VISIONES Y APARICIONES
Invitación
La Paz de Jesús y el Amor de Maria!
Debemos divulgar el Boletín de mensajes de Nuestra Señora "Rose
Mistical" en Apparicion en la ciudad de Araraquara, el Brasil. Este
Boletín y la Asociación tienen la Apostólica Bendición del Santo Padre en el
año 2000.
Si usted desea, usted puede receve este Boletín cada mes sin ningún dinero.
Es solamente necesario nos dice que usted desee.
Gracias. Bendiciones de Jesus y Maria!
Alabado sea Nuestro Señor Jesús Cristo
Salve Maria!
Respuesta
Querido hermano en el Señor:.
Que la alegría del Señor esté en tu corazón.
Gracias por tu mensaje y tu invitación. Fui a mirar la página. Interesante
el applet del menú para navegar.
Lo que me preocupa es que no encontré ninguna señal de una aprobación
eclesiástica. No me toca juzgar el contenido de las páginas porque esto
tiene que hacer la Iglesia local.
Generalmente es el obispo del lugar que investiga y aprueba o desaprueba.
La bendición del Papa es asequible para todos porque es pedir su bendición
para personas y/o instituciones. Por lo tanto, no significa aprobación
alguna de las visiones o fenómenos a las que se hace alusión. Es una
respuesta normal de la Secretaría de Estado del Vaticano a alguien que
felicita al Papa por su Aniversario o algo similar. Me cuentan que alguna
secta oriental de Lima tiene en su salón de cultos una enorme foto de su
fundador que saluda al Papa Paulo VI. ¿Por qué la habrán puesto? Para que
haya la impresión que esto cuenta con la bendición del Papa.
¿Qué quiero decir con eso? Que no es prudente divulgar tales fenómenos hasta
que la Iglesia haya hablado. Esto no significa que tú no puedas aceptar o
participar. Esta es un discernimiento tuyo. Pero su divulgación sólo
contaría con tu respaldo.
¿Has escuchado de San Juan de la Cruz? La Iglesia lo ha declarado “doctor de
la Iglesia”, es decir, sus enseñanzas cuentan con el respaldo de la Iglesia.
Él insiste mucho en no admitir fenómenos extraordinarios porque Dios ha
hablado una vez para siempre por medio de su Palabra. Todo lo demás hay que
rechazarlo. ¿Y si es de Dios? Dios sabrá cómo hacer prevalecer su mensaje.
Invito a leer el capitulo 11 del segundo libro "Subida al Monte Carmelo",
que te lo pongo al final de de nuestra respuesta. Ahí da todas las razones
del porqué de su urgente consejo.
Que la paz del Señor te colme de su gracia.
mscperu
P. D.
Subida al Monte Carmelo
San Juan de la Cruz
Libro segundo
CAPÍTULO 11
Del impedimento y daño que puede haber en las aprehensiones del
entendimiento por vía de lo que sobrenaturalmente se representa a los
sentidos corporales exteriores y cómo el alma se ha de haber en ellas.
1. Las primeras noticias que habemos dicho en el precedente capítulo son las
que pertenecen al entendimiento por vía natural. De las cuales, porque
habemos ya tratado en el primer libro, donde encaminamos al alma en la noche
del sentido, no hablaremos aquí palabra, porque allí dimos doctrina congrua
para el alma acerca de ellas.
Por tanto, lo que habemos de tratar en el presente capítulo será de aquellas
noticias y aprehensiones que solamente pertenecen al entendimiento
sobrenaturalmente por vía de los sentidos corporales exteriores, que son:
ver, oír, oler, gustar y tocar. Acerca de todas las cuales pueden y suelen
nacer a los espirituales representaciones y objetos sobrenaturales.
Porque acerca de la vista se les suele representar figuras y personajes de
la otra vida, de algunos santos y figuras de ángeles, buenos y malos, y
algunas luces y resplandores extraordinarios.
Y con los oídos oír algunas palabras extraordinarias, ahora dichas por esas
figuras que ven, ahora sin ver quién las dice.
En el olfato sienten a veces olores suavísimos sensiblemente, sin saber de
dónde proceden.
