Si el hombre viese los ángeles y los bienaventurados cuales son en sí, dice Dios a santa Brígida, se rompería en su naturaleza como un vaso podrido, no siendo capaz de soportar tanto esplendor. Otra tanto le sucedería, en caso contrario, si viese a los demonios y condenados en su misma horribilísima fealdad. |
REVELACIÓN 9 |
Entre las mercedes que te he hecho, esposa mía, tres han sido grandes y maravillosas. Ves con ojos espirituales, oyes con oídos espirituales, y con tu mano tocas en tu pecho mi Espíritu. Pero advierte que las cosas que ves, no las ves como son en sí; porque si viviendo tú en ese cuerpo mortal, te mostrara yo la hermosura de mis ángeles y almas santas, era imposible dejar de hacerse pedazos tu cuerpo como vaso corrupto y podrido, a causa del excesivo gozo que de tal recibiera el alma. Y si te concediera yo que vieses a los demonios como son en sí, o morirías súbitamente con aquella terrible vista, o vivieras desde allí una vida miserable con espantoso dolor. Y así, pues, hago que veas las cosas espirituales como en figura de cosas corporales: los ángeles y las almas las ven en figura de hombres, que tienen vida y alma, por más que los ángeles viven con su espíritu; pero los demonios los ves en la figura que se pinta la muerte, o alguna cosa mortal, o en figura de otras criaturas y animales, que tienen espíritu mortal, porque muriendo su carne, muere su espíritu; mas los demonios no mueren en espíritu, sino que mueren sin fin y sin fin viven. Las palabras espirituales te las digo con alguna semejanza, porque de otro modo no puede comprenderlas tu entendimiento. Entre todas las mercedes que te hago, la más admirable es que sientas moverse mi espíritu dentro de tu corazón.
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