IGLESIA DEL HOGAR

Para ayudar a los Padres de Familia en el desempeño de su Sacerdocio en la Iglesia doméstica

Servicio de los MSC Misioneros del Sagrado Corazón

 


 

 

 

 

Domingo 14 del Tiempo Ordinario “A”

 

 

 

Contenido

1. Introducción a la Palabra

1. 1 Primera Lectura: Za 9,9-10: “Tu rey viene pobre a ti”

1. Segunda Lectura: Rm 8,9.11-13: “Si con el Espíritu dais muerte a las obras de la carne, viviréis”

1.3 Evangelio: Mt 11,25-30: “Soy manso y humilde de corazón”

2. Reflexionemos

2.1 Los Padres

1.2 CON LOS HIJOS

3. Relación con la Misa

4. Vivencia familiar

5. Nos habla la Iglesia

5. Leamos la Biblia con la Iglesia

7. Oraciones

7. 1 El conocimiento verdadero (Pascal)

7.2 Conozco tu miseria (L'oeuvre benedictine)

8. Tú también puedes ser santo

 

 

 

 

1. Introducción a la Palabra

1. 1 Primera Lectura: Za 9,9-10: “Tu rey viene pobre a ti”

Los pacíficos tienen poder. Es un poder creativo que cuestiona al hombre y le exige tomar una postura. Es un poder que comparte con los demás y que une así a los hombres.

Se reconoce por los siguientes signos:

En primer lugar es una protesta contra la conciencia que se ha adormecido, que no se conmueve ya cuando se da odio o injusticia. Quiere llamarlo al cristiano para que se convierta en medio de un mundo donde hay  hambre, marginación,  división entre los hombres, en signo vivo de esperanza, de que es posible ser libre de todo odio. Por eso  edifica y crea la unión. Este llamado está lleno de amor ardiente; es una violencia como forma de vivir. Cuando un hombre vive este fuego entonces hace arder un mundo entero.

Estas palabras de Roger  Schutz de la Comunidad de Taizé nos hacen sospechar que el texto del profeta Zacarías que vamos a leer no hace referencia a un idilio. Nos habla de paz, de justicia, de  modestia, humildad y de victoria. Pero no nos debe hacer pensar en letargo, en modorra, en indiferencia. Recordemos que esta profecía habla de Jesús que entra a Jerusalén para morir porque nos ama.

 

1. Segunda Lectura: Rm 8,9.11-13: “Si con el Espíritu dais muerte a las obras de la carne, viviréis”

Para no equivocarnos  respecto al binomio "carne-espíritu" hay que saber muy bien lo que significan las dos palabras paulinas. Se podría tipificar las dos palabras con el binomio de "vida-muerte". No se trata de la oposición de cuerpo y alma. La idea de San Pablo tiene otro significado. “Carne" es para San Pablo un espíritu soberbio, egoísta, todo lleno de ambición, todo lleno de egolatría. San Pablo considera como obras  del espíritu también aquellas que son del cuerpo pero dirigidas por Cristo: el trabajo honrado, un matrimonio casto, las obras de caridad etc. Carne es un replegarse cobre si mismo, una modorra que no desea seguir al Señor. Espíritu es, por lo tanto, disponibilidad que todo lo arriesga para seguir al Señor.

Si leen el primer capitulo de la carta podrán ver cuales son las obras de la carne: perversión, homosexualidad, envidia, asesinato, discordia, dureza de corazón, falta de amor. Luego en el capitulo 5 de la carta a los Gálatas encontraremos en el versículo 22 las obras o frutos del espíritu: amor, alegría paz paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Es evidente que el significado del binomio “carne-espíritu” paulino no es el nuestro.

Nuestro pasaje nos  invita, pues, a hacer un examen de  conciencia para descubrir  si vivimos según la carne. No perdamos la esperanza. Podremos darles muerte por medio del Espíritu.

