Curso con y sobre las Bienaventuranzas
AL FINAL
Los dones del Espíritu Santo
y las Bienaventuranzas
Vea también S. Juan Pablo II Bienaventurados los Jóvenes
Predicación del P. Cantalamessa sobre las Bienaventuranzas
AL FINAL
Los dones del Espíritu Santo y las Bienaventuranzas
Y he aquí cómo San Agustín nos da una visión de conjunto de lo que significan las bienaventuranzas. Es verdad, San Agustín es un genio. Escuchemos sus palabras: "Debemos fijarnos atentamente en el número de estas sentencias. En estos siete grados conviene observar la obra septiforme del Espíritu Santo que describe Isaías (Is 11, 2: Reposará sobre él el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Dios"). Pero aquél empieza por lo más alto y éste por lo más bajo, porque allí se enseña que el Hijo de Dios habrá de bajar a lo más humilde, y aquí que el hombre, de lo más bajo habrá de elevarse hasta unirse con Dios.
Veamos:
En estas cosas lo primero es el temor, que conviene a los hombres humildes, de quienes se dice: "Bienaventurados los pobres de espíritu", esto es, no los que saben las cosas elevadas, sino los que temen.
La segunda es la piedad, que conviene a los mansos, porque el que busca piadosamente, honra, no reprende, no resiste, lo cual es hacerse manso.
La tercera es la ciencia, que conviene a los que lloran, los que aprendieron por qué males han sido oprimidos, siendo así que pedían los bienes.
La cuarta es la fortaleza, que conviene a los que tienen hambre y sed, porque deseando la alegría sufren por los verdaderos bienes, deseando separarse de los bienes terrenos.
La quinta es el consejo y conviene a los misericordiosos, porque es el único remedio para librarse de tantos males, perdonar a unos y dar a otros.
La sexta es el entendimiento y conviene a los limpios de corazón, los cuales, una vez limpio el ojo, pueden ver lo que el ojo no vio.
La séptima es la sabiduría, que conviene a los pacíficos, en los cuales ninguna disposición es rebelde, sino que obedece al espíritu".
¿Verdad que san Agustín es un genio?
Que sople también sobre nosotros el Espíritu Santo
La Recompensa
"Un solo premio que es el Reino de los Cielos se designa de varias maneras. En el primero está colocado el Reino de los Cielos, que es el principio de la sabiduría perfecta. Como si dijera: "El principio de la sabiduría es el temor de Dios" (Sal 110, 10).
A los mansos, se concede la herencia del reino de los cielos como testamento de un padre hacia los que le buscan con piedad.
A los que lloran se les ofrece el consuelo como conociendo lo que han perdido, y en qué cosas han tomado parte.
A los que tienen hambre se les ofrece la saciedad, como premio que alienta a trabajar por la eterna salvación.
A los misericordiosos se les ofrece misericordia, porque usan del mejor consejo para que se les ofrezca lo que ellos ofrecen.
A los limpios de corazón la facultad de ver a Dios como a los que tienen ojo limpio para entender las cosas eternas.
Y a los pacíficos se les concede la semejanza de Dios. Todas estas cosas pueden cumplirse en esta vida, así como sabemos que se cumplieron con los Apóstoles, porque lo que se ofrece después de esta vida no puede explicarse con palabras" (San Agustín, de sermone Domini, 1,4).
PROFESIÓN DE FE
Hacemos una profesión de nuestra fe en el mensaje de Jesús. Quizás usted puede escribir su propia profesión contemplando lo que ha vivido durante estos días. O simplemente cambiamos "son felices los que" por "somos felices los que..." o "soy feliz junto con los que...".
Creo que son felices los que comparten,
los que viven con poco,
los que no viven esclavos de sus deseos.
Creo que son felices los que saben sufrir,
encuentran en Ti y en sus hermanos el consuelo
y saben dar consuelo a los que sufren.
Creo que son felices los que saben perdonar,
los que se dejan perdonar por sus hermanos,
los que viven con gozo tu perdón.
Creo que son felices los de corazón limpio,
los que ven lo mejor de los demás,
los que viven en sinceridad y en verdad.
Creo que son felices los que siembran la paz,
los que tratan a todos como a tus hijos,
los que siembran el respeto y la concordia.
Creo que son felices los que trabajan
por un mundo más justo y más santo,
y que son más felices
si tienen que sufrir por conseguirlo.
Creo que son felices los que no guardan en su granero
el trigo de esta vida que termina,
sino que lo siembran, sin medida,
para que dé fruto de Vida que no acaba.
Y creo todo esto porque creo
en el hombre lleno del Espíritu,
Jesús de Nazaret, el Señor, Amén.
José Enrique Galarreta
ORACIÓN FINAL
“Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre que hiciste morar en nuestros corazones y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por Jesús tu hijo / siervo. A ti la gloria por los siglos” (Doctrina de los Apóstoles a las Naciones. 10.2).
Para los que desean profundizar más:
Homilía de Juan Pablo II a los jóvenes sobre las Bienaventuranzas, Sábado 2 de febrero de 1985 en el Hipódromo de Lima Perú.
Bienaventuranzas: 8 recetas para la felicidad y un pasaje de la tierra al cielo
LAS BIENAVENTURANZAS (comentarios adicionales)