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Viernes Santo: Preparar con los niños la acogida de la Palabra de Dios

 

Vía Crucis con los niños

Recursos adicionales para la preparación

 

¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla


1. Pasaje del Día
1. 1 Is 52, 13 -53, 12
1. 2 Hbr 4, 14 -16. 5, 7 -9
1. 3 Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18, 1 -19, 42

2. Catequesis

2. 1 Meta
Toda labor de catequista tiene como meta el capacitar al niño para que pueda vivir su fe en medio de la familia y de la comunidad parroquial. La manera de hacerlo se adapta al lugar y a la situación. Como preparación ofrecemos una alternativa práctica en la mañana del Viernes Santo. Organizamos un Via Crucis para los niños. Generalmente las parroquias organizan algo similar pero muchas veces se prolonga hasta altas horas de la noche de manera que muchos niños no pueden participar.

2. 2 Celebración del Viernes Santo para niños: VÍA CRUCIS
(Se recorre con los niños el viacrucis del templo. Por turno los niños cargan una cruz. Se les da la oportunidad de intervenir en cada estación con una oración espontánea y luego se concluye con la oración al final de la estación).

Oración de preparación
Padre de los cielos. Agradecidos queremos recorrer y meditar el viacrucis. Tu Hijo Jesús se ha hecho obediente hasta la muerte en la cruz. Es nuestra culpa que su cruz sea tan pesada. Nuestros pecados son la razón porque Jesús tiene que sufrir mucho. Perdónanos nuestros pecados y acéptanos de nuevo como hijos tuyos.
Queremos rezar especialmente por todos los niños que sufren, por los que tienen hambre y por los que son perseguidos.

1. Estación: Jesús es condenado a muerte
Te Adoramos, Señor Jesús, y te bendecimos
Por tu santa cruz has redimido el mundo (así en cada estación)
Durante toda la noche el sanedrín ha interrogado a Jesús. Ahora quieren que Pilatos lo condene a muerte. Pero éste se da cuenta que Jesús es inocente y por eso quiero dejarlo en libertad. Afuera está el populacho ligado por el sanedrín y que también quiere que se condene a Jesús. Son los mismos a quienes Cristo ha sanado de las enfermedades, ha dado de comer cuando tenían hambre, a los que hay anunciado la buena nueva del Padre de los cielos. Hace pocos días, cuando entró a Jerusalén, le han aplaudido gritando: "Hosanna al Hijo de David". Ahora que gritan aún más fuerte: "Crucifícalo, crucifícalo". Pilatos es un cobarde. Sabe que Jesús es inocente y a pesar de ello lo condena a muerte de criminal. Antes permitió que lo flagelaran y lo insultaran, lo coronaran con una corona de espinas y le dieran puñetazos.
Oremos: Jesús, nunca queremos ser como Pilatos y cometer injusticia para conseguir una ventaja. Jamás en la vida queremos separarnos de ti. Ayúdanos a ser siempre fieles a nuestras promesas de bautismo. También te pedimos que ayudes a todos los que son perseguidos, a todos los niños a los que no quieren dejar que sean cristianos. Da fuerza a todos los que sufren por su fe en ti. Amén
Señor Jesús,
Haz nuestro corazón semejante al tuyo (así al final de cada estación).

2. Estación: Jesús carga con la cruz
En el huerto de los olivos Jesús había rezado: "Padre, que se haga tu voluntad, no la mía". Por eso dijo también a Pedro cuando éste lo quería proteger con la espada: "Envaina tu espada. ¿Acaso mi Padre no podría enviar muchos miles de ángeles si se lo pidiera? ¿No beberé el cáliz de la pasión que mi Padre me ha dado?" También ahora, ante Pilatos, sería suficiente una palabra de poder divino para librarlo del poder de los hombres malos.
Jesús quiere aceptar la cruz libremente. El sabe muy bien cuantos dolores deberá aceptar para suplir su sacrificio ante el Padre. Su muerte es el camino para abrir a los hombres la puerta del cielo. Así deja que le carguen sobre los hombros la pesada cruz. Los soldados la amarran a su cuerpo con sogas y luego le empujan afuera.
Oremos: Jesús, tú eres nuestro salvador. Queremos que tu cruz sea siempre algo sagrado ya que por medio de ella nos ha salvado a nosotros y a todo el mundo. Donde quiera que estemos, allí haremos la señal de la cruz sin temor a los demás. En nuestras casas colocaremos la Cruz en un lugar de honor. También a los cristianos perseguidos y a los que viven en pobreza dales fuerza para llevar su cruz. Amén

3. Estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Al salir de la casa de Pilatos los soldados abren paso para Jesús entre la muchedumbre reunida. Ha comenzado el viacrucis de Jesús a través de las calles estrechas de Jerusalén. Jesús se siente desfallecer. En el huerto de los olivos ha sudado sangre, tan grande fue su angustia. Desde entonces no le han concedido durante la noche ni un momento para descansar. Dos veces lo han obligado a presentarse ante el sanedrín. Luego lo llevaron a Pilatos. Éste lo mandó donde Herodes y luego nuevamente lo llevaron al tribunal de Pilatos. Lo habían flagelado, insultado. Habían puesto en su cabeza una corona de espinas. Y ahora tiene que cargar la pesada cruz. Sin embargo, más le pesan sobre su corazón de los pecados de todos los hombres. Por encima de todo esto sabía que Judas lo había traicionado, Pedro lo había negado tres veces, al momento de tomarlo prisionero todos sus discípulos habían huido abandonándolo a su muerte; las personas a las que había ayudado exigían su muerte. Bajo este peso cae al suelo.
Oremos: Jesús, tu caes bajo la cruz. Me doy cuenta de lo grande e inmenso que es mi culpa. Ayúdame a mejorar. Quiero evitar toda tentación al pecado. Quiero separarme de los compañeros malos, quiero huir de todo lo que pueda ser una ofensa a tu bondad. También quiero dejar de curiosear en libros o revistas malas, no miraré películas malas. Quiero dejar de aumentar el peso de mis pecados. Te pido que también les ayudes a todos los niños del mundo a que no se dejen arrastrar por el mal. Amén

4. Estación: Jesús se encuentra con su madre
Cuando la virgen María presentó al niño Jesús en el templo, Simeón le había dicho: "Una espada traspasará tu corazón". Muy pronto la virgen María se ha dado cuenta que el camino que Dios le había trazado era un camino difícil. Como nadie en el mundo ella ha compartido con su hijo los sufrimientos y el rechazo. Siempre lo acompañaba con su amor y consuelo maternales.
Ahora tiene que ver cómo su hijo maltratado carga con la cruz, no le pueda ayudar sino con una mirada de amor. Los soldados ni siquiera la dejan hablar con él. Con su hijo reza al Padre: "Padre, que se haga tu voluntad". Ella sabe que Jesús tiene que sufrir para salvar a los hombres. Aunque se sienta desfallecer, aunque el corazón parece ya no podía resistir tanto dolor, ella no abandona a su hijo, lo que acompaña hasta el amargo final.
Oremos: Querido Jesús, tu madre siempre ha estado a tu lado. Te damos gracias que podamos caminar tomados de su mano y caminando con ella hacia ti y tu Padre celestial. Ella nos quiere, nos consuela y nos ayuda. Te pedimos por la intercesión de tu Madre, la virgen María, que bendigas a nuestros padres y a todos los padres del mundo entero para que enseñen a sus hijos amarte a ti único Dios y Salvador que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

5. Estación: Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar con la cruz.
Obligaron a un cierto Simón de Cirene que volvía de la chacra, a que cargue la cruz de Jesús. Con cada paso Jesús está perdiendo sangre. El centurión romano que dirige la ejecución, se da cuenta que Jesús ya no tiene fuerzas. Teme que pueda desfallecer antes de llegar al calvario. Así que ordena: "El criminal Jesús es demasiado débil para seguir cargando la Cruz. Tú vas a cargarla". Simón quiere irse a su casa. Por eso los soldados tienen que obligarlo porque tiene temor a las burlas de la gente. Pero mientras que camina detrás de Jesús la compasión toca su corazón cuando ve cómo Jesús continúa indesmayablemente el camino hacia la cruz. Es para Simón un momento de gracia. Se convierte él y toda su familia.
Oremos: Señor Jesús, no queremos quejarnos cuando tengamos que soportar dificultades. Tú has dicho: "Quien quiera ser mi discípulo que cargue con su cruz de cada día y me siga". Sabemos que el reino de Dios exige sacrificios. Te prometemos que con gusto aceptaremos los sacrificios que tú nos pidas. Queremos ofrecerlos por todos los niños del mundo y por los perseguidos. Amén