 

1.3 Evangelio: Mt 11,25-30: “Soy manso y humilde de corazón”

¿Por quién,  dónde y para qué somos abordados continuamente en nuestra sociedad moderna? Los comerciales nos bombardean con mensajes agradables y nos prometen una vida llena de  placer y sin  remordimientos. Las películas porno ofrecen  escenas nunca antes vistas. Las agencias de viajes nos abren las puertas al mundo entero. La televisión nos sugiere qué  vestir, qué cosa pensar, qué  hacer, qué dejar de hacer para que seamos personas a la altura de nuestros tiempos. Los partidos políticos pretenden tener cada uno el único programa para solucionar los problemas y para indicarnos el camino hacia el futuro ya que sus ideologías describen el paraíso futuro. Sin embargo, en lo más hondo de nuestro corazón quedamos con la sensación de un vacío que nada ni nadie puede colmar. Seguimos con nuestros problemas; nadie nos puede quitar de encima la pesada carga de nuestros sufrimientos y dolores, de nuestros fracasos y pecados. Leamos el evangelio y confiemos en Jesús porque él tiene palabras de vida eterna.

 

2. Reflexionemos

2.1 Los Padres

Jesús se ha compadecido de los hombres con todo el amor de su corazón. Dijo: "Tengo compasión de la muchedumbre" (Mt 15,32). No pensaba en sí mismo, sino en aquellos que el Padre le había confiado. Por esto decía: "No ha venido el Hijo del hombre a que le sirvan, sino para  servir" (Mc 10,45).

Se  compadeció con gran amor de los menospreciados o de los que se encontraban en necesidad. Hacía que los niños se acercaran a él, sanaba a los enfermos, alimentaba a los hambrientos y evangelizaba a los pobres. Decía: "Vengan a mí todos los que andan fatigados y agobiados, y yo los aliviaré" (Mt 11,28).

Con especial amor se acercaba a los pecadores. Iba tras ellos como el pastor tras la oveja perdida, les exhortaba al arrepentimiento y perdonaba sus pecados. Incluso, cuando los amenazaba con el juicio, lo hacía con amor. Lloró sobre la Jerusalén impenitente. Por amor llegó hasta a dar la vida por los pecadores.

La Iglesia honra al Sagrado Corazón de Jesús. Contempla el amor de Jesús a su Padre y a los hombres y nos invita a la expiación por los pecados. El segundo viernes después de la fiesta de la Santísima Trinidad celebra la fiesta del Sagrado Corazón. Además, honra  el Sagrado Corazón de Jesús también cada primer viernes del mes. Dios nos ama hasta con un corazón humano traspasado.

 

1.2 CON LOS HIJOS

No hay amor que no venga de Dios. Por eso sólo la persona que  vive a la manera de Dios, puede ser feliz porque vive según el provecto de Dios. Vamos  hacer una especie de juego. Aquí en la hoja hemos dibujado el perfil de una persona que puede ser cualquiera. A cada uno le damos unos papelitos chiquitos y en cada uno de los papeles se escribe una calidad o una actitud o una manera de ser que nos parece ser importante. Los grandes vamos a ayudar a los pequeños que no saben escribir. Luego colocamos estos papelitos en el dibujo. Los que son de la mente los colocamos en la cabeza, los  que son del corazón cerca del corazón de la persona dibujada. Cuando todos han terminado vamos a conversar sobre cuáles son las cosas más importantes y luego terminaremos comparando las actitudes que hemos puesto en el dibujo con las actitudes de Jesús y completamos las que nos parecen faltar.

 

3. Relación con la Misa

Todos deberíamos haber experimentado esta paz, esta alegría que sólo Jesús nos puede dar, cuando hemos participado en la celebración de la Eucaristía. Es el mismo Jesús quien ha pronunciado las palabras del evangelio,  el mismo que está presente en la celebración de la Eucaristía. Vayamos a El que es manso y humilde de corazón y nuestra alma encontrará alivio.

