IMITACIÓN DE CRISTO por TOMAS A KEMPIS Libro I
LIBRO PRIMERO:
AVISOS PROVECHOSOS PARA LA VIDA ESPIRITUAL.
1.- IMITACIÓN DE CRISTO Y DESPRECIO DE VANIDADES
.....Quien me sigue no anda en tinieblas (Jn., 8, 12), dice el Señor.
Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos amonesta que imitemos su
vida y costumbres, si queremos verdaderamente ser alumbrados y libres de
toda la ceguedad del corazón. Sea, pues, nuestro estudio pensar en la vida
de Jesucristo. La doctrina de Cristo excede a la de todos los Santos, y el
que tuviese espíritu hallará en ella maná escondido.
....1. Mas acaece que muchos, aunque a, menudo oigan el Evangelio, gustan
poco de él, porque no tienen el espíritu de Cristo. El que quiera entender
plenamente y saborear las palabras de Cristo, conviene que procure conformar
con Él toda su vida.
.....2. ¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si careces de
humildad, por donde desagradas a la Trinidad? Por cierto, las palabras
subidas no hacen santo ni justo; mas la virtuosa vida hace al hombre amable
a Dios. Más deseo sentir la contrición que saber definirla. Si supieses
toda. 1a Biblia. a la letra y los dichos de todos los filósofos, ¿qué te
aprovecharía todo sin caridad y gracia de Dios Vanidad de vanidades y todo
vanidad (Eccl., l, 2), sino amar y servir solamente a Dios. Suma sabiduría
es, por el desprecio del mundo, ir a los reinos celestiales.
.....3. Vanidad es, pues, buscar riquezas perecederas y esperar en ellas.
También es vanidad desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es seguir
el apetito de la carne y desear aquello por donde después te sea necesario
ser castigado gravemente. Vanidad es desear larga vida y no cuida,: que sea
buena. Vanidad es mirar solamente a esta presente vida y no prever lo
venidero. Vanidad es amar lo que tan presto se paso: y no buscar con
solicitud el gozo perdurable
....4. Acuérdate frecuentemente de aquel dicho de la Escritura: No se harta
la vista de ver ni el oído de oír (Eccl., 1, 8). Procura, pues, desviar tu
corazón de lo visible y traspasarlo a lo invisible, porque los que siguen su
sensualidad manchan su conciencia, y pierden la gracia de Dios.
2.- DEL BAJO APRECIO DE SÍ MISMO
....1.Todos los hombres, naturalmente, desean saber; mas ¿qué aprovecha la
ciencia, sin el temor de Dios? Por cierto, mejor es el rústico humilde que a
Dios sirve, que el soberbio filósofo que, dejando de conocerse, considera el
curso del cielo. El que bien se conoce, tienese por vil, y no se deleita en
alabanzas humanas. Si yo supiera cuanto hay en el mundo y no estubiera en
caridad, ¿Que me aprovecharia delante de Dios, que me juzgará según mis
obras?
.....2. No tengas deseo demasiado de saber, porque en ello se halla grande
estorbo y engaño. Los letrados gustan de ser vistos y tenidos por tales.
Muchas cosas hay que, el saberlas, poco o nada aprovecha al alma; y muy loco
es el que en otras cosas entiende, sino en las que tocan a la salvación. Las
muchas palabras no hartan el alma; mas la buena vida le da refrigerio, y la
pura, conciencia causa gran confianza en Dios.
.....3. Cuanto más y mejor entiendes, tanto más gravemente serás juzgado si
no vivieres santamente. Por eso no te ensalces por alguna de las artes o
ciencias; mas teme del conocimiento que de ella se te ha dado. Si te parece
que sabes mucho y entiendes muy bien, ten por cierto que es mucho más lo que
ignoras. No quieras saber cosas altas (Ron., 11, 21); mas confiesa tu
ignorancia. ¿Por qué te quieres tener en más que otro, hallándose muchos más
doctos y sabios en la Ley que tú? Si quieres saber y aprender algo
provechosamente, desea que no te conozcan ni te estimen.
.....4. EI verdadero conocimiento y desprecio de sí mismo es altísima y
doctísima lección. Gran sabiduría y perfección es sentir siempre bien y
grandes cosas de otros, y tenerse y reputarse en nada. Si vieres a alguno
pecar públicamente o cometer culpas graves, no te debes juzgar por mejor,
porque no sabes cuánto podrás perseverar en el bien. Todos somos flacos; mas
tú a nadie tengas por más flaco que a ti.
3.- DE LA DOCTRINA DE LA VERDAD
.....1. Bienaventurado aquel a quien la Verdad por sí misma enseña, no por
figuras y voces que se pasan, sino así como es. Nuestra estimación y nuestro
sentimiento a menudo nos engañan y conocen poco. ¿Qué aprovecha la gran
curiosidad de saber cosas oscuras y ocultas, pues que del no saberlas no
seremos en el día del juicio reprendidos? Gran locura es que, dejadas las
cosas útiles y necesarias, entendemos con gusto en las curiosas y dañosas.
Verdaderamente, teniendo ojos, no vemos. ¿Qué se nos da de los géneros y
especies de los lógicos. Aquel a quien habla el Verbo Eterno, de muchas
opiniones se desembaraza. De este Verbo salen todas las cosas, y todas
predican este Uno, y éste es el Principio que nos habla ( Je., 8, 25).
Ninguno entiende o juzga sin él rectamente. Aquel a. quien todas las cosas
le fueren uno, y las trajere a uno, y las viere en uno, podrá ser estable y
firme de corazón y permanecer pacífico en Dios. ¡Oh Dios, que eres la
Verdad! Hazme permanecer uno contigo en caridad perpetua. Enójame muchas
veces leer y oír muchas cosas; en Ti está todo lo que quiero y deseo. Callen
todos los doctores; callen las criaturas en tu presencia: háblame Tú solo.
....2. Cuanto alguno fuere más unido contigo, y más sencillo en su corazón,
tanto más y mayores cosas entiende sin trabajo, porque de arriba recibe la
luz de la inteligencia. El espíritu puro, sencillo y constante no se
distrae, aunque entienda en muchas cosas, porque todo lo hace a honra de
Dios; y esfuérzase en estar desocupado en sí de toda curiosidad. ¿Quién más
te impide y molesta que la afición de tu corazón no mortificada? El hombre
bueno y devoto, primero ordena dentro de sí las obras que debe hacer de
fuera. Y ellas no le llevan a deseos de inclinación viciosa; mas él las trae
al albedrío de la recta razón. ¿Quién tiene mayor combate que el que se
esfuerza a vencerse a sí mismo Y esto debería ser nuestro negocio: querer
vencerse a sí mismo, y cada día hacerse más fuerte y aprovechar en
mejorarse.
.....3. Toda la perfección de esta vida tiene consigo cierta imperfección; y
toda nuestra especulación no carece de alguna oscuridad El humilde
conocimiento de ti mismo es más cierto camino para Dios que escudriñar la
profundidad de la ciencia. No es de culpar la ciencia, ni cualquier otro
conocimiento de lo que, en sí considerado, es bueno y ordenado por Dios; mas
siempre se ha de anteponer la buena conciencia y la vida virtuosa. Pero
porque muchos estudian más para, saber que para bien vivir, por eso yerran
muchas veces, y poco o ningún fruto hacen.
.....4. Si tanta, diligencia pusiesen en desarraigar los vicios y sembrar
las virtudes como en mover cuestiones, no se harían tantos males y
escándalos en el pueblo, ni habría tanta. disolución en los monasterios;
Ciertamente, en el día del Juicio no nos preguntarán qué leímos, sino qué
hicimos; ni cuán bien hablamos, sino cuán religiosamente vivimos. Dime:
¿dónde están ahora todos aquellos señores y maestros que tú conociste cuando
vivían y florecían en los estudios? Ya poseen otros sus rentas, y por
ventura no hay quien de ellos se acuerde. En su vida parecían algo; ya no
hay de ellos memoria.
.....5. ¡Oh, cuán presto se pasa la gloria del mundo! Pluguiera a Dios que
su vida concordara con su ciencia, y entonces hubieran estudiado y leído
bien. ¡Cuántos perecen en este siglo por su vana ciencia, que cuidan poco
del servicio de Dios! Y porque eligen ser más grandes que humildes, por eso
se hacen vanos en sus pensamientos. Verdaderamente es grande el que tiene
gran caridad. Verdaderamente es grande el que se tiene por pequeño y tiene
en nada la más encumbrada honra. Verdaderamente es prudente el que todo lo
terreno tiene por estiércol l (Phil., 3, 8) para ganar a Cristo. Y
verdaderamente es sabio el que hace la voluntad de Dios y deja la suya.