También en el gusto acaece sentir muy suave sabor, y en el tacto grande
deleite, y a veces tanto, que parece que todas las médulas y huesos gozan y
florecen y se bañan en deleite; cual suele ser la que llaman unción del
espíritu, que procede de él a los miembros de las limpias almas. Y este
gusto del sentido es muy ordinario a los espirituales, porque del afecto y
devoción del espíritu sensible les procede más o menos a cada cual en su
manera.
2. Y es de saber que, aunque todas estas cosas pueden acaecer a los sentidos
corporales por vía de Dios, nunca jamás se han de asegurar en ellas ni las
han de admitir, antes totalmente han de huir de ellas, sin querer examinar
si son buenas o malas. Porque así como son más exteriores y corporales, así
tanto menos ciertas son de Dios. Porque más propio y ordinario le es a Dios
comunicarse al espíritu, en lo cual hay más seguridad y provecho para el
alma, que al sentido, en el cual ordinariamente hay mucho peligro y engaño,
por cuanto en ellas se hace el sentido corporal juez y estimador de las
cosas espirituales, pensando que son así como lo siente, siendo ellas tan
diferentes como el cuerpo del alma y la sensualidad de la razón. Porque tan
ignorante es el sentido corporal de las cosas razonales, espirituales digo,
como un jumento de las cosas razonales, y aún más.
3. Y así, yerra mucho el que las tales cosas estima, y en gran peligro se
pone de ser engañado, y, por lo menos, tendrá en sí total impedimento para
ir a lo espiritual; porque todas aquellas cosas corporales no tienen, como
habemos dicho, proporción alguna con las espirituales. Y así, siempre se han
de tener las tales cosas por más cierto ser del demonio que de Dios: el cual
en lo más exterior y corporal tiene más mano, y más fácilmente puede engañar
en esto que en lo que es más interior y espiritual.
4. Y estos objetos y formas corporales, cuanto ellos en sí son más
exteriores, tanto menos provecho hacen al interior y al espíritu, por la
mucha distancia y poca proporción que hay entre lo que es corporal y
espiritual. Porque aunque de ellas se comunique algún espíritu (como se
comunica siempre que son de Dios) es mucho menos que si las mismas cosas
fueran más espirituales e interiores. Y así, son muy fáciles y ocasionadas
para criar error y presunción, y vanidad en el alma; porque, como son tan
palpables y materiales, mueven mucho al sentido, y parécele al juicio del
alma que es más por ser más sensible, y vase tras ello, desamparando a la
fe, pensando que aquella luz es la guía y medio de su pretensión, que es la
unión de Dios; y pierde más el camino y medio que es la fe, cuanto más caso
hace de las tales cosas.
5. Y, además de eso, como ve el alma que le suceden tales cosas y
extraordinarias, muchas veces se le ingiere secretamente cierta opinión de
sí de que ya es algo delante de Dios, lo cual es contra humildad. Y también
el demonio sabe ingerir en el alma satisfacción de sí oculta, y a veces
harto manifiesta. Y, por eso, él pone muchas veces estos objetos en los
sentidos, demostrando a la vista figuras de santos y resplandores
hermosísimos, y palabras a los oídos harto disimuladas, y olores muy suaves,
y dulzuras en la boca, y en el tacto deleite, para que, engolosinándolos por
allí, los induzca en muchos males.
Por tanto, siempre se han de desechar tales representaciones y sentimientos,
porque, dado caso que algunas sean de Dios, no por eso se hace a Dios
agravio ni se deja de recibir el efecto y fruto que quiere Dios por ellas
hacer al alma, porque el alma las deseche y no las quiera.
6. La razón de esto es porque la visión corporal o sentimiento en alguno de
los otros sentidos, así como también en otra cualquiera comunicación de las
más interiores, si es de Dios, en ese mismo punto que parece o se siente
hace su efecto en el espíritu, sin dar lugar que el alma tenga tiempo de
deliberación en quererlo o no quererlo. Porque, así como Dios da aquellas
cosas sobrenaturalmente sin diligencia bastante y sin habilidad de ella,
(así, sin la diligencia y habilidad de ella), hace Dios el efecto que quiere
con las tales cosas en ella, porque es cosa que se hace y obra pasivamente
en el espíritu. Y así, no consiste en querer o no querer, para que sea o
deje de ser, así como si a uno echasen fuego estando desnudo, poco
aprovecharía no querer quemarse; porque el fuego por fuerza había de hacer
su efecto. Y así son las visiones y representaciones buenas, que, aunque el
alma no quiera, hacen su efecto en ella primera y principalmente que en el
cuerpo.
