ESPIRITUALIDAD CONYUGAL: Elementos de reflexión
I. INTRODUCCION.
El tema de la espiritualidad conyugal es susceptible de múltiples enfoques,
de acuerdo con el interés del autor. Unos parten enfocando la espiritualidad
desde el punto de vista de los medios; otros, en cambio, parten de la
espiritualidad como fenómeno global. El enfoque que voy a ofrecer aquí¡ no
pretende ser el único válido ni el único posible.
II. ESPIRITUALIDAD EN GENERAL.
Si aceptamos con L.Bouyer que el objeto de la espiritualidad en general son
"las reacciones que los objetos de la creencia suscitan en la conciencia
religiosa" (1), con F. Vandenbroucke podremos definir la espiritualidad como
"la ciencia, primeramente, de las reacciones de la conciencia religiosa ante
el objeto de la fe, lo cual constituye el aspecto intelectual, y, en segundo
lugar, la ciencia de los actos humanos que tienen una referencia especial a
Dios, es decir, la ascética y la mística" (2). Y al aplicar esta definición
en el contexto cristiano, podemos decir que es "un tipo de aplicación del
Evangelio a la vida del cristiano" (3). Ahora bien, esta aplicación concreta
se hace siempre en un contexto histérico concreto, tanto de la persona como
de la sociedad. Esto explica el por qué‚ se den tantas espiritualidades o
variantes de espiritualidad, pero guardan entre sí una serie de elementos
comunes. Cuáles son los elementos comunes?
A. El Evangelio con todo lo que ‚l significa, o sea la Palabra de Dios
revelada y dirigida al hombre. Esta Palabra confiere al hombre la sabiduría
de Dios, le muestra el camino para llegar a El y los medios para lograr la
salvación que Jesús nos obtuvo por la redención. El fin del mensaje
evangélico es hacer conocer a cada ser humano el plan de Dios y mediante su
realización lograr la unión del hombre con Dios, la divinización, es decir
la santidad. El hombre est marcado por un destino: hacerse hijo de Dios y
vivir como tal. En esa orientación práctica hacia Dios como Creador y como
Padre encontrar el s‚r humano el cumplimiento de su destino. En este sentido
podemos decir que toda espiritualidad cristiana tiene como causa final una
búsqueda práctica de la santidad: "Todos los fieles cristianos, de cualquier
condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de
salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la
perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre"
(L.G.11). El punto de partida de este proceso de santificación y, por tanto,
de esta espiritualidad concreta, es la predicación de la Palabra y el
sacramento del bautismo, por el cual nos injertamos en el misterio pascual
de Cristo e ingresamos como miembros de su Iglesia. (Cf. L.G. 6,7, 26). La
integridad del mensaje evangélico, la propiedad del lenguaje que se emplee
para hacerlo llegar a las personas en lo concreto de sus vidas, la
comprensión de su calidad de bautizados, ser n factores que contribuir n a
especificar la espiritualidad concreta de cada uno.
B. La causa ejemplar o Modelo que el Evangelio propone a todo ser humano es
Cristo. El Evangelio no se puede reducir a una doctrina, ni a una ideología.
El Evangelio reclama una adhesión personal a Cristo: es una fe. Y por Cristo
se acepta su enseñanza.
C. La causa eficiente de este ir hacia Dios es también Cristo. La
espiritualidad cristiana no es la búsqueda de una perfección al estilo de
los estoicos. La gracia no es fruto de la acción humana. Proviene de Cristo
como el agua de la fuente.
La gracia opera dos efectos:
- nos purifica del pecado, nos ayuda a suprimir los obstáculos que impiden
caminar hacia Dios (desarrollo de las virtudes morales);
- restablece o acrecienta la unión con Dios (desarrollo de las virtudes
teologales, fe esperanza y caridad) y nos abre a la acción de la presencia
del Espíritu Santo.
Aquí comprendemos mejor como característica de la verdadera espiritualidad
cristiana que tiene en cuenta la existencia del pecado. Pero al mismo tiempo
considera la realidad de la gracia. Una verdadera espiritualidad no se
limita a evitar el pecado sino que enfila baterías al crecimiento de la
gracia. No est dominada por el temor de la condenación sino que se inspira
en el deseo de conocer el plan de Dios y de realizarlo.
D. La causa instrumental de toda espiritualidad que se reclame calidad
cristiana es la Iglesia. Y la Iglesia como es ella completa: con su
Escritura y su tradición, con su Jerarquía, sus sacramentos y su liturgia.
Una espiritualidad verdaderamente cristiana y católica requiere
necesariamente esta economía eclesial. Puede ser que algunas
espiritualidades carezcan de algunos de estos elementos eclesiales (v.g. en
ciertas comunidades de hermanos separados). Los elementos presentes siguen
siendo válidos. Pero para los miembros de la Iglesia Católica son
indispensables. V.g. no se puede dar una verdadera espiritualidad cristiana
católica que prescinda de los sacramentos de la Eucaristía y de la
Penitencia, o que se margine de la comunión eclesial.
