IX. Estación: Tercera caída
«Se
humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2, 8). Cada
estación de esta Vía es una piedra miliar de esa obediencia y ese
anonadamiento.
Captamos el grado de este anonadamiento cuando leemos las palabras del
Profeta: «Todos nosotros andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno
su camino, y Yavé cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros» (Is 53, 6).
Comprendemos el grado de este anonadamiento cuando vemos que Jesús cae una
vez más, la tercera, bajo la cruz. Cuando pensamos en quién es el que cae,
quién yace entre el polvo del camino bajo la cruz, a los pies de gente
hostil que no le ahorra humillaciones y ultrajes...
¿Quién es el que cae? ¿Quién es Jesucristo? «Quien, existiendo en forma de
Dios, no reputó como botín codiciable ser igual a Dios, antes se anonadó,
tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y en la
condición de hombre se humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz» (Flp 2, 6-8).
V. Te adoramos, ¡oh Cristo!, y te bendecimos.
R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.