4.- DE LA PRUDENCIA EN LAS ACCIONES
.....1. No se debe dar crédito a cualquier palabra ni a cualquier espíritu;
mas con prudencia y espacio se deben, según Dios, examinar las cosas. ¡Oh
dolor! Muchas veces se cree y se dice más fácilmente del prójimo el mal que
el bien ¡Tan flacos somos! Mas los varones perfectos no creen de ligero
cualquier cosa que les cuentan, porque saben ser la flaqueza humana presta
al mal y muy deleznable en las palabras.
.....2. Gran sabiduría es no ser el hombre inconsiderado en lo que ha de
hacer, ni porfiado en su propio sentir. A esta sabiduría también pertenece
no creer a cualesquiera palabras de hombres, ni decir luego a los otros lo
que oye o cree. Toma consejo del hombre sabio y de buena conciencia; y
apetece más ser enseñado de otro mejor, que seguir tu parecer. La buena vida
hace al hombre sabio, según Dios, y experimentado en muchas cosas. Cuanto
alguno fuere más humilde en sí y más sujeto a Dios, tanto será más sabio y
sosegado en todo.
5.- DE LA LECCIÓN DE LAS SANTAS ESCRITURAS
.....1. En las Santas Escrituras se debe buscar la verdad, no la elocuencia.
Toda la Escritura. santa se debe leer con el espíritu que se hizo. Más
debemos buscar el provecho en la Escritura que no la sutileza de palabras.
De tan buena gana debemos leer los libros sencillos y devotos como los
sublimes y profundos. No te mueva la autoridad del que escribe si es de
pequeña o grande ciencia; mas convídete a leer el amor de la pura verdad. No
mires quién lo ha dicho, mas atiende qué tal es lo que se dijo. Los hombres
pasan; mas la verdad del Señor permanece para siempre (Salmo ll6, 2).
.....2. De diversas maneras nos habla Dios sin acepción de personas. Nuestra
curiosidad nos impide muchas veces el provecho que se saca en leer las
escrituras, cuando queremos entender y escudriñar lo que llanamente se debía
pasar. Si quieres aprovechar, lee con humildad fiel y sencillamente, y nunca
desees nombre de letrado. Pregunta de buena voluntad y oye callado las
palabras de los Santos; y no te desagraden las sentencias de los viejos,
porque no las dice) sin causa.
6.- DE LOS DESEOS DESORDENADOS
.....1. Cuantas veces desea el hombre desordenadamente alguna cosa, luego
pierde el sosiego.
El soberbio y el avariento nunca están quietos; el pobre y el humilde de
espíritu viven en mucha paz.
El hombre que no es perfectamente mortificado en sí, presto es tentado y
vencido de cosas pequeñas y viles.
El flaco de espíritu y que aún está inclinado a lo animal y sensible, con
dificultad se puede abstraer totalmente de los deseos terrenos.
Y cuando se abstiene recibe muchas veces tristeza, y se enoja presto si
alguno le contradice.
Pero si alcanza lo que desea, siente luego pesadumbre por el remordimiento
de la conciencia; porque siguió a su apetito, el cual nada aprovecha, para
alcanzar la paz que busca.
En resistir, pues, a las pasiones se halla la, verdadera paz del corazón, y
no en seguirlas.
No hay, pues, paz en el corazón del hombre carnal, ni del que se entrega a
lo exterior, sino en el que es fervoroso y espiritual.
7.- DE LOS DESEOS DESORDENADOS
.....1. Cuantas veces desea el hombre desordenadamente alguna cosa, luego
pierde el sosiego.
El soberbio y el avariento nunca están quietos; el pobre y el humilde de
espíritu viven en mucha paz.
El hombre que no es perfectamente mortificado en sí, presto es tentado y
vencido de cosas pequeñas y viles.
El flaco de espíritu y que aún está inclinado a lo animal y sensible, con
dificultad se puede abstraer totalmente de los deseos terrenos.
Y cuando se abstiene recibe muchas veces tristeza, y se enoja presto si
alguno le contradice.
Pero si alcanza lo que desea, siente luego pesadumbre por el remordimiento
de la conciencia; porque siguió a su apetito, el cual nada aprovecha, para
alcanzar la paz que busca.
En resistir, pues, a las pasiones se halla la, verdadera paz del corazón, y
no en seguirlas.
No hay, pues, paz en el corazón del hombre carnal, ni del que se entrega a
lo exterior, sino en el que es fervoroso y espiritual.
8.- QUE SE HA DE HUIR LA VANA ESPERANZA Y LA SOBERBIA
.....1.Vano es el que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas.
No te avergüences de servir a otros por amor a Jesucristo y parecer pobre en
este siglo.
No confíes de ti mismo, sino pon tu esperanza en Dios. Haz lo que puedas, y
Dios favorecerá tu buena voluntad. No confíes en tu ciencia ni en la astucia
d ningún viviente, sino en la gracia de Dios que ayuda a los humildes y
abate a los presumidos.
.....2. Si tienes riquezas, no te gloríes en ellas ni en los amigos, aunque
sean poderosos, síno en Dios, que todo lo da, y, sobre todo, desea darse a
Sí mismo. No te ensalces por la gallardía y hermosura del cuerpo, que con
pequeña enfermedad destruye y afea. No te engrías de tu habilidad o ingenio,
no sea que desagrades a Dios, de quien es todo bien natural que tuvieres.
.....3. No te estimes por mejor que otros, porque no seas quizá tenido por
peor delante de Díos, que sabe lo que hay en el hombre. No te ensoberbezcas
de tus buenas obras, porque de otra manera son los juicios de Dios que los
de los hombres, y a El muchas veces desagrada lo que a ellos contenta. Si
tuvieres algo bueno, piensa que son mejores los otros, porque así conservas
la humildad. No te daña si te pusieres debajo de todos; mas es muy dañoso si
te antepones a sólo uno. Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón
del soberbio hay emulación y saña frecuente.
9.- QUE SE HA DE EVITAR LA MUCHA FAMILIARIDAD
1. No descubras tu corazón a cualquiera (Eccl., 8, 22), mas comunica tus
cosas con el sabio y temeroso de Dios.
Con los jóvenes y extraños conversa poco. Con los ricos no seas lisonjero,
ni estés de buena gana delante de los grandes. Acompáñate con los humildes y
sencillos y con los devotos y bien acostumbrados, y trata con ellos cosas de
edificación:
To tengas familiaridad con ninguna mujer mas en general encomienda a Dios
todas las buenas. Desea ser familiar a sólo Dios y a sus. ángeles, y huye de
ser conocido de los hombres.
2. Justo es tener caridad con todos; pero no conviene la familiaridad.
Algunas veces sucede que la persona no conocida resplandece por la buena
fama; pero su presencia suele parecer mucho menos. Pensamos algunas veces
agradar a los otros con nuestra conversación; y más los ofendemos porque ven
en nosotros
10.- DE LA OBEDIENCIA Y SUJECIÓN
1. Gran cosa es estar en obediencia, vivir debajo de un superior y no tener
voluntad propia. Mucho más seguro es estar en sujeción que en mando.
Muchos están en obediencia más por necesidad que por caridad; los cuales
tienen trabajo y ligeramente murmuran, y nunca tendrán Libertad de ánimo si
no se sujetan por Dios de todo corazón.
Anda de una parte a otra; no hallarás descanso sino en la humilde sujeción
al superior. La imaginación y mudaría de lugar a muchos ha engañado.
2. Verdad es que cada uno se rige de buena gana por su propio parecer, y se
inclina más a los que siguen su sentir. Mas si Dios está entre nosotros,
necesario es que dejemos algunas veces nuestro parecer por el bien de la
paz. ¿Quién es tan sabio que lo sepa todo enteramente
11.- DEMASIADAS PALABRAS
1. Excusa cuanto pudieres el ruido de los hombres; pues mucho estorba el
tratar de las cosas del siglo, aunque se digan con buena intención.
Porque presto somos amancillados y cautivos de la vanidad.
Muchas veces quisiera haber callado y no haber estado entre los hombres.
Pero, cuál es la causa que tan de gana hablamos y platicamos. unos con
otros, viendo cuán pocas veces volvemos al silencio sin daño de la
conciencia?
La razón es que por el hablar buscamos ser consolados unos de otros y
deseamos aliviar el corazón fatigado de pensamientos diversos.
Y de muy buena gana nos detenemos en hablar y pensar de las cosas que amamos
o sentimos adversas.
Mas, ¡ay dolor!, que muchas veces sucede vanamente y sin fruto; porque esta
exterior consolación es de gran detrimento a la interior y divina.
