Mutuas y dulces alabanzas que en presencia de santa Brígida se dan Jesús y María, excelencias y ventajas de la ley de Gracia sobre la Ley Judaica.
REVELACIÓN 34

Bendito seas tú, que eres sin principio y sin fin, le decía la Virgen a su Hijo. Tú tuviste un cuerpo honestísimo y muy conveniente a tu grandeza; tú fuiste un varón muy esforzado y muy virtuoso; tú fuiste una dignísima criatura. Las palabras que salen de tus labios, respondió el Hijo, me son muy agradables, y deleitan lo íntimo de mi corazón como una suavísima bebida. Tú eres para mí la criatura más agradable; pues a la manera que en un espejo se ven diversos rostros, pero ninguno agrada más que el propio, así aunque yo ame a mis santos, a ti te amo con particular amor, porque de ti tomé carne. Tú eres como una mirra escogida, cuyo olor subío hasta la divinidad, y me atrajo a mí a tu cuerpo y a tu alma, y te hizo subir hasta la misma divinidad, donde ahora estás en cuerpo y en alma. Bendita seas, porque con tu hermosura das alegría a los ángeles, y con tu virtud quedan libres todos los que te invocan con sincero corazón, con tu luz tiemblan todos los demonios, y no se atreven a estar ante tu resplandor, porque quieren estar siempre en las tinieblas.