Domingo 17 B: Reflexión de cara a la multiplicación de los panes
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
reflexión acerca de la Seguridad y del Compartir
Descargar documento
Introducción
Hace unos años, cuando en nuestro país arreciaba el terrorismo y había una inflación, una señora muy católica, asidua a esta parroquia, dijo: “Creo que este parroquia se está volviendo izquierdista. Ya son dos domingos que se reza por los pobres”. Expresión de un estado de ánimo latente en muchos en aquellos días. Me explico: no creo que la buena señora tenga algo en contra de los pobres. Estoy seguro que ella era capaz de ser muy generosa en determinados momentos. El temor que se vislumbra se refiere más bien a otra dimensión.
Los bienes mi seguridad
Los psicólogos dicen que toda persona necesita sentirse segura, necesita condiciones que garantizan su integridad. Es muy difícil y angustiante el no saber si voy a comer mañana o no, dónde voy a dormir, dónde voy a conseguir trabajo. Por eso los humanos acumulamos cosas, valores para asegurarnos en previsión del caso de enfermedad, de perder el trabajo, de que me quede sólo en la vida. Ver amenazada esta seguridad, aunque sea de muy lejos y de una manera que no me toca directamente, produce en mí una actitud de defensa. Pienso que la señora tenía miedo que la Iglesia le iba a pedir que de alguna manera, arriesgue su seguridad (material desde luego) al rezar por los pobres: De repente Dios hace alguna cosa y para ayudar a los pobres me despoja de mis bienes
La preocupación por mi seguridad impide el compartir
Este afán de asegurarme contra toda clase de infortunios, este deseo de no tener que preocuparme por lo que puede suceder mañana, me impide o, por lo menos, me lo hace muy difícil que yo comparta. A lo mejor pongo en peligro mi seguridad de mañana. Esto puede producir unas actitudes francamente rayando a esclavitud. ¡Cuánta reja, puerta reforzada, alarmas, guachimanes, tabiques, perros bravos, cajas fuertes y, qué se yo, se han estado instalando en los últimos años! Bueno, digamos, que se trata más de seguridad de vida de las personas que de los bienes.
Sin embargo, cuántas veces he escuchado decir: “No puedo salir, no puedo participar porque no hay nadie en casa y yo la tengo que cuidar”. Por eso no pueden participar en la Santa Misa, no pueden dar un tiempo para servir a los hermanos, no pueden reunirse para orar o para compartir la Palabra de Dios. Tienen que cuidar su carro, sus juegos de mesa de plata, sus aparatos electrónicos, su caja fuerte, tienen que cuidar su seguridad material.
Conozco a cristianas de los barrios marginales que saben muy bien que se exponen a ser asaltadas y hasta violadas por salir el sábado en la noche para ir a la parroquia. Lo hacen porque piensan que más vale participar en la eucaristía que proteger su integridad física. Rezan y experimentan que Dios las cuida.
Generalmente no se espera tanto de nosotros. A lo que voy es esto: el deseo de seguridad nos hace invertir los valores y no permite que compartamos nuestro tiempo, nuestros bienes porque tenemos que asegurar nuestra seguridad, perdonen la tautología.
¿Qué es compartir?
Alguien dijo: “La conversión comienza en la billetera”. No se trata tanto porque sabe dar sumas más o menos gruesas, no es tanto porque se ayuda a los pobres. Es porque arriesga su seguridad material ya que vive una seguridad más alta o más profunda: la seguridad es Dios. ¿Recuerdan el episodio de la viuda que echa unas moneditas en la alcancía del templo. Jesús dice: “Ella ha dado más que todos los demás, porque ellos dieron de lo que les sobra, ella de lo que necesitaba para vivir” (cf. Lc 21, 3). Se trata de una persona que se fía de Dios, que tiene puesta su seguridad en El.
