Vicios capitales y virtudes opuestas: Acedia y Pereza
Capítulo 11:
Acedia, envidia por los bienes espirituales
1. De la acedia no se suele hablar. No se la enumera habitualmente en la
lista de los pecados capitales. Difícilmente se encontrará su nombre fuera
de los manuales y diccionarios de moral. Muchos son los fieles, religiosos y
catequistas incluidos, que nunca o rarísima vez oyeron nombrar la acedia y
pocos sabrán ni podrán explicar en qué consista.
2. Sin embargo, la acedia existe y abunda por ahí, aunque pocos sepan cómo
se llama. Se la puede encontrar en todas sus formas: tentación, pecado
actual, hábito extendido como una epidemia, y hasta en forma de cultura con
comportamientos y teorías propias que se trasmiten por imitación o desde sus
cátedras, populares o académicas. Si bien se mira, puede describirse una
verdadera y propia civilización de la acedia por lo cual parece conveniente
ocuparse de ella.
3. Para dar una idea de lo que es la acedia expondremos primero sus
definiciones y después daremos una serie de ejemplos bíblicos.
¿Qué es la acedia?
4. La acedia es propiamente una especie o una forma particular de la
envidia. O sea, que es una especie de tristeza.
5. Santo Tomás de Aquino, la define como: "tristeza por el bien divino del
que goza la caridad". O sea, envidia a Dios; tristeza por los bienes
espirituales.
6. El Catecismo de la Iglesia Católica (=CIC) la define así: "La acedia o
pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir
horror por el bien divino" (CIC 2094).
7. El Catecismo de la Iglesia Católica (=CIC) ubica la acedia entre los
pecados contra la Caridad:
1) indiferencia
2) ingratitud
3) tibieza
4) acedia
5) odio a Dios
La acedia se manifiesta en forma de indiferencia, ingratitud y tibieza. Su
culminación es el odio a Dios.
8. La acedia es, pues, tristeza por un bien y por lo tanto es una especie de
envidia. )Qué la distingue de la envidia en general? Que mientras la envidia
es tristeza por cualquier bien terreno y genérico de la creatura, la acedia
es tristeza por el bien divino, ya sea en Dios mismo ya en sus creaturas.
9. En otro lugar, el CIC, tratando de la oración, enumera la acedia entre
las tentaciones del orante: "otra tentación a la que abre la puerta la
presunción, es la acedia. Los Padres espirituales entienden por ella una
forma de aspereza o desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la
ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón. `El
espíritu está pronto pero la carne es débil´ (Mateo 26,41)" (CIC 2733).
10. La acedia es el pecado que se opone directamente a la caridad o amor a
Dios. Se entristece de las cosas que alegran a los que aman a Dios, y se
entristece de que haya alguien que lo ame.
11. El nombre de la acedia es figurado. Acedia viene de Acidez. Es la acidez
que resulta del avinagramiento de lo dulce. La dulzura misma de la caridad,
agriada, da lugar a la acedia. La acedia se opone al gozo de la caridad como
por fermentación, por descomposición y transformación en lo opuesto. El
espíritu de acedia es avinagrado, agriado, para lo religioso.
12. La acedia es igualmente enfriamiento o entibiamiento del fervor de la
caridad. Como se dice en el Apocalipsis: "tengo contra ti que has perdido tu
amor de antes" (Apoc. 2,4); "puesto que no eres frío ni caliente, voy a
vomitarte de mi boca" (Apoc. 3,16).
13. Por ser causa y cabeza de otros pecados, la acedia se cuenta entre los
pecados capitales. La acedia es causa de los siguientes pecados, que la
tradición llama sus hijas:
Desesperación de alcanzar el fin último o sea de amar a Dios; y en
consecuencia pereza para la religión. Esta pereza se manifiesta en una
efusión en las creaturas caracterizada por:
Vagabundeo de la mente, que va acompañada y se manifiesta en:
a) Locuacidad, charlatanería vacía: "no dice nada pero ¡qué bien lo dice!";
b) Curiosidad, insaciable afán de novedades, bulimia intelectual, cultura
insustancial: reducción de la fe a gnosis.
c) Importunidad, dispersión espiritual, desorden.
d) Inquietud, desasosiego interior, falta de la paz que da la caridad.
e) Inestabilidad, inconstancia de propósitos, planes y decisiones, por
ejemplo para permanecer en un lugar: domicilio, empleo, actividad, trabajo.