 

4. Vivencia familiar

Hay familias que han instituido el día del "sí". Durante este día nadie dice que "no" a los demás ni en palabras  ni en obras. En ese día no se pide tampoco nada a los demás (para evitar abusos). De esta manera los miembros de la casa se sensibilizan para las posibilidades de servir a los demás en la casa. Al final del día se hace una especie de revisión y cada uno cuenta lo que ha visto de bueno en los demás, como han hecho para decir que “sí” en palabras y obras.

Otra vivencia: Los miembros de la familia tratan de adivinar cuáles son los problemas de los demás y tratan de aliviarlos.

 

5. Nos habla la Iglesia

Humildad y pobreza

Pero como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino a fin de comunicar los frutos de la salvación a los hombres. Cristo Jesús, existiendo en forma de Dios, se anonadó a si mimo, tomó la forma de siervo (cf. Fil 2,6-7), y por nosotros se hizo pobre, siendo rico (cf. 2 Cor 8,9); así también la Iglesia, aunque necesita  de medios humanos para cumplir su misión, no fue instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también con su propio ejemplo. Cristo fue enviado por el Padre a evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos (cf. Lc 4,18), para buscar y salvar lo que estaba perdido; así también la Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana y más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y  procura servir en ellos a Cristo. Pues mientras Cristo, santo, inocente, inmaculado (cf. Heb 7,26), no conoció el pecado (vea 2 Cor 5,21), sino que vino únicamente a expiar los pecados del pueblo (vea Heb 2,17), la Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y, siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación.

La Iglesia peregrina entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la cruz del Señor hasta que venga (vea 1 Cor 11,26). Está fortalecida con la virtud del Señor resucitado para triunfar con paciencia  y caridad de sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas, y revelar al mundo fielmente su misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los tiempos. (Vaticano II ‘Luz de las Gentes" n. 8b).

 

5. Leamos la Biblia con la Iglesia

L. Gen 28, 10-22                            Oseas 2, 14-16.19-20                 Mateo 9, 18-26

M. Gen 32, 22-32                            Oseas 8, 4-7.11-13                    Mateo 9, 32-38

M. Gen 41,44-57; 42, 5-7.17-24ª       Oseas 10,1-3.7-8.12                   Mateo 10,1-7

J.   Gen 44, 18-21,23b-29; 43, 11-5   Oseas 11,1b-4.8c-9                    Mateo 10, 7-15

V.  Gen 46, 1-7.28-30                      Oseas 14,2-10                           Mateo 10,16-23

S.  Gen 49,29-33;50,15-24               Isaías  6, 1-8                             Mateo 10, 24-33

 

 

7. Oraciones

7. 1 El conocimiento verdadero (Pascal)

Oh Dios, cuando el hombre te conoce sin conocer su propia miseria, se vuelve orgulloso. Cuando llega a conocer su propia miseria sin conocerte a ti, Dios y Padre de los hombres, tiene que desesperar. Tú nos has dado a tu Hijo Jesucristo para conociéndote a ti por medio de él y a nosotros mismos, encontremos tu amor y nuestra miseria, nuestro pecado y tu misericordia. Gracias te damos oh Padre.

 

7.2 Conozco tu miseria (L'oeuvre benedictine)

Conozco tu miseria, tus luchas y la angustia de tu alma, la impotencia y la debilidad de tu cuerpo: yo sé de tu bajeza, de tus pecados y penurias; sin embargo te digo: Dame tu corazón; ámame así como eres.

Si esperas ser como un ángel para amarme, nunca me amarás. Aunque recaigas en tus faltas, aunque te muestres débil en el cumplimiento de tus obligaciones y de la virtud, no te prohíbo amarme así como eres. En todo instante, en toda circunstancia en la que te encuentres, o en la sequedad, en la fidelidad y en la infidelidad, así como eres. Yo deseo el amor de tu pobre corazón; si esperas ser perfecto nunca me amarás.