III. ESPIRITUALIDAD CONYUGAL Y FAMILIAR.
Para comprender la espiritualidad característica de los esposos tengamos en
cuenta este enfoque clave que nos ofrece la Exhortación Apostólica
Familiaris Consortio: "La vocación universal a la santidad está dirigida
también a los cónyuges y padres cristianos. Para ellos está especificada por
el sacramento del matrimonio y traducida concretamente en las realidades
propias de la existencia conyugal y familiar. De ahÍ nacen la gracia y la
exigencia de una auténtica y profunda espiritualidad conyugal y familiar,
que ha de inspirarse en los motivos de la creación, de la alianza, de la
cruz, de la resurrección y del signo, de los que se ha ocupado en m s de una
ocasión el Sínodo" (ib. N.56). El Sínodo de 1980, en su Proposición N.36 se
había ocupado más largamente de la espiritualidad conyugal y familiar.
A. DEFINICION DE ESPIRITUALIDAD CONYUGAL.
En armonía con la definición de espiritualidad que empleamos arriba, podemos
definir con Lozano: "La espiritualidad familiar consiste en la forma como la
familia responde a la vocación o llamada que Dios le hace por la Iglesia, en
las circunstancias cotidianas de su propia vida familiar"(4).
La espiritualidad familiar tiene como sujeto a la comunidad familiar. Dentro
de la comunidad familiar se destaca una comunidad menor, la comunidad
conyugal, que tiene entidad propia, toda vez que constituye el núcleo de la
familia y a la cual corresponde una espiritualidad propia que podríamos
definir así: la forma como la pareja responde a la vocación o llamada que
Dios le hace por la Iglesia, en las circunstancias cotidianas de su propia
vida conyugal y familiar.
B. EL LLAMADO DE DIOS.
La pareja es ante todo un hecho de creación, de naturaleza. En este sentido
la expresión m s completa de la pareja humana se concreta en la institución
natural del matrimonio. La naturaleza es obra de Dios. Dios ha dotado a la
naturaleza en general, y a la naturaleza humana en especial, de leyes que
regulan los procesos de formación y de funcionamiento de las personas como
seres individuales y sociales; leyes universales que abarcan a todo ser
humano, y que deben ser respetadas por todos, crean en Dios o no. De lo
contrario no funciona la entidad relacional denominada "pareja". Las
culturas mediatizan el conocimiento de estas leyes y establecen modelos de
aplicación de los mismos. Pero el plan de Dios revelado en la naturaleza no
siempre es bien comprendido ni aplicado. Por eso los modelos culturales de
pareja no siempre aciertan en realizar el plan establecido por Dios desde el
principio. El pecado anida en el corazón del s‚r humano y limita su mente
par comprender el designio divino y la voluntad para acogerse a él. Y esto
lo confirma la misma experiencia. A este plano corresponde un nivel natural
de espiritualidad.
La pareja es también sujeto del plan redentor de Dios revelado en Cristo, en
quien el sér humano y todo lo humano está llamado a una vida nueva. A partir
de la encarnación, de la muerte y de la resurrección de Cristo todo lo
humano est llamado a una vida nueva, a una Pascua. La pareja formada por dos
bautizados y su matrimonio, son llamados a realizarse de acuerdo con el
modelo de Cristo. Aquí¡ el matrimonio es, además de institución natural, un
sacramento. En este plano se integra y se completa el nivel natural de
espiritualidad, que adquiere un nuevo significado.
La Palabra de Dios revela el designio de Dios en ambos planos, en el de la
naturaleza y en el de la gracia.
1. Plano de creación o de naturaleza:
- Creación del sér humano a imagen y semejanza de Dios.
- Diferenciación de los sexos: diversos pero no desiguales.
- Mutua atracción para ser mutuo apoyo y compañía. Sentido de la sexualidad.
- Las propiedades naturales del vinculo matrimonial: unidad e
indisolubilidad. Lo que Dios unió no debe separarlo nadie.
- La naturaleza del amor conyugal: un amor m s fuerte que el amor que une a
los padres con los hijos.
- Corresponsabilidad de ambos en la marcha del matrimonio: Dejar padre y
madre, unirse, ser una sola carne, procrear, dominar la tierra (el trabajo,
el uso de los bienes).
- Efectos del pecado en la persona humana y en la vida de relación.
Particular mención al efecto sobre la relación de pareja.
2. En el plano de redención, de gracia, el mensaje de Cristo va más lejos:
- El amor es la ley fundamental de las relaciones entre los seguidores de
Jesús. Pero no el amor de simpatía, sino el amor oblativo, que incluye hacer
el bien al desconocido y aún al enemigo. Con mucha mayor razón a la pareja
que se une de por vida en el Señor, cuyos miembros deben amarse entre sí
"como Cristo amó a su Iglesia".
