Padre nuestro: Meditación - Diálogo - Cambia las cosas - Cómo y Cuándo decirlo
mercaba
Padre nuestro: Oración que
lo cambia todo
Padre nuestro: Cómo decirlo
Padre
nuestro: un Padre amoroso para que aprendamos a amar
Padre
nuestro: Diálogo entre Dios y Tu
Padre nuestro:
Oración que cambia todo
Los discípulos piden a Jesús una oración ritualizada, como la de Juan y
otros grupos. Pero Jesús les enseña una oración nada ritualizada, llena de
confianza y de compromiso personal:
- Se dirige a Dios con confianza filial: Padre. Jesús introduce un cambio
profundo en la relación de las personas con Dios. Sustituye el temor por el
amor y la verticalidad por la horizontalidad: ¡Dios es Padre!
- No se trata de una fórmula a repetir de memoria. El Padrenuestro es la
expresión de una actitud, de un estilo de vida identificada y enamorada del
proyecto de Dios. Resume la fe, la vida y la misión del discípulo: la
relación con Dios como Padre y una existencia volcada en la realización del
Reino de Dios, de un mundo diferente; confianza y compromiso.
o "En la oración de Jesús encontramos la correcta relación entre Dios y
nosotros, entre lo que esperamos (cielo) y lo que vivimos (tierra), entre lo
religioso y lo político… La primera parte hace referencia a la causa de
Dios; la segunda parte concierne a la causa del hombre… Dios no se interesa
sólo de lo que es suyo -el nombre, el reinado…-, sino que se preocupa
también por lo que es del hombre -el pan, el perdón, la tentación, el mal-.
Igualmente, el hombre no sólo tiene en cuenta lo que le preocupa para
vivir…, sino que se abre también a lo concerniente a Dios Padre… En la
oración de Jesús, la causa de Dios no es ajena a la causa del hombre, y la
causa del hombre no es ajena a la causa de Dios….
La realidad implicada en el Padrenuestro no se presenta de color rosa, sino
extremadamente conflictiva. En ella chocan el reinado de Dios y el poder del
mal. Si nos fijamos bien, el Padrenuestro tiene que ver con todas las
grandes cuestiones de la existencia personal y social del ser humano en
todos los tiempos. El centro lo ocupa Dios juntamente con el hombre
necesitado. Es una hermosa lección: hay que ensanchar la mente y el corazón
allende nuestro pequeño horizonte. Cuando la pasión por Dios se articula con
la pasión por el hombre, la pasión por el cielo se une a la pasión por la
tierra…" (Florentino Ulibarri)
Padre nuestro: Cuándo puedes
decirlo
Di Padre, si cada día te portas como hijo y
tratas a los demás como hermanos.
Di Nuestro, si no te aíslas con tu egoísmo.
Di que estás en los cielos, cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo
material.
Di santificado sea tu Nombre, si amas a Dios con todo el corazón, con toda
el alma y con todas tus fuerzas.
Di venga a nosotros tu Reino, si de verdad Dios es tu rey y trabajas para
que Él reine en todas partes.
Di hágase Tu voluntad, si la aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya.
Di danos hoy nuestro pan, si sabes compartir con los pobres y con los que
sufren.
Di perdona nuestras ofensas, si quieres cambiar y perdonar de corazón.
Di no nos dejes caer en tentación, si de verdad estás decidido a alejarte
del mal
Di líbranos del mal, si tu compromiso es por el bien.
Y di Amén si tomas en serio las palabras de esta oración.
PADRE
NUESTRO: un Padre amoroso para que aprendamos a amar
I. Los discípulos le dijeron con toda sencillez a Jesús: Señor, enséñanos a
orar. (Lucas 11, 1-4) De Sus mismos labios aprendieron el Padrenuestro. Hay
en estas peticiones "una sencillez tal, que hasta un niño las aprende, y a
la vez una profundidad tan grande, que se puede consumir una vida entera en
meditar el sentido de cada una de ellas" (JUAN PABLO II, Audiencia general)
La primera palabra que pronunciamos, por expresa indicación del Señor, es
Abba, Padre. El mismo Dios que trasciende absolutamente todo lo creado está
muy próximo a nosotros, es un Padre estrechamente ligado a la existencia de
sus hijos, débiles y con frecuencia ingratos, pero a quienes quiere tener
con Él por toda la eternidad. Hemos nacido para el Cielo. "Cuando llamamos a
Dios Padre nuestro tenemos que acordarnos que hemos de comportarnos como
hijos de Dios (SAN CIPRIANO, Tratado de la oración del Señor).