2. Por eso, velemos y oremos, no se nos pase el tiempo en balde.
Si puedes y conviene hablar, sean cosas que edifiquen.
La mala costumbre y la negligencia de aprovechar ayudan mucho a la poca
guarda de nuestra lengua.
Pero no poco servirá para nuestro espiritual aprovechamiento la devota
plática de cosas espirituales, especialmente cuando muchos de un mismo
espíritu y corazón se juntan en Dios.
12.- PAZ CÓMO SE DEBE ADQUIRIR LA PAZ Y DEL CELO DE APROVECHAR
1. Mucha paz tendríamos si en las dichos y hechos ajenos que no nos
pertenecen no quisiésemos meternos. ¿Cómo puede estar en paz mucho tiempo el
que se entremete en cuidados ajenos, y busca ocasiones exteriores, y dentro
de sí poco o tarde se recoge? bienaventurados los sencillos, porque tendrán
mucha paz.
2. ¿Cuál fue la causa por que muchos de los Santos fueron tan perfectos y
contemplativos? Porque estudiaron en mortificarse totalmente a todo deseo
terreno; y por eso :pudieron con. lo .íntimo del corazón allegarse a Dios y
ocuparse libremente en sí mismos: Nosotros nos ocupamos mucho con nuestras
pasiones; y tenemos demasiado cuidado de lo transitorio. Y también pocas
veces vencemos un vicio perfectamente, ni nos alentamos para aprovechar cada
día, y por esto nos quedamos tibios y aun fríos.
3.Si estuviésemos perfectamente muertos a nosotros mismos, y en lo interior
desocupados, entonces podríamos gustar las cosas divinas y experimentar algo
de la contemplación celestial. El impedimento mayor y total es qué no somos
libres de nuestras inclinaciones y deseos, ni trabajamos por entrar en el
camino perfecto de los Santos.
4.Y también cuando alguna adversidad se nos ofrece, muy presto nos
desalentamos y nos volvemos a las consolaciones humanas. Si nos esforzásemos
más a pelear como fuertes varones, veríamos sin duda la ayuda del Señor que
viene desde el Cielo sobre nosotros. Porque dispuesto está a socorrer a los
que pelean y esperan en su gracia, y nos procura ocasiones de pelear para
que .alcancemos victoria. Si solamente en " las . observancias de fuera
ponemos el aprovechamiento de la vida religiosa, presto se nos acabara la
devoción. Mas pongamos. la segur a la raíz, porque, libres de las pasiones,
poseamos pacíficas nuestras almas.
5. Si cada año desarraigásemos un vicio presto seríamos perfectos. Mas
ahora, al contrario, muchas veces experimentamos que fuimos mejores y más
puros en el principio de nuestra conversión que después de muchos años de
profesos. Nuestro fervor y aprovechamiento cada día debe crecer; mas ahora
ya nos parece mucho conservar alguna parte del primer fervor. Si al
principio hiciésemos algún esfuerzo, podríamos después hacerlo todo con
facilidad y gozo. 6. Grave cosa es dejar la, costumbre; pero, más grave es
ir contraria propia voluntad. Mas si no vences las cosas pequeñas y ligeras,
¿cómo vencerás las dificultosas?
Resiste en los principios a tu inclinación, y deja la mala costumbre, porque
no te lleve poco a poco a mayor dificultad. ¡Oh, si mirases cuánta paz a ti
mismo, y cuánta alegría darías a los otros rigiéndote bien, yo creo que
serías más solícito en el aprovechamiento espiritual!
13.- DEL PROVECHO DE LAS ADVERSIDADES
1. Bueno es que algunas veces nos sucedan cosas adversas y vengan
contrariedades, porque suelen atraer al hombre al corazón, para que se
conozca desterrado y no ponga su esperanza en cosa alguna del mundo. Bueno
es que padezcamos a veces contradicciones y que sientan de nosotros mal e
imperfectamente, aunque hagamos bien y tengamos buena intención. Estas cosas
de ordinario ayudan a la humildad y nos defienden de la vanagloria. Porque
entonces mejor buscamos a Dios por testigo interior, cuando por de fuera
somos ,despreciados de los hombres, y no nos dan crédito.
2. Por eso debía. uno afirmarse de tal manera en Dios, que no le fuese
necesario buscar muchas consolaciones humanas. Cuando el hombre de buena
voluntad es atribulado, o tentado, o afligido con malos pensamientos;
entonces conoce tener de Dios mayor . necesidad, experimentando que sin EI
no puede nada bueno. Entonces también se entristece, gime y ora a Dios por
las miserias que padece. Entonces le es molesta la vida larga, y desea
hallar la muerte para ser desatado de este cuerpo y estar con Cristo (
Filip., l; 3) .
Entonces también - conoce que no puede haber en el mundo perfecta seguridad
ni cumplida paz.
14.- CÓMO SE HA DE RESISTIR A LAS TENTACIONES
1. Mientras en el mundo vivimos no podemos estar sin tribulaciones y
tentaciones:
Por lo cual está escrito en Job (, 1): Tentación es la vida del hombre sobre
la tierra.
Por eso cada uno debería tener mucho cuidado acerca de sus tentaciones y
velar en oración, porque no halle el demonio lugar de engañarle, que nunca
duerme, sino busca todos lados a quién tragarse. (1 Pedro 5, 8).
Ninguno hay tan perfecto ni tan santo que no tenga algunas veces
tentaciones, y no podemos vivir sin ellas.
2. Mas las tentaciones son muchas veces utilsimas al hombre, aunque sean
graves y pesadas; porque en ellas es uno humillado, purgado y enseñado.
Todos los Santos por. muchas tribulaciones y tentaciones pasaron; y
aprovecharon. Y los que no las quisieron resistir fueron tenidos. por
réprobos y sucumbieron.
No hay religión tan santa, ni lugar tan secreto, que no haya tentaciones y
adversidades.
3. No hay hombre seguro del todo de tentaciones mientras vive; porque en
nosotros mismos .está la causa de donde vienen, pues que nacimos con la
inclinación al pecado.
Pasada una tentación o tribulación, sobreviene otra; y siempre tendremos que
sufrir, porque se perdió el bien de nuestra felicidad.
Muchos quieren huir las tentaciones y caen en ellas más gravemente.
No se puede vencer con sólo huirlas; mas con paciencia y verdadera humildad
nos hacemos más fuertes que todos los enemigos:
4. El que solamente quita el mal que se ve y no arranca la raíz, poco
aprovechará; antes tornarán a él más presto las tentaciones, y se hallará
peor.
Poco a poco, con paciencia y larga esperanza, vencerás (con el favor divino)
mejor, que no con violencia y propia fatiga.
Toma muchas veces consejo en la tentación, y no seas desabrido con el que
está tentado; antes procura consolarle, como tú lo quisieras para ti.
5. El principio de toda mala tentación es la inconstancia del ánimo y la
poca confianza en Dios.
Porque como la nave sin timón la llevan a una .y. otra parte las olas, así
el hombre descuidado y que desiste de su propósito es tentado de diversas
maneras.
El fuego prueba el hierro, y la tentación al hombre justo.
Muchas veces no sabemos .lo que podernos; mas la tentación descubre lo que
somos
Debemos, pues, velar principalmente al venir la tentación; porque entonces
mas fácilmente es vencido el enemigo cuando no le dejamos pasar de la puerta
del alma y se le resiste al umbral luego que toca.
Por lo cual dijo uno:
Atajar al principio el mal procura;
si llega a echar raíz, tarde se cura (1): Porque primeramente se ofrece al
alma el pensamiento sencillo; después, la importuna imaginación; luego, la
delectación y el torpe movimiento y el. consentimiento,
Y así se entra poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo, por no
resistirle al principio.
Y cuanto más tiempo fuere uno perezoso en resistir, tanto se hace cada día
más flaco; y el enemigo contra él más fuerte.
6: Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, y otros
al fin.
Pero otros son molestados casi por toda su vida.
Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y el juicio de la
divina Providencia, que mide el estado y los méritos de los hombres, y todo
lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos.
7. Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados, sino antes rogar a
Dios con mayor fervor que sea servido de ayudarnos en toda tribulación; el
cual, sin duda, según el dicho de San Pablo, nos dará, junto con tentación,
.tal auxilio, que La podamos resistir
(1 Cor., 10, 13).
Humillemos, pues, nuestras almas debajo de la mano de Dios en toda
tribulación y tentación, porque E1 salvará y engrandecerá a los humildes de
espíritu.
8. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno ha aprovechado, y en
ellas consiste el mayor merecimiento y se conoce mejor la virtud.