(De todo esto parecen adolecer los suplementos culturales de cierta prensa
dominical).
Torpeza de la mente, embotada indiferencia ante lo verdaderamente necesario
para la salvación, o sea, el amor a Dios y la comunión con Él.
Pusilanimidad, ánimo mezquino y pequeño, sobre todo para las virtudes
teologales y las posibilidades místicas: naturalismo.
Animadversión contra todo y todos los que le recuerden a Dios o su destino
sobrenatural.
Odio a Dios.
Acedia en las Sagradas Escrituras
14. Las Sagradas Escrituras nos ofrecen una galería de retratos de la acedia
en todas sus formas, desde la indiferencia al odio. Nos dan también pistas
para comprender la naturaleza de la acedia, que nos ayudan para reconocerla
en sus formas históricas y actuales, y nos permiten comprender mejor su
mecanismo espiritual. En los casos clínicos bíblicos se ve cuáles son las
causas y los síntomas de la acedia.
15. La acedia de Judas: "Séis días antes de su Pasión, Jesús vino a
Betania... María, tomó una libra de perfume de nardo puro, muy caro, y ungió
los pies de Jesús y los secó con sus cabellos". Pero: "Judas Iscariote, uno
de los discípulos de Jesús, el que lo había de entregar, dijo: "¿Por qué no
se ha vendido ese perfume por trescientos denarios y se ha dado a los
pobres?" (Juan 12,1-5). El gesto de María manifiesta el gozo de su caridad.
Lo que para María es expresión gozosa de su amor a Jesús, es para Judas
motivo de tristeza, mezclada de fastidio e irritación: acedia.
16. En este pasaje bíblico se ve que la acedia implica un menos-precio de
Jesús que se irá manifestando durante la Pasión: en la venta por treinta
monedas, en las burlas de la soldadesca. La burla nace del menosprecio y
siembra más menosprecio. En los ejemplos siguientes vuelve a manifestarse la
acedia como menosprecio y burlas.
17. La Acedia de Mikal, Esposa de David: Mikal se irritó viendo a David
bailar delante del Arca de la Alianza en la fiesta de la Traslación. La
danza de David era una manifestación del gozo de la caridad. La irritación
de Mikal por la devoción de David es acedia. Ver 2 Samuel 6, 14-23
18. La Acedia de los Hijos de Jeconías: El Arca de la Alianza fue devuelta
por los filisteos a los israelitas, para librarse del azote de la peste. Se
alegraron con el retorno del Arca los habitantes de Bet-Shémesh. Excepto una
familia, que fue por eso duramente castigada. He aquí otro ejemplo de lo que
es acedia: "ausencia de la debida alegría a causa de la presencia de Dios;
indiferencia". (Ver 1 Samuel 6,13-21)
19. El Menosprecio de un Profeta: El profeta Eliseo iba subiendo por el
camino hacia Betel cuando unos niños salieron de la ciudad y se burlaban de
él, diciendo: "(Sube, calvo! (Sube, calvo!". Él se volvió, los vio y los
maldijo en nombre del Señor. Salieron entonces dos osos del bosque y
destrozaron a cuarenta y dos de ellos (2 Reyes 2,23-24).
20. El relato quiere inculcar el respeto a los profetas, a un pueblo que,
por acedia, se inclinaba a rechazarlos y aún a matarlos. En efecto, la
persecución a los profetas, y en general a los justos, empieza con burlas
pero tiende a terminar en sangre. Estos niños reflejan el menosprecio
aprendido de sus mayores. Eliseo ve, en ese menosprecio, más que una
inocentada infantil, ve la manifestación de un pecado social, nacional. La
acedia tiene sus raíces infantiles, puesto que también desde niños hay en
Israel piedad e impiedad, religión e irreligión, gozo de la caridad o
acedia.