II. Cada vez que acudimos a nuestro Padre, nos dice: Hijo mío, tú estás
siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo (Lucas 15, 31). Ninguna de nuestras
tristezas, de nuestras necesidades, le deja indiferente. Si tropezamos, Él
está atento para sostenernos o levantarnos. Jesús nos enseñó a tratar a
nuestro Padre Dios: esa conversación filial ha de ser personal, en el
secreto de la casa (Mateo 6, 5-6); discreta (Mateo 6, 7-8); humilde, como la
del publicano (Lucas 18, 9-14); constante y sin desánimo, como la del amigo
inoportuno (Lucas 11, 5-8; 18, 1-8); debe estar penetrada de confianza en la
bondad divina (Marcos 11, 23), pues es un Padre conocedor de las necesidades
de sus hijos, y nos da no sólo los bienes del alma sino también lo necesario
para la vida material (Mateo 7, 7-11). Padre mío..., enséñanos y enséñame a
tratarte con confianza filial.
III. Tenemos derecho de llamar Padre a Dios si tratamos a los demás como
hermanos, especialmente a aquellos con quien nos unen lazos más estrechos,
con los que más nos relacionamos, con los más necesitados..., con todos. "No
podéis llamar Padre nuestro al Dios de toda bondad -señala San Juan
Crisóstomo-, si conserváis un corazón duro y poco humano, pues, en tal caso,
ya no tenéis en vosotros la marca de bondad del Padre celestial (Homilía
sobre la puerta estrecha). La oración del cristiano, aunque es personal,
nunca es aislada. Decimos Padre nuestro, e inmediatamente esta invocación
crece y se amplifica en la Comunión de los Santos. Pidámosle a nuestra Madre
que nos ensanche el corazón para que quepan todos nuestros hermanos.
(Colaboración de Lady Picado - Lapica@icetel.ice.go.cr)
Meditación del Padre Nuestro: Diálogo entre Dios y Tu
TU: Padre Nuestro que estas en Los Cielos... DIOS: Si... Aquí estoy...
TU: ¡Por favor ... no me interrumpa, estoy orando! DIOS: ¡Pero tú me
llamaste!
TU: ¿Llamé? No llamé a nadie. Estoy orando.... Padre Nuestro, que estás en
Los Cielos... DIOS: ¡ah!!! Eres tu nuevamente.
TU: ¿Cómo? DIOS: ¡Me llamaste! tu dijiste: Padre nuestro que estas en los
cielos. Estoy aquí. ¿En qué te puedo ayudar?
TU: Pero no quise decir eso. Estoy orando. Oro el Padre nuestro todos los
días, me siento bien orando así. Es como cumplir con un deber. Y no me
siento bien hasta cumplirlo. DIOS: Pero, ¿Cómo puedes decir Padre Nuestro,
sin pensar que todos son tus Hermanos? ¿Cómo puedes decir que estás en Los
Cielos, si no sabes que El Cielo es paz, que El Cielo es amor a todos?
TU: Es que realmente, no había pensado en eso. DIOS: Pero... prosigue tu
oración.
TU: Santificado sea tu nombre... DIOS: ¡Espera ahí! ¿Qué quieres decir con
eso?
TU: Quiero decir... quiero decir, y.… lo que significa. ¿Cómo lo voy a
saber? Es parte de la oración. ¡Solo eso! DIOS: Santificado significa digno
de respeto, Santo, Sagrado.
TU: Ahora entendí. Pero nunca había pensado en el sentido de la palabra
SANTIFICADO. Venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad, así en la Tierra
como en El Cielo..." DIOS: ¿Estás hablando en serio?
TU: ¡Claro! ¿Por qué no? DIOS: ¿Y qué haces tú para que eso suceda?
TU: ¿Cómo qué hago? ¡Nada! Es que es parte de la oración. Hablando de eso...
sería bueno que el Señor tuviera un control de todo lo que aconteciese en El
Cielo y en la Tierra también. DIOS: ¿Tengo control sobre ti?
TU: ¡Bueno... yo voy a la Iglesia! DIOS: ¡No fue eso lo que te pregunté!
¿Qué tal el modo en que tratas a tus hermanos, la forma en que gastas tu
dinero, el mucho tiempo que das a la televisión, las propagandas por las que
corres detrás, y el poco tiempo que me dedicas a Mi?