6. Estación: Verónica enjuga el rostro de Jesús
A Simón de Cirene lo tenían que obligarlo los soldados para que ayudara a Jesús. La Verónica lo hace impulsado por la compasión. Ella mira el rostro de Jesús sudoroso, ensangrentado, desfigurado y piensa: "¿Cómo le puedo ayudar a este pobre hombre? No traigo nada conmigo". Se quita el velo que lleva en la cabeza. No le importa que la muchedumbre se burle de ella, no le importa tener que abrirse paso de entre la gente. También los soldados quieren impedirle de acercarse a Jesús. Sin embargo, su amor es más fuerte que el odio. Agradecido Jesús se refresca la cara. Cuando le devuelve el velo a Verónica ella descubre la imagen de su rostro dibujado en él. Pero más hondamente es marcado su corazón. Toda su vida vivirá al servicio de los necesitados.
Oremos: Jesús, haz que sea valiente como lo fue Verónica. Queremos ayudar a los demás sin darle importancia a la burla y al rechazo. Llena de tu amor los corazones de todos los niños del mundo, para que sepan todos ayudar y tener compasión con los necesitados. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

7. Estación Jesús cae por segunda vez
Según la ley romana, todo condenado a la cruz debía llevar su cruz él mismo. Por eso los soldados se la quitan a Simón y la cargan nuevamente sobre los hombros de Jesús. Jesús ya está muy debilitado. Se acerca el mediodía. El sol abrasa al Señor agotado. Cada minuto la cruz pesa más y más, pero más pesada es la carga de los pecados del mundo entero que Jesús quiere llevar a la cruz. Sus amigos no son consuelo para él. Lo han abandonado. Tampoco la muchedumbre que lo ve pasar se apiada de el. Bajo el peso de la Cruz, de los pecados, de la soledad Jesús cae por segunda vez. Sin compasión los soldados lo arrastran adelante, ni siquiera lo dejan descansar un momento en el suelo
O remos: Querido Jesús. Si tú no hubieras llevado los pecados sobre la cruz nosotros desfalleceríamos bajo su peso. Nuestros pecados te han hecho sufrir. Has caído una segunda vez porque, a pesar de nuestros buenos propósitos, caemos de nuevo en pecado. Te suplicamos que nos perdones. Te pedimos que nos des nueva fuerza para cumplir con lo que te prometemos. Me

8. Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Entre la muchedumbre de los curiosos hay también unas mujeres que lloran por Jesús. Sienten compasión con este hombre tan deshecho. Jesús para un momento y les dice: "Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren más bien por ustedes y sus hijos". Al acercarse Jesús a Jerusalén también él había llorado por la ciudad y el pueblo y había dicho: "Ojalá supieras reconocer lo que es para tu salvación. Jerusalén, Jerusalén, asesinas a los profetas de apedreas a los que han sido enviados a ti. Cuántas veces he querido reunirte como una clueca reúne a sus polluelos, pero tú no quisiste". Con estas frases Jesús nos dice que más tristes deberíamos estar por nuestros pecados que por su pasión; que somos los hombres que tenemos las culpas de las guerras y de la miseria.
O remos: Buen Jesús, reconocemos que hay cosas peores que los dolores del cuerpo o la muerte: el pecado. Con la muerte termina nuestra vida en este mundo. Por el pecado grave destruimos la vida divina en nosotros mismos lo que es mucho peor que la muerte física porque es la muerte eterna. Te damos gracias porque nos das tiempo para poder cambiar. Ayuda a todos los pueblos de la tierra para que comprendan lo que es para su salvación. Ayúdanos a todos a trabajar para que desaparezcan la guerra, el hambre, el odio y las enemistades. Amén

