Domingo 1 de Cuaresma B - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical parroquial
Recursos adicionales para la preparación
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
Introducción general
Piensa: Ha comienzado la Cuaresma. Recuerda que el Señor por
medio del Bautismo nos hace participar de su Alianza prometida ya en tiempos
de Noé. Estamos entre aquellos llamados a salvarnos por el Bautismo. Sin
embargo, ¿hemos aprovechado, durante los años que hemos vivido hasta ahora,
de ésa gracia potente que nos confiere el Bautismo? ¡Despierta ahora con la
Cuaresma, crea un tiempo de silencio, haz un pequeño desierto en tu vida y
sé sincero contigo/a mismo durante estos 40 días. Necesitamos reflexionar:
¿Tienes compasión del que es más débil que tú? ¿De aquel que no ve su error?
¿Lo amas lo suficiente para comprenderlo y tenerlo en consideración?
Mientras tú tienes todo, muchos tienen hambre, tienen frío, tienen necesidad
de aprender, necesitan que tú seas justo, necesitan que compartas algo de lo
que tú tienes. Si eres sincero contigo mismo, tienes que reconocer que
muchas veces has descuidado estas necesidades de tus hermanos. Pero es
ahora, al comenzar la cuaresma que Cristo te llama a convertirte para
resucitarte. Deja que las lecturas te ayuden.
Por las aguas del Diluvio Dios limpió la tierra de la maldad,
simbolismo de la purificación que nos confieren las aguas del bautismo.
También la Alianza que Dios ofrece a los salvados del Diluvio, a Noé y a sus
hijos, representa una promesa de salvación para todos los hombres.
Necesitamos convertirnos para que la Alianza Nueva y Eterna se manifieste en
todos nosotros ya que por ella hemos llegado a ser hermanos. ¿Dónde necesito
prestar atención para que la Alianza de Dios conmigo sea más notoria?
Segunda Lectura: 1 Pe 3, 18-22
Por la muerte y
resurrección de Cristo el bautismo tiene aquella fuerza potente de
purificarnos del pecado y de hacernos miembros de su familia. Pero ¿qué
actitud hemos tenido a lo largo de esta nueva vida para con Dios y para con
los hermanos? Nuestra cuaresma debe ser un tiempo de renovación y
conversión. Y siempre encontraremos aspectos de nuestra vida donde
necesitamos cambiar. La conversión será el efecto de la gracia. Porque Dios
siempre está dispuesto a ayudarnos. Sin embargo, la gracia de la muerte y
resurrección con toda su fuerza no logra nada sin nuestra colaboración.
Jesús asumió todas las consecuencias de vivir y sufrir como
hombre por nosotros, sus hermanos. La cuaresma nos invita a combatir como Él
la tentación, a crear como Él un ambiente que favorezca la conversión, a ser
como Él hermano entre hermanos. Escucha el llamado de Cristo. Cambiemos de
vida y de corazón.
El tiempo de Cuaresma antiguamente era un tiempo
especial para los catecúmenos, creyentes que deseaban bautizarse. Al
comenzar la Cuaresma inscribieron su nombre en la lista de aquellos que
querían ser bautizados en la vigilia de Pascua. Acudían cada día durante
este tiempo de preparación para recibir las últimas enseñanzas que los
disponían para recibir el sacramento que los iba hacer hijos de Dios y
miembros de la Iglesia. Recordemos que los candidatos habían pasado a veces
varios años de preparación y habían sido examinados varias veces si estaban
progresando en la fe. La Cuaresma era el entonces la etapa final de este
largo proceso de preparación. Conforme aumentaban las familias creyentes la
Iglesia pasó a bautizar a los niños. ¿Y el catecumenado? Es que la familia
misma era como un catecumenado que transmitía a los hijos
la fe de la Iglesia. Sabemos que en nuestros tiempos hay muchos
bautizados que no viven su fe porque nunca han sido introducidos a la
riqueza de la vida del creyente. Por eso la Iglesia ofrece también a los que
han sido bautizados un catecumenado post bautismal. Quizás deberían ustedes
considerar dos contingencias para corresponder a su misión de llevar
adelante el catecumenado de sus hijos. Si nos damos cuenta que no sabemos
mucho respecto a nuestra fe entonces averigüemos en la parroquia cómo
remediar este vacío. Uno no puede amar lo que no conoce y ciertamente no
puede dar testimonio de lo que no sabe. Lo mínimo sería dedicarse a un
estudio profundo y permanente del catecismo de la Iglesia. La otra
contingencia consiste en revisar cómo estamos transmitiendo la fe a nuestros
hijos. Quizás esto se convierte en un empujón adicional para buscar de cómo
crecer en la fe por medio de nuestra comunidad parroquial.
