La ira tiene seis hijas
Germán Mazuelo-Leytón, infocatolica.com
La
ira es una pasión que se incita por el orgullo. Hay quienes que si
no poseen lo que desean, la ira es una fuerza que puede llevarlos a
ocasionar un daño físico o espiritual al que es dirigida.
Un individuo invadido por la ira elimina cualquier posibilidad de
intervención del Espíritu Santo, ya que las arterias
espirituales se le bloquean por completo, la gracia no
puede circular por ellas. La ira no sólo daña a otros, el perjuicio
nos lo ocasionamos a nosotros mismos al impedirnos recibir ayuda,
sanación o cualquier otra gracia posible. El Espíritu Santo nos
explica la ira en la Sagrada Escritura:
Por esto mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios (Santiago 1, 19).
Y, ¿cuáles son las principales manifestaciones de la ira? Santo
Tomás de Aquino penetra en los redaños de la ira y clarifica que
ésta tiene seis hijas.
Para conocerlas hay que entender que la ira se aloja,
o en el corazón,o en la boca, o en
las manos, o lamentablemente en las tres
partes.En cuanto está en el corazón, nacen de la ira, dos
vicios, dos hijas, que son: la indignación contra
quien se irrita el hombre, y al que cree indigno de merecer algún
favor suyo. Con la indignación, la hinchazón de la mente,
en cuanto uno medita las diversas formas de venganza, y llena su
espíritu de tales ideas, según aquello de Job: ¿Es de sabios
tener el pecho de viento?
Cuando la ira está en la boca, también engendra dos vicios más: si
demuestra su ira en la manera de hablar insultando a su hermano, se
llama contumelia. Si las palabras van directamente
contra Dios es blasfemia.
Si la ira, además del corazón y la boca, está en los hechos, en este
caso, de ella dimanan el clamor o griterío y las riñas,
por las cuales se entienden todos los daños que se
infieren al prójimo e indirectamente a Dios.
Luego, qué mala consejera es la ira. Cuando crece no se diluye sin
antes desear, pensar, proyectar, realizar algo contra Dios o contra
nuestros hermanos.
San Gregorio Magno descubre a la ira con estas magistrales
pinceladas:
Palpita el corazón encendido por el aguijón de su ira, el cuerpo tiembla, el rostro echa fuego, los ojos se exasperan, y no reconocen los conocidos, la lengua profiere voces, más el sentido ignora lo que habla.
Sin embargo no toda ira se exterioriza. Hay asimismo una ira
pasiva.
Cuando ésta se guarda en el interior por un largo período o si es expresada en momentos de cólera violenta, tiene relación con dolores de cabeza, desórdenes de sueño, hipertensión arterial, problemas digestivos, diabetes, deficiencia en el sistema inmune, ataques al corazón y cáncer.
La ira es una debilidad de carácter
incapaz de someter una situación al dominio de la razón. El iracundo
desearía permanecer imper
turbable, pero sus nervios le traicionan, su orgullo le impulsa, su vanidad le exaspera y termina por desbocarse sin tener idea clara de su comportamiento que puede llegar a excesos que no cometería en su situación normal.
turbable, pero sus nervios le traicionan, su orgullo le impulsa, su vanidad le exaspera y termina por desbocarse sin tener idea clara de su comportamiento que puede llegar a excesos que no cometería en su situación normal.
Vencer la ira no es fácil. Exige comprender su maldad y sus ásperas
consecuencias para sí y para los demás. Entendida la ira como una
enemiga, sería más fácil prepararse para los momentos difíciles a
fin de no ser tristes juguetes de su dominio.
Mi
amiga Ronda
Chervin profesora de filosofía y
espiritualidad, es una escritora de fama mundial. Atea de origen
judío, se convirtió al catolicismo a los 21 años. Es madre y abuela
y actualmente ha fundado una congregación de viudas
dedicadas. Afirma que pasó los primeros 57 años de
su vida como una persona colérica.
Cuando vino a darse cuenta de que la ira estaba significando un
verdadero obstáculo en su camino cristiano comenzó a manejar
su ira a través del conocimiento de su propia manera de ser, de una
disciplina espiritual y de la gracia de Dios. Para
controlar su ira, Ronda siguió cinco pasos, que los explana en un
asombroso libro acerca de cómo controlar la ira cuando se convierte
en pecado mortal.
Domando
al león interior: 5 pasos de la ira a la paz recoge su
gratificante experiencia. Se dice que para combatir la ira, se
puede comenzar con estos simples pasos:
1) La admisión de que uno es una persona irascible
o agresiva.
2) Identificar qué clase de ira tiene: instantánea,
prolongada, oculta, sarcástica, caliente, fría.
3) Conocer su origen y sus implicaciones.
4) Tratar con mi ira día a día, y,
5) Dejar que Jesús haga que el
león descanse o permanezca junto con el cordero.