TU: Por favor. , para de criticar! DIOS: Disculpa. Pensé que estabas
pidiendo para que se haga mi voluntad. Si eso fuera a acontecer... qué hacer
con aquellos que rezan y aceptan mi voluntad, el frío, el calor, la lluvia,
la naturaleza, la comunidad....
TU: Es cierto, tienes razón. Nunca acepto tu voluntad, pues reclamo de todo:
Si mandas lluvia, pido sol. Si mandas sol me quejo del calor, si mandas
frío, continúo reclamando, pido salud, pero no cuido de ella, dejo de
alimentarme o como mucho DIOS: Excelente que reconozcas todo eso. Vamos a
trabajar juntos tú y yo. Vamos a tener victorias y derrotas. Me está
gustando mucho tu nueva actitud.
TU: Oye Señor, preciso terminar ahora, esta oración está demorando mucho más
de lo acostumbrado. Continúo... "el pan nuestro de cada día dánoslo hoy"...
DIOS: ¡Para ahí! ¿Me estas pidiendo pan material? No sólo de pan vive el
hombre sino también de Mi Palabra. Cuando me pidas el pan, acuérdate de
aquellos que no tienen pan. ¡Puedes pedirme lo que quieras, deja que me vea
como un Padre amoroso! Estoy interesado en la última parte de tu oración.
Continua...
TU: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden..." DIOS: ¿Y tu hermano despreciado?
TU: ¿Ves? Oye Señor, él me criticó muchas veces y no era verdad lo que
decía. Ahora no consigo perdonarlo. Necesito vengarme. DIOS: Pero... ¿Y tu
oración? ¿Qué quieres decir con tu oración? Tú me llamaste y estoy aquí.
Quiero que salgas de aquí transformado; me gusta que seas honesto. Pero no
es bueno cargar con el peso de la ira dentro de ti. ¿Entiendes?
TU: Entiendo que me sentiría mejor si me vengara. DIOS: ¡No! Te vas a sentir
peor. La venganza no es buena como parece. Piensa en la tristeza que me
causarías, piensa en tu tristeza ahora. Yo puedo cambiar todo para ti. Basta
que tú quieras.
Tu: ¿Puedes? ¿Pero cómo? DIOS: Perdona a tu hermano, y te perdonaré a ti y
te aliviaré.
TU: Pero Señor. no puedo perdonarlo. DIOS: ¡Entonces no me pidas perdón
tampoco!
TU: ¡Estás acertado! Pero solo quería vengarme, quiero la paz Señor. Está
bien, está bien: Perdono a todos, ¡pero ayúdame, Señor! Muéstrame el camino
a seguir. DIOS: Esto que pides es maravilloso, estoy muy feliz contigo. Y
tu... ¿Cómo te estas sintiendo?
TU: ¡Bien, muy bien! A decir verdad, nunca me había sentido así. Es muy
bueno hablar con DIOS. DIOS: Ahora terminemos la oración. Prosigue...
TU: "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal..." DIOS:
Excelente, voy a hacer justamente eso, pero no te pongas en situaciones
donde puedas ser tentado.
TU: Y ahora... ¿Qué quieres decir con eso? DIOS: Deja de andar en compañía
de personas que te llevan a participar de cosas sucias, secretos. Abandona
la maldad, el odio. Todo eso te lleva al camino errado. No uses todo eso
como salida de emergencia.
TU: ¡No te entiendo! DIOS: ¡Claro que entiendes! Has hecho conmigo eso
varias veces. Vas por el camino equivocado y luego corres a pedirme socorro.
TU: Tengo mucha vergüenza. ¡Perdóname Señor! DIOS: ¡Claro que te perdono!
Siempre perdono a quien está dispuesto a perdonar también. Pero cuando me
vuelvas a llamar, acuérdate de nuestra conversación, medita cada palabra que
dices. Termina tu oración.
TU: ¿Terminar? Ah, sí, "¡AMÉN!" DIOS: ¿Y qué quiere decir... "Amén"?
TU: No lo sé. Es el final de la oración. DIOS: Debes decir AMÉN cuando
aceptas todo lo que quiero, cuando concuerdas con mi voluntad, cuando sigues
mis mandamientos, porque AMÉN quiere decir ASÍ SEA, estoy de acuerdo con
todo lo que recé.
TU: Señor, gracias por enseñarme esta oración, y ahora gracias también por
hacérmela entender. DIOS: Yo amo a todos mis hijos, pero amo más a aquellos
que quieren salir del error, a aquellos que quieren ser libres del pecado.
¡Te bendigo y permanece en mi paz!
TU: ¡Gracias Señor! ¡Estoy muy feliz de saber que eres mi amigo!