21. Esaú menosprecia la Primogenitura: Esaú le vendió a su hermano Jacob la
primogenitura por un plato de guiso. Es otro ejemplo clásico de acedia como
menosprecio - y consiguiente postergación y pérdida - de los bienes
espirituales, debido a la compulsión y a la urgencia de un apetito. Esaú
llegó hambriento del campo y Jacob aprovechó la ocasión: "Véndeme ahora
mismo tu primogenitura". Esaú respondió: "¿Qué me importa la
primogenitura?". Jacob lo urgió para que se la vendiera con juramento: "Y él
se lo juró vendiendo su primogenitura a Jacob. Jacob dio a Esaú pan y el
guiso de lentejas, y este comió y bebió, se levantó y se fue. Así desdeñó
Esaú la primogenitura", concluye melancólicamente el relato (Génesis
25,29-34).
22. Jesús, en una ocasión, reprocha la acedia que se manifiesta en forma de
indiferencia, de los que se han rehusado a compartir sus sentimientos: "Os
hemos tocado la flauta y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no
habéis llorado." (Lucas 7, 31-35)
23. La actitud de acedia como un "no" a la fiesta, o sea un no a las
alegrías de Dios y a su oferta de comunicarla y participarla, la ilustran
las parábolas de los invitados al Banquete (Mateo 22,1-14; ver también
8,11-12; Lucas 14,16-24).
24. El papa San Clemente romano en su Carta a los Corintios, para explicar
el mal que está aquejando a dicha comunidad eclesial, se remonta a trazar un
panorama de la acedia en la historia de la salvación, comenzando justamente
por el pecado de Caín: "Ya veis, hermanos, cómo los celos y la acedia
produjeron un fratricidio. A causa de la acedia, nuestro padre Jacob tuvo
que huir de la presencia de su hermano Esaú. La acedia hizo que José fuera
perseguido hasta punto de muerte y llegara hasta la esclavitud. La acedia
obligó a Moisés a huir de la presencia de Faraón, rey de Egipto, al oír a
uno de su misma tribu: ´¿Quién te ha constituido árbitro y juez entre
nosotros? ¿Acaso quieres tú matarme a mí, como mataste ayer al egipcio?´.
Por la acedia, Aarón y María hubieron de acampar fuera del campamento. La
acedia hizo bajar vivos al Hades a Datán y Abirón, por haberse rebelado
contra el siervo de Dios, Moisés. Por celos no sólo tuvo David que sufrir
envidia de parte de los extranjeros, sino que fue perseguido por Saúl, rey
de Israel" (S. Clem. a los Corintios 4,7-13)
25. El Pecado de Caín: Habitualmente se considera el pecado de Caín (Génesis
4,3-8), como un pecado de envidia hacia su hermano Abel. Y lo es. Pero no de
envidia simplemente. Sino de aquella especie de envidia que llamamos acedia
respecto del bien de su hermano, cuya ofrenda fue acepta a Dios; pero
también acedia, respecto de la complacencia de Dios sobre la ofrenda de
Abel. Si Caín hubiese estado en actitud de amistad con Dios, se habría
alegrado por la alegría de Dios con la ofrenda de su hermano.
26. Son también ejemplos de acedia en la Sagrada Escritura:
El Pecado Original: "Por acedia del diablo entró la muerte en el mundo y la
experimentan los que le pertenecen" (Sabiduría 2,24).
El menosprecio de la Tierra Prometida: ADespreciaron una Tierra envidiable"
(Sal 105(106),24)
Números Caps. 13-14 y Deuteronomio 1,19-46. El pueblo no se alegró con el
bien de la Tierra Prometida, que le pintaban Caleb y Josué, los buenos
exploradores, testigos fidedignos de la bondad de la tierra, fieles a la
verdad. El pueblo, en cambio, prefirió creer al testimonio de los malos
exploradores, testigos falsos.
