espíritu está "nostalgia de infinito" que hace referencia
a Dios mismo,
Por eso la Iglesia enseña como verdad de fe que
el ser humano puede conocer a Dios
mediante su inteligencia y a partir de las cosas creadas y este
conocimiento ofrece una verdadera certeza (ver: Sab. 13, 1ss; Rom. 1,
20ss; CV I; DH 3004). Sin embargo, aunque el hombre puede llegar
a conocer la existencia de Dios y vivir el encuentro con Él, no siempre
se produce esto. Por muchos motivos (rebelión ante el mal existente, la
indiferencia la ignorancia, el ateísmo, etc.) algunas personas olvidan o
rechazan o desconocen a Dios. Y esto con lleva desagraciadamente al
hombre a una situación de frustración e infelicidad muy honda.
Dios sale al encuentro del hombre.
Dios es quien tomo la iniciativa de acercarse al hombre, en una
manifestación de su ser más íntimo y del plan que tiene para con todos y
cada uno de los seres humanos y del mundo. Aun cuando se le pueda
conocer y saber más acerca de su realidad, Dios siempre es un misterio
para el hombre: Él habita en una luz inaccesible
(1Tm. 6, 16); y por eso Dios nadie le ha visto jamás (Jn. 1, 18),
Sin embargo, de manera totalmente gratuita y soberanamente libre,
Dios ha querido comunicarnos quién es y qué es lo que quiere de
nosotros. Además no solo muestra su necesidad sino que da una respuesta
definitiva,
a las
interrogantes que el ser humano se plantea sobre el sentido y el fin
último de su vida.
Este es el modo a través del cual Dios se ha ido manifestado al hombre
para concederle ser merecedor de la vida eterna:
Mediante hechos y palabras. Al
participar de la misma historia del hombre.
De manera progresiva: es decir, de manera gradual y paulatinamente,
descubriendo al hombre su sr misterioso.
De manera adecuada: Dios ha hablado al hombre "humanamente",
considerando sus limitaciones.
Y por último su manifestación ha sido definitiva, en Jesucristo. Por
medio de, Él nos ha comunicado todo de sí.
Jesucristo Plenitud de toda la Revelación.
Porque Jesús Hijo de Dios hecho hombre es la Palabra
única, perfecta e insuperables del Padre. En Él lo dice todo, no habrá
otra palabra más que esta. Por medio de Jesús Dios Padre nos ha revelado
su misterio más íntimo, de allí que podemos llamarlo mediador.
Y es Jesús el que nos da a conocer absolutamente todo lo que es Dios y
todo lo que es de Dios, por eso lo podemos llamar también Plenitud de la
Revelación. Por eso la Revelación ha culminado en Cristo; ya no habrá
otro revelación más porque el Padre en Jesús lo ha dicho todo.
El Señor Jesús medio de salvación.
Al Encarnarse el Señor Jesús, nos salva viviendo una estructura humana.
En este sentido la humanidad es un Sacramento, o sea signo e instrumento
de su divinidad y de a salvación que nos trae. Por lo tanto, toda la
vida de Jesús es salvífica: todo lo que Él hace, dice, enseña, etc.
Apunta a que nuevamente vivamos la comunión perdida por el pecado, es
decir, apunta a la reconciliación.
Los hechos que constituyen la vida del Señor Jesús reciben
el nombre de los misterios de Jesús. En esos misterios, Él se presenta
como nuestro modelo de humanidad y nos muestra lo que es nuestro propio
misterio, Con u predicación, nos habla del Reino de Dios que ÉL viene a
establecer en este mundo, Sus milagros manifiestan la presencia del
Reino y nos abren a la fe en Jesús como Hijo de Dios y Salvador. Debemos
asumir en nosotros los misterios del Señor y así conformarnos a Él,
especialmente en su estado fundamental de hijo 41 María,. y ?I final
poder decir con San PablQ:
"vivo yo, mas no yo: es Cristo
quien vive en mí" (Ga. 2, 20).
Sin embargo, aun cuando toda la vida del Señor Jesús es
salvífica y reconciliadora hay momento muy especiales en donde esa
salvación reconciliadora se da de modo más pleno, Y el momento más
importante de su salvación es de su Pasión, Muerte y Resurrección. Es lo
que llamamos el misterio pascual.
La muerte del Señor Jesús no fue accidente ni casualidad:
Él entrego su vida por nosotros
(ver. Jn. 10, 17-18) cumpliendo de este modo las profecías que anunciaba
su sacrificio (Sal. 21, lss; Is. 5,1-12, etc.), y realizando así
el plan reconciliador de Dios Padre: entregar su vida para,
reconciliarnos:
"el Hijo
del Hombre no ha venido hacer servido sino a servir y dar su
vida en rescate por mucho" (ML 20, 18).
El significado de su muerte en la Cruz.
La muerte de nuestro Señor en la Cruz es un acto de
obediencia filial que nos reconcilia. Ya que, el pecado, fue causa de la
ruptura con Dios (y de las demás rupturas) y este se produjo por un acto
de desobediencia, la reconciliación se ha producido por un acto de
obediencia:
"y se humilló así mismo,
obedeciendo hasta la muerte y una muerte de Cruz" (Flp. 2, 8).
La muerte en Cruz de Jesús es además, expresión de su gran amor por
nosotros:
"nadie
tiene amor más grande que el que da la viva por sus amigos" (Jn. 15, 13)
y al mismo tiempo es expresión del amor de Dios Padre por
nosotros: "más la prueba de que
Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores murió por
nosotros para darnos vida". (Rom. 5; 8).
Muchas veces concebimos el sufrimiento como una desgracia
o un castigo de Dios, de tal manera que nos desesperamos y renegamos de Él y
rechazamos la Cruz que nos ha tocado llevar de tal manera que nosotros
mismos somos impedimento para la obra de salvación que Dios quiere hacer con
nosotros, ya que desea que todos seamos partícipes del Cielo„_ pero para
ello es necesario tomar nuestra Cruz y seguirle, puesto que
la Cruz es la escalera para llegar al Cielo (Sta. Rosa de Lima).
Por eso la Iglesia sacramento de salvación, ella como
Madre y Maestra nos enseña que a toda la humanidad se nos ha abierto el
Cielo gracias al sacrificio de nuestro Señor en la Cruz, para que todos los
hombres alcancemos la vida eterna y así poder tener esa visión beatífica de
Dios, contemplando su rostro frente a frente, pero que ello io lograremos no
en esta vida sino que tenemos que experimentar la muerte física fruto del
pecado, para poder luego ir a la presencia de este Dios vivo y verdadero,
que lo ha dado todo por nosotros incluso a su propio Hijo por este amor
infinito hacia nosotros, sabemos pues, que para ir a la presencia de Dios,
es necesario estar en gracia de Él, sin mancha ni pecado, y es por eso que
Él mismo nos ha dejado todos los medios necesarios en su Iglesia para poder
hacer uso de ellos y así poder purificar nuestra alma para poder llegar a
esta presencia maravillosa y eterna de Dios.
Él no quiere que el hombre se condene y vaya al infierno, al suplicio
eterno, sino que espera que su creatura lo busque y se deje ayudar por Él,
porque "Dios no quiere la muerte del
pecador sino, en que cambie de conducta y viva" (Ez 18,23).