También las que son (de) parte del demonio, sin que el alma las quiera,
causan en ella alboroto o sequedad, o vanidad o presunción en el espíritu.
Aunque éstas no son de tanta eficacia en el alma como las de Dios en el
bien; porque las del demonio sólo pueden poner primeros movimientos en la
voluntad y no moverla a más si ella no quiere, y alguna inquietud que no
dura mucho, si el poco ánimo y recato del alma no da causa que dure. Mas las
que son de Dios penetran el alma, y mueven la voluntad a amar, y dejan su
efecto, al cual no puede el alma resistir aunque quiera, más que la vidriera
al rayo del sol cuando da en ella.
7. Por tanto, el alma nunca se ha de atrever a quererlas admitir, aunque,
como digo, sean de Dios, porque, si las quiere admitir, hay seis
inconvenientes:
El primero, que se le va disminuyendo la fe, porque mucho derogan a la fe
las cosas que se experimentan con los sentidos; porque la fe, como habemos
dicho, es sobre todo sentido. Y así apártase del medio de la unión de Dios,
no cerrando los ojos del alma a todas esas cosas de sentido.
Lo segundo, que son impedimento para el espíritu si no se niegan, porque se
detiene en ellas el alma y no vuela el espíritu a lo invisible. De donde una
de las causas por donde dijo el Señor (Jn. 16, 7) a sus discípulos que les
convenía que él se fuese para que viniese el Espíritu Santo, era ésta. Así
como tampoco dejó a María Magdalena (Jn. 20, 17) que llegase a sus pies
después de resucitado, porque se fundase en fe.
Lo tercero es que va el alma teniendo propiedad en las tales cosas y no
camina a la verdadera resignación y desnudez de espíritu.
Lo cuarto, que va perdiendo el efecto de ellas y el espíritu que causan en
lo interior, porque pone los ojos en lo sensual de ellas, que es lo menos
principal. Y así, no recibe tan copiosamente el espíritu que causan, el cual
se imprime y conserva más negando todo lo sensible, que es muy diferente del
puro espíritu.
Lo quinto, que va perdiendo las mercedes de Dios, porque las va tomando con
propiedad y no se aprovecha bien de ellas. Y tomándolas con propiedad y no
aprovechándose de ellas, es quererlas tomar; porque no se las da Dios para
que el alma las quiera tomar, pues que nunca se ha de determinar el alma a
creer que son de Dios.
Lo sexto es que en quererlas admitir abre puerta al demonio para que le
engañe en otras semejantes, las cuales sabe él muy bien disimular y
disfrazar, de manera que parezcan a las buenas; pues puede, como dice el
Apóstol (2 Cor. 11, 14) transfigurarse en ángel de luz. De lo cual
trataremos después, mediante el favor divino, en el libro tercero, en el
capítulo de gula espiritual.
8. Por tanto, siempre conviene al alma desecharlas a ojos cerrados, sean de
quien se fueren. Porque, si no lo hiciese, tanto lugar daría a las del
demonio, y al demonio tanta mano, que no sólo a vueltas de las unas
recibiría las otras, mas de tal manera irían multiplicándose las del demonio
y cesando las de Dios, que todo se vendría a quedar en demonio y nada de
Dios; como ha acaecido a muchas almas incautas y de poco saber, las cuales
de tal manera se aseguraron en recibir estas cosas, que muchas de ellas
tuvieron mucho que hacer en volver a Dios en la pureza de la fe, y muchas no
pudieron volver, habiendo ya el demonio echado en ellas muchas raíces.