La Acedia de Pedro ante la Cruz: Pedro se niega a recibir el testimonio de
Jesús acerca del misterio de la cruz. Por eso se hace acreedor del nombre de
Satanás, y en vez de piedra fundamental se convierte en piedra de escándalo
(Mateo 16,18), no sólo para los más pequeños (Marcos 9,42), sino para Jesús
mismo (Mateo 16,23).
27. Ya se ve la importancia que tiene el pecado de acedia en toda la Sagrada
Escritura. Si se ignora lo que es la acedia no se puede entender la
Escritura ni el drama de Jesús. La acedia es ceguera para el bien de Dios y
confusión espiritual del mal por bien y del bien por mal. Es lo que muestran
los dos ayes proféticos que siguen:
28. Dos Ayes Proféticos sobre la Acedia:
1) Acedia como ceguera o apercepción: "¡Maldito el hombre que confía en el
hombre, y hace de la carne su apoyo apartando del Señor su corazón! Es como
el tamarisco en el desierto de Arabá y no verá el bien cuando venga"
(Jeremías 17, 5-6).En cambio: "los rectos lo ven y se alegran" (Salmo
106,42) "En tu luz vemos la luz" (Salmo 35,10); "Abreme Señor los ojos y
contemplaré las maravillas de tu voluntad" (Salmo 118, 18); "Al que sigue el
buen camino le haré ver la salvación de Dios" (Salmo 49,23).
2) Acedia como dis-percepción: "(Ay, los que llaman al mal bien y al bien
mal; los que dan la oscuridad por luz, y la luz por oscuridad; que dan lo
amargo por dulce y lo dulce por amargo!" (Isaías 5,20-21). Entristecerse por
el bien del que goza la caridad, como hace la acedia, es dar por mal ese
bien, dar lo dulce por agrio o por amargo, dar la luz por tinieblas.
29. Es propio de Dios el mostrar o hacer ver los bienes salvíficos: Ahasta
el día de hoy no os había dado el Señor corazón para entender, ojos para
ver, ni oídos para oír" (Deuteronomio 29,3).
Pereza
30. La acedia ha sido a menudo entendida como pereza. Es verdad que,
secundaria y derivadamente, la acedia se presenta, en la práctica, como una
pereza para las cosas relativas a Dios y a la salvación, a la fe y demás
virtudes teologales, a las posibilidades místicas. Por lo cual,
acertadamente, el CIC la propone, a los fines prácticos, como pereza. Sin
embargo, la pereza es una más de las consecuencias de la acedia y puede
considerarse como hija, es decir, como uno de los efectos de la acedia. En
algunas de las hijas de la acedia es posible reconocer los rasgos que
caracterizan a la pereza.
31. El pecado capital de pereza, al igual que la envidia, es una especie de
la tristeza. Podemos definirla diciendo que la pereza es una pesadez de la
voluntad para obrar el bien debido.
32. La imagen proverbial del perezoso es la del apático dormilón, que no
quiere hacer nada. Pero esa es la fase terminal de su dolencia. En su
comienzo el perezoso puede ser un hiperactivo, que hace de todo, menos lo
que tiene que hacer, antes de terminar agotado y deprimido. Es un ansioso
que pasa de la conmoción a la apatía, de la agitación al agotamiento. Por
una combinación de pereza y avaricia, los superejecutivos, son devorados por
la fiebre del trabajo y descuidan hogar, esposa e hijos, y son consumidos en
breve tiempo por el "stress".
33. Es perezoso el niño que se agota jugando en lugar de hacer los deberes;
hasta que cae rendido de fatiga por hacer lo que no habría debido, y es
incapaz ya de hacer lo que hubiera debido. O como el joven que va y viene
pero no tiene a dónde huir para no estar donde debería. El adulto que
descuida su familia, por otras actividades no necesariamente malas y en
ocasiones muy buenas en apariencia, como las actividades religiosas. El
sabio refrán de nuestras abuelas decía: "Primero la obligación y después la
devoción".