No es mucho ser un hombre devoto y fervoroso cuando no siente pesadumbre;
mas si en el tiempo de la adversidad se. sufre con paciencia, esperanza es
de gran provecho.
Algunos no se rinden a grandes tentaciones, y son vencidos a menudo en las
menores y comunes, para que, humillados, nunca confíen de sí en grandes
cosas, siendo flacos en las pequeñas.
15.- QUE SE DEBEN EVITAR LOS JUICIOS TEMERARIOS
1. Pon los ojos. en ti mismo y guárdate de juzgar las obras ajenas. En
juzgar a otros se ocupa uno en vano, yerra muchas veces y peca fácilmente;
mas juzgando y examinándose a sí mismo se emplea siempre con fruto.
Muchas veces juzgamos según nuestro gusta de las cosas, pues fácilmente
perdemos el verdadero juicio de ellas por el amor propio. Si fuese Dios
siempre el fin puramente de nuestro deseo, no nos turbaría tan presto la
contradicción de nuestra sensualidad. Pero muchas veces tenemos algo adentro
escondido, o de fuera se ofrece; cuya afición nos lleva tras sí.
2. Muchos buscan secretamente su propia comodidad en las obras que" hacen; y
no se dan cuenta. También les parece estar en buena paz cuando se hacen las
cosas a su voluntad y gusto; mas si de otra manera suceden, presto se
alteran y entristecen.
Por la diversidad de los pareceres y opiniones, muchas veces se levantan
discordias entre los amigos y vecinos, entre los religiosos y devotos.
La costumbre antigua con dificultad se quita, y ninguno deja de buena gana
su propio parecer. Si en tu razón e industria estribas mas que en la virtud
de la sujeción de Jesucristo, pocas veces y tarde serás ilustrado, porque
quiere Dios que nos sujetemos a Él perfectamente, y que nos levantemos sobre
toda razón, inflamados de su amor.
16.- DE LAS OBRAS HECHAS POR CARIDAD
1. Por ninguna cosa del mundo ni por amor de alguno se debe hacer lo que es
malo; mas por el provecho de quien lo hubiere menester, alguna vez se puede
dejar la buena obra, o trocarse por otra mejor. De esta suerte no se deja la
buena obra, sino que se muda en mejor.
La obra exterior sin caridad no aprovecha; pero lo que se hace con caridad,
por poco y despreciable que sea, se hace todo fructuoso. Pues, ciertamente,
más mira Dios al corazón que a la obra que se hace.
2. Mucho hace el que mucho ama. Mucho hace el que todo lo hace bien. Bien
hace el que sirve más al bien común que a su voluntad propia.
Muchas veces parece caridad lo que es amor propio; porque la inclinación de
la naturaleza, la propia voluntad, la esperanza de la recompensa, el gusto
de la comodidad, rara vez nos abandonan.
3. El que tiene verdadera y perfecta caridad, en ninguna cosa se busca a si
mismo, sino solamente desea que Dios sea glorificado en todas. De nadie
tiene envidia, porque no ama gusto alguno particular, ni se quiere gozar en
sí; mas desea, sobre todas las cosas, gozar de Dios. A nadie atribuye ningún
bien; mas refiérelo todo a Dios, del cual, como de fuente, manan todas las
cosas, en el que, finalmente, todos los Santos descansan con perfecto gozo.
¡Oh, quién tuviese una centella de verdadera caridad! Por cierto que
sentiría estar todas las cosas llenas de vanidad.
17.- DE SOBRELLEVAR LOS DEFECTOS AJENOS
1. Lo que no puede un hombre enmendar en sí ni en los otros, débelo sufrir
con paciencia, hasta que Dios lo ordene de otro modo. Piensa que por ventura
te está así mejor para tu probación y paciencia, sin la cual no son de mucha
estimación nuestros merecimientos.
Mas debes rogar a Dios por estos estorbos, porque tenga por bien de
socorrerte para que buenamente los toleres.
2. Si alguno, amonestado una vez o dos, no se enmendare, no porfíes con él,
sino recomiéndalo todo a Dios, para que se haga su voluntad y Él sea honrado
en todos sus siervos, que sabe sacar de los males bienes.
Estudia y aprende a sufrir con paciencia cualesquiera defectos y flaquezas
ajenos, pues tú también tienes mucho en que te sufran los otros.
Si no puedes hacerte a ti cual deseas, ¿cómo quieres tener a otro a la
medida de tu deseo? De buena gana queremos a los otros perfectos, y no
enmendamos los propios defectos.
3. Queremos que los otros sean castigados con rigor, y nosotros no queremos
ser corregidos.
parécenos mal si a 1os otros se les da larga licencia, y nosotros no
queremos que cosa que pedimos se nos niegue.
Queremos que los demás estén sujetos a las ordenanzas, pero nosotros no
sufrimos que nos sea prohibida cosa alguna. Así parece claro cuán pocas
veces amamos al prójimo como a nosotros mismos.
Si todos fuesen perfectos, ¿qué teníamos que sufrir por Dios de nuestros
hermanos?
4. Pero así lo ordenó Dios para que aprendamos a Llevar recíprocamente
nuestras cargas (Gal, 6, 2}; porque ninguno hay sin ellas, ninguno sin
defecto, ninguno es suficiente ni cumplidamente sabio para sí; antes importa
llevarnos, consolarnos y juntamente ayudarnos unos a otros, instruirnos y
amonestarnos.
De cuánta virtud sea cada uno, mejor se descubre en la ocasión de la
adversidad. Porque 1as ocasiones no hacen al hombre flaco, pero declaran lo
que es.
18.- DE LA VIDA MONÁSTICA
1. Conviene que aprendas, a quebrantarte en muchas cosas, si quieres tener
paz y concordia con otros.
No es poco morar en los monasterios y congregaciones, y allí conversar sin
quejas, y perseverar fielmente hasta la muerte.
Bienaventurado es el que vive allí bien y acaba dichosamente. Si quieres
estar bien y aprovechar, mírate como desterrado y peregrino sobre la tierra.
Conviene hacerte simple por Cristo, si quieres seguir la v ida religiosa.
2. El hábito y la corona poco hacen; mas la mudanza de las costumbres y la
entera mortificación de las pasiones hacen al hombre verdadero religioso.
El que busca algo fuera de Dios y la salvación de su alma, no hallará sino
tribulación y dolor. No puede estar mucho tiempo en paz el que no procura
ser el menor y el más sujeto de todos.
3. Viniste a servir, no a mandar; persuádete que fuiste llamado para
trabajar y padecer, no para holgar y parlar. Pues aquí se prueban los
hombres, como el oro en el crisol (Sap 3, 6).
Aquí no puede estar alguno, si no quiere de todo corazón humillarse por
Dios.
19.- DE LOS EJEMPLOS DE LOS SANTOS PADRES
1. Considera bien los heroicos ejemplos de los Santos Padres, en los cuales
resplandeció la verdadera perfección y religión, y verás cuán poco o casi
nada es lo que hacemos.
¡Ay de nosotros? ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya?
Los Santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y en sed, en frío
y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y
santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.
2. ¡Oh, cuán graves y cuántas tribulaciones padecieron los apóstoles,
mártires, confesores, vírgenes y todos los demás que quisieron seguir las
pisadas de Cristo?
Pues en este mundo aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la vida
eterna
¡Oh, cuán estrecha y retirada vida hicieron los Santos Padres en el yermo!
¡Cuán largas y graves tentaciones padecieron! ¡Cuán de ordinario fueron
atormentados del enemigo! ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron
a Dios! ¡Cuán rigurosas abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor
tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para
vencer los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios!
3. De día trabajaban, y por la noche se ; ocupaban en larga oración; aunque
trabajan do, no cesaban de la oración mental.
Todo el tiempo gastaban bien; las horas les parecían cortas para darse a
Dios, y por la gran dulzura de la contemplación, se olvidaban de la
necesidad del mantenimiento corporal.
Renunciaban todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos;
ninguna cosa ~ querían del mundo; apenas tomaban lo necesario para la vida,
y les era pesado servir a su cuerpo aun en las cosas más necesarias. De modo
que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos en gracia y virtudes.
En lo de fuera eran necesitados; pero en lo interior estaban con la gracia y
divinas consolaciones recreados.
Ajenos eran al mundo, mas muy allegados a Dios, del cual eran familiares
amigos. Teníanse por nada en cuanto a sí mismos y para nada con el mundo
eran despreciados; mas en los ojos de Dios eran muy preciosos y amados.
Estaban en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; andaban en
caridad y paciencia, y por esa cada día crecían en espíritu y alcanzaban
mucha gracia delante de Dios.
