Domingo 4 de Cuaresma B - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Recursos adicionales para la preparación
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
Introducción a las lecturas del domingo
Primera lectura: 2 Cro 36, 14-16.19-23
Es impresionante como Dios respeta la libertad del hombre. El pueblo de
Israel ha recibido tantos bienes de parte de Dios. Y cuando se alejaba
de Dios les envió profetas para que los inviten a convertirse. Por sus
pecados Israel fue llevado al exilio, imagen de lo que sucede con la
persona cuando comete pecado y se aleja de Dios. Pero Dios nunca deja de
preocuparse. Siempre tiene planes de salvación. Esta lectura describe
como Dios, a pesar de todos los pecados del pueblo, está actuando para
su bien. Esto debe darnos esperanza nosotros también.
Segunda lectura:
Ef 2, 4-10
Si estamos caminando con Dios necesitamos siempre recordar que todo el
bien que pensamos, hablamos y obramos es regalo de Dios. Deberíamos
estar agradecidos a Dios por el bien que ha hecho. Lo único
verdaderamente nuestro es el pecado y no es un bien. Porque nuestros
pecados nos enferman espiritualmente. El pecado grave o mortal nos hace
morir adentro. En Cristo Jesús encontramos a la respuesta a nuestros
pecados. Sólo así, con el, somos capaces de vivir en la gracia.
Escuchemos las potentes palabras de San Pablo.
Evangelio: Jn 3,
14-21
Recordamos lo que pasó al pueblo de Israel que había sido liberado de la
esclavitud de Egipto. Pero en el desierto comienza a murmurar contra
Moisés y contra Dios. Y Dios envía serpientes venenosas y muchos mueren
al ser mordidos. Corren donde Moisés y le suplican que les ayude. Por
eso Moisés intercede ante Dios y Dios le manda que levante una serpiente
de bronce en un mástil y que todo el que haya sido mordido y mire esta
serpiente. No va a morir. Ésa mirada que cura del mordisco venenoso y
mortal, nosotros deberíamos levantarla hacia la Cruz para no morir.
El mordisco venenoso y mortal representa nuestro pecado cometido. En la
Cruz de Jesús está la salvación. Y luego la confesión nos perdona todo.
Muchas veces preferimos ya no pensar en nuestros pecados, en nuestras limitaciones, e, nuestras faltas. Fallamos tantas veces a pesar de nuestros esfuerzos. Como consecuencia entramos en una especie de pesimismo. Es que no hay esperanza de que esto cambie en algún momento. Y además pensar en nuestras debilidades nos causa tristeza. El tiempo de Cuaresma quiere animarnos a retomar las armas cuaresmales que nos ha recomendado el señor en el Evangelio del miércoles de ceniza: ayuno, oración y limosna. Y como nos enseña San Pablo en la segunda lectura que Dios ha dispuesto de antemano las buenas obras que él quiere que practiquemos. Contamos con la gracia y la ayuda de Dios. La experiencia nos enseña que la conversión no es como apretar un botón y todo se arregla. La conversión más bien es un crecer en la fe, en la esperanza y en el amor. Y el crecimiento es un proceso muchas veces lento. Eso no excluye que Dios una que otra vez puede intervenir o fuerza y nos hace dar un salto hacia adelante. Para lograr eso nos servirá la oración. Con todo, generalmente el proceso lento requiere el ayuno y de la limosna. Reflexionemos como personalmente, en pareja y como familia podremos aplicar las armas cuaresmales para que la fuerza de Jesús obre en nosotros.