9. Estación: Jesús cae por tercera vez
Jesús ha llegado a la última cuesta del calvario. Tener que subir esta cuesta hace que la cruz sea más pesada. Jesús ya puede ver el lugar donde lo van a crucificar. Como en el huerto de los olivos siente de nuevo la angustia mortal que sintió la noche anterior. De nuevo en su corazón le dice al Padre: "No se haga mi voluntad sino la tuya".
Jesús sabe también que su pasión y muerte no van a salvar a todos los hombres. Empecinados en el pecado, rebeldes contra la misericordia de Dios habrá hombres que odiarán a su prójimo. Morirán en estado de pecado mortal. Estarán perdidos por toda la eternidad. Esta angustia oprime el corazón y por eso Jesús se desploma por tercera vez bajo el peso de la cruz.
Oremos: Querido Jesús, por favor, regala tus sufrimientos especialmente a todos los pecadores que no quieren cambiar, que no quieren saber nada del reino de Dios. A nosotros y a todos los niños del mundo ayúdanos a que nunca perdamos el ánimo de luchar contra el pecado. Ayúdanos siempre a levantarnos de nuevo cuando hemos caído en pecado para que, por una buena confesión, recuperemos la vida de la gracia. Amén

10. Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Gólgota significa calavera. Es el lugar para ajusticiar a los criminales. Los últimos pasos son tan difíciles. Jesús está agotado y los soldados deben arrastrarlo prácticamente al lugar de la crucifixión. Le quitan la Cruz. Sin embargo, no es para su alivio sino para quitarle sus vestidos. Las heridas se abren de nuevo y comienzan a sangrar. Le quitan a Jesús lo único que le quedaba: su ropa. Pobre ha nacido Jesús en el establo, pobre muere en la Cruz.
Se cumple la escritura que dice: "Me miran con desprecio. Han repartido entre ellos mis vestidos y han echado a suerte mi túnica". Jesús está expuesto a las miradas de la gente.
Oremos: Jesús, nuestro redentor, los soldados te arrancan los vestidos porque nosotros nos hemos quitado tantas veces el vestido de tu gracia. Tu santo cuerpo fue tratado sin respeto porque nosotros muchas veces no hemos respetado nuestro cuerpo que es templo del Espíritu Santo. Danos la fuerza y el valor para una vida de pureza y disciplina. Queremos ser siempre hijos de Dios. Queremos dar buen ejemplo. Jamás permitiremos en nuestra presencia la maldad y la impureza. Que tu pasión socorra a todos los niños para que estén fuertes en la tentación y puedan ayudar a los débiles. Amén

11. Estación Jesús es clavado en la Cruz.
Los curiosos se apretujan alrededor de los condenados a muerte. No quieren perder ni un detalle del horrible espectáculo. Al igual como ha los ladrones, lo empujan a Jesús al suelo y amarran sus brazos y sus pies en la madera. Luego con fuertes martillazos traspasan las muñecas y los pies con sendos clavos. Los soldados saben muy bien dónde duele más. Y Jesús tiene que soportar estos horribles sufrimientos. En la Cruz misma los soldados fijan un aviso que dice: "Jesús Nazareno, rey de los judíos". Pocos se imaginan que están crucificando al rey del universo. Luego sueltan los amarres y levantan la Cruz. El peso del cuerpo descansa sobre los clavos. Tortura sobre tortura. Pero hasta en este momento Jesús reza por los que lo torturan y por nosotros: "Padre, perdónales que no saben lo que hacen".
Oremos: Jesús, Hijo de Dios, tú has perdonado a los que te han torturado. Te suplicamos que nos perdones también a nosotros. Nosotros tenemos la culpa de tus dolores. Como tú nos amas hasta la muerte así nosotros queremos amarte a ti y a todos los hombres. Enseña a todos los niños del mundo a amarse y amarte a Ti, verdadero Dios que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

12. Estación: Jesús muere en la Cruz
El Hijo de Dios es también hombre verdadero. Cuando el sufrimiento supera toda medida, clama al cielo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?" Luego, a pesar de sus dolores, piensa nuevamente en los hombres por los que está dando su vida. Al buen ladrón le dice: "Todavía hoy estarás conmigo en el paraíso". A su madre le dice: "Mujer ahí tienes a tu hijo", y a Juan: "Hijo, ahí tienes a tu madre". En ese momento Jesús nos encomienda a todos a su madre para que también sea la nuestra. La gente que mira todo con avidez aún se atreva a insultarlo: " Si eres Hijo de Dios, baja de la Cruz". Jesús quiere seguir obediente al Padre hasta la muerte. Por la desobediencia entró el pecado al mundo. Por la obediencia de Cristo los hombres hemos llegado a a ser hijos de Dios.
Después de tres horas de tormento Jesús grita: "Todo se ha cumplido. Padre, en tus manos entrego mi espíritu". Así Jesús cumplió su sacrificio ante el padre. El centurión es el primero que dice: "Este en verdad era Hijo de Dios".
Oremos: En el madero del árbol venció la serpiente, Satanás. En el madero del árbol de la Cruz tu lo has vencido, Jesús. Tu cruz es la llave que nos abre la puerta del cielo. Como buen pastor has dado tu vida por tus ovejas. Te damos gracias por tu amor. Danos a todos los niños del mundo la gracia de ser salvados por tu muerte en la Cruz.