Fueron puestos por dechados a todos los religiosos, y más nos deben mover
para aprovechar en el bien, que no la muchedumbre de los tibios para aflojar
y descaecer.
4. ¡Oh, cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de
sus sagrados institutos! ¡Cuánta la devoción de la oración! ¡Cuanto el celo
de la virtud! ¡Cuánta disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia
al superior hubo en todas las cosas!
Aun hasta ahora dan testimonio de ello las señales que quedaron, de que
fueron verdaderamente varones santos y perfectos los que, peleando tan
esforzadamente, vencieron al mundo.
Ahora ya se estima en mucho aquel que no quebranta la Regla, y con paciencia
puede sufrir lo que aceptó por su voluntad.
5. ¡Oh tibieza y negligencia de nuestro estado, que tan presto declinamos
del fervor primero, y nos es molesto el vivir por nuestra flojedad y
tibieza!
¡Pluguiese a Dios que no durmiese en ti el aprovechamiento de las virtudes,
pues viste muchas veces tantos ejemplos de devotos!
20.- DE LOS EJERCICIOS DEL BUEN RELIGIOSO
1. La vida del buen religioso debe resplandecer en toda virtud; que sea tal
en lo interior cual parece de fuera.
Y con razón debe ser mucho más lo interior que lo que se mira exteriormente,
porque nos mira nuestro Dios, a quien debemos suma reverencia dondequiera
que estuviésemos, y debemos andar en su presencia tan puros como los
ángeles.
Cada. día debemos renovar nuestro propósito y excitarnos a mayor fervor,
como si hoy fuese el primer día de nuestra conversión, y decir: Señor, Dios
mío, ayúdame en mi buen intento y en tu santo servicio, y dame gracia para
que comience hoy perfectamente, porque no es nada cuanto hice hasta aquí.
2. Según es nuestro propósito, así es nuestro aprovechamiento; y quien
.quiere aprovecharse bien, ha menester ser muy diligente.
Si el que propone firmemente falta muchas veces, ¿qué será el que tarde o
nunca propone?
Acaece de diversos modos el. dejar nuestro " propósito; y faltar de ligero
en los ejercicios acostumbrados no pasa sin algún daño. El propósito de los
justos más pende de la gracia de Dios que del saber propio; en el confían
siempre y en cualquier cosa que comienzan. Porque el hombre propone, pero
Dios dispone; y no está en mano del hombre su camino (Prov., I6, 9; Jer.,
10, 23).
3. Si por caridad y por provecho del prójimo se deja alguna vez el ejercicio
acostumbrado, después se puede reparar fácilmente.
Mas, si por fastidio del corazón o por negligencia ligeramente se deja; muy
culpable es y resultará muy dañoso.
Esforcémonos cuanto pudiéremos, que aun así, en muchas faltas caeremos
fácilmente.
Pero alguna cosa determinada debemos siempre proponernos, y principalmente
contra las faltas que mas nos estorban.
Debemos examinar y ordenar todas nuestras cosas exteriores e interiores,
porque todo conviene para el aprovechamiento espiritual.
4. Si no puedes recogerte de continuo, hazlo de cuando en cuando y, por lo
menos, una vez al día, por la mañana o por la noche.
Por la mañana, propón; a la noche, examina tus obras; cuál has sido este día
en palabras, obras y pensamientos; porque puede ser que hayas ofendido en
esto a Dios y al prójimo muchas veces.
Ármate como varón contra las malicias del demonio; refrena la gula y
fácilmente refrenarás toda inclinación de la carne.
Nunca estés del todo ocioso, sino lee, o escribe, o reza, o medita, o haz
algo de provecho para la comunidad.
Pero los ejercicios corporales se deben tornar con discreción, porque no son
igualmente convenientes para todos.
5. Los ejercicios particulares no se deben hacer públicamente, porque con
más seguridad se ejercitan en secreto.
Guárdate, empero, no seas perezoso para lo común, y pronto para lo
particular, sino cumplido muy bien lo que debes y te está encomendado; si
tienes lugar, éntrate dentro de ti como desea tu devoción.
No todos podemos ejercitar una misma cosa; unas convienen más a unos y otras
a otros. También, según el tiempo, te serán más a propósito diversos
ejercicios; porque unos son me ores para las fiestas, otros par a los d��as
de trabajo.
Necesitamos de unos para el tiempo de la tentación, y de otros para el de la
paz y sosiego. En unas cosas es bien pensar cuando estamos tristes, y en
otras, cuando alegres en el Señor.
6. En las fiestas principales debemos renovar nuestros buenos ejercicios, e
invocar con mayor fervor la intercesión de los Santos.
De una fiesta para otra debemos proponer algo, como si entonces hubiésemos
de salir de este mundo y llegar a la eterna festividad.
Por eso debemos prevenirnos con cuidado en los tiempos devotos y conversar
con mayor devoción y guardar toda observancia más estrechamente, como quien
ha de recibir en breve de Dios el premio de sus trabajos.
7. Y si se dilatare, creamos que no estamos preparados, y que aún somos
indignos de tanta gloria corno se declarara en nosotros (Rom, 8, 18) acabado
el tiempo de la vida, y estudiemos en prepararnos mejor para morir:
Bienaventurado el siervo (dice el evangelista San Lucas) a quien, cuando
viniere el Señor, le hallare velando; en verdad os digo que Le constituirá
sobre todos sus bienes (Lc, 12, 43).
21.- DEL AMOR A LA SOLEDAD Y AL SILENCIO
1. Busca tiempo a propósito para estar contigo y piensa a menudo en las
beneficios de Dios.
Deja las cosas curiosas: lee tales materias, que te den más compunción que
ocupación.
Si te apartares de conversaciones superfluas y de andar ocioso y de oír
noticias y murmuraciones, hallarás tiempo suficiente y a propósito para
entregarte a santas meditaciones.
Los mayores Santos evitaban cuanto podían la compañía de los hombres, y
elegían el vivir para Dios en su retiro.
2. Dijo uno: (Cuantas veces estuve entre los hombres volví menos hombre»
(1). Lo cual experimentamos cada día cuando hablamos mucho.
Más fácil cosa es callar siempre que hablar sin errar.
Más fácil es encerrarse en su casa que guardarse del todo fuera de ella.
Por esto, al que quiere llegar a las cosas interiores y espirituales le
conviene apartarse con Jesús de la gente.
Ninguno se muestra seguro en público, sino el que se esconde
voluntariamente.
Ninguno habla con acierto, sino el que calla de buena gana.
Ninguno preside dignamente, sino el que se sujeta con gusto.
Ninguno manda con razón, sino el que aprendió a obedecer sin replicar.
3. Nadie se alegra seguramente, sino quien tiene el testimonio de la buena
conciencia. Pues la seguridad de los Santos siempre estuvo llena de temor
divino.
Ni por eso fueron menos solícitos y humildes en sí, aunque resplandecían en
grandes virtudes y gracias.
Pero la seguridad de los malos nace de la soberbia y presunción, y al fin se
convierte en su mismo engaño. Nunca te tengas por seguro en esta vida,
aunque parezcas buen religioso o devoto ermitaño
4. Los muy estimados por buenos, muchas veces han caído en graves peligros
por su mucha confianza.
Por lo cual es utilísimo a muchos que no les falten del todo tentaciones y
que sean muchas chas veces combatidos, porque no se aseguren demasiado de si
propios, porque no se levanten con soberbia, ni tampoco se entreguen
demasiadamente a los consuelos exteriores.
¡Oh, quién nunca buscase alegría transitoria! ¡Oh, quién nunca se ocupase en
el mundo, y cuán buena conciencia guardaría!
¡Oh, quién quitara de sí todo vano cuidado, y pensase solamente las cosas
saludables y divinas, y pusiese toda su esperanza en Dios, cuánta paz y
sosiego poseería!
5. Ninguno es digno de la consolación celestial si no se ejercitare con
diligencia en la santa contrición.
Si quieres arrepentirte de corazón, entra en tu retiro, y destierra de ti
todo bullicio del Mundo, según está escrito: Contristaos en vuestros
aposentos (Salmo 4, 5). En la celda hallarás lo que perderás muchas veces
por de fuera.
El retiro usado se hace dulce, y el poco usado causa hastío. Si al principio
de tu conversión le frecuentares y guardares bien, te será después dulce
amigo y agradable consuelo.
6. En el silencio y sosiego aprovecha el alma devota y aprende los secretos
de las Escrituras.
Allí halla arroyos de lágrimas con que lavarse y purificarse todas las
noches, para hacerse. tanto más familiar a su Hacedor cuanto más se desviare
del tumulto del siglo.
Y así el que se aparta de sus amigos y conocidos, estará más cerca de Dios y
de sus santos ángeles.
