Vivir con «sencillez» la Cuaresma: 5 aspectos para centrarse en lo que realmente es importante
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Una ayuda para encontrar la paz en medio de tanto ruido
La vida, sobre todo en el mundo que vivimos actualmente, es en muchas
ocasiones compleja. Prisas, mucho trabajo, poco tiempo para poder dedicar a
los demás, atascos… Y esto vale para padres de familia, jóvenes o personas
mayores.
Muchos anhelan la simplicidad, y en cierto modo Dios se manifiesta en los
sencillos y en lo sencillo. La Cuaresma es un excelente momento para que
cada uno examine su propia vida, evaluar nuestras prioridades y analizar
cómo estamos gastando nuestro tiempo.
Sam Guzmán, editor de The Catholic Gentleman, habla de algunos elementos que
ha aprendido en sus luchas para simplificar y acabar contra el caos de la
vida, siendo totalmente aplicables para esta Cuaresma, un momento idóneo
para esta reflexión.
Sam Guzmán, católico, padre y escritor, es el editor de The Catholic
Gentleman.
1. Priorizar
La búsqueda de la simplicidad comienza simplemente haciendo una pregunta:
"¿Qué es importante para mí?". Si no se puede responder esta pregunta
directamente es difícil alcanzar paz. En ese caso uno será esclavo de las
cosas externas que traen amargura y a capricho del resto del mundo. Así que
es importante decidir qué es importante, incluso sagrado, para cada uno.
Marcar una frontera alrededor de las cosas sagradas y decir no a cualquier
cosa que amenace con violar este espacio es importante. No hay que sentirse
culpable pues la palabra “No” es también poderosa.
Sam Guzmán afirma que algunos de estos compromisos sagrados en su vida son
la fe y la familia. “Sin la base de la oración y la adoración, mi vida se
deteriorará rápidamente. Dios, la Santísima Madre, los ángeles y los santos,
estos son lo primero en mi vida. El cuidado de mi alma debe venir antes que
cualquier otra cosa, o nunca podré dar de mí generosamente. Porque no puedes
dar lo que no tienes”, recuerda.
Inmediatamente después de esto aparece el compromiso con su familia. “El
tiempo en familia es importante para mí, y a menudo digo ‘no’ a cosas buenas
que amenazan ese tiempo para aquellos que amo. Dios me ha confiado a mi
esposa y a mis hijos de una manera sagrada. Son mi principal responsabilidad
en la vida".
"He escuchado demasiadas historias trágicas de padres que estaban demasiado
ocupados con todo lo demás, incluso cosas dignas, y que descuidaron a sus
familias. Como resultado, su esposa e hijos sufrieron y las consecuencias de
esas heridas continuaron generacionalmente. Me niego a dejar que nada viole
este límite”, señala.
2. Reduce el consumo
El objetivo de la publicidad es que las empresas fabriquen deseos y que
hagan que las personas que no están contentas se sientan más descontentas
para así gastar dinero. Y funciona tremendamente bien.
Sam Guzmán señala que “si crees que eres inmune al poder de la publicidad,
piénsalo de nuevo. Todos somos susceptibles a ello, y funciona en nosotros
inconsciente y subliminalmente”. Por ello, cree que estando “continuamente
estimulado por la publicidad” y es casi imposible estar en paz, pues “nos
encontramos plagados de un descontento que realmente no podemos explicar. Lo
único que parece satisfacerlo, incluso temporalmente, es comprar algo”.
Cuaresma es buen momento para pensar en nuestra adicción a los móviles
¿Entonces qué se puede hacer? Es casi imposible evitarlo por completo, pero
hay algunas cosas que puede hacer. “Lo más importante es simplemente
reconocer el poder de una cultura de consumo y ser consciente de su efecto.
Luego, apaga el televisor y pasa menos tiempo en Internet. Manténgase
alejado de Amazon y reduzca en Instagram”, recomienda Sam Guzmán.