Leamos primero el pasaje que hace referencia a las serpientes venenosas: Éx 21, 4-9. Luego: En gran parte los pasajes de la Biblia reflejan actitudes humanas y describen las consecuencias. O sea, vemos como en un espejo nuestras actitudes, pensamientos y juicios. El pasaje de la Biblia nos hace recordar que también en nuestra vida a murmuraciones, discusiones, juicios, rebeldías. Son como serpientes venenosas que nos muerden y nos hacen daño. Todos tenemos la experiencia cuando nos ponemos tercos es como entrar en una especie de oscuridad, de alejamiento. Es un poco como enfermar y morir un poco. Ya no queremos escuchar nada de los demás estamos como en un rincón solos. Y también experimentamos que quedarnos ahí nos hace muy infelices. Queremos salir. Y Jesús siempre nos quiere ayudar porque el quiere que seamos felices. Pensemos un poco en los momentos cuando hemos estado muy tristes a causa de nuestras propias reacciones y comportamientos. Son como las serpientes venenosas que muerden. Y mirando a Jesús en la cruz nos hace pensar de manera diferente. Es como un remedio que se nos da contra la enfermedad causado por el mordisco de la serpiente. Jesús siempre nos quiere ayudar. Por eso cuando nos hemos encerrado en nosotros mismos, elevemos la mirada a Jesús en la cruz y nos ayudará. Por supuesto, tenemos que colaborar con lo que el nos sugiere.
Cada celebración eucarística nos sumerge en este maravilloso amor de Dios padre del que nos ha hablado Jesús en el Evangelio. Si en la celebración nuevamente el Padre envía a su hijo al mundo, a todos nosotros, no para juzgar los sino para el que seamos salvos por él. Por eso vamos a la Santa Misa siempre con mucha alegría y mucha esperanza porque a través de la palabra de Dios y a través de la celebración eucarística experimentaremos siempre de nuevo que somos salvados por este infinito amor de Dios.
Hacemos como una pequeña peregrinación a través de los cuartos de la familia para mirar las cruces que están colgadas ahí. (A lo mejor necesitan algo de arreglo o de limpieza o a lo mejor no las hay y habría que procurar que en los lugares importantes, en los cuartos de los miembros de la familia se encuentre un crucifijo). Al unísono decimos todos ante la cruz: “¡Gracias Jesús!” Y nos proponemos durante la semana repetir la misma jaculatoria cuando veamos una cruz.
[… Los fieles] todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres, y a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia (Vaticano II, sobre la Iglesia 42).
[… Los cristianos están] dispuestos siempre a dejarlo todo por Cristo (cf. Lc 14, 26) y ya padecieron persecución por la justicia (cf. Mt 5, 10), recordando las palabras del señor: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24) (Vaticano II, sobre el apostolado de los seglares 4).
[… El Concilio desea] reunir las fuerzas de todos los fieles para que el Pueblo de Dios, caminando por el estrecho sendero de la Cruz, extienda por todo el mundo el reino de Cristo, Señor, que preside de los siglos, y prepara los caminos a su venida (Vaticano II, sobre la actividad misionera de la Iglesia 1).
Leamos la Biblia con la Iglesia
Lunes: Is
65,17-21
Jn 4,43-54
Martes:
Ez 47,1-9.12
Jn 5,1-3a.5-16
Miércoles: Is 49,8-145
Jn 5,17-30
Jueves: Ex 32,7-14
Jn 5,31-47
Viernes: Sab 2, 1a.12-22
Jn
7,1-2.10.25-30
Sábado: Jer 11,18-20
Jn 7,40-53
Oración de la Cruz gloriosa
JESÚS
de NAZARET triunfó de la MUERTE
SU REINO es ETERNO
Viene a vencer el mundo y el tiempo
Piedad, DIOS mío, por aquellos que TE blasfeman,
perdónales, ellos no saben lo que hacen.
Piedad, DIOS mío, por el escándalo del mundo, líbrales
del espíritu de Satanás.
Piedad, DIOS mío, por aquellos que huyen de TI, dales el
gusto e la Santa EUCARISTÍA.
Piedad, DIOS mío, por aquellos que vayan a arrepentirse al
pie de la CRUZ GLORIOSA, que allí hallen PAZ y
ALEGRÍA en DIOS nuestro SALVADOR.
Piedad, DIOS mío, para que llegue TU REINO, pero
sálvales, están a tiempo todavía... porque el tiempo está
próximo, y nos dices:
He aquí que YO VENGO. Amén.
¡ VEN, SEÑOR, JESÚS !
(http://divinomensaje.blogspot.com)