Reflexionemos con los hijos
Cada una de nosotros de alguna manera tiene su vida
organizada. La Cuaresma, que es un tiempo propicio para ser mejores
cristianos, nos invita a preguntarnos cuánto tiempo le dedicamos a Dios
durante el día, la semana, el mes, el año. Imagínense que aquí en familia
les dediques el mismo tiempo a los miembros de tu familia que dedicas a
Dios. Esto ya te da un criterio de cómo medir tu relación con Dios. El
simple hecho de estar con los demás de la familia, el simple hecho de verlos
presentes, de mirarlos nos hace conscientes que somos una familia. ¿Cómo
hacer para que Dios esté presente en nuestra vida de esta manera? ¿Y cómo
hacer para que los demás se sientan más contentos de tenerme a mí como
miembro de su familia?
Para la celebración de la eucaristía dominical se
reúne la gran familia de Dios. Muchas veces no somos conscientes que el
bautismo nos hace hermanos de manera mucho más profunda que los lazos
familiares. Este tiempo nos invita también a ser miembros cada vez más
valiosos de esta familia de Dios. Es decir, la conversión no solamente nos
aprovecha personalmente, no solamente ayuda que seamos un miembro mejor de
nuestra familia. La conversión sirve de gran provecho para la Iglesia porque
contribuimos a su santidad.
Cada uno aplicará concretamente en su vida diaria los consejos que hemos escuchado en la celebración del Miércoles de Ceniza: ayuno, oración y limosna. Podemos también ayudarnos mutuamente. En la reunión familiar que prepara la Cuaresma podemos animar a los miembros de la familia para que pregunten a los demás qué piensan ellos acerca de lo que deberíamos hacer para colaborar con la gracia de Dios en nuestra conversión.
Diversas formas de Penitencia en la vida
cristiana
1434 La penitencia
interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y
los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la
limosna (cf. Tb 12,8; Mt
6,1-18), que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a
Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por
el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los
pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las
lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (cf St
5,20), la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre
multitud de pecados" (1 P 4,8).
1435 La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Am 5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (cf Lc 9,23).
1436 Eucaristía y Penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; "es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pecados mortales" (Cc. de Trento: DS 1638).
1437 La lectura de la Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.
1438 Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).
1439 El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo", cuyo centro es "el Padre misericordioso" (Lc 15,11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza.
(Catecismo de la Iglesia Católica)
Leamos la Biblia con la Iglesia
Lunes: Lev 19, 1-2.
11-18: Mt 25, 31-46
Martes: Is 55, 10-11: Mt 6, 7-15
Miércoles: Jon 3, 1-10: Lc 11, 29-32
Jueves: Est 14, 1. 2-5. 12-14: Mt 7, 7-12
Viernes: Ez 18, 21-28: Mt 5, 20-26
Sábado: Dt 26, 16-19: Mt 5, 43-48
Oración para la Cuaresma
Buen Jesús, que te retiraste cuarenta días en el desierto parapreparar tu misión entre nosotros, permíteme que tu ejemplo sea unespejo donde verme reflejado durante esta cuaresma.Yo también sé que debo prepararme para cada momento de mi vida,.Sé que junto a Ti, puedo tomar fuerza que necesito para vivir comoquiere el Padre.Deseo vivir cada uno de estos días como un prólogo para la Pascua.Que sean una preparación adecuada para poder resucitar contigo ydejar atrás las cadenas del error que me esclavizan.
