Domingo 22 Tiempo Ordinario C - 'El que se humilla será ensalzado' - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
Lecturas dominicales
Primera Lectura: Eclesiástico 3, 17-18.20.28-29
La verdadera sabiduría se encuentra donde los humildes y pequeños, expresión de una fidelidad de cada día a Dios. Sólo Dios es poderoso y su misericordia está abierta a todos. No se trata de asumir comportamientos para que los demás te quieran. Sería un egoísmo más. De lo que se trata es que refleje las mismas virtudes de Dios en la vida diaria.
Segunda Lectura: Hebreos 12.18-19.22-24a
¿Por qué volver al monte Sinaí donde se pactó la primera alianza? El pueblo quería quedarse a distancia tan grande porque sentía terror de Dios. En Jesucristo todas las distancias se han superado. Somos hombres libres que se reúnen en asambleas solemne y festiva alrededor de nuestro Salvador. Tenemos que haber experimentado la presencia y cercanía de Dios para poder dar testimonio de la libertad de los hijos de Dios, para dar testimonio que en verdad Dios está cerca. La “maldita” rutina nos roba esta conciencia gozosa que cuando celebramos eucaristía estamos en presencia de Dios, de sus ángeles y de todos sus santos. Cada vez cuando entramos al templo para celebrar la eucaristía debería haber esa maravillosa sensibilidad de que cuando se celebra la eucaristía “el cielo toca la tierra” como dijo Benedicto XVI.
Este pasaje evangélico nos invita a ser humildes, es decir, “andar en la verdad” como escribió Santa Teresa de Ávila. Así también deben ser nuestras reuniones de los cristianos: 1. La reunión es una reunión de hermanos. Esto supone que cada uno está al servicio de los demás, les cede el primer lugar. 2. De otro lado, la reunión debe estar abierta sin barreras también para el pobre y marginado y todos deben sentirse bien acogidos.
Reflexionemos
“Señor, sólo hay dos tipos de amor, el amor a nosotros mismos y el amor hacia los demás. El amor está hecho para salir de mi corazón y para volar hacia los demás. Cada vez cuando vuelva a mí, comienza a fenecer, se pudre y se muere. El amor propio es el veneno que ingiero a diario. Señor, el amor propio es un robo del amor. Está destinado para los demás, lo hubieran necesitado para poder vivir, para poder madurar, pero lo dirigí mal. He malgastado tu amor, Señor. Hoy te pido Señor, ayúdame a amar “ (M. Quoist).
Un hecho para reflexionar: En una fábrica están celebrando la misa, se acercan para comulgar tres obreros y también el gerente. Un obrero quiero ofrecer al gerente a que pase primero. Éste le dice: “No, hermano, aquí somos todos iguales”. ¿Sólo aquí?
Reflexionemos con los hijos
Se cuenta que un señor entró a la capilla de San Sulpicio, un seminario de mucho prestigio, y vio allí a un seminarista que estaba rezando. Se le acercó y le preguntó: “¿Qué les enseñan aquí en el seminario?” El seminarista no contestó nada. El señor insistió. Entonces le dijo el seminarista: “Aquí nos enseñan a rezar en la Iglesia y a no conversar”.
Nosotros tenemos el maestro más grande del universo que nos enseña muchas cosas. Ante todo nos sugiere que seamos como él, que nos pongamos al servicio de los demás. Esto significa que dejemos que los demás pasen primero, que los consideremos más importantes. Muchas veces somos como este señor que entra a la Iglesia y se olvida de lo más importante y se preocupa en satisfacer su curiosidad. En lugar de pensar en Jesús, en los demás, satisfacemos nuestros propios deseos y no prestamos atención. El Señor nos ha dado un ejemplo maravilloso en la última cena: les lavó los pies a los discípulos.
Conexión eucarística
“¿Quién es el más grande? ¿El que está sentado a la mesa o quien sirve a la mesa? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Lc 22, 27). Pues cada vez que celebramos la Santa Misa entonces estamos sentados a la mesa y el Señor nos sirve.
Nos
habla la Iglesia
Mas el deber del pastor no se limita a cuidar sólo individualmente de los fieles, sino que se extiende también propiamente a formar una genuina comunidad cristiana. Ahora bien, para cultivar debidamente el espíritu de comunidad, ese espíritu debe abarcar no sólo la iglesia local, sino también la Iglesia universal. Y la comunidad local no debe fomentar sólo el cuidado de sus propios fieles, sino preparar también, imbuida de celo misional, para todos los hombres, el camino hacia Cristo. Especialmente, sin embargo, se les recomiendan los catecúmenos y neófitos, que han de ser gradualmente educados para que conozcan y vivan la vida cristiana.
Sin embargo, ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene raíz y quicio en la celebración de la Santa Eucaristía, por la que debe consiguientemente comenzarse toda educación en el espíritu de comunidad. Esta celebración, para ser sincera y plena, debe conducir tanto a las varias obras de caridad y a la mutua ayuda como a la acción misional y a las varias formas de testimonio cristiano.
Además, la comunidad eclesial ejerce, por la caridad, la oración, el ejemplo y las obras de penitencia, una verdadera maternidad para conducir las almas a Cristo. Ella constituye, en efecto, un instrumento eficaz por el que se señala y allana a los no creyentes el camino hacia Cristo y su Iglesia, y por el que también los creyentes se incitan, nutren y fortalecen para la lucha espiritual (Vaticano II, sobre el ministerio y vida de los presbíteros, 6).
( lA PRIMER LECTURA - AÑO PARA, LA
SEGUNDA- AÑO IMPAR)
Martes 1 Tes 5, 1-6.9-11
1 Cor 2, 10b-16 Lc 4, 31-37
Miércoles Col 1, 1-8
1 Cor 3, 1-9
Lc 4, 38-44
Jueves Col 1, 9-14
1 Cor 3, 18-23 Lc 5, 1-11
Viernes Col 1, 15-20
1 Cor 4, 1-5
Lc 5, 33-39
Sábado Col 1, 21-23
1 Cor 6, 6b-15 Lc 6, 1-15
Vivencia familiar
Conozco una familia que cada mes dedica un día especial a cada miembro de la familia. Durante este día todo el mundo se preocupa por el dueño del día. Preferentemente se realizan acciones que quedan en secreto.
Oraciones
Mi oración a ti
Tócame, tócame hasta la raíz de mi corazón desnudo. Dame la fuerza de cargar fácilmente con mis alegrías y sufrimientos. Dame la fuerza que mi amor sea fructífero en el servicio. Dame la fuerza de nunca negar a los pobres, a no doblar mi rodilla ante el poder extremo. Dame la fuerza de elevar mi espíritu por encima de las pequeñeces de todos los días. Dame la fuerza para entregar mi fuerza a tu voluntad en amor. Amén (Rabindranath Tagore).