13. Estación Jesús es bajado de la Cruz.
Los curiosos han ido a su casa. Es el día de la preparación a la gran fiesta y hay muchas cosas que hacer antes de celebrarla. No se han dado cuenta que dieron muerte al Hijo de Dios. Los soldados les rompen las piernas a los ladrones pero a Jesús le abren el costado con una lanzada. Y al punto sale sangre y agua, signos de la redención realizada.
José de Arimatea y Nicodemo han sido siempre discípulos de Jesús en secreto. Ahora lo manifiestan abiertamente. Bajan el cuerpo de Cristo de la Cruz y lo ponen en los brazos de su madre. Ella en su corazón repite lo que le había dicho al ángel Gabriel: "He aquí la cierva del señor, hágase en mí según tu palabra". Al Padre de los cielos ofrece su sacrificio, sus dolores de madre. Ella es madre de todos los hombres, de todos nosotros. Por nuestra salvación ella une su sacrificio al sacrificio de su hijo, cuyo cadáver descansa en sus brazos.
Oremos: Jesús, salvador nuestro, como Simeón lo había predicho: la espada del dolor traspasó el corazón de tu madre. Sin embargo, ella no desespera. Ella sabe que tú te has entregado para salvarnos. Por eso ella también reza tu oración: "Padre, que se haga tu voluntad". Tú nos la has dado como madre nuestra para que desde el cielo nos cuide y nos proteja. Te damos gracias y te pedimos que todos los niños del mundo puedan experimentar esta felicidad de saber que tenemos una madre en el cielo. Amén

14. Estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Jesús ha dicho de sí mismo: "Los zorros tienen sus madrigueras y las aves del cielo tienen su nido, pero el hijo del hombre no tiene dónde descansar la cabeza". Ni siquiera tendrá un ser pulcro propio. Lo sepultan en el sepulcro de José de Arimatea. Los discípulos han perdido toda esperanza y han huido. No han comprendido la palabra: "Al tercer día resucitaré". El sanedrín teme un engaño de los discípulos y sella el sepulcro y pone guardias para que nadie pueda hacer nada.
Sin embargo, para Jesús la muerte es la puerta de la gloria eterna junto al Padre. Jesús es la semilla que cae en tierra, muere para dar mucho fruto. Este fruto somos nosotros los redimidos. Como el cuerpo de Jesús así también nuestro cuerpo resucitará para la vida eterna.
Oremos: Querido Jesús, también nuestro cuerpo descansará algún día en el sepulcro. Por tu muerte nos has merecido la resurrección. Llévanos por tu pasión y Cruz a la gloria de tu presencia donde nos esperas a todos nosotros. Haz que todos los niños, todos los hombres del mundo lleguen a la fe de la resurrección tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Adoración de la Cruz
Luego los catequistas colocan una cruz sobre un cojín y todos los niños se acercan por turno para venerarla tal como se hace en la liturgia del Viernes Santo. Luego se hacen las peticiones personales espontáneas y los catequistas despiden a los niños.

3. Vivencia
Se sugiere a los niños que renuncien hoy a los dulces explicándoles que los adultos ayunan hoy para acompañar a Jesús en este día tan grande.

4. Liturgia
Vía crucis

5. El Niño
Es muy fácil abusar emocionalmente de los detalles de la pasión de Jesús para impresionar a los niños. Más bien hay que preocuparse en resaltar la dimensión de la fe y del amor. El amor nos hará descubrir que nuestra respuesta debe ser más generosa, más decidida

6. Condición previa
Se sugiere que una semana antes los catequistas hagan el vía crucis a solas con toda tranquilidad meditando el amor de Dios. Esta será la mejor preparación

 

 



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