Mejor es esconderse y cuidar de sí, que con descuido propio hacer milagros.
Muy loable es al hombre religioso salir fuera pocas veces, huir de que le
vean y no querer ver a los hombres.
7. ¿Para qué quieres ver lo que no te conviene tener?
EL mundo pasa y sus deleites (1 Jn., 2, 1"7). Los deseos sensuales nos
llevan a pasatiempos; mas, pasada aquella hora, qué nos queda, sino
pesadumbre de conciencia y derramamiento de corazón?
La salida alegre causa muchas veces triste vuelta, y la alegre trasnochada
hace triste mañana. Así, todo gozo carnal entra blandamente; mas al cabo,
muerde y mata.
¿Qué puedes ver en otro lugar, que aquí no lo veas? Aquí ves el cielo y la
tierra y todos los elementos, y de éstos fueron hechas todas las cosas.
8. ¿Qué puedes ver en algún lugar, que permanezca mucho tiempo debajo del
sol?
¿Piensas, acaso, satisfacer tu apetito? Pues no lo alcanzarás. Si vieses
todas las cosas delante de ti, ¿qué sería sino una vista vana?
Alza tus ojos a Dios en el cielo, y ruega por tus pecados y negligencias.
Deja lo vano a los vanos, y tú ten cuidado de lo que te manda Dios. Cierra
tu puerta sobre ti, y llama a tu amado Jesús; permanece con El en tu
aposento, que no hallarás en otro lugar tanta paz.
Si no salieras ni oyeras noticias, mejor perseverarías en santa paz. Pues te
huelgas de oír algunas veces novedades, conviénete sufrir inquietudes de
corazón.
22.- DE LA COMPUNCIÓN DEL CORAZÓN.
1. Si quieres aprovechar algo, consérvate en el temor de Dios, y no quieras
ser demasiado libre; mas con severidad refrena todos tus sentidos y no te
entregues a vanos contentos.
Date a la compunción del corazón, y te hallarás devoro.
La compunción causa muchos bienes, que la disolución suele perder en breve.
Maravilla es que el hombre pueda alegrarse alguna vez perfectamente en esta
vida considerando su destierro, y pensando los muchos peligros de su alma.
2. Por la liviandad del corazón y por el descuido de nuestros defectos no
sentimos los males de nuestra alma, pero muchas veces reímos sin razón,
cuando con razón deberíamos llorar.
No hay verdadera libertad ni plácida alegría, sino con el temor de Dios con
buena conciencia.
Bienaventurado aquel que puede desviarse de todo estorbo de distracción, y
recogerse a lo interior de la santa compunción.
Bienaventurado el que renunciare todas las cosas que pueden mancillar o
agravar su conciencia.
Pelea como varón: una costumbre vence a otra costumbre.
Si tú sabes dejar los hombres, ellos bien te dejarán hacer tus buenas obras.
3. No te ocupes en cosas ajenas ni te entremetas en las causas de los
mayores.
Mira siempre primero por ti, y amonéstate a ti mismo más especialmente que a
todos cuantos quieres bien.
Si no eres favorecido de los hombres, no te entristezcas por eso, sino
aflígete de que no te portas con el cuidado y circunspección que convienen a
un siervo de Dios y a un devoto religioso.
Muy útil y seguro es que el hombre no tenga en esta vida muchas
consolaciones, mayormente según la carne. Pero de no tener o gustar rara vez
las cosas divinas, nosotros tenemos la culpa; porque no buscamos la
compunción, ni desechamos del todo lo vano y exterior.
4. Reconócete por indigno de la divina consolación; antes bien créete digno
de ser atribulado. Cuando el hombre tiene perfecta contrición, entonces le
es grave y amargo todo el mundo. El que es bueno halla bastante materia para
dolerse y llorar; porque ora se mire a sí mismo, ora piense en su prójimo,
sabe que ninguno vive aquí sin tribulaciones. Y cuando con más rectitud se
mire, tanto más halla por qué dolerse. Materia de justo dolor y entrañable
contrición son nuestros pecados y vicios, en que estamos tan caídos, que
pocas veces podemos contemplar las cosas celestiales.
5. Si continuamente pensases más en tu muerte que en vivir largo tiempo, no
hay duda que te enmendarías con mayor fervor. Si pensases también de todo
corazón en las penas futuras del infierno, o del purgatorio, creo que de
buena gana sufrirías cualquier trabajo y dolor, y no temerías ninguna
austeridad; pero como estas cosas o pasan al corazón y amamos siempre el
regalo, permanecemos demasiadamente fríos y perezosos. Muchas veces por
falta de espíritu se queja el recuerdo miserable. Ruega, pues, con humildad
al Señor que te dé espíritu de contrición, y di con el profeta: Dame, Señor,
a comer el pan de lágrimas, y a beber en abundancia el agua de mis lloros.
23.- CONSIDERACIÓN DE LA MISERIA HUMANA.
1. Miserable serás dondequiera que fueres y dondequiera que te volvieres, si
no te conviertes a Dios. ¿Por qué te afliges de que no te suceda lo que
quieres y deseas? ¿Quién es que tiene todas las cosas a medida de su
voluntad? Ni yo, ni tú, ni hombre alguno sobre la tierra. Ninguno hay en el
mundo sin tribulación o angustia, aunque sea rey o Papa. ¿Pues, quién es el
que está mejor? Ciertamente el que puede padecer algo por Dios.
2. Dicen muchos flacos y enfermos: ¡Mirad cuán buena vida tiene aquel
hombre! ¡Cuán rico! ¡Cuán grande! ¡Cuán poderoso y ensalzado! Pero atiende a
los bienes del cielo, y verás que todas estas cosas temporales nada son sino
muy inciertas y gravosas; porque nunca se poseen sin cuidado y temor. No
está la felicidad del hombre en tener la abundancia de lo temporal; bástale
una medianía. Por cierto que miseria es vivir en la tierra. Cuando el hombre
quisiere ser más espiritual, tanto más amarga se le hará la vida; porque
conoce mejor y ve más claro los defectos de la corrupción humana. Porque
comer, beber, velar, dormir, reposar, trabajar y estar sujeto a las demás
necesidades naturales, en verdad es grande miseria y pesadumbre al hombre
devoto, el cual desea ser desatado de este cuerpo y libre de toda culpa.
3. Pues el hombre interior está muy gravado con todas las necesidades
corporales en este mundo. Por eso, el profeta ruega devotamente que le libre
de ellas diciendo: Líbrame, Señor, de mis necesidades. Mas, ¡ay de los que
aman esta miserable y corruptible vida! Porque hay algunos tan abrazados con
ella, que aunque con mucha dificultad, trabajando o mendigando tengan lo
necesario, si pudiesen vivir aquí siempre, no cuidarían del Reino de Dios.
4. ¡Oh, locos y duros de corazón, los que tan profundamente se envuelven en
la tierra, que nada gustan sino de las cosas carnales! Mas en el fin
sentirán gravemente cuán vil y nada lo que amaron. Los santos de Dios y
todos los devotos amigos de Cristo no tenían en cuenta de lo que agradaba a
la carne, ni de lo que florecía en la vida temporal sino que, toda su
esperanza e intención suspiraba por los bienes eternos. Todo su deseo se
levantaba a lo duradero e invisible; porque no fuesen abatidos a las cosas
bajas con el amor de lo visible. No pierdas hermano, la confianza de
aprovechar en las cosas espirituales: aún tienes tiempo y ocasión.
5. ¿Por qué quieres dilatar tu propósito? Levántate, y comienza en este
momento, y di: Ahora es tiempo de obrar, ahora es tiempo de pelear, ahora es
tiempo conveniente para enmendarme. Cuando no estás bueno y tienes alguna
tribulación, entonces es tiempo de merecer. Conviene que pases por fuego y
por agua antes que llegues al descanso. Si no te hicieres fuerza, no
vencerás el vicio. Mientras estamos en este frágil cuerpo, no podemos estar
sin pecado, ni vivir sin fatiga y dolor. De buena gana tendríamos descanso
de toda miseria; pero como por el pecado perdimos la inocencia hemos perdido
también la verdadera felicidad. Por eso nos importa tener paciencia y
esperar la misericordia de Dios hasta que se acabe la malicia, y la muerte
destruya esta vida.
6. ¡Oh, cuánta es la flaqueza humana, que siempre está inclinada a los
vicios! Hoy confiesas tus pecados, y mañana vuelves a cometer lo confesado.