34. La pereza, entonces, contra lo que sugiere equivocadamente la opinión
común, no consiste en no hacer nada. Consiste en no hacer lo debido. El
perezoso puede obligarse a mil ocupaciones no obligatorias con tal de no
cumplir con su obligación.
35. Pero ¿qué pasa cuando el perezoso no quiere cumplir con sus deberes y
obligaciones supremas; cuando se niega al ejercicio de las virtudes
teologales y no quiere poner los actos de fe, esperanza y caridad?
36. En la pereza para creer, por ejemplo, la voluntad perezosa no quiere
mover a la inteligencia a creer para conocer el bien verdadero y la orienta
hacia otros bienes. Así se conectan acedia y pereza; indiferencia o tibieza
para amar a Dios; indolencia para conocer al Dios infinitamente amable. Amar
al mundo en vez de a Dios (10 Juan 2,15-17).
37. ¿La consecuencia?: efusión en las cosas. La voluntad perezosa mueve a la
inteligencia hacia los objetos que no debe y la desvía de aquellos que
debería conocer. La pereza, pues, inicialmente, no inhibe toda actividad,
sino que comienza trocando una actividad debida por otra indebida.
38. La pereza para las virtudes teologales, es decir la pereza para creer,
amar a Dios y esperar, es consecuencia de la acedia. De esta pereza teologal
derivan todas las demás perezas.
39. Al rehuir ocuparse de los bienes últimos y supremos que dan el sentido
último a su existencia, es como el caminante que se desentendiera de la meta
a donde debe llegar y se fuera por todos los desvíos. O como el que se
pierde en el desierto y termina girando en círculos hasta que cae exhausto
sin haber llegado a ninguna parte. Al final de la carrera loca del perezoso
tras el amor de este mundo, lo aguarda la depresión y la cama.
40. El perezoso huye primero del Sentido que es Dios. Pero esa huida de lo
esencial lo aboca a tener que vivir luego huyendo del sinsentido. ¿Cómo?
¿hacia dónde? Hacia los sentidos provisorios; hacia alguna actividad que lo
entretenga, que lo ayude a encontrar siempre nuevas escapatorias al asedio
del aburrimiento, entreteniéndolo con algún minúsculo sentido inmediato: el
baile de una noche, el paseo, el bar, el club, un deporte, un hobby como
juntar sellos, la novela, la tele...y tantas otras formas de "evasión", como
acertadamente se les dice.
41. La agitación del perezoso se nutre de sentidos provisorios, puesto que
el perezoso huye de los últimos y definitivos, de los permanentes y eternos.
Y dado que los no-últimos muy pronto lo dejan, -o él, quiera o no quiera,
los tiene que dejar, tarde o temprano-, fatalmente, vuelve a quedar a merced
de la invasión del sinsentido: del tedio, la náusea, el aburrimiento, en una
lucha desigual y perdida de antemano con ese mar que lo inunda, y en la que
se agita hasta que se agota. Esa es la fase terminal de la pereza.
42. Sólo las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), llenan de
eternidad el tiempo y lo vivifican con vida eterna. La acedia ciega a su
víctima para esos bienes y la pereza le impide mirarlos. Por eso acedia y
pereza clausuran el corazón para el encuentro con Dios. Hay una circularidad
de acedia-pereza-acedia-pereza, por la que ambos pecados capitales se
retroalimentan. Este hecho nos explica por qué en la tradición algunos han
entendido la acedia como pereza.
Ejercicio
¿Es tristeza la acedia?
¿Es envidia la acedia?
¿Cuál es el objeto de la acedia?
¿Cuáles son las hijas de la acedia?
¿A qué virtud teologal se opone la acedia?
Recuerde por lo menos un ejemplo de acedia tomado de las Sagradas
Escrituras.
¿Se acuerda de otros?
¿Acedia y pereza son lo mismo?
¿Qué es la pereza?