Una solución pasa por llenar la mente con todo lo que es bueno, verdadero y
hermoso: “Pasa tiempo en la naturaleza y conecta con tus seres queridos (…)
Finalmente, sé generoso. Cuanto más atento estés a las necesidades de los
demás, menos probabilidades tienes de consumir”.
3. Vivir el momento
En esta vida el ser humano se enfrenta a dos poderosas tentaciones a diario:
“vivir en el pasado o vivir en el futuro”. Ambas tentaciones deben evitarse.
Solo hay un momento en el que hay que vivir, y ese es el ahora.
Sam Guzmán asegura que “vivir en el pasado con demasiada frecuencia nos
llena de arrepentimiento por cosas que ya no podemos cambiar. Nos
preocupamos de cómo las cosas serían diferentes si hubiéramos tomado mejores
decisiones, o cuánto mejor sería nuestra vida si las circunstancias hubieran
sido distintas. Pero incluso si estamos tenemos recuerdos felices, esto
puede robar la alegría del momento presente donde se vive realmente la
vida”.
Por otro lado, considera que “vivir en el futuro también puede plagarnos de
ansiedad. No tenemos idea de lo que traerá el futuro, y es demasiado fácil
dejar que nuestra imaginación vuele con escenarios, la mayoría de ellos
negativos. Este miedo puede paralizarnos y evitar que tomemos decisiones
importantes que necesitamos hacer en el presente. El miedo es la raíz de
muchos defectos, y vivir demasiado en el futuro rara vez produce paz”.
El único momento que Dios da es el presente.
“El presente es el momento en que se encuentra Dios y su gracia. Es la
intersección de la eternidad y el tiempo donde tomamos decisiones que darán
forma a lo que nos convertimos. Si podemos aprender a estar contentos en el
momento presente, en lugar de tratar continuamente de escapar de él, podemos
encontrar a Dios y una paz que supera toda comprensión”, explica Guzmán.
4. Practica la gratitud
En este cuarto punto, este padre de familia y escritor recuerda que “la
gratitud es esencial para una vida alegre. Inherente a la gratitud está la
humildad y el asombro ante la gracia de los dones de Dios. También contiene
asombro por el reconocimiento de que todo es un regalo. No hay nada bueno
que no nos llegue de las manos misericordiosas de Dios. La gratitud es el
polo opuesto del derecho. Es el reconocimiento de que no merecemos nada. No
se nos debe nada. Cada respiración, cada latido de nuestros corazones, es un
privilegio lleno de gracia”.
Expresar gratitud, una actitud para Cuaresma - foto de Jackson David en
Unsplash
Por ello, cree que “la gratitud también nos recuerda que la verdadera
alegría rara vez se encuentra en las cosas extravagantes que el mundo nos
ofrece”. Sin embargo, la alegría “se encuentra en dar gracias por los
regalos de la vida. Un hermoso amanecer. Una sonrisa amorosa de tu cónyuge.
Una buena taza de café. El olor a mojado después de la lluvia”.
Una recomendación que hace es escribir tres cosas cada día por las que estés
agradecido. Hazlo un hábito, y cuanto más lo hagas, más te darás cuenta de
que estás rodeado de abundancia.
5. Reza
La oración es la respiración de la vida espiritual. “En el momento en que
dejamos de hacerlo –cuenta Guzmán- comenzamos a asfixiarnos espiritualmente.
No hay mejor manera de encontrar la paz en medio de las tormentas y el caos
de la vida que rezando”.
De este modo, concluye afirmando que “la oración da profundidad a nuestra
vida espiritual y atrae la gracia a nuestras almas. Nos da la conciencia de
un reino celestial donde los santos y los ángeles siempre están a nuestro
lado, listos para ayudarnos en las pruebas de la vida. Y nos ayuda a
recordar valores eternos cuando las responsabilidades temporales nos
presionan. Los sufrimientos de esta vida son cortos, pero la eternidad es
larga. La oración nos da ojos para ver esto”.
ReL