Ustedes, quizás, se preguntarán ¿qué tiene que ver esto con la multiplicación de los panes? ¿No se debería hablar más bien, reflexionar sobre la santa comunión, la Santa Misa? No se preocupen. Los domingos que vienen nos darán la oportunidad de hacerlo. Hoy queremos fijarnos primero en una actitud básica sin la cual no hay verdadera participación en la Santa Misa. Dejen que lo exprese así: El que no sabe compartir, el que no sabe basar sus seguridad en Dios, el que busca su seguridad en los bienes materiales no puede participar realmente ni profundamente en la Santa Misa porque Jesús asume y promueve una actitud de entrega total y tú asumes y promueves una actitud contraria. Y no digan que Jesús es el Hijo de Dios que hace milagros para asegurarse. Fíjense en las tentaciones en el desierto; una de ellas era precisamente hacer de piedras pan para asegurarse. ¿Cuál es la respuesta de Jesús: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). Y no hizo ningún milagro.
Jesús se anonadó a sí mismo hasta la muerte de cruz, desnudo estaba colgado en la cruz, no tenía nada ya que podía darle seguridad. Pero se fiaba de su Padre que lo podría rescatar de la muerte. San Juan hace alusión clara al misterio de la muerte de Cristo cuando comienza a decir antes de la multiplicación de los panes: “Se acercaba la Pascua” (Jn 6, 4).
Nuestra seguridad es Dios
Creo que se dan cuenta que no se trata solamente de dar más limosna. Es que podría ser sólo un paliativo para nuestra conciencia. No se trata tanto de dar más a los pobres, se trata de cambiar de actitud, de cambiar de seguridad. Se trata de dejar de buscar nuestra seguridad en la casa, el carro, las acciones y bonos, los aparatos electrónicos, las cajas fuertes, las alarmas y los guachimanes, los seguros de vida, las puertas reforzadas, las rejas, las influencias, en la refrigeradora siempre bien provista. Ahora no vayan a decir: “ Este sacerdote dice que hay que dejarse robar. Se ha vuelto izquierdista. A lo mejor está en favor de los guerrilleros”. Si compartiríamos en este país no habría guerrilleros. Lo repito: se trata de buscar nuestra seguridad en otro lugar dónde está la verdadera seguridad. Puede haber bancarrotas, inflaciones, recesiones que consumen toda tu plata. Puede haber terremotos que destruyen tu casa. Las personas que son tu seguridad pueden traicionarte y dejarte sólo en tu vejez. Todo esto significa que en ellos no está la seguridad. Sólo hay uno que puede darte la seguridad: es el que sabe dar de comer de cinco panes y dos peces a 5000 hombres sin contar a las mujeres y los niños. Lee la Biblia. Dios se desvive para asegurarnos que nunca nos abandonará y que fuera de El no hay nada seguro, ni el amor de los que más queremos.
¿Cómo llegar a esta seguridad?
Primero: creerte lo que promete Dios. Segundo: dejar entrar a Dios en tu vida porque si está lejos de ti ¿cómo puede ser la roca que te salva? Tercero y va a suceder una cosa muy curiosa: ya no tendrás miedo, ya no te vas a angustiar porque Dios mismo romperá las cadenas de esclavitud y ya no dependes de tus cosas para sentirte seguro. Una cosa ayuda a la otra: cuanto más compartes, más entra Dios en tu vida y será tu seguridad. Y cuanto más dejas que Dios sea tu seguridad, tanto más sabrás compartir porque no lo necesitas para asegurarte.
Felices Fiestas Patrias
¿Les parece esto una reflexión adecuada para la fiestas patrias? ¿No habría más bien que resaltar las virtudes cívicas y evocar a los héroes? Se trata de que tú puedas ser un héroe. Los precios de los artículos de primera necesidad están subiendo, la gente experimenta hambre. Los guerrilleros y terroristas están atacando en varias partes. Deja que el Señor obre el milagro de la multiplicación de los panes en tu vida. Comienza a compartir y experimentarás hace clic en guardar que Dios es mucho más de fiar que cualquier otra cosa o persona.