¿Cómo hacer cuando una persona te cae mal y no la soportas?
Luz Ivonne Ream
¿Hay alguien que, por más que intentes, no logras aceptar?
Abre los ojos: esa persona está en tu vida por algo
Es el mundo de caramelo donde todo es perfecto, se vive en
total cordialidad y unión. Nadie pelea con nadie y todos
llevan relaciones amistosas, perfectas y armoniosas entre
sí. Es una delicia vivir ahí. Todo iba en santa paz cuando
de repente, ¡despierta, es sólo un sueño! Bienvenido la
realidad.
“Dios mío, ¡ilumínala o elimínala!” Es un dicho que se reza
entre los latinos y que a veces la decimos cuando hay
personas que no nos acaban de caer bien a pesar de que vamos
a la misma Iglesia, mismo círculo social o hasta lazos de
sangre nos unen. Hay un “no sé qué” que simplemente no
acabamos de hacer “click” con ellas. Como se dice
vulgarmente, “no hay química”. Seamos francos. Más de una
vez hemos querido aventar el zapatazo a esa persona que ya
nos tiene hartos, nos cae mal y punto. Su olor, su sola
presencia nos enfada.
O qué tal esa otra persona que es increíblemente bien
aceptada por todos, todo el mundo habla bien de ella y
quiere ser su amiga y a nosotros nos trata con la punta del
zapato, nos hace groserías y demás. Eso sí, nos las hace
siempre de forma muy educada y que nadie más las note. Nos
saluda con su carita de mustia y bondad aparentando que le
da una enorme alegría vernos.
Y uno -por prudencia- se queda calladito, recibe el besito y
no dice nada. Regresa el saludo, pero por dentro la volteas
a ver y piensas: “¡Que te compre quien no te conozca!” Y
mejor te alejas, porque lo único que te provoca son
pensamientos no tan bondadosos, y tampoco deseas caer en su
juego.
Dejemos hipocresías, falsas caretas y seamos francos, muy
sinceros. Pese a que a todos nos gusta ser aceptados y del
mismo modo aceptar, hay que personas que, por más que
intentamos que nos caigan bien, es imposible. Es más,
hacemos todo y de todo con tal de no toparnos con ellas, de
evitarlas. Tienen “algo” que simplemente nos repelen. Justo
aquí está la clave de por qué no nos caen bien. Lo que
nuestra mente consciente no logra percibir, nuestro
inconsciente sí lo hace, porque a este no le podemos hacer
tonto.
No se trata de que nos flagelemos pensando que somos de lo
peor, porque a esa persona que es tan bien aceptada y
amadísima por la mayoría, a nosotros nos cae fatal. No somos
“malos” porque sentimos eso, o porque alguien no nos cae del
todo bien. Al contrario, es volvernos más observadores y
reconocer qué es lo que verdaderamente esa persona mueve en
mi interior para darnos cuenta que, en realidad, no sentimos
nada malo en contra de ella, de la persona, sino de su
actuar.
Eso que tanto me repatea, esa actitud que me molesta, eso
que me choca de la otra persona es -casi siempre- un reflejo
de mí, de algo que necesito trabajar en mi interior, de una
herida emocional mía que no ha sido sanada, quizá ni
reconocida. Son cosas que aún no acepto de mí o no me gustan
de mi persona. En pocas palabras: LO QUE ME CHOCA, ME CHECA…
Es por eso que necesitamos ir con los ojos muy abiertos por
la vida y darnos cuenta que todos somos maestros, unos de
otros. Por lo tanto, lejos de alejarnos de esa persona que
tanto nos repele -a menos que verdaderamente sea una persona
tóxica- seamos más inteligentes y menos viscerales.
Observemos y reflexionemos por medio de esta pregunta: ¿qué
de mí veo en ella?
Quizá no hemos caído en cuenta de que cuando encontramos
defectos en nuestro prójimo es porque nosotros tenemos los
mismos defectos. Como decía San Agustín: “Procura adquirir
las virtudes que crees que faltan en tus hermanos y ya no
verás los defectos, porque no los tendrás tú”.
Nadie llega a nuestra vida por casualidad sino por
“causalidad”. Es decir, por alguna “causa” o razón se topó
con nosotros, para enseñarnos una gran lección, algo que
necesitamos aprender.
Así que si alguien te cae mal, es tu problema. Y no lo digo
en un aspecto peyorativo, sino que en realidad es solo tu
asunto. Casi te aseguro que la otra persona ni siquiera se
ha dado cuenta de que no la tragas, que simplemente no la
soportas y que la toleras porque coinciden en eventos y
demás, pero que si por ti fuera, entre más lejos mejor.
Y es que esta actitud, que te repito es sólo tuya, tiene
toda la lógica. Todos queremos huir de aquello que nos causa
dolor o nos recuerda nuestras heridas. A nadie nos gusta
enfrentarnos con aquello que no nos gusta de nosotros
mismos. Las personas solo podemos ver aquello que estamos
listos y dispuestos para enfrentar.
Por lo tanto, ¿quieres que te caiga mejor? Cambia tú, así de
sencillo. Retírale el poder que -tácitamente- le tienes
otorgado de quitarte la paz, de dejar de gozar los eventos
que comparten, etc. Si tú eliges sanar, crecer y madurar, si
tú cambias de actitud, mejorarán tus relaciones
interpersonales, todas.
Te invito a que hagas este ejercicio de reconocimiento para
que observes en ti algunas de tus áreas de oportunidad.
Piensa en esa persona que te cae fatal. Escribe todas esas
actitudes, defectos o comportamientos que ves en ella y que
tú simplemente no resistes. Ahora la pregunta del millón. De
esas actitudes -o defectos- que acabas de escribir, con toda
honestidad, ¿cuáles tienes tú? ¡Sorpresa! Casi todas… Así
que a trabajar en ti porque el poder de que todo cambie está
dentro de ti.
Lo maravilloso de ese ejercicio es que también lo puedes
hacer para reconocer tus cualidades y lo bueno que hay en
ti. Haz el mismo proceso, solo que ahora piensa en una
persona a la que admires muchísimo. Escribe todas las
cualidades, virtudes, talentos, etc. que observas en ella y
que hace que le tengas en alta estima. ¡Felicidades! Todo lo
bueno que ves en la otra persona es lo bueno que hay en ti
porque uno solo reconoce lo que conoce, es decir, lo que hay
dentro de uno. Así que en mayor o menor escala tú también
posees todas esas bondades.
O simplemente rezas: "Dios
mío, bendice a [el nombre de la persona que te cae mal]
y ten misericordia de mí también",
cada vez que piensas
en ella.