Tu Pascua es signo de libertad; te pido que me ayudes a lograrla, yano estar atado a nada que no sea bueno.Que no me atrapen las redes del consumismo, del prestigio social, delaparentar, del "no te metas", del egoísmo... Que cada día sea unescalón más que me acerque a la verdadera felicidad que Tú mepropones con tu vida y tu mensaje.Amén.
No me mueve, Señor.
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en la Cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Señor, mira con amor a tu pueblo
Señor, mira, con amor a tu pueblo, que trata de purificar su espíritu en estos días cuaresmales con la moderación en el uso de las cosas terrenas y haz que esta sobriedad alimente en él el deseo de poseerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oraciones para bendecir la mesa durante el tiempo de Cuaresma
Domingo de Cuaresma
Antes de comer. Oremos: te pedimos, Señor, haz que nos convirtamos a tu amor para que no excluyamos a nadie de nuestra mesa.
Después de comer: “Desde la montaña habló Jesús a sus discípulos: Yo les digo que amen hasta sus enemigos”. Oremos: Te damos gracias, Señor, por el alimento recibido y como tú nos perdonas continuamente, concédenos la fuerza de amar a los que no nos quieren. Amén
Lunes de Cuaresma
Antes de comer (Mt 4, 4) “El hombre no sólo vive de pan sino también de toda palabra que viene de la boca de Dios”. Oremos: Dios de la paz, haz que estos alimentos que vamos a comer juntos, sean un signo de paz para todos los que lo comparten.
Después de comer: Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios. Diariamente nos das tu alimento. Que en tu fuerza trabajemos diariamente por la paz de Cristo. Amén
Martes de Cuaresma
Antes de comer (Lc 10, 39) “María se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras”.
Oremos: Haz, Señor, que busquemos continuamente el alimento de tu palabra para que también hoy seas nuestro huésped.
Después de comer: Señor, continuamente nos alegras con tus dones. Te damos gracias porque en ellos has estado con nosotros. Concédenos que juntos contigo y unidos entre nosotros escuchemos que practiquemos tus enseñanzas. Amén
Miércoles de Cuaresma
Antes de comer: (Lc 22, 26) “El que quiera ser el mayor hágase el servidor de los demás”.
Oremos: Dios todo poderoso, por la fuerza de tu Espíritu Santo danos humildad y espíritu de servicio porque es por esta puerta que entras en nuestra casa y quieres ser nuestro huésped.
Después de comer: Te damos gracias, Dios omnipotente, por el alimento que nos has dado. Nos capacita a servirte mejor a ti y a los hermanos. Amén
Jueves de Cuaresma
Antes de comer: Señor Jesucristo, tú has santificado la unión alrededor de la mesa como signo de tu Iglesia. Haz que nunca la traicionemos como hizo Judas. Unidos queremos partir el pan.
Después de comer: Te damos gracias Dios omnipotente por todos los dones que recibimos de tu mano generosa. Que fortalecidos en cuerpo y alma sepamos superar el egoísmo, la envidia y los roces de la vida diaria. Amén
Viernes de Cuaresma
Antes de comer (Jn 1, 11) “A los que lo recibieron, a ellos les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios”.
Oremos: Señor, por la encarnación y pasión de tu Hijo nos has aceptado como hijos tuyos. Que esta comida sea signo de unión entre tus hijos que te alaban por los siglos de los siglos. Amén
Después de comer: Señor, te damos gracias por tu inmensa gloria. Nos has preparado la mesa de amor por medio de tu Hijo e incesantemente nos recibes como miembros de tu familia. Amén
Sábado de Cuaresma
Antes de comer (Lc 15, 25) “Vamos a hacer fiesta porque este hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir, se había perdido y lo hemos encontrado”. Oremos: Purifica nuestro corazón, Señor, para que volvamos a tu mesa y para compartir lo que tú nos das.
Después de comer: Te damos gracias, Señor, por tu misericordia, porque sigues derramando tu bendición sobre tus hijos que tantas veces te hemos ofendido. Ayúdanos a ser magnánimos como tú lo eres. Amén