- El amor de los esposos, en su relación diaria, está llamado a ser signo de
ese otro amor: el de Cristo. Su matrimonio es sacramento, un signo de
salvación. Ambos ingresan en el misterio redentor de Cristo como esposos: su
relación y la calidad de su relación adquieren importancia primordial. Nueva
razón para que su vinculo quede sustraído de toda veleidad humana: nadie
debe romperlo, porque significa el vinculo indisoluble de Cristo con su
Iglesia. El matrimonio de los bautizados tiene que ser lo que significa. Por
el bautismo ambos pertenecen a Cristo y a la Iglesia; por el matrimonio,
ambos pertenecen a Cristo por su pertenencia mutua (F.C.50).
- La fidelidad de los esposos no se reduce a cumplir la palabra dada, a
cumplir un pacto bilateral. Es fidelidad mediada por Cristo: permanecer en
su amor, durar en la opción que un día hicieron ante El. Esto significa
cuidar el amor, perfeccionarlo para que dure, utilizar los medios adecuados
para lograr la unión de las personas en el amor. La fidelidad no es sólo una
ley de disciplina social; es una exigencia intrínseca del amor y con mayor
razón una exigencia del amor que est llamado a reflejar la fidelidad de
Cristo.
- Por el matrimonio sacramental ambos quedan constituidos el uno para el
otro, para sus hijos y para los demás familiares en "cooperadores de la
gracia y testigos de la fe" (A.A. 11). Se ayudan a santificarse mutuamente
(cf. L.G.11).
- En la iglesia doméstica, que es la familia cristiana, los esposos ejercen
un sacerdocio característico. Se especifica en diversos ministerios:
autoridad (F.C.21); del designio creador de Dios (procreación) (F.C.32);
educación (F.C.38, 39); evangelización (F.C.53); del amor y de la vida
(F.C.54).
La Palabra de Dios confirma lo que las parejas y la comunidad humana van
descubriendo lenta y dolorosamente a través de la dura escuela de la
experiencia humana. Al final del Antiguo Testamento y después de una
prolongada pedagogía que dura siglos, la pareja de Tobías y Sara visualiza
por fin lo que Dios siempre ha querido que sea el matrimonio: monógamo,
estable y fecundo. Paralelamente, la humanidad va decantando cada vez más el
significado del amor conyugal para que pueda llegar a ser signo del amor de
Cristo por la Iglesia (5).
C. LOS MEDIOS DE LA ESPIRITUALIDAD.
Vivir su matrimonio como Dios lo quiere, en el plano de la naturaleza y en
el plano de la gracia, como institución natural y como sacramento, he ah¡ en
resumen lo que significa espiritualidad conyugal para esposos miembros de la
Iglesia. Esto nos obliga a plantearnos el asunto de los medios. Los fines no
se pueden lograr sin los medios adecuados. Los medios vienen exigidos por
esa característica bipolar del matrimonio: realidad natural y signo de
salvación.
Podemos formular tres principios:
1. Los medios no son la espiritualidad; pero la espiritualidad exige que se
pongan los medios adecuados.
2. Los medios naturales, exigidos por la naturaleza creada del sér humano,
no sólo obligan en conciencia sino que son elemento insustituible de la
espiritualidad conyugal. Si no se ponen en práctica, no es posible lograr
una vida de pareja y mucho menos una pareja de calidad. Los medios
sobrenaturales no reemplazan los naturales, pero ayudan a superar las
dificultades que éstos plantean en circunstancias concretas (v.g. el
perdón).
3. En la práctica pastoral no podemos contentarnos con el fomento exclusivo
de los medios naturales. Seria dejar a las parejas a medio camino, en un
plano inferior al que les corresponde. Por vía pedagógica, sí conviene
comenzar por la práctica de los medios naturales.
Medios naturales:
-cultivo de virtudes naturales (respeto, del otro, cortesía, buenos modales;
alegría; justicia, fortaleza, prudencia, responsabilidad; sacrificio,
generosidad, etc.)
- comunicación interpersonal, diálogo;
- expresión interpersonal del afecto;
- aprendizaje y práctica de un adecuado comportamiento sexual (calidad de la
vida sexual);
- adecuado desempeño en el trabajo;
- adecuado manejo de los bienes económicos.
- participación en actividades que se propongan el beneficio de la comunidad
(v.g. sindicatos, cooperativas, juntas de acción comunal, juntas de padres
de familia).
Medios sobrenaturales:
- Oración personal, conyugal y familiar.
- Práctica de los sacramentos (el matrimonio no puede aislarse de los otros
sacramentos).
- Participación en la liturgia.
- Lectura de la Palabra de Dios.
- Formación en la fe (catequesis y doctrina).
- Entrenamiento y participación en el apostolado como pareja (apostolado
personal, participación en la parroquia, vinculación a movimientos
apostólicos preferentemente familiares)
NOTAS
(1) Citado por F. Vandenbroucke, en
Espiritualidad y espiritualidades, Concilium N.9, 1965, p.55.
(2) F. Vandenbroucke, loc. cit. p.56.
(3) ib.
(4) Lozano, Mons. Javier - Cristo Alianza de la
Familia, Ed. CEM
México, 1982 p.455.
(5) Conferencia Episcopal Colombiana - Directorio
Nacional de Pastoral Familiar, Capitulo II.