¿No podría yo hacer de un granito de arena un serafín resplandeciente de pureza, nobleza y caridad? ¿Acaso no podría yo por un signo único de mi voluntad despertar de la nada a miles de sacerdotes que fueran mil veces más perfectos y caritativos que los que he puesto en este mundo? ¿Acaso no soy todopoderoso? Y si me place de dejar estos seres maravillosos por siempre en la nada prefiriendo el pobre amor de tu corazón indigno, ¿acaso no soy dueño de mi amor?

Hijo mío, deja que te ame, quiero tu corazón. Ciertamente te elevaré pero hasta entonces te amo tal como eres. Deseo que hagas lo mismo; deseo ver como surge el amor del abismo de la miseria; te amo hasta en tu debilidad; amo el amor de los pobres y miserables; deseo que para siempre brote de esta pobreza el  clamor eterno: "¡Jesús, te amo!".

 

8. Tú también puedes ser santo

UN HOMBRE SIN CULTURA

El cura de Ars (1786-1859) está rodeado de un misterio que ni los historiadores más expertos han podido desentrañar. Fue un hombre sin cultura, y, en su aspecto exterior, un ser  ridículo y torpe. Tímido hasta la comicidad, andaba como un campesino, vestido de una sotana remendada y con unos zapatos con clavos. Su rostro estaba marcado de una tristeza infinita. En el fondo Vianney era un hombre sin dignidad, un hombre totalmente lo contrario de un noble.

Su candidez evidente, unida a un carisma del Espíritu hacía que este santo era atractivo y repulsivo a la vez. Era un segundo Simón Estilita - porque él también está sobre una base de pocos centímetros entre el cielo y el infierno, totalmente vertical, un pilar, una línea. Solo altura o profundidad, sin rastro de amplitud. Solía firmar sus cartas con las palabras: “pobre y miserable sacerdote”.

El cura de Ars vivía en una pobreza impresionante: el que visita hoy la casa cural, cuyos cuartos han quedado sin modificarse, experimenta esta pobreza. Muchas veces me han preguntado: “¿En realidad fue tan tonto y sin cultura o esto era una calumnia?”. Era una cosa seria, su comportamiento torpe en las cosas del mundo provocaba desesperación en los  cultos de su tiempo. En las cosas de Dios era inteligente como una serpiente y sencillo como una paloma.

Que un hombre tan carente de dotes intelectuales pueda realizar una obra tan provechosa y llena de bendiciones muestra que era uno de estos locos de Cristo que no pueden explicarse de manera racional.

El pobre cura de un pueblito insignificante de campesinos fue el pastor y sacerdote más carismático y efectivo del siglo 19 en Francia. Fue un escándalo para los hombres ilustrados de su tiempo.

No se puede explicar su labor pastoral. Sin experiencia y competencia respecto a sus propios asuntos, este hombre pudo aconsejar a los cristianos en los casos de conciencia los más complicados y difíciles. El que casi no experimentaba el cosuelo tenía el don especial de escuchar la confesión y de consolar. Poseía el don del consejo y del conocimiento del alma de manera que conocía los secretos del alma, uno de los secretos de su eficacia. Él mismo solía decir: “Doy una penitencia pequeña y del resto  me encargo yo".

El cura de Ars hacía penitencia por sus ovejas. Durante toda una vida ha mirado los pecados de los hombres con los ojos de Dios mientras que horas y horas estaba sentado en su confesionario escuchando confesiones. Por eso sabía mucho de lo que no se escribe en libros ni se enseña en las universidades. Sufría de los pecados de los hombres que escuchaba en el confesionario. Para expiarlos se imponía disciplinas inhumanas que trataba mantener en secreto. Forman parte de las locuras del santo. Ese camino lo camina el cura de Ars con lágrimas y tormentos.

(W. Nigg)

 

 

 

 

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