Ahora propones de guardarte, y de aquí a una hora obras como si nada
hubieras propuesto. Con mucha razón, pues, podemos humillarnos, y no sentir
de nosotros cosa grande, pues somos tan flacos y tan mudables. Presto se
pierde por descuido lo que con mucho trabajo dificultosamente se ganó por
gracia.
7. ¿Qué será de nosotros al fin, pues ya tan temprano estamos tibios?
¡Ay de nosotros si así queremos ir al descanso, como si ya tuviésemos paz y
seguridad, cuando aún no parece señal de verdadera santidad en nuestra
conversión!
Bien sería necesario que aún fuésemos instruidos otra vez como dóciles
novicios en las buenas costumbres, si por ventura hubiese esperanza de
alguna futura enmienda, y de mayor aprovechamiento espiritual.
24.- DE LA MEDITACIÓN DE LA MUERTE.
1. Muy presto será contigo este negocio; mira cómo te has de componer. Hoy
es el hombre y mañana no parece.
En quitándolo de la vista, se va presto también de la memoria.
¡Oh torpeza y dureza del corazón humano, que solamente piensa en lo
presente, sin cuidado de lo por venir!
Así habías de conducirte en toda obra y pensamiento, como si hoy hubieses de
morir.
Si tuvieses buena conciencia, no temerías mucho la muerte.
Mejor fuera evitar los pecados que huir de la muerte.
Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana?
Mañana es día incierto; y ¿qué sabes si amanecerás mañana?
2. ¿Qué aprovecha vivir mucho, cuando tan poco nos enmendamos? ¡Ah! La larga
vida no siempre nos enmienda, antes muchas veces añade pecados.
¡Ojalá hubiéramos vivido un día bien en este mundo!
Muchos cuentan los años de su conversión, pero muchas veces es poco el fruto
de la enmienda.
Si es temeroso el morir, puede ser que sea más peligroso el vivir mucho.
Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante de sus ojos
y se dispone cada día a morir.
Si has visto alguna vez morir un hombre, piensa que por aquella carrera has
de pasar.
3. Cuando fuere de mañana, piensa que no llegarás a la noche, no te atrevas
a prometer ver la mañana.
Por eso está siempre prevenido, y vive de tal manera, que nunca te halle la
muerte desapercibido.
Muchos mueren de repente: porque en la hora que no se piensa vendrá el Hijo
del hombre.
Cuando viniere aquella hora postrera, de otra suerte comenzarás a sentir de
toda tu vida pasada, y te dolerás mucho de haber sido tan negligente y
perezoso.
4. ¡Qué bienaventurado y prudente es el que vive de tal modo, cual desea le
halle Dios en la hora de la muerte!
El perfecto desprecio del mundo, el ardiente deseo de aprovechar en las
virtudes, el amor de la austeridad, el trabajo de la penitencia, la
prontitud de la obediencia, el renunciarse a sí mismo, la paciencia en toda
adversidad por amor de nuestro Señor Jesucristo, gran confianza le darán de
morir felizmente.
Muchas cosas buenas podrías hacer mientras estás sano; pero cuando enfermo
no sé qué podrás.
5. No confíes en amigos, ni en vecinos, ni dilates para después tu
salvación; porque más presto de lo que piensas estarás olvidado de los
hombres.
Mejor es ahora con tiempo prevenir algunas buenas obras que envíes adelante,
que esperar en el socorro de otros.
Si tú no eres solícito para ti ahora, ¿quién tendrá cuidado de ti después?
Ahora es el tiempo muy precioso; ahora son los días de salud; ahora es el
tiempo aceptable.
Pero ¡ay dolor! que lo gastas sin aprovecharte, pudiendo en él ganar para
vivir eternamente.
Vendrá cuando desearás un día o una hora para enmendarte, y no sé si te será
concedida.
6. ¡Oh hermano! ¡De cuánto peligro te podrías librar, y de cuán grave
espanto salir, si estuvieses siempre temeroso de la muerte y preparado para
ella!
Trata ahora de vivir de modo que en la hora de la muerte puedas más bien
alegrarte que temer.
Aprende ahora a morir al mundo, para que entonces comiences a vivir con
Cristo.
Aprende ahora a despreciarlo todo, para que entonces puedas libremente ir a
Cristo.
Castiga ahora tu cuerpo con penitencia, porque entonces puedas tener
confianza cierta.
7. ¡Oh necio! ¿Por qué piensas vivir mucho, no teniendo un día seguro?
Cuántos que pensaban vivir mucho, se han engañado, y han sido separados del
cuerpo cuando no lo esperaban!
¿Cuántas veces oíste contar que uno murió a cuchillo, otro se ahogó, otro
cayó de alto y se quebró la cabeza, otro comiendo se quedo pasmado, a otro
jugando le vino su fin?
Uno murió con fuego, otro con hierro, otro de peste, otro pereció a manos de
ladrones; y así la muerte es fenecimiento de todos, y la vida de los hombres
se pasa como sombra rápidamente.
8. ¿Quién se acordará de ti, y quién rogará por ti después de muerto?
Haz ahora, hermano, lo que pudieres; que no sabes cuándo morirás, ni lo que
acaecerá después de la muerte.
Ahora que tienes tiempo, atesora riquezas inmortales.
Nada pienses fuera de tu salvación, y cuida solamente de las cosas de Dios.
Granjéate ahora amigos venerando a los Santos de Dios, e imitando sus obras,
para que cuando salieres de esta vida te reciban en las moradas eternas.
9. Trátate como huésped y peregrino sobre la tierra, a quien no le va nada
en los negocios del mundo.
Guarda tu corazón libre y levantado a Dios, porque aquí no tienes domicilio
permanente.
A El dirige tus oraciones y gemidos cada día con lágrimas, porque merezca tu
espíritu, después de la muerte, pasar dichosamente al descanso del Señor.
Amén.
25.- DEL JUICIO Y PENAS DE LOS PECADORES.
1. Mira el fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel
juez justísimo, al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni
admite excusas, sino que juzgará justísimamente.
¡Oh ignorante, y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas
tus maldades, tú que temes a veces el rostro de un hombre airado?
¿Por qué no te previenes para el día del juicio cuando no habrá quien
defienda ni ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por
sí?
Ahora tu trabajo es fructuoso, tu llanto aceptable, tus gemidos se oyen, tu
dolor es satisfactorio y justificativo.
2. Aquí tiene grande y saludable purgatorio el hombre sufrido, que
recibiendo injurias, se duele más de la malicia del injuriador que de su
propia ofensa; que ruega a Dios voluntariamente por sus contrarios, y de
corazón perdona los agravios, y no se detiene en pedir perdón a cualquiera;
que más fácilmente tiene misericordia que se indigna; que se hace fuerza
muchas veces y procura sujetar del todo su carne al espíritu.
Mejor es purgar ahora los pecados y cortar los vicios que dejar el purgarlos
para lo venidero.
Por cierto nos engañamos a nosotros mismos por el amor desordenado que
tenemos a la carne.
3. ¿En qué otra cosa se cebará aquel fuego sino en tus pecados?
Cuando más te perdonas ahora a ti mismo, y sigues a la carne, tanto más
gravemente serás después atormentado, pues guardarás mayor materia para
quemarte.
En lo mismo que más peca el hombre será más gravemente castigado.
Allí los perezosos serán punzados con los aguijones ardientes, y los golosos
serán atormentados con gravísima hambre y sed.
Allí los lujuriosos y amadores de deleites, serán rociados con ardiente pez
y hediondo azufre; y los envidiosos aullarán de dolor como rabiosos perros.
4. No hay vicio que no tenga su propio tormento.
Allí los soberbios estarán llenos de confusión, y los avarientos serán
oprimidos con miserable necesidad.
Allí será más grave pasar una hora de pena, que aquí cien años de penitencia
amarga.
Allí no hay sosiego ni consolación para los condenados; mas aquí cesan
algunas veces los trabajos, y se goza del consuelo de los amigos.
Ten ahora cuidado y dolor de tus pecados, para que en el día del juicio
estés seguro con los bienaventurados.
5. Pues entonces estarán los justos con gran constancia contra los que les
angustiaron y persiguieron.
Entonces estará para juzgar el que aquí se sujetó humildemente al juicio de
los hombres.
Entonces tendrá mucha confianza el pobre y humilde; mas el soberbio por
todos lados se estremecerá.
Entonces se verá que el verdadero sabio en este mundo, fue aquel que
aprendió a ser necio y menospreciado por Cristo.
Entonces agradará toda tribulación sufrida con paciencia, y toda maldad no
despegará los labios.
Entonces se alegrarán todos los devotos, y se entristecerán todos los
disolutos.
Entonces se alegrará más la carne afligida, que la que siempre vivió en
deleites.
Entonces resplandecerá el vestido despreciado, y parecerá vil el precioso.