Por eso es bueno cerrarse en ellas y negarlas todas, porque en las malas se
quitan los errores del demonio, y en las buenas el impedimento de la fe, y
coge el espíritu el fruto de ellas. Y así como cuando las admite las va Dios
quitando, porque en ellas tienen propiedad, no aprovechándose ordenadamente
de ellas, y va el demonio ingiriendo y aumentando las suyas, porque halla
lugar y causa para ellas; así, cuando el alma está resignada y contraria a
ellas, el demonio va cesando de que ve que no hace daño, y Dios, por el
contrario, va aumentando y aventajando las mercedes en aquel alma humilde y
desapropiada, haciéndola sobre lo mucho, como al siervo que fue fiel en lo
poco (Mt. 25, 21).
9. En las cuales mercedes, si todavía el alma fuere fiel y retirada, no
parará el Señor hasta subirla de grado en grado hasta la divina unión y
transformación. Porque Nuestro Señor de tal manera va probando al alma y
levantándola, que primero la da cosas muy exteriores y bajas según el
sentido, conforme a su poca capacidad, para que, habiéndose ella como debe,
tomando aquellos primeros bocados con sobriedad para fuerza y sustancia, la
lleve a más y mejor manjar. De manera que, si venciere al demonio en lo
primero, pasará a lo segundo; y si también en lo segundo, pasará a lo
tercero; y de ahí adelante todas las siete mansiones, hasta meterla el
Esposo en la cela vinaria (Ct. 2, 47) de su perfecta caridad, que son los
siete grados de amor.
10. ¡Dichosa el alma que supiere pelear contra aquella bestia del
Apocalipsis (12, 3), que tiene siete cabezas, contrarias a estos siete
grados de amor, con las cuales contra cada uno hace guerra, y con cada una
pelea con el alma en cada una de estas mansiones, en que ella está
ejercitando y ganando cada grado de amor de Dios! Que, sin duda, que si ella
fielmente peleare en cada una y venciere, merecerá pasar de grado en grado y
de mansión en mansión hasta la última, dejando cortadas a la bestia sus
siete cabezas, con que le hacía la guerra furiosa, tanto que dice allí san
Juan que le fue dado que pelease contra los santos y los pudiese vencer en
cada uno de estos grados de amor, poniendo contra cada uno armas y
municiones bastantes (ib. 13, 17).
Y así, es mucho de doler que muchos, entrando en esta batalla espiritual
contra la bestia, aún no sean para cortarle la primera cabeza, negando las
cosas sensuales del mundo. Y ya que algunos acaban consigo y se la cortan,
no le cortan la segunda, que es las visiones del sentido de que vamos
hablando.
Pero lo que más duele es que algunos, habiendo cortado no sólo segunda y
primera, sino aun la tercera (que es acerca de los sentidos sensitivos
interiores, pasando de estado de meditación, y aun más adelante) al tiempo
de entrar en lo puro del espíritu, los vence esta espiritual bestia, y
vuelve a levantar contra ellos y a resucitar hasta la primera cabeza, y
hácense las postrimerías de ellos peores que las primerías en su recaída,
tomando otros siete espíritus consigo peores que él (Lc. 11, 26).
11. Ha, pues, el espiritual de negar todas las aprehensiones con los
deleites temporales que caen en los sentidos exteriores, si quiere cortar la
primera cabeza y segunda a esta bestia, entrando en el primer aposento de
amor, y segundo de viva fe, no queriendo hacer presa ni embarazarse con lo
que se les da a los sentidos, por cuanto es lo que más deroga a la fe.
12. Luego claro está que estas visiones y aprehensiones sensitivas no pueden
ser medio para la unión, pues que ninguna proporción tienen con Dios. Y una
de las causas por que no quería Cristo que le tocase la Magdalena (Jn. 20,
17) y santo Tomás (Jn. 20, 29) era ésta.
Y así el demonio gusta mucho cuando una alma quiere admitir revelaciones y
la ve inclinada a ellas, porque tiene él entonces mucha ocasión y mano para
ingerir errores y derogar en lo que pudiere a la fe; porque, como he dicho
grande rudeza se pone en el alma que las quiere acerca de ella, y aun a
veces hartas tentaciones e impertinencia".
El siguiente pasaje nos da la razón y base de toda la enseñanza anterior:
"_ "Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que
no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra...;
porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el
todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese
preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una
necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en
Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad" (San Juan de la Cruz, Carm.
2, 22).