Entonces será más alabada la pobre casilla, que el ostentoso palacio.
Entonces ayudará más la constante paciencia, que todo el poder del mundo.
Entonces será más ensalzada la simple obediencia, que toda la sagacidad del
siglo.
Entonces alegrará más la pura y buena conciencia, que toda la docta
filosofía.
Entonces se estimará más el desprecio de las riquezas, que todo el tesoro de
los ricos de la tierra.
Entonces te consolarás más de haber orado con devoción, que haber comido
delicadamente.
Entonces te alegrarás más de haber guardado el silencio, que de haber
conversado mucho.
Entonces te aprovecharán más las obras santas, que las palabras floridas.
Entonces agradará más la vida estrecha y la rigurosa penitencia, que todos
los deleites terrenos.
6. Aprende ahora a padecer en lo poco, para que entonces seas libre de lo
muy grave.
Prueba aquí primero lo que podrás después.
Si ahora no puedes padecer levemente, ¿cómo podrás después sufrir los
tormentos eternos? Si ahora una pequeña penalidad te hace tan impaciente,
¿qué hará entonces el infierno?
De verdad no puedes tener dos gozos, deleitarte en este mundo, y después
reinar en el cielo con Cristo.
Si hasta ahora hubieses vivido en honores y deleites, y te llegase la
muerte, ¿qué te aprovecharía todo lo pasado?
Todo, pues, es vanidad, sino amar a Dios, y servirle a El solo.
Porque los que aman a Dios de todo corazón, no temen la muerte, ni el
tormento, ni el juicio, ni el infierno; pues el amor perfecto tiene segura
entrada para Dios.
Mas quien se deleita en pecar, no es maravilla que tema la muerte y el
juicio.
Bueno es no obstante que si el amor no nos desvía de lo malo, por lo menos
el temor del infierno nos refrene.
Pero el que pospone el temor de Dios, no puede durar mucho tiempo en el
bien; sino que caerá muy presto en los lazos del demonio.
26.- DE LA FERVOROSA ENMIENDA DE TODA NUESTRA VIDA.
1. Vela con mucha diligencia en el servicio de Dios, y piensa de ordinario a
que viniste, y por qué dejaste el mundo.
¿No es por ventura con el fin de vivir para Dios, y ser hombre espiritual?
Corre, pues, con fervor a la perfección, que presto recibirás el galardón de
tu trabajo, y no habrá de ahí adelante temor ni dolor en tu fin.
Ahora trabajarás un poco, y hallarás después gran descanso, y aun perpetua
alegría.
Si permaneces fiel y fervoroso en obrar, sin duda será Dios fiel y rico en
pagar.
Ten firme esperanza que alcanzarás victoria, mas no conviene tener
seguridad, porque no aflojes ni te ensoberbezcas.
2. Se hallaba uno lleno de congoja luchando entre el temor y la esperanza; y
un día cargado de tristeza entró en la iglesia y se postró delante del altar
en oración, y meditando en su corazón varias cosas, dijo: ¡Oh! ¡Si supiese
que había de perseverar! Y luego oyó en lo interior la divina respuesta:
¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces quisieras hacer, y
estarás seguro.
Y en aquel punto, consolado y confortado, se ofreció a la divina voluntad, y
cesó su congojosa turbación.
Y no quiso escudriñar curiosamente para saber lo que le había de suceder,
sino que anduvo con mucho cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios,
y a sus divinos ojos más agradable y perfecto, para comenzar y perfeccionar
toda buena obra.
3. El Profeta dice: Espera en el Señor, y has bondad, y habita en la tierra,
y serás apacentado en sus riquezas.
Detiene a muchos el fervor de su aprovechamiento, el espanto de la
dificultad, o el trabajo de la pelea.
Ciertamente aprovechan más en las virtudes, aquellos que más varonilmente
ponen todas sus fuerzas para vencer las que les son más graves y contrarias.
Porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia, adonde más se
vence, a sí mismo y se mortifica el espíritu.
4. Pero no todos tienen igual ánimo para vencer y mortificarse.
No obstante, el diligente y celoso de su aprovechamiento, más fuerte será
para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el de buen natural, si
pone poco cuidado en las virtudes.
Dos cosas especialmente ayudan mucho a enmendarse, es a saber: desviarse con
esfuerzo de aquello a que le inclina la naturaleza viciosamente y trabajar
con fervor por el bien que más le falta.
Trabaja también en vencer y evitar lo que de ordinario te desagrada en tus
prójimos.
5. Mira que te aproveches dondequiera; y si vieres y oyeres buenos ejemplos,
anímate a imitarlos.
Mas si vieres alguna cosa digna de reprensión, guárdate de hacerla; y si
alguna vez la hiciste, procura enmendarte luego.
Así como tú miras a los otros, así los otros te miran a ti.
¡Oh! ¡Cuán alegre y dulce cosa es ver los devotos y fervorosos hermanos, con
santas costumbres y observante disciplina!
¡Cuán triste y penoso es verlos andar desordenados, y qué no hacen aquello a
que son llamados por su vocación!
¡Oh! ¡Cuán dañoso es ser negligentes en el propósito de su llamamiento, y
ocuparse en lo que no les mandan!
6. Acuérdate de la profesión que tomaste, y propónte por modelo al
Crucificado.
Bien puedes avergonzarte mirando la vida de Jesucristo; porque aún no
estudiaste a conformarte más con El, aunque ha muchos años que estás en el
camino de Dios.
El religioso que se ejercita intensa y devotamente en la santísima vida y
pasión del Señor, halla allí todo lo útil y necesario cumplidamente para sí;
y no hay necesidad que busque cosa mejor fuera de Jesús.
¡Oh! ¡Si viniese a nuestro corazón Jesús crucificado, cuán presto y
cumplidamente seríamos enseñados.
7. El fervoroso religioso acepta todo lo que le mandan, y lo lleva muy bien.
El negligente y tibio tiene tribulación sobre tribulación, y de todas partes
padece angustia, porque carece de consolación interior, y no le dejan buscar
la exterior.
El religioso que vive fuera de la observancia, cerca está de caer
gravemente.
El que busca vivir más ancho y descuidado, siempre estará en angustias,
porque lo uno y lo otro le descontentará.
8. ¿Cómo lo hacen tantos religiosos que están encerrados en la observancia
del monasterio?
Salen pocas veces, viven abstraídos, comen pobremente, visten ropa basta,
trabajan mucho, hablan poco, velan largo tiempo, madrugan muy temprano,
tienen continuas horas de oración, leen a menudo, y guardan en todo exacta
disciplina.
Mira cómo los cartujos, los cistercienses, y los monjes y monjas de diversas
órdenes se levantan cada noche a alabar al Señor.
Y por eso sería torpe que tú emperezases en obra tan santa, donde tanta
multitud de religiosos comienza a alabar a Dios.
9. ¡Oh! ¡Si nunca hubiésemos de hacer otra cosa sino alabar al Señor nuestro
Dios con todo el corazón y con la boca!
¡Oh! ¡Si nunca tuvieses necesidad de comer, beber y dormir, sino que siempre
pudieses alabar a Dios, y solamente ocuparte en cosas espirituales!
Entonces serías mucho más dichoso que ahora cuando sirves a la necesidad de
la carne.
¡Pluguiese a Dios que no tuviésemos estas necesidades, sino solamente las
refecciones espirituales, las cuales gustamos bien raras veces!
10. Cuando el hombre llega al punto de no buscar su consuelo en ninguna
criatura, entonces comienza a gustar de Dios perfectamente y está contento
con todo lo que le sucede.
Entonces ni se alegra mucho, ni se entristece por lo poco; mas pónese entera
y fielmente en Dios, el cual le es todo en todas las cosas, para quien
ninguna perece ni muere, sino que todas viven y le sirven sin tardanza.
11. Acuérdate siempre del fin, y que el tiempo perdido jamás vuelve. Nunca
alcanzarás las virtudes sin cuidado y diligencia.
Si comienzas a ser tibio, comenzará a irte mal.
Mas si te excitares al fervor, hallarás gran paz, y sentirás el trabajo muy
ligero por la gracia de Dios y por el amor de la virtud.
El hombre fervoroso y diligente, a todo está dispuesto.
Mayor trabajo es resistir a los vicios y pasiones, que sudar en los trabajos
corporales.
El que no evita los defectos pequeños, poco a poco cae en los grandes.
Te alegrarás siempre a la noche, si gastares, bien el día.
Vela sobre ti; despiértate a ti; y sea de los otros lo que fuere, no te
descuides de ti.
Tanto aprovecharás, cuanto